martes, 22 de noviembre de 2011

22 DE NOVIEMBRE: DÍA MUNDIAL DEL MÚSICO - PLAN LECTOR: EL MÚSICO MAS MÚSICO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

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CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA


Construcción y forja de la utopía andina


2011, AÑO DE JOSÉ MARÍA ARGUEDAS

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NOVIEMBRE

MES DE LA GESTA DE TÚPAC AMARU; LOS DERECHOS DEL NIÑO;


VIDA Y EJEMPLO DE J.M. ARGUEDAS Y MANUEL SCORZA




CONFERENCIAS Y SIMPOSIOS SOBRE CULTURA ANDINA

AULA CAPULÍ:

Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 3 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República


Planta de capulí, florece a la entrada del Aula Capulí


PRÓXIMAS ACTIVIDAD:


VIERNES 25 DE NOVIEMBRE

PRESENTACIÓN DEL LIBRO:

“MANUEL SCORZA, EL RAYO Y LA FLOR”

DE DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

CON LA PARTICIPACIÓN DE:

MITZAR BROWN Y EDMUNDO MURRUGARRA

DECLAMACIÓN:

JAIME GUADALUPE

CONDUCCIÓN GENERAL:

LEO CASAS

En el Instituto Raúl Porras Barrenechea de la UNMSM

Jr. Colina 398. Miraflores. 6.30 p.m.

Ingreso libre

Se agradece su gentil asistencia

Aula Capulí: Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 3 de la Av. Angamos Este
EEntre Av. Arequipa y Paseo de la República


CALENDARIO DE EFEMÉRIDES

D
ÍA MUNDIAL DEL MÚSICO




PLAN LECTOR, PLIEGO DE LECTURA


EL M
ÚSICO MAS MÚSICO



Por Danilo Sánchez Lihón

1. Una obra
exquisita

El músico más músico que ha tenido el Perú es Alfonso de Silva. Todos los entendidos en este campo coinciden en señalarlo así. Es quien más talento musical tuvo. En realidad transpiraba música. Revelaba que por sus poros brotaba música que lo invadía, lo turbaba hasta el punto de que le era imposible caminar.

Nació en el Callao el 22 de diciembre del año 1902 y se le ocultó quiénes eran sus verdaderos padres. Como él mismo lo cuenta, que la primera vez que pudo decir “¡Madre!” “¡Madre!” fue cuando el ser que le revelaba, que era su madre, ya era un cadáver. Y de su padre expresa:
“Colaboró con su indiferencia e incomprensión a la formación de mi espíritu, lejano, a mi tragedia interior”.

Dejó, como músico y como poeta, una obra, aunque trunca, exquisita en diversas formas y estilos, siendo logros destacados de este compositor sus valses y canciones, como sus 12 lieder, empezando por: ¡Ay! cuán vacíos. Canción sin palabras, Anublóse, Yo seré tu tristeza, Pobre amor, La balada de los tres húsares. Hoy la tierra y los cielos me sonríen, Las gaviotas, Berceuse. También la suit sinfónica Instantes y preludios y La canción amarilla.

2. Anhelante
de madre

En opinión de importantes músicos y estudiosos de este arte, fue “...el compositor peruano que más genio poseía”, según dice de él Rodolfo Holzman. Y "...fue el músico más músico de todos nuestros músicos”, según el parecer de Carlos Raygada, crítico de música por muchos años en el Perú.

Asombró no solo en el Perú sino en Madrid, París y Alemania, en donde no se explicaban cómo podía conocer tanto quien no había estudiado nada sistemáticamente. Añadía al talento innato que poseía para la música, un temperamento arrollador, sentimental y flamígero, que es lo que finalmente lo condujo a la autodestrucción.

Como efecto de una vida azarosa, vivida a corazón descubierto, en vilo, esperando siempre la mano que lo acune, proteja y resuelva los problemas, con el hechizo de la obra por realizar hacia delante. Con una visión de fuegos fatuos en lontananza, que terminaron incendiando y volviendo carbones y cenizas su mente y su corazón; anhelante de madre, aunque sin mencionarla, como ocurría también en el repliegue más intimo y entrañable del ser de César Vallejo.

3. Los dos
genios

Su vida fue apasionada y febril, la de un bólido y cometa. Un ser ígneo, extraordinariamente hermoso, imbuido de fuego sagrado. Quien tuvo mil oportunidades para tener una vida cómoda y holgada. Y todo lo alejaba y desatendía por dar el curso a su destino finalmente trágico.

