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ES TU HERMANO
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Por: Carlos Garrido Chalén
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Esta sociedad, que muchas veces rema para atrás, que ningunea a los propios y exalta a los extraños, y a lo blanco le dice negro y a lo negro blanco, ha permitido que - dentro del maremagnum de la criollada, de la cachita festiva, de ese masoquista proceder que nos lleva con frecuencia a convertirnos en inquilinos de la patanería - se acunen frases que, para vergüenza propia y ajena, ya forman parte del anecdotario histórico de esta tierra, como: “Sé que es ladrón y deshonesto, pero apuesto por él, porque hace obra”. Pero la última, que se cuenta desde hace algún tiempo como una ocurrencia egresada de la Universidad del delito, supera a la anterior: “Si esa persona, te invita droga, no es tu amigo… es tu hermano”. Y todos se matan de risa. No sé si de impotencia al no tener autoridad moral para quitarle ventaja a la basura argumental, al chiste estúpido, o porque simplemente hemos llegado a la cuadratura de la ironía chicha, que se burla de la propia identidad y que idealiza, con ánimo de chancho, a la porquería y a la insolencia. Porque en uno y otro caso, se le da ventaja al desvalor antes que al valor, a la ilegalidad antes que a la legalidad.
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Ese “no importa” porque hace obra o “no es tu amigo… es tu hermano”, implica admitir como válido, un extremo peligroso para un pueblo que necesita de reservas morales para asegurar su mañana, y no las tiene. O las tiene, pero no les da entrada – las pretiere y sataniza - por que prefiere esa cultura oscura y tenebrosa de la ratería, que descuida los fondos del Estado, y del vampirismo que se chupa la sangre del erario nacional para engordar cuentas de la más roñosa catadura. Apoyar al ladrón y deshonesto, porque hace obra, es el grado sumo de la estupidez admitida – la existencia de una tumoración moral en el cerebro - y decir que el que te da droga no es tu amigo, es tu otra mitad, tu sangre misma, es incorporar a tu visión espiritual, el aire putrefacto, con olor a caca del infierno, idealizar al delincuente infame que con la droga destruye vidas, hogares y hasta pueblos. ¿Quién lo admite?. Nadie, por que es mejor no meterse – dicen – con la corrupción y la maldad, que como el ácido más virulento, hacen añicos la dignidad de nuestro pueblo. Es mejor – agregan – no hacerse problemas, porque luego no te dan trabajo y satanizan.
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Para esta sociedad, a veces veleidosa y vanal, que duerme el sueño más cómplice y oscuro de su historia (que al delincuente le dice “jefe” y al honesto, delincuente), el que lucha contra ese esquema que tiene el aire churriento de la debacle moral, es un mal nacido. Pero con esa forma de pensar – parido por la desvergüenza - siempre le deberemos a la Patria (y a la vida), la dosis de grandeza necesaria para recuperar la dignidad perdida. Y seremos pigmeos del alma, cómplices del infortunio, incapaces de reaccionar, aculturados por ese sistema baboso que entrampa y maldice, digitado casi siempre, por cuatro zamarros asociados para delinquir, que dictan las reglas de juego e imponen - porque se lo permitimos -sus inmorales tropelías. Mañana, cuando escuche que alguien dice: “Sé que es ladrón y deshonesto, pero apuesto por él, porque hace obra”, o repite la frase de chiquero que admite que “si una persona te invita droga, no es tu amigo… es tu hermano”, defenderé a mi pueblo: lo agarraré a patadas, cueste lo que cueste. Lo prometo.
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Carlos Garrido Chalén
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Presidente Ejecutivo Fundador de la UHE
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Premio Mundial de Literatura "Andrés Bello" de Venezuela
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Fuente:
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