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NAVIDAD DEL RECUERDO Y NAVIDAD DE HOY
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Por: Agustín Zúñiga Gamarra (Acucho)
A hurtadillas caminábamos mirando los escaparates, donde resaltaban los destellos multicolores de los carritos a pilas, las sirenas de los patrulleros de la policía, los soldaditos que incansables batían los timbales, las pelotas “Player”, los “chimpunes” con “cocos”, las pistolas al estilo vaqueros, .... eran nuestros regalos imaginarios, que día tras día no dejábamos de visitarlos, y mirarlos por la calle Comercio, a cierta distancia.... ¡Qué recuerdos!. Los más caros descansaban en los bazares, en las tiendas de Bizzetti, de Abundio, mientras que los más baratos en los mercados, allí, en medio de los olores a pescado, ají y ajos.
En las semanas previas a la noche buena, las frías mañanas no nos atemorizaban a los adolescentes y niños. Planeábamos en las noches quien nos pasaría la voz para despertar, o qué animalitos llevar, algunos decidíamos por las ovejitas otros por gallitos. Eran los preparativos para asistir a las hermosas e inolvidables Misas de Gallo. Con esa misma anticipación y dedicación preparábamos el nacimiento, subíamos a Pariantana a traer pedazos de grama natural, que en realidad era el Kikuyo. Sobre él montábamos los misterios (las imágenes de San José, la Virgen María, el niño Jesús y los Reyes Magos), animalitos, pocitos de agua con patitos navegando. Alrededor de estos bellos nacimientos ensayábamos alegres villancicos de corte español y también algunos peruanos.
La navidad que conmemoramos está inserta en las raíces de nuestros pueblos, forma parte de nuestra cultura. Sin embargo se la ha confundido, y ligado al derroche, abundancia y compromiso de comprar regalos. Los presentes han reemplazado al dialogo, reencuentro y paz. La navidad se ha transformado en desplantes de riquezas, ajetreos, lujuria, es decir, hoy, la navidad es sinónimo de consumismo agresivo.
En los momentos actuales, cuando Ayacucho llora la muerte de peruanos pobres, abandonados por los gobiernos, locales, regionales y nacionales, que sufrieron de huaycos por la concurrencia de la impredecible naturaleza, pero favorecida por el descuido de autoridades. Requerimos de la unión, solidaridad, respeto y tolerancia. Junto a la infranqueable firmeza en la lucha por la justicia, equidad y paz. Que se resume en oportunidades de empleo, educación y salud principalmente.
En esta navidad debemos darnos minutos para reflexionar que somos hombres o mujeres nacidos para el bien, para el progreso, y sobre todo para el amor, que deberíamos demostrarlo en primer lugar con nuestro tratamiento a los niños y ancianos, ellos siendo menos fuertes representan el origen y fin de nuestras propias vidas.
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Los grandes hechos no fueron nunca consecuencia de milagros ni casualidades, sino resultantes de la perseverancia, valores éticos, seriedad, estudio, disciplina y sacrificios. Los jóvenes saben que se encuentran en un camino y que vacilar a mitad de él es traicionar el pensamiento, es desfallecer, es repudiarlo. Las buenas intenciones que no se logran cumplir, son caricaturas de la virtud.
Nada se obtiene sin lucha, sin esfuerzo ni alegría. Alegría que renace de sólo saber que mientras hay lucha hay vida, que la vida se reproduce y que las probabilidades de vencer aumentan redoblando los esfuerzos hasta alcanzar el triunfo.
Los premios de la vida se encuentran al fin de cada jornada, y no cerca del comienzo, y que no importa saber cuantos pasos falta para alcanzar la meta, no me importa saber si fue el millar o el millón, basta saber que el éxito puede estar oculta detrás del siguiente, por lo que para saberlo tengo que dar ese paso.
Finalmente, sé que el joven que nos escucha sabe que cuando el hombre comienza a luchar consigo mismo, es señal que vale algo. Y que es más importante tener un porqué vivir que el cómo vivimos, lo primero es trascendente es aspiración de futuro lo otro es momentáneo, pasajero y perfectible.
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Fuente:
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La Pluma del Viento
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Lima, 20 de diciembre de 2009
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http://chiquianyerupaja.blogspot.com/
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