Siempre tuvo a su alrededor el halago de la buena posición, el prestigio y el dinero. Huyó de ello, para vivir la más espantosa miseria. Cuando todo lo tenía conseguido, todo lo dejaba y huía hacia el lugar en donde él sería el desamparado. Dinero que tenía dinero que arrojaba. De Alemania fue seguido a París por una mujer bella y fervorosa, Matilde que era princesa. Y él que no tenía nada que ofrecer era implacable con su orfandad a cuestas.

Ahora bien, pero eso sí, tenemos la suerte, que constituye un verdadero privilegio y un hecho extraordinario, es que los dos genios en las artes más señeras en el Perú se hayan conocido y hayan sido entrañables amigos hasta el grado de la devoción.

4. El que ama
o tiene una herida

He aquí la muestra de ello, en el comentario que hacemos a continuación del poema que César Vallejo le dedica cuando se entera que su amigo Alfonso de Silva ha muerto. No hay poema más conmovedor dedicado a la amistad que este en la historia de la literatura universal.

Pero antes, refiramos que Alfonso de Silva muere en Lima el 7 de mayo de 1937. Y César Vallejo fallece apenas once meses después, muriendo en abril de 1938.

Las palabras que revelan el sentimiento de César Vallejo por la muerte del amigo brotan y le invaden cuando se entera de su muerte acaecida en Lima, adonde había regresado desde París.

El poema registra como fecha de composición el 9 de octubre de 1937 y, como se deduce de su lectura, lo escribe sentado en una mesa del café “Boit de nuit” donde su amigo músico solía tocar tangos. Embargado del sentimiento que lo colma ha ido hasta allí, como todo el que ama o tiene una herida en el alma regresa al lugar en donde ocurrieran algunos hechos con el ser querido que evocamos.

5. Miramos
y nos miran

El poema se inicia con los siguientes versos:

Alfonso: estás mirándome, lo veo,
desde el plano implacable donde moran
lineales los siempres, lineales los jamases.

Lo primero que encontramos al empezar el poema es con una mirada. Y sentimos que esa mirada es auténtica, sincera, que es verdad. Es una mirada límpida desde la eternidad. Una mirada en la cual no cabe y no podría caber jamás mentira ni doblez alguno.

Es la mirada que traspone mundos. Es mirada íntima, cierta, única. Es mirada que une mundos.

Alfonso, para César Vallejo en el poema, no ha muerto, está mirándolo desde el plano implacable donde mora el amor fraterno, en este caso es unión más allá de todo.

Es el sentimiento y la emoción que no alcanza a destruir ni siquiera la muerte. Porque existimos en la medida en que nos amamos, en que miramos y nos miran, porque si ello no se produce sencillamente no existimos.

6. ¿Cuál es
aquel plano?

Pero, además, en la expresión de inicio del poema se definen dos espacios que se mantienen paralelos a lo largo del poema, el de lo infinito y el de la cotidiano.

Y se modula un tono, el de la confidencia, del secreto y lo entrañable; en donde prima el amor que supera toda contingencia, incluyendo la muerte.

Porque este vínculo de la mirada se establece finalmente entre un muerto y un vivo, traspasando esa barrera que separa de manera irreconciliable estos dos mundos.

Allí está tendido el puente a lo ilimitado pero, también extraordinariamente, a lo concreto, intransferible e íntimo.

Porque, ¿cuál es aquel plano implacable donde moran lineales los siempres y los jamases?

7. Ante
el amor humano

Sin duda, el infinito. Es el ámbito de lo inacabable y de lo eterno.

Desde ahí Alfonso está mirando al amigo, pleno de identificación y de cariño, de solidaridad y de franco afecto. Ahí se realiza el acto pleno de amor fraternal.

¡Y cómo sobrecoge esa facultad taumatúrgica de César Vallejo para hacer de los adverbios "siempre" y "jamás", cosas, trastos, abalorios.

¡Por su puesto, y claro, seres piafantes, inatajables y ariscos como si fueran locos pasmados!

Hace de ellos cuerpos que velan, que se rinden, que se han hecho estáticos, el “siempre” y el “jamás” tan temibles, ante la gravedad del acontecimiento que los pasman se han convertido en mascotas.

