domingo, 5 de diciembre de 2010

DE LA SELVA SU TRAGEDIA Y ENCANTO (CUENTO) - POR ADDEHEMAR SIERRALTA

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DE LA SELVA SU TRAGEDIA Y ENCANTO

(Cuento)

Una noche de desgracia sucede en este cuento de Addhemar H.M. Sierralta, al narrarnos las desventuras y peripecias de un grupo de periodistas que visitó Iquitos. Uno de ellos regresaría muchas veces hasta convertirse en un “sacha loretano”.

Por Addhemar H.M. Sierralta.

El avión, un pequeño DC-3, aterrizó a las ocho de la mañana. La pista, un campo con césped bastante irregular, puso incómodo a Héctor al sentir los saltos del aeroplano mientras se deslizaba la nave al tomar tierra. Cuando el aparato aminoró su marcha y volteó para dirigirse a la zona de desembarque se percató que estaban a muy pocos metros del final del campo, tan solo separado por una reja o alambrado de una avenida por la que transitaban vehículos automotores.

Bajó, junto a sus compañeros de viaje, a una sala de la Base Aérea de Iquitos donde fueron recibidos cordialmente por el primer jefe. El calor intenso agravado por la humedad tropical le sofocó. Escuchó las palabras de bienvenida y se apresuró a tomar un refresco de cocona helado, para aplacar la sed. Ya más tranquilo pregunta si se van a alojar en la Base o en la ciudad … será en un hotel a media cuadra de la Plaza de Armas, cerca al Amazonas, le explicaron.

Durante la mañana recibe información de las actividades de la Fuerza Aérea en dicha Base, referencias del tipo de naves que operan en el Grupo y recorre las instalaciones y oficinas. Almuerzan ensalada de chonta, Inchicapi y filete de paiche, platos típicos de la zona. Luego marchan hacia su hospedaje.

Una vez instalado en el hotel, ya en horas de la tarde con un colega periodista como él, Héctor recorre los alrededores. Ve la Casa de Hierro –diseñada por Eiffiel, el mismo de la torre de París. Le decepciona un poco lo mismo que la iglesia ubicada en una esquina… pensé que eran más grandes, se dijo. Al salir de la Plaza toma el jirón Lima y se asombra por la cantidad de casas comerciales o tiendas y en especial de la cantidad de gente que pulula por dicha arteria. Se detiene en un lugar de venta de refrescos y prueba el jugo de Maracuyá y degusta un helado –chupete- de Aguaje. Un canillita aparece voceando los periódicos de Lima…lo llama y compra “El Comercio” -diario en el que era redactor… aquel 6 de agosto de 1962 la noticia triste : Marilyn Monroe murió ayer por aparente sobredosis de barbitúricos. Ella fue encontrada muerta sobre la cama de su dormitorio. Para Héctor, admirador de la sexy estrella de cine –la bomba rubia universal- la semana había comenzado mal con la noticia de la trágica partida de Marilyn. Pero la tragedia se cernía sobre todos ese lunes.

Once de la noche. Silencio de comienzo de semana. Los viajeros reposan en el hotel. De pronto cuatro enmascarados armados irrumpen en el lobby, reducen al empleado del mostrador, quedan dos vigilando la puerta y en forma silenciosa, habitación por habitación, los otros delincuentes se las ingenian para ingresar a las mismas –simplemente tocan la puerta indicando ser empleados del hotel que tienen que revisar instalaciones eléctricas- y así asaltar a cada visitante quitándoles dinero y joyas. Para evitar ser perseguidos amarran en una silla a cada uno de los alojados…terminan su faena y con el botín se apresuran en salir. El empleado del hotel pone una zancadilla a uno de los forajidos…tambalea y cae al piso…furioso saca su arma y de un certero disparo en la cabeza mata al pobre hombre… el ruido alarma a los soldados que vigilan la comandancia del ejército ubicada a corta distancia…se ponen en alerta y al divisar a los cuatro que corren en dirección del malecón con la intención de bajar a la orilla del río se escuchan disparos…dos de ellos son abatidos pero los otros alcanzan escapar en un bote –de los llamados “peque-peque”- que estaba esperando. La noche es cómplice de la fuga y el terror rasgó el hasta entonces tranquilo comienzo de semana.

Casi a la media noche los viajeros son desatados de las sillas y ya más serenos prestan sus declaraciones y la policía trata de confeccionar el “identy-kit” para identificar a los malhechores.

Pasado el incidente el martes vuelven todos a la Base Aérea para recibir unas charlas acerca de la actividad de acción cívica. En la tarde un recorrido por las instalaciones y los hangares completa la visita. Partirán de regreso a Lima al día siguiente muy temprano.

Esa noche el grupo se encuentra en un bar-restaurante en la Plaza 28 de Julio…cerveza va y cerveza viene se trata de olvidar la noche trágica…entre ellos un mayor, piloto de la nave, y su tripulación participan entusiastamente. Se olvidan que el avión está programado para salir a las seis de la mañana…y sin darse cuenta la madrugada llega…cierran el local y apenas si tienen tiempo de preparar su equipaje y dirigirse al campo aéreo.

Miércoles 6 a.m., como está previsto el avión se eleva puntual. Atrás queda Iquitos con su noche de susto. Algunos tratan de dormir durante el vuelo mientras otros comentan los incidentes…el coronel Salazar Larraín, uno de los pasajeros y encargado de escribir los obituarios de los fallecidos de la Fuerza Aérea en la revista de dicha institución bromea con su humor negro… por eso vine para estar atento a quien le dedicaba las últimas palabras, dijo…risas y requintadas…carajos y señales de la cruz…empieza luego a contar las historias de los accidentes aéreos…una real enciclopedia al respecto…todos atentos y aunque parezca mentira el miedo se ausenta y se pasa a hacer chistes vinculados a los aviadores…todo normal.

De vuelta a Lima, en el Grupo Aéreo No. 8. El clima nublado y un frío intenso…el pleno invierno nos recibió con su crudeza…pero aún conservamos el olor a selva y el calor a flor de piel…las huambrillas todavía en nuestras retinas…la alegría de los momentos vivido pese al susto…el deseo de regresar algún día a aquel lugar hermoso.

Aquel primer contacto con nuestra montaña amazónica sería el comienzo de aventuras mayores que pasaría Héctor en la selva. Como su abuelo, hace 90 años, quien vivió en las épocas de oro de Iquitos le tocaría regresar muchas veces y vivir la época de las exploraciones petroleras… del nuevo auge de Iquitos y de la selva su tragedia de vivir, por ciclos, eras de bonanza y momentos de olvido y pobreza. Lo maravilloso de los parajes subyugantes del oriente peruano es poco al conocer a su gente con entusiasmo y esperanza permanente…a sus niños “buchisapos” por las lombrices … a sus mujeres desenfadadas y ardientes, leales y corajudas… navegaría tantas veces en ellas con sus sueños y alegrías. Realmente es un sacha loretano que cree en Iquitos, un paraíso donde volver es un placer.


Iquitos

Fuente:

TIEMPO NUEVO

Addhemar Sierralta

Año 2 No. 105

Miami, 24 NOV 2010

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