Danilo Sánchez Lihón
1. Ha caído
– Loco no está, porque dice y hace las cosas más
inteligentes y sabias que ser humano yo haya escuchado o visto hacer.
– Pareciera que necesita hablar a solas con el río. Y
por eso va adelante.
– Porque siempre que habla, habla solo con el río. Y
lo regaña como si fuera un hijo y como si el río lo entendiera.
– Pero es peligroso que vaya adelante porque se
distrae y estos caminos son puros precipicios.
– Pero qué hacemos si él no quiere. Y es terco como
todo sabio.
– Es que ellos ven lo que nosotros no vemos.
– Y ahí está. Dicho y hecho. Ya se cayó.
– ¡Corre pues tú! ¡Qué te quedas ahí parado!
– Jiiiiipppp.
Vieron que la mula donde iba el doctor Santiago
Antúnez de Mayolo cayó al abismo, desapareciendo jinete y mula, erizadas las
crines y la cola azotando el aire como queriendo sujetarse de algo.
Y antes que cayera y rodara al barranco con su jinete
a quien el sombrero y su manta quedaron flotando en el aire ya lejos mientras
escucharon los golpes que daba el animal en las rocas al caer y chocar hasta
desaparecer en el barranco.
2. Y el otro se quede
– ¡Ay, Dios Santo, el sabio ha caído!
– ¡Ha caído don Santiago de Antúnez al río.
– ¿Ves algo?
– ¡Nada! ¿Tú puedes ver algo?
– Tampoco nada. ¡Ya se mató el doctor! ¡ahora qué será
de nuestras vidas!
– Y ahora sólo nos espera la cárcel. ¡A ver mira de
más arriba!
– ¡Don Santiago!
– ¡Don Santiago!
– ¿Tú escuchaste el golpe?
– ¡Sí! Lejos y abajo.
– ¡Yo también! Entonces ya se mató.
– Y ahora, ¿qué hacemos?
– ¡Llamar! Pero ¿quién va a escuchar si ya está
muerto?
– ¡Don Santiago! ¡Don Santiago! ¡Por favor! ¡Conteste!
¡Conteste don Santiago!
3. Pero ojalá
– Tú que estás más arriba, asómate a mirar. Pero pisa
con cuidado. Las piedras están sueltas. No te vayas a rodar y el otro se quede
solo para afrontar esta tremenda desgracia.
– ¡Don Santiago!
– ¡Cállate! Ya lo vi. Mira. Allá abajo, está el
caballo muerto.
– ¿Dónde?
– Ahí, a la orilla del río está la mula con su apero
destrozado.
– Y, ¿don Santiago?
– A él no se le ve. Estará debajo de la mula. Tenemos
que bajar, pero por aquí no se puede, quizá volteando el cerro.
– De repente está cerca. Quizá todavía no ha muerto y
necesita auxilio.
– ¡Don Santiago! ¡Don Santiago! No está.
– Ya no te atrevas a empinarte más. No vaya a ser que
también ruedes. Vamos por donde hemos venido y damos la vuelta para bajar al
río. Pero ojalá se pueda.
– A él no se le ve por ningún lado.
– Vamos.
4. Fragor del río
Demoraron en bajar a la orilla del río. Y buscaron
palmo a palmo, llorando de dolor y desolación.
– ¡No está! ¿Lo habrá cargado el río?
– La verdad ya no debe estar vivo cuando la mula está
aquí destrozada.
– ¡Dios mío! ¡Cómo nos biene a ocurrir esta desgracia!
¡Además con un personaje tan importante! ¡A quien nos han recomendado tanto!
– Razón tenías. El Apu ha estado muy enojado.
– ¡Pero desquitarse así es demasiado!
– ¡Ahora nos linchan! ¡Lo primero es botarnos del
trabajo! Y lo segundo la cárcel!
– ¡Pero tan buena gente que era don Santiago!
Y se echaron a llorar, gimoteando con el rumor del
río. Sus gemidos eran desgarradores y desesperados en el fondo de ese cañón,
donde solo se escuchaba el fragor del agua y los moscardones que revolotean
cerca de las retamas donde están inclinados.
– Por favor, anoten esta ecuación, o alcáncenme un
lápiz y un papel.
5. Ya anotamos
– ¿Qué?
– ¡Don Santiago! ¿Dónde está usted?
– Anoten estos números o traten de alcanzarme algo con
qué escribir.
– Don Santiago, ¿de dónde nos habla? ¿Está vivo o
muerto? ¿O qué?
– ¡Apúrense que esta rama se puede romper! ¿Me ven?
¡Aquí! ¡Aquí estoy!
– ¿Don Santiago cómo está usted?
– Estoy bien, pero por favor, un lápiz y un papel o si
no anoten por favor, con cualquier rama o palo si es posible en la arena mojada
o en una piedra pero que no se borre, ¿ya?
– ¡Diga don Santiago!
– Cumbre: 800. Pendiente 15 grados. Garganta: 15 -
1300. Desnivel: 300. Gravedad 15.
– Ya anotamos don Santiago, pero ¿dónde está usted?
– Miren a lo alto en dirección de donde está el sol
entrecerrando los ojos. ¿Ven un molle?
6. Vida bendecida
– ¿En el molle está usted?
– Ahí no. ¡Cerca! Saquen las riendas a la mula muerta
y con eso suban para alcanzarme las sogas. Pero que no se borren los números
que han escrito.
– ¿Dónde está usted, don Santiago? ¡No le vemos!
– Asegúrense que no se borren los números. ¡Eso es lo
primero!
– Ya lo escribí. Ahora díganos don Santiago, ¿dónde
está?
– ¡Aquí! Esta será la hidroeléctrica más gigantesca y
portentosa. Y nunca se hubiera podido construir si no caía, ni podía haber
hecho los cálculos sino solo desde aquí.
Y apenas cogido de esas tacuaras del abismo, a mitad
del precipicio, con su mula muerta abajo en las piedras de la orilla del río,
con todas sus vituallas mojándose y que poco a poco va arrastrando el río, don
Santiago Antúnez de Mayolo proyectó la Hidroeléctrica del Mantaro.
Portento que ahora lleva su nombre y que es una
maravilla de ingeniería que alcanzó a ser diseñada gracias a ese viaje
predestinado, a ese accidente que pudo costarle la vida a su constructor, y
gracias a una vida bendecida por la providencia.
7. Un imposible matemático
Esta asombrosa obra de la ingeniería peruana su
infraestructura subterránea se extiende por tres departamentos del Perú, cuales
son: Ayacucho, Huancavelica y Junín.
Cuenta con un túnel de 25 kilómetros del largo y del
ancho de una carretera, que atraviesa una cordillera granítica que es un ducto
gigantesco controlado por robots que viajan incesantemente en uno y otro
sentido por entre las aguas de su interior.
Construirla, como la vida, es un imposible matemático.
Inadmisible haberla siquiera imaginado, sin esa caída tremenda y casual con el
resultado sorprendente que se obtuvo, desde tierra plana.
Además con el consentimiento de los Apus, que son las
montañas sagradas que hicieron rodar a esa mula que se estrelló en las piedras
quedando su creador a horcajadas en una débil mata de mostazas y tacuaras.
Fue desde ese punto que pudo mirar una caída
excepcional, inimaginable e inconcebible, para así poder construir la
hidroeléctrica más grande de nuestro país, que cubre más de los dos tercios de energía
eléctrica que consume un gigante como es ahora el Perú en la América del Sur.
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