¡Siempres y jamases se han hecho cosas, sustantivos concretos, artefactos tropezables, juguetes puestos delante de nuestros pies, fieles, lineales a nuestro arbitrio y servicio!

Ante el amor humano siempres y jamases resultan ser ahora cuentas de vidrios y cacharros.

8. Soñar
un mismo sueño

Lineales los siempres y lineales los jamases. Aquí lo óntico, lo infinito, el siempre inabarcable y el jamás estupefacto son humillados ante la muerte del hermano. Y prosigue:

(Esa noche dormiste, entre tu sueño
y mi sueño, en la rué de Riboute.)

¡Surge el recuerdo del hecho cotidiano donde ellos se hincaron y lastimaron tanto! ¡Donde sufrieron y gozaron tanta vida, ganada y perdida!

Pero también con este enunciado Vallejo se refiere al momento de morir de Alfonso, superponiendo los dos niveles que decíamos: el de la cotidianeidad y el de la metafísica imprecisable. Y en este último, ¡nada menos que el de la esencia de la muerte!

Aparte de sumergirse en una entelequia: un sueño donde se juntan dos fuentes de sueño: el del amigo y el de la voz que habla, situados en una calle ubicable y familiar para el destino de ambos, como es la rué de Ribouté. ¡Qué conciencia más plena y total como la de soñar un mismo sueño, los dos juntos!

9. En un sitio
y lugar del mundo

¡Qué conjunción más honda ésta de dormir entre el sueno de uno y el sueño de otro, entre dos aguas o vertientes. Y qué definición y consideración más hermosa y precisa, cual es dormir entre dos sueños, como en verdad puede sintetizarse que es el amor. Y, en esto caso, la amistad.

Y hablamos aquí, por si acaso, del amor fuerte, puro y viril entre amigos. Y no del que imaginan los canallas.

¡Qué comunión más esencial ésta, de mezclar, enlazar o confundir nuestros sueños, hasta formar una sola historia, un solo argumento y un solo destino! Pero todo ello en el escenario de una calle, como símbolo de lo histórico y social.

Esa consustanciación se da en un sitio y lugar del mundo, con el significado de ser una vía. rúa o avenida, espacios que hemos abierto como puñaladas para el sufrimiento, el abandono y los sueños y que llamamos calles.

Esos espacios públicos, que es por donde transita toda una comunidad, con toda la grandeza y la miseria que ello conlleva: en la “rue de Ribouté”.

10. El rayo
simple

Y continúa:

Palpablemente
tu inolvidable cholo te oye andar
en París, te siente en el teléfono callar
y toca en el alambre a tu último acto
tomar peso, brindar
por la profundidad, por mi, por ti.

Incluso a través del teléfono, mecánico, indolente, artificial, la poesía auténtica nos conecta con el misterio.

Donde se siente al amigo callar, se percibe el aliento expiar, la palpitación detenerse ante la evidencia de que él está allí.

Pero a su vez se intuye el vacío y un mensaje por descifrar.

Y luego aquello que hace singular la amistad en el plano de lo individual e intransferible: “brindar por la profundidad, por mi, por ti”. Es decir ya con el cariño hondo, puro y humano como lo único a qué atenernos:

11. Sabemos
quienes somos

Para luego escribir:

Yo todavía
compro “du vin, du lat, comptant les sous”
bajo mi abrigo, para que no vea mi alma
bajo mi abrigo aquel, querido Alfonso,
y bajo el rayo simple de la sien compuesta;
yo todavía sufro, y tú, ya no, jamás, hermano!

Como siempre, acosa la pobreza en lo casero, en el acto diario y familiar.

Pero escondo este breve humilde arrebato del vino, lo escondo de mi alma, para así darme ánimo frente a la atrocidad del abandono. Adentro hay abrigo, hay humanidad, hay dulzura. Esa es la tremenda aventura de la amistad y del secreto.

Pero, ¿qué es: bajo el rayo simple de la sien compuesta? Que somos inocentes bajo tanta urdimbre y tanto absoluto. Y pese a eso sabemos quienes somos: el rayo simple, ante tanta atrocidad, el de tú estar muerto y el de extrañarte tanto, ajeno ahora del mundo y de lo eterno.

12. Ceros
de madera

yo todavía sufro, y tú, ya no, jamás, hermano!

Sorprende poder logar que el lenguaje trasmita ese tono de queja, compungido, de rictus de amor y cariño. En el poema César Vallejo se apena, se resiente como serrano y chuco que es, como niño aldeano de su tierra nativa que nunca dejó de ser.

