martes, 24 de junio de 2014

24 DE JUNIO: DÍA DEL CAMPESINO - FOLIOS DE LA UTOPÍA: EL NIÑO QUE VA A LA ESCUELA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN



 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2014 AÑO
DE LA BATALLA DE LA LECTURA Y
ESCRITURA POR LA CONSTRUCCIÓN
DE UN MUNDO MEJOR
 
JUNIO, MES DE LOS NIÑOS,
DEL MEDIO AMBIENTE, DE LA GLORIA
DE ARICA Y DE LA IDENTIDAD ANDINA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 
 
 
*****
 
ACTIVIDAD PRÓXIMA
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
 
HOMENAJE
A CÉSAR VALLEJO YNFANTES
EN EL SEGUNDO ANIVERSARIO
DE SU DECESO
 
CLUB ANCASH.
HORACIO URTEAGA 660
A UN COSTADO DEL CAMPO DE MARTE
VIENES 27 DE JUNIO. 5 PM.
 
 
USTED HABITA
EN NUESTRO CORAZÓN AGRADECIDO
 
 
Era uno de los que fervorosamente arribaba al encuentro de aquello que ya no era un bien personal, sino un legado colectivo y una herencia nacional: la casa del poeta César Abraham Vallejo Mendoza. Imagino cómo se agolparía en su mente lo vivido, lo aprendido, sentido y amado junto a los parientes hoy ausentes. Ingresaba con la seguridad de que allí había presencias y estaban las respuestas que su tío el autor de “Trilce” se encargó de decírnoslo con claridad, ternura y con mucha filosofía por la trascendencia del ser humano.
 
Como esto era el norte, la certeza y la piedra angular del autor de “Poemas Humanos”, don César Vallejo Ynfantes lo asumió como legado de virtud y esperanza sin protagonismos ni ventajas de ninguna clase. Por eso entraba a esa casa, como uno más, avanzaba respetuoso sabiendo que estaba llena de personas, de actos y evidencias, esas que su tío César Abraham ya nos había advertido:
 
Y cuando pienso así, dulce es la tumba
donde todos al fin se compenetran
en un mismo fragor;
dulce es la sombra, donde todos se unen
en una cita universal de amor.
 
Cómo no aceptar que la vida tiene ese fondo si la verdad es no quedarse sino continuar por la casa. Por ello, seguiremos llegando a Santiago de Chuco, con su compañía espiritual. Y entraremos a la casa donde aún habita el poeta con toda su familia para reencontrar los rostros conocidos, las voces familiares, los abrazos que quedaron pendientes y las palabras que nos trasladan a lo más deseado, cual es: perdurar sin dolor ni llanto.
 
¡Descanse en paz querido amigo César Vallejo Ynfantes! Y gracias por habernos dispensado su amistad, por haber caminado con nosotros “en gerundio”, por habernos dirigido palabras siempre afectuosas, y sobre todo, por haber dado testimonio vivo de lo que significa llevar con dignidad el apellido grandioso que nos enaltece a todos los peruanos: “Vallejo”. ¡Don César, usted no ha muerto, usted habita en nuestro corazón agradecido!
 
 
CARLOS CASTILLO MENDOZA
 
*****
 
24 DE JUNIO
 
 
DÍA
DEL
CAMPESINO
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 
EL NIÑO
QUE VA A
LA ESCUELA
 
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Devoción
y cariño
 
A los pocos días de ingresar a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, uno de los impactos más extraordinarios que experimenté fue leer en la Biblioteca Central de la universidad situada en el Patio de los Naranjos, la siguiente frase de Manuel Vicente Villarán:
 
Lo mejor del Perú y lo que permanece puro e incontaminado es el indio.
 
Fue tremendo, estremecedor e vibrante para mí sentir toda la dimensión de esa advertencia. Recién entendía con meridiana claridad y con toda mi razón encendida, que lo mejor de la historia del Perú fue la resistencia andina a la opresión, tan gloriosa como el heroísmo del Perú en la Guerra del Pacífico.
 
