miércoles, 11 de febrero de 2009

SANTA ROSA: PATRONA Y PROTECTORA DE CHIQUIANOS

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Fotografía: Fiesta de Santa Rosa en el Club Chiquián - Lima


Director de la Revista:
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Vladimiro Reyes Gamarra
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AGOSTO, 1993

En Chiquián o en Lima, los chiquianos celebran cada 30 de agosto el día de su santa patrona, Santa Rosa de Lima, con una serie de festividades que harían palidecer a cualquier economista preocupado por la recesión, que no sabría explicarse cómo hay tanto derroche de dinero y entusiasmo en estos días de estrechez económica.

Como era de esperar, este año el ritual religioso y festivo por Santa Rosa tendrá como escenario las principales plazas de Chiquián, que estarán repletas de chiquianos y visitantes, nacionales y extranjeros, muchos de los cuales vienen cada año absorbidos por la magia telúrica que irradia esta festividad.

Al mismo tiempo, en Lima, los chiquianos residentes en la capital se volcarán en masa, como todos los años, al local donde tradicionalmente, en un solo día, se rinde homenaje a Santa Rosa, con las mismas características, pero en menor dimensión que el similar de Chiquián, que dura una semana.

Sociólogos e historiadores que han puesto bajo lupa esta festividad señalan que cada 30 de agosto, en Chiquián, hay una ebullición social preparada con un año de anticipación, desde el mismo día que terminó la anterior fiesta patronal.

Los cargos son rotativos y, para cada chiquiano, es motivo de profundo orgullo y satisfacción llegar a ostentar el cargo de “Capitán” o “Inca”, máximos cargos que pueden ocupar la decena de funcionarios que se hacen cargo de los gastos de la fiesta patronal de cada año.

El “Capitán” y el “Inca’, tienen sus respectivas comparsas, que además vienen a ser sus socios menores al momento de asumir los gastos que demandan organizar las festividades y contratar a los músicos y toreros que darán vida al espectáculo durante los ocho días de fiesta.

Pero aparte de estos socios menores, hay detrás de cada funciona¬rio un lazo de amistad y confianza con otros paisanos que, conscientes de los enormes gastos y sabedores que algún año tendrán que asumir esa responsabilidad, colaboran con entusiasmo bajo el lema “patata prestamay rantinpaq” (préstame pa¬pas para devolverte igual).

Esta colaboración comunal no tiene límites, y puede ser en dinero en efectivo o en especies, como vacas, cuyes, carneros, cajas de cerveza o sacos de papas, choclos, camotes u otra clase de alimento que será empleado para agasajar a los invitados de los funcionarios durante las agotadoras jornadas de la festividad.

El aporte de los “quelis” -así se llama a los que ayudan- resulta palpable durante el transcurso de las festividades y resulta un motor fundamental en la renovación de compromisos y en el fortalecimiento de los lazos de parentesco entre los chiquianos. Además, se pone a prueba la seguridad y la esperanza de tener siempre una mano amiga y un punto de apoyo cuando se trata de asumir una gran responsabilidad, como es esta de ofrecer espectáculo, baile, comida y bebida a todos los invitados para el 30 de agosto.

Es así que la fiesta de santa Rosa de Lima dinamiza las estructuras de parentesco real o ficticio, pues familiares, amigos y allegados se solidarizan y ponen, hombro a hombro, todo su esfuerzo para el mejor éxito colectivo frente a los "grupos opuestos".

La unidad de esfuerzos entre familiares y amigos, frente al grupo oponente en la fiesta, desencadena una competencia de ostentación, derroche y dispendio entre los funcionarios, que se resume en una frase repetida desde el primer día de la fiesta “a mayor derroche, mayor prestigio”. Inca y capitán terminan abrazados.


HOMENAJE A SANTA ROSA SIN VENCEDORES NI VENCIDOS

En pocos pueblos, se celebra con tanto entusiasmo y fervor a Santa Rosa de Lima, como en Chiquián. Son ocho días de home¬naje, con mayor unción religiosa el 30 de Agosto, fecha central de la Santa Patrona de Chiquián. Para los chiquianos, estos ocho días son inolvidables, por los gratos momentos que pasan con familiares y amigos, y también porque más de una pareja unió sus ilusiones y esperanzas bajo la antorcha benefactora de Santa Rosa en sus días de homenaje.

Como en todos los pueblos andinos, las festividades se inician con una gran salva de camaretazos lanzados al cielo, para dar la bienvenida a los amigos, a los visitantes y especialmente a las bandas de músicos, que llegan de diferentes rincones del Perú para sumarse a los festejos.

La víspera, en la noche del 29, las calles de Chiquián abren paso a una sentida procesión nocturna, en la que los chiquianos -de todas las edades y sexos, y sin distinciones de escalafón social- caminan juntos con la misma fe y esperanza de tener un año mejor, siempre bajo el aliento vital de la santa patrona.

El día 30 es la fecha central, el momento culminante que da inicio a las festividades, con una misa multitudinaria y procesión de las sagradas andas de Santa Rosa, llevada durante horas y horas por los chiquianos hombres y mujeres, que esperan con expectativa su turno para cargar las andas.

