miércoles, 21 de enero de 2009

EN DEFENSA DE UN NIÑO


Por Víctor Raúl Huamán
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En 1917 Víctor Raúl fue al Cusco, invitado por su tío a la ceremonia de creación de la Provincia de Espinar. Este hecho histórico puede confirmarse en la misma Acta de Fundación de la naciente provincia, donde está la firma del propio Víctor Raúl Haya de la Torre. Después de la ceremonia, uno de los hacendados más prominentes de la zona, invitó a los distinguidos señores a su casa para la recepción de estilo. Haya no era amigo de las reuniones de ese tipo porque tomaban demasiado. Luego de dispensarse, se retiró temprano al dormitorio que le habían asignado.

Como era costumbre, en aquella época, el hacendado le había asignado un niño en la puerta de su dormitorio, con la finalidad que atendieran al invitado en caso de alguna necesidad del huésped durante la noche. Víctor Raúl se dedicó en su dormitorio a la lectura y ya estaba por acostarse cuando tuvo necesidad de un poco de agua para amainar la sed del frío. Al salir de su habitación, observó en la puerta al niño que se había quedado dormido. Decidió no interrumpir su sueño y pasó sigilosamente, se dirigió hasta la cocina, donde tomó un vaso de agua, y se llevó otro para su dormitorio. Se estaba recostando en su cama, cuando sintió los gritos y quejidos de dolor de una criatura. Sucedía que el hacendado se había percatado que Haya, el invitado, había bajado de su alcoba cuando esa era la labor del niño.


Haya, al abrir la puerta, ve que el dueño de la hacienda estaba pateando a la criatura. Sin pensarlo cogió al miserable del cuello y le dio unos golpes precisos que privaron al abusivo patrón. Entonces el incidente se hizo mayor. Los amigos de Haya le pidieron que huya del lugar. Se apresuraron en conseguirle un caballo y subieron al niño con él, pues si lo dejaba el hacendado lo iba a matar. Ya en el Cusco, lo llevó a una casa de una familia amiga y lo dejó en custodia. El niño no tenía padres y era una especie de esclavo en pleno siglo XX y a todos ellos se les nombraba con el alias de "Pongo".


En 1931 Haya regresa al Cusco como candidato a la Presidencia de la Republica. Iba a caballo y se topó con un llamero (ganadero de llamas), cuyos animales no dejaban pasar a los jinetes. Un oficial del ejército, que acompañaba al jefe, se acercó al dueño y le habló en castellano, pero el indígena le respondió en quechua. Haya se dio cuenta que era el que había salvado en la hacienda. El oficial completamente molesto, le dice a Víctor Raúl: "Yo lo conozco. Él ha servido en el ejército y habla muy bien el castellano. No entiendo porqué me habla en quechua". Víctor Raúl, luego de escuchar el enojo del militar, le pidió que se calme y espere que las llamas dejen libre el camino y que no había apuro. Y como lo conocía, le pidió que le facilitara el domicilio del "llamero". Haya lo buscó en su casa.


El reencuentro con el joven, que salvó la vida siendo un niño, fue muy tierno. Víctor Raúl lo trajo a Lima, lo educó y lo hizo profesional. Él niño cusqueño siempre le dijo Papá.


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Nota Importante: Este "Relato 81.- En Defensa de un Niño" fue contado por el propio Víctor Raúl Haya de la Torre a Lucas Rodríguez Wurttele. Este es un modesto y sencillo homenaje a Lucas, un gran aprista y mejor amigo, que vivió la persecución y la prisión durante la dictadura militar de Velasco. Esta historia escrita está gracias a él, a quien todos los días como hoy, desde las 7:30 pm hasta las 11:00 de la noche, podemos encontrarlo en el local central de la Casa del Pueblo en Alfonso Ugarte, sin trabajo pero lleno de idealismo y esperanza. A usted, a quienes todos conocemos cariñosamente como "Comandante Lucas, en este día de fe, los leales a nuestra doctrina, nos ponemos de pie para desearle una Feliz Navidad. Tu amigo y compañero Víctor Raúl Huamán.


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