Fue revelador, porque toda mi vida anterior había sido escuchar insultos, ofensas y maldiciones para con todo lo que fuera indígena, como si ello fuese un atraso, un rezago prescindible y aquello que nos sumía hacia abajo y hacia atrás.
 
Salvo la actitud de mi padre, no defendiéndolo sino siendo él mismo un indio, en su actitud y en su arte. Y mi madre prodigando a los campesinos su devoción y cariño.
 
2. Era
cierta
 
Aquella frase me dejó entonces una sensación valerosa, vivificante y dulce, de esperanza cristalina para mi alma expectante porque sabía, por la experiencia vivida en el mundo rural, que eso era verdad. 
 
Aquello inflamó mucho más la llama que ya ardía en mí ser y que me condujo a creer en algo, quizá en mucho y tal vez en todo. Y acrisolé en mi corazón todas las imágenes de candor y de ternura que recordaba de la gente del campo. Y hasta viví prendado de la imagen de una niña campesina, que era aferrarme a lo que antes había sido tan vilipendiado y maltratado.
 
Porque pese a que mi pueblo es andino y está enclavado en la serranía en él escuché, incluso en gente buena, desprecio atroz por lo indígena. Por eso, leer esa frase fue para mí también la constatación de haber llegado a la universidad que siempre fue faro y antorcha en la vida de mi país.
 
Había vivido ese desprecio al indio, porque el peor insulto que se podía escuchar, en uno y otro pueblo, era: ¡Indio! ¡Chacrero! ¡Bestia! Y se repelía todo lo que él representara como algo abyecto, vergonzante y hasta infame.
 
3. Desde
la madrugada
 
Se lo consideraba rémora para el desarrollo del país, vinculado al embrutecimiento de la coca y el alcohol, indolente y supersticioso. Sin embargo, la frase volvía a ordenarme el mundo, puesto que era cierta: ¡Nada más prístina que el alma indígena!
 
La historia solo en apariencia ha cambiado, porque ni bien vemos que alguien pierde la paciencia y ya escuchamos que los insultos son atribuyéndoles su identidad de cholo, indio o serrano, a veces incluso sin serlo pero que es lo que creemos que descalifica aquí a alguien.
 
Sin embargo, en los homenajes al campesino que ahora se hacen se reconoce el trabajo significativo de hombres y mujeres que cultivan el campo y aportan con su labor al desarrollo social. A ellos nuestro reconocimiento. 
 
Pero, esta vez quisiera hablar de un aspecto al parecer supletorio, lateral y situado a una orilla del meollo del tema que hoy se celebra: el Día del Campesino. Es un detalle aparentemente precario, cual es el niño campesino en la escuela de un pueblo nobiliario y añejo, solariego e hidalgo, como es o fue mi pueblo en el tiempo en que yo estudié en él de niño.
 
4. Tesoros
rústicos
 
Venían ellos, los niños campesinos, a la escuela donde yo cursé la Educación Primaria en Santiago de Chuco, desde lugares distantes. Eran niños del campo que para llegar a las aulas caminaban desde la madrugada. Pese a que tenían todas las desventajas su limpieza era diáfana, nunca llegaban tarde y en muchos casos nos superaban en notas y en comportamiento a los niños de la ciudad. 
 
En ellos no solo relucía la valentía, la veracidad, el sacrificio sino otros dones que ya no se reconocen como valores, tal por ejemplo la renuncia a las comodidades y privilegios, siendo los primeros que cedían esas cosas; o tal por ejemplo ¡la inocencia! ¡el candor!, ¡la abnegación!
 
