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1º DE DICIEMBRE, DÍA DEL AHORRO
Por Juan José Alva Valverde (Pepe)
Hoy 1º de diciembre del 2010, a la distancia del tiempo, cuando una tenue nevada inicia a cubrir el negro azabache de mi cabellera, cuando mis pupilas ya no tienen el brillo matinal de la lozana juventud, cuando los años vividos nos han colmado de sal y poca miel, me refugio en la mejor época, y evoco los 1º de diciembre de aquellos años idos.
Hasta 1987 el 1º de diciembre se conmemoraba el Día del Ahorro, luego fue cambiado por el Día Internacional del Sida, fecha elegida porque el primer caso fue diagnosticado el 1º de diciembre de 1981.
Recuerdo con alegría mi escuela primaria 378, a mi querido maestro Juan Aldave Oyola, y a mis entrañables compañeros de aula. Desde abril, el profesor Juan, así le decíamos cariñosamente, forraba con papel cometa una cajita de cartón y escribía con letras grandes “ALCANCÍA”. Él nos aconsejaba así sobre la virtud del ahorro: “El ahorro queridos alumnos es bueno e importante, porque nos acostumbra a no gastar todo, pensando en el mañana, en el futuro; nos disciplina para realizar los gastos priorizando lo importante”
Una libreta de apuntes, era inseparable a nuestra alcancía. El que depositaba sus reales o medios, -(10 o 5 céntimos)- en presencia del profesor Juan, en la página que le correspondía anotaba la fecha y la cantidad. Todos habíamos adquirido la manía de agitar la alcancía luego de echar la moneda, con la finalidad de escuchar el sonido de las mismas.
- En la tienda de Bayona me he comprado un trompo nuevo, pero le he hecho rebajar 20 centavos, eso voy a echar a la alcancía -dice Vladimiro.
- Pucha me había olvidado de traer los 50 centavos que me pagó la señora Panchita por llevar sus burros a la chacra de don Chino Benito, pero mañana lo traigo y echo a la alcancía -interviene Oswaldo Jaimes.
Cada uno se las arreglaba para depositar el dinero que adquiría; claro, dejando unos centavos para saborear la rosca bañada de doña Lucinda; los caramelos de manjar blanco de la tía Dolorita; las manzanas de chinchupuquio que vendía mi abuelita Visitación, las raspadillas de Camilo, que el papá de Miguel Ramírez (Chuck Norris), don Facundo solía pedir así:
- ¡Camilo, un Yerupajá! -refiriéndose al combinado de raspadilla y helados de leche.
Desde fines de octubre, más de uno se refregaba las manos pensando en la Navidad, como decía Roberto:
- Pasu shay, falta poco para que el profesor Juan abra la alcancía y nos de lo que nos corresponde, ojala me alcance para un avión que he visto en la tienda del señor Bisetti y una muñeca para mi hermanita Doris.
El 1º de diciembre a las tres de la tarde, nuestro profesor Juan, después de una lectura alusiva al ahorro, iniciaba la tan esperada apertura de la alcancía, llamaba indistintamente al primero, al último, al quinto, etc. de la lista, quienes previa suma en la libretita, recibían lo ahorrado, en medio de aplausos de los compañeros de aula. A la hora de salida la algarabía continuaba por las calles rumbo a casa, otros iban a la tienda del señor Bisetti, algunos a saborear los biscochos doraditos con su pasa al centro, de mi padrino Alejandro Rivera.
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Recuento dedicado a mis entrañables compañeros de aula de la escuela 378, de mi Chiquián Querido, Espejito del Cielo.
Cruz de Motupe, 1 de diciembre de 2010
CHIQUIÁN
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