Alfonso esta vez suplanta a la madre muerta y a Miguel el hermano fallecido, quien se ocultó jugando a las escondidas una tarde de agosto en la casa de infancia. Y que se evoca en aquel otro poema lacerante dedicado a su hermano muerto: A mi hermano Miguel.

¡Y a quien él no lo encuentra!, implorándole que salga, porque los mayores que se han ido ya no tardan en llegar. Y si no lo encuentra "puede enojarse mamá".

En el poema a Alfonso prosigue:

(Me han dicho que en tus siglos de dolor,
amado sér,
amado estar,
hacías ceros de madera. ¿Es cierto?)

13. Un signo
de Dios

He allí la distancia y la medida que se establece entre lo efímero y lo eterno, entre lo propio y lo ajeno, entre lo inmediato y aquello incapaz de abarcarse con el tiempo y el espacio.

Impresiona la diafanidad de los referentes circunstanciales y episódicos y los enunciados trascendentes que nombra, como es: ceros de madera.

Con esta imagen el infinito se hizo objeto, cachivache y pieza. De esta manera el dolor que es abismo se tornó bártulo, cacharro, se volvió cosa. La misma muerte es convertida en nonada, es decir en cero de madera.

¿Puede haber algo más atroz, mas vacío y, de otro lado, apocalíptico e incendiario que un cero? ¿Y si a ello agregamos que es de madera? De allí, ¿qué resulta? La pérdida de sentido

Porque ¡nada más infierno que la intemperie de la razón! Es decir: la caída, la nada pero palpable, contable, clasificable, en los ceros de madera.

Pero a su vez, qué preciso el sér acentuado ortográficamente, la palabra sér con acento marcado con tilde, que pareciera ser aquí un signo de Dios.

14. ¡Peor aún!:
tal vez sin lágrimas

Para luego proseguir:

En la “boite de nuit", donde tocabas tangos,
tocando tu indignada criatura su corazón
escoltado de ti mismo, llorando
por ti mismo y por tu enorme parecido con tu sombra,
monsieur Fourgat, el patrón, ha envejecido.
¿Decírselo? ¿Contárselo? No más,
Alfonso: eso, ya nó!

¿Qué es llorar por uno mismo? ¿Qué más profundidad del sentimiento que esta? ¿Qué nos ha sucedido cuando hemos llorado por nosotros mismos? Sin ningún argumento, solos con nuestro sér y nuestro estar.

Aunque siempre, si lloramos, sea quizá llorar al final por uno mismo.

Pero, en este pasaje sentimos que se quiebra su voz y su alma. Y que el lenguaje se hace arruga y abismo.

Sentimos la pena inmensa y lo percibimos profundamente entristecido.

Y hasta presentimos su llanto, sus ahogos, sus sollozos. ¡Peor aún!: tal vez sin lágrimas.

15. Íntima
y sagrada

Lo inmenso de todas estas referencias es que todo ello efectivamente ocurrió, sucedió, no es artificio de la palabra. Fue o es historia vivida. Y he allí una condición mayor de esta poesía, cual es su carácter biográfico y orgánico y a la vez metafísico.

Pero sin quedarse allí, sino que interactuando con ejes de valor universal, alcanzando una trascendencia de significados que hacen de cada uno de sus versos asuntos más bien colectivos.

Por su valor como acontecimiento y sobre todo, como episodios de lo humano de valor universal a partir de algo tan pertenecientes a dos personas.

Ello nos prueba otra verdad; la vida de Vallejo en todo momento es poesía y acto trascendente. Porque el poema trata de hacernos recorrer no solo las calles por donde deambularon y llegar a los puntos que ellos frecuentaban, sino que nos contagia de su inmensidad diciendo cómo vivieron ambos. Y esa vida nos resulta íntima y sagrada.

Hace referencia a hechos cotidianos que son los que se dicen en el poema y que sin cambiarlos los encontramos perfectamente coherentes con la más legítima poesía y la música como entelequias, que encierran y condensan belleza.