Pero esta nota trata de otros tesoros más rústicos, pero en mis recuerdos ¡excelsos! También por la actitud con que nos los ofrecían y prodigaban, me refiero a su fiambre o sus comidas. Nos la obsequiaban generosos, incluso ahora lo pienso, quedándose ellos casi sin comer. Porque todo su yantar lo traían y compartían abiertamente con nosotros, nacidos y crecidos orgullosamente en la ciudad, en donde poco tenemos de lo que es verdadera riqueza, aunque ostentemos tenerlas y hasta seamos tan despreciativos.
 
5. Una loma
y una quebrada
 
Felizmente, la historia nos desmiente y todo lo corrige a tiempo en lo que corresponde a estas imposturas y vanidades. Consigno aquí por ejemplo algunos datos: En el certamen Capulí, Vallejo y su Tierra del año 2005, visitamos la campiña de Cotay y un escritor del lugar, el Dr. Melanio Delgado Siccha, presentó con dicha ocasión un libro alusivo a ese recodo mínimo, apenas una loma y una quebrada.
 
En dicho estudio y memoria se consignan los nombres de tres mil profesionales que residen ahora en Europa, Japón y Estados Unidos, que nacieron y crecieron en ese paraje. ¿Qué había entonces allí? Ni siquiera una plaza, apenas una pequeña capilla, recodo donde se arriman hasta juntarse como si el frío las encarrujara unas cuantas casas humildes, pero bellas en el espíritu, regadas entre colinas y hondonadas.
 
En mi escuela admiré siempre de aquellos niños campesinos su creatividad para resolver problemas, para afrontar adversidades, para ser solidarios. Y si algo conozco de virtudes fueron las que siempre vi que ellos las encarnaban. ¿Qué es lo que falta? Que ellos vuelvan.
 
Pero vayan aquí estas líneas agradecidas a ellos pero también a la Escuela Pública que nos unía a todos los niños sin distingos de ninguna especie, algunos con zapatos, otros con ojotas. Y otros que asistían descalzos, pero donde todos jugábamos comulgando por igual.
 
6. Naturales
talentos
 
Y así, mucho de la construcción del Perú actual se debe a aquellos niños del campo que han alcanzado a ser destacados hombres de bien y grandes profesionales. 
 
Ellos nos han superado por su ímpetu, por madrugar amaneciendo por los caminos, por ser generosos en sus afectos y puntuales en su comportamiento. 
 
Y, sobre todo, por sus inmensas virtudes. A ellos agradezco el frescor de haber compartido conmigo el aroma y sabor de los alimentos de la tierra, que son los prodigios primeros que nos regala la vida. Como maravillas son los niños y sus naturales talentos.
Así como era Saúl Benites, el compañero campesino que superaba a César Vallejo en el aula de clases. Si este fue genio y se aplicaba con ahínco en sus estudios, había otro a su lado más excepcional todavía.
 
Y a lo cual agregaba la tremenda insignia de heroísmo en lo que es asistir a la escuela cual era ser natural del campo.
 
¿Cuántos otros talentos no nos prodigan la tierra, como también los esconde y sublima? ¡Y son personas con cualidades que sorprenden!
 
7. ¡Ellos,
nunca!
 
En una entrevista que le hiciera al profesor Jacinto Diestra, quien estudió en la misma escuela donde estudiara César Vallejo, él evoca vivencias relacionadas a este mismo tema y lo hace del siguiente modo, diciendo:
 
Pero aquí ha de valer que rindamos un homenaje a esos muchachos, nuestros compañeros que venían del campo después de caminar cuatro, ocho, diez o más kilómetros y, sin embargo, llegaban al pueblo y a la escuela antes que todos nosotros, que vivíamos en la ciudad. O que vivíamos ahí no más, al lado de la escuela.
 
Ellos, ¿acaso tenían reloj? ¿Alguien ha visto a alguno de ellos que tenía reloj? ¡No, no tenían! En cambio, yo por ejemplo, vivía a una cuadra de la escuela ¡y yo sí tenía reloj! Y, sin embargo, llegaba a veces tarde o con las justas a la formación ya en el patio. ¡Ellos, nunca! 
 
