lunes, 5 de julio de 2010

UN AMOR LLAMADO MANUELA Y SIMÓN: UNIDOS EN LA DISTANCIA DE LOS SIGLOS - POR OMIRA BELLIZZIO POYER

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UN AMOR LLAMADO MANUELA Y SIMÓN:

UNIDOS EN LA DISTANCIA DE LOS SIGLOS

Por: Omira Bellizzio Poyer.


Quizá en estos momentos sus almas están hablando pasivamente, quizá se estén reprochando todo lo que dejaron de hacer por ellos mismos, tal vez se besan por todo ese tiempo que han dejado de hacerlo, quizá solo se ven y se funden, quizá se toman de las manos y juntos emprenden el viaje definitivo de los que tanto esperan el reencuentro cuando el amor es verdadero y no fugaz. Manuela y Simón hoy están juntos en Caracas en pleno siglo XXI.

Es para ellos dos un sueño, estar en la capital donde nació y creció el padre de la Patria, pero Caracas no es la ciudad de los techos rojos, silente y verde. Sabiéndose en el año 2010, los amantes que fueron presos del “deber y del amor” entre el honor o la deshonra de una mujer casada en los albores de los años 1800, ahora no temen perderse en una ciudad violenta y por tanto insegura, moderna y a la que poco le importa aquellos estigmas morales. Ambos ya han librado tantas batallas, en varias ocasiones evadieron la muerte y ahora en su propia muerte reviven los abrazos con el amor, con la tierra, con los delirios, con las mentiras, con el dolor, con las victorias. Vivencias de un ayer, se concretan en una realidad ahora.

El amor de Simón y Manuela nace con la gloria, entre flores lanzadas desde un balcón de una casona de Quito y luego se cimenta definitivamente en una gala donde se vitorea al Libertador el 16 de junio de 1822. Hasta ese entonces solo se conocía que Simón casado muy joven contaba con 19 años edad, su mujer María Teresa Rodríguez del Toro y Alaiza dos años mayor que él muere a los 8 meses de su matrimonio y que después de ese fatal acontecimiento tuvo muchos amores, Fanny du Villars, Anita Lenoit, Josefina Machado, Isabel Soublette, Julia Corbier, Bernardina Ibáñez entre otras, sin embargo Manuela Sáenz fue para Simón Bolívar su amor idolatrado y así lo recogen sus cartas en frases como estas: “Tu sola me has robado el alma y yo me ocupo solo de pensar en ti”, “Venga, venga pronto que me muero sin usted”, “soy siempre tu más fiel amante, de alma y corazón”, “ ¡Tú solamente existes en el mundo para mí!...porque desde el principio supe que en ti existe todo lo que yo ansío”.

Manuela tuvo un matrimonio arreglado y fue de esas mujeres como pocas en su siglo, que habló claro con su esposo y separada hizo vida amorosa con el Libertador. Sin embargo, ese amor marcado por la discordia, las habladurías y los sinsabores de todas las épocas por la sociedad, aun en ausencias, tras 8 años de relación, Simón y Manuela el tiempo más largo que pudieron permanecer juntos, fue un poco más de un mes calendario, debido a los constantes viajes de Bolívar por consolidar la República. En todo caso el amor de Manuela se mantuvo fiel al corazón de su amado, comprometiéndose a no dejar de latir por él.

“Arránquese usted si quiere, su corazón de usted, pero el mío ¡No! Lo tengo vivo para usted”. Cataguango 12 de febrero de 1823.

Se tiene registro epistolar de las veces que Bolívar se alejó de Manuela, sin embargo fue en vano pues el amor que se profesaban sobrepasaba lo humano, su pasión era irremediablemente incomparable. Escribió Manuela el 3 de mayo de 1825 en la ciudad de Lima “Véalo usted mismo: nada hay en el mundo que nos separe, que no sea nuestra propia voluntad”.

Siendo Manuela la que nunca aceptó una separación definitiva, Bolívar no pudo con su propio sentimiento de culpa que vivir arrodillado a su gran amor por la perseverancia de ella.

“Espero con profunda ansiedad ver colmadas sus aspiraciones, que si son muy justas, en cambio en las lides de su interior no lo son ¿Por qué privarse del goce infinito del amor? ¿Qué tan alta es la honra para que sobrepase a la del Gran Bolívar y cuál es la cordura y la templanza que obligan al Libertador a enjuiciarse a sí mismo? Si una de las virtudes primordiales es la obediencia al amor, que la misma providencia auspicia al ser humano” Lima, 9 de mayo de 1825.

La amistad que sentía el uno por el otro arraigó la confianza de los amantes, la que nunca sufrió las intrigas gestadas a su alrededor, su complicidad interior fue dedicada también a sus anhelos por la libertad y a la unificación de América.

Estando con Manuela, el General Simón Bolívar se refugió en otros brazos, puede ser para olvidarse de Manuela, para que esta lo odiase, pero Manuela estuvo allí, paciente y el Libertador tuvo que rendirse al latido de su corazón que era completamente de su Libertadora.

“Todo esto es una obsesión la más intensa de mis emociones ¿Qué he de hacer? Tu ensoñación me envuelve en el deseo febril de mis noches de delirio. La moral como tú dices, en este mundo es relativa; la sociedad que se gestó y ha surgido en esa desastrosa época de colonialismo es perniciosa y farsante; por eso no debimos actuar, como tú dices, sino al llamado de nuestros corazones” Tunja 16 de junio de 1825.

Los últimos años de vida de Bolívar, estuvieron signados por la traición de la República, por la ambición de sus generales y por la desunión de Colombia. En las cartas enviadas por Manuela desde Bogotá le imploraba el cuidado que debía tener ante un atentado que se preparó para dar muerte al Libertador (1828).

Ya para el segundo semestre de 1830, nuevamente ausentes el uno del otro, crece ese afán del reencuentro, ya Bolívar agotado y enfermo, solicita a Manuela. Cuando esta va a su lado en Guadúas, se entera de su muerte. Desterrada de Colombia y en completa pobreza intenta volver a Ecuador, donde le cierran el paso y así termina viviendo humildemente en Paita, Perú donde los lugareños sentían gran afecto y respeto por ella.


Panteón Nacional

Desde el 4 de julio de 2010, en el Panteón Nacional, donde reposan los restos mortales del Libertador Simón Bolívar, Manuela Sáenz conmueve con su gran historia de amor al estar por fin junto a su amado, un simbolismo que debe ser magnificado por los que creen en el poder del amor, pues el sarcófago solo ostenta tierra de Paita, donde murió de difteria la que un día el General Antonio José de Sucre solicitara por su valentía fuese reconocida como Coronel del Ejército Colombiano, siendo heroína de la Batalla de Ayacucho, que aseguró la Independencia de América hispánica.

“Donde te halles, allí mi alma hallará el alivio de tu presencia aunque lejana. Si no tengo a mi Manuela, ¡no tengo nada! En mí solo hay dos despojos de un hombre que solo se reanimará si tú vienes. Ven para estar juntos” Turbaco, 2 de octubre de 1830.

OMIRA BELLIZZIO POYER

En Santiago de Chuco



Escritora Venezolana

Fuente:

Álvarez Saá, Carlos. Manuela sus diarios perdidos y otros papeles. 2005. 4 edicion, La iguana bohemia. Quito, Ecuador.

Información adicional sobre la llegada de los restos simbólicos de Manuela Sáenz a Venezuela:

http://www.diariocritico.com/venezuela/2010/Junio/noticias/216303/restos-de-manuela-saenz-seran-depositados-junto-a-bolivar-el-proximo-lunes.html



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