16. Un cáliz
de comunión

El hotel des Écoles funciona siempre
y todavía compran mandarinas;

¿No apunta acaso el acto calmado, arrobado, sin tiempo ni época de la contemplación? Cuando en las horas sin apuro observamos hasta en el detalle más mínimo el peso de lo significativo: todavía compran mandarinas.

pero yo sufro, como te digo,
dulcemente, recordando
lo que hubimos sufrido ambos, a la muerte de ambos,

Es la disyuntiva de lo que significa ser uno mismo y quizá ser dos en compañía convertidos en unidad: sea un amigo, un discípulo, el ser o los seres a quienes amamos. Es esa doble identidad, es un beberse en un cáliz de comunión, es el acto de celebración consumada, es "sufrir dulcemente”:

en la apertura de la doble tumba,
de esa otra tumba con tu sér,
y de ésta de caoba con tu estar,
sufro, bebiendo un vaso de ti, Silva,
un vaso para ponerse bien, como decíamos,
y después, ya veremos lo que pasa…

17. ¿Y, quién es
ese otro?

Sufro bebiendo un vaso de ti, Silva. ¿O sino, ya cómo llamarlo? Cómo evocarlo en ese vaso, cáliz, sino Silva? Ya no es Alfonso sino más allá, más atrás, más adentro: Silva.

La verdadera y más auténtica amistad, en el fondo, debe ser el vivir o morir juntos. Y esto en los actos sencillos y cotidianos como son consumir y agotar el cáliz de la vida.

O en los actos extraordinarios, como ocurre con el guerrero en el campo de batalla que se lanza al ataque al lado de otro hombre con quien lo ligará ya, de una manera indisoluble, un destino de unión y comunión perpetuas.

Es este el otro brindis, entre tres,
taciturno, diverso
en vino, en mundo, en vidrio, al que brindábamos
más de una vez al cuerpo,
y, menos de una vez, al pensamiento.

“Brindis entre tres”. ¿Cuál es ese? ¿Y, quién es ese otro? ¡Cristo!

18. Comunión
de dos

Lo dice más adelante. Con lo que, aparte del plano cotidiano y el otro infinito, hay un tercer plano y es el religioso, místico y sagrado.

A esto somete, César Vallejo, el plano de la amistad.

Hoy es más diferente todavía;
hoy sufro dulce, amargamente,
bebo tu sangre en cuanto a Cristo el duro,
como tu hueso en cuanto a Cristo el suave,
porque te quiero, dos a dos, Alfonso,
y casi lo podría decir, eternamente,

Se corrobora aún más esa otra dimensión que señalábamos, cual es la religiosa. Porque ya en este punto es una eucaristía de la que se trata. Es beber de la sangre y del cuerpo del otro:

bebo tu sangre,... como tu hueso

Y los dos versos finales ímprobos, supremos, absolutos donde se vuelve a la comunión de dos, como cabe y corresponde en toda amistad.

19. ¿Para
quienes?

Así estos dos genios se enlazan más allá de esta circunstancia terrena, dejándonos un puente que une las dos orillas: la vida corriente a las verdades eternas, que es aquello que en el fondo constituye la proeza que realizaron, enfrentándose a miserias, enfermedades, calamidades económicas, como a monstruos y endriagos de todo tipo.

Mucho antes, cuando Alfonso de Silva leyó Trilce, en agosto de 1923, escribió un poema que título “Vallejo”, donde dice:

“He leído tu Trilce Vallejo,
Nunca había visto a la verdad…
bailando como una loca
sobre la cuerda
floja

Juntos hacen un arco con sus brazos y con su sangre, porque también se armaron de gloria, ¿para quienes? Para nosotros, para la poesía, la música y todas las artes en el Perú y el mundo.

20. Una verdad
para construir

César Vallejo reclamó, en el poema "Masa", el amor multánime, colectivo y social.

El amor que podía destruir la muerte, la misma que, conmovida y emocionada, se levanta también a vivir, padecer y gozar con nosotros la vida,.

Y ocurre cuando ve que todos los hombres de la tierra se han acercado y le gritan al cadáver:

"No mueras, te amo tánto”
“¡Quédate hermano!”

Es cuando la muerte se vuelve fraterna y solidaria.
Pero, a su vez, el poema a Alfonso de Silva es el amor de dos solos en el mundo, empobrecidos y arropados.

A quienes basta su solidaridad, basta con que sean dos para sentirse redimidos.

Y redimir con su afecto al mundo entero, lo cual es, así como la fraternidad colectiva, una verdad para construir cada hora y cada minuto y cada segundo de nuestras vidas.

Texto que puede ser reproducido
citando autor y fuente

Teléfonos: 420-3343 y 420-3860

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