Y es que cuando escuchaba el segundo campanazo recién me levantaba con todo de la cama, agarraba ahí no más el agua de las goteras, esa agua helada que recogemos en barriles o baldes, y me lavaba la cara, así como el gato.
 
8. El imaginario
de la gente
 
Y continúa:
 
Me secaba con mi pañuelo y me iba con dos panes en mi bolsillo: ¿para qué? Para canjearlos en la escuela con el "Mono" Segundo Paredes, quien se acuerda todavía de estos hechos, a quien yo le daba los panes y él me entregaba capulí de sus chacras, o llacones.
 
Yo llegaba con las justas y mis compañeros del campo, ¿ah?, con sus llanques y pantaloncitos arriba de la canilla, me ganaban. 
 
Yo me he preguntado también eso: ¿por qué usan el pantaloncito alto? Y es por la lluvia, ¡debido a que tienen que pisar el agua que hay en los caminos! Y, para que no se mojen, usan el pantaloncito arriba. 
 
Esos niños eran los niños más sanos y puros que yo tengo registrados en mi memoria. E iban con la esperanza de que nosotros también les enseñemos algo nuevo. Y como que así era: 
 
– Yo el otro día he estado en Trujillo. –Decía uno. Y ellos escuchaban con mucha atención.
 
Y es que la educación y la escuela siempre han formado parte del imaginario de la gente campesina, como lo ejemplifica Ciro Alegría en su novela El mundo es ancho y ajeno.
 
 
9. Todo acto
y voz genial
 
En ella los albañiles de la comunidad que siguen levantando el edificio de la escuela, al lado de la capilla de Rumi, donde había sombra y aroma de eucaliptos, entablan el diálogo dos comuneros, diciendo:
 
– La verdá, ya tendremos escuela. Me habría gustado demorarme en llegar al mundo, ser chico aura y venir pa la escuela...
 
– Cierto, sería bonito...
 
– Pero también es güeno poder decir a los muchachos: “vayan ustedes a aprender algo”...
 
– Cierto taita... yo tengo dos; ellos sabrán alguna cosa; porque es penoso que lo diga; yo tengo ya la cabeza muy dura. Si veo un papel medio pintadito de eso que llaman letras, me pongo pensativo y como que siento que no podría aprender, ¡hasta tengo miedo!...
 
– Es que nunca, nunquita hemos sabido nada –respondió Rosendo Maqui– y luego con fervor: –Pero ellos sabrán... ellos sabrán... Ellos sabrán...
 
Es por eso que César Vallejo expresa: 
 
Todo acto y voz genial viene del pueblo y vuelve hacia él, de frente o trasmitido.
 
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El texto anterior puede ser
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OTRAS ACTIVIDADES PRÓXIMAS
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
 
 
 
ADHESIÓN
A LA PRESENTACIÓN
DE LA OBRA TEATRAL
DE ÁUREO SOTELO HUERTA
ESCENIFICADA POR EL ELENCO
DE TEATRO DE LA UNIVERSIDAD
RICARDO PALMA
 
SANTIAGO ANTÚNEZ
EL POETA DE LA LUZ
 
VIERNES 27 DE JUNIO 7 PM.
DERRAMA MAGISTERIAL
GREGORIO ESCOBEDO 598
JESÚS MARÍA
 
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CONVOCATORIA
 
 
 
 
XVI ENCUENTRO INTERNACIONAL
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
 
TELÚRICA DE MAYO, 2015
 
LIMA:
MARTES 19
 
TRUJILLO:
MIÉRCOLES 20
 
HUAMACHUCO
JUEVES 21
 
SANTIAGO DE CHUCO:
VIERNES 22
SÁBADO 23
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TODO EN EL MES
DE MAYO, 2015
 
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