Pero no todo es religiosidad y misticismo. También en esta tradicional festividad anual se vive un espíritu de sano esparcimiento, de derroche de energías y de una espectacular demostración de cómo los chiquianos, cuando quieren divertirse, lo hacen con una festividad única en el Perú: que es la representación colectiva de la conquista.


ENTRADA CON HISTORIA

Este es el momento culminante de la fiesta que más se conoce como “entrada”, y que en Chiquián tiene dos momentos importantes e íntimamente ligados, que se desarrollan el mismo día. Estos son:

Los preparativos, conocidos como shoracuy, con un recorrido ceremonial del Inca y el Capitán por separado, que hacen madrugadoras visitas a sus parientes y amigos, a quienes convocan como aliados para “combatir” durante la “entrada”.

Shoracuy, implica además de una confirmación de alianzas, el intercambio de agasajos y brindis, pues Capitán e Inca, ambos por separado y con sus respectivos séquitos, van acompañados por bandas y orquestas, que en cada casa visitada dan derroche de música y baile. El desplazamiento de cada grupo, además, va precedido del repique de campanas y el reventar de petardos y avellanas, que no dejan dormir al pueblo. En esta noche que parece interminable, en la que se comprometen alianzas para la “guerra ritual”, se nota más patéticamente los acontecimientos de la Conquista, si lo comparamos con la tensa vigilia de los españoles en la víspera de la captura de Atahualpa en Cajamarca.

La “guerra ritual”, en sí misma, es el momento culminante de la fiesta patronal, pues los festejos y la diversión colectiva alcanzan su momento de mayor dramatismo.

Por primera vez, desde que se inició la fiesta, hacen su aparición los hombres a caballo. A mediodía, todos los funcionarios, acompañados de sus aliados, se retiran a sus casas para servirse un suculento y reparador almuerzo con vistas al encuentro que tendrán por la tarde.

El desarrollo de la “entrada” es bastante complejo. La concentración mayor es en la Plaza Bolognesi, más conocida como Kihuilán, al norte de la ciudad. Los jinetes que acompañan al Capitán son los “españoles” que acompañaron aceptarlo durante el “shoracuy” de la madrugada.

ARREMETIDA Y ABRAZO DE AMISTAD

La arremetida final se inicia a las 3 de la tarde, cuando los jine¬tes enrumban sus corceles contra el grupo de parientes y amigos del Inka y del Rumiñahui, que siempre están rodeados de hermosas pallas que tratan de protegerlos contra la incursión “hispana. Pero la arremetida del Capitán y sus huestes no son nada fácil, porque tienen que avanzar por la calle principal hacia la Plaza de Armas -unas cinco cuadras-, bajo una intensa y siempre violenta “lluvia” de caramelos y frutas lanzados desde balcones y aceras.

La violencia de este momento, como es de esperar, produce roces y choques entre los oponentes, pero todos los chiquianos, fieles a la tradición, respetan las normas y no hay pugilatos que empañen la celebración.

Contra esa lluvia infernal, los “españoles” dan una vuelta por la Plaza de Armas y luego prosiguen por la calle 2 de Mayo, para ingresar finalmente a la Plaza de Acho o Plaza Jircán, donde tendrá lugar el desenlace final.

A la entrada del Inca y su séquito, en esta plaza se desata una larga y prolongada detonación en cadena de petardos que ensombrecen el cielo, mienras el Inka -según la costumbre- debe dar las vueltas a la plaza y luego tratar de escapar de sus captores. Si lo logra, el Capitán tendrá que pagar una fuerte multa, comprando cerveza o alguna otra ofrende. Pero el desarrollo normal que, establece la tradición de Chiquián, es que Inca y Capitán son capturados en el desenlace final. El Inca, por familiares del Capitán, y éste por las pallas del Inca.

Capturados ambos, los dos grupos, con sus respectivos “prisioneros’, comienzan a bailar entrelazados al compas de bandas y orquestas, y después enrumban a la casa del Capitán, donde se da inicio al “baile de la confraternidad racial entre indios y españoles”. Es decir, un abrazo final, de vencidos y vencedores, sella el fin del homenaje a Santa Rosa.
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HOMENAJE A SANTA ROSA NO TIENE LIMITES
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Chiquianos incian en Huaraz Lima y Hartford USA

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El homenaje que rinden los chiquianos a Santa Rosa de Lima no se imita la festividad de ocho días en el pueblo. Los chiquianos, que crecieron amando e identificándole con este ritual anual, así estén lejos de Chiquián conservan las tradiciones y, más aún, las preservan y mantienen cada 30 de agosto en el lugar donde se en¬cuentren.

Los chiquianos que salieron del pueblo, ahora afincados en Huaraz, Ba¬rranca, Lima o -más lejos aún, en Hartford, Estados Unidos, no olvidan el compromiso del 30 de agosto con Santa Rosa, y donde se en¬cuentren se unen para repetir el homenaje, con todo lo mejor que pueden otorgar en homenaje a la santa tierra.

En todas estas ciudades, los chiquianos se vuelven un solo hombre y organizan la festividad, siguiendo las mismas pautas y características que predominan cada uno de los ocho días que dura la festividad en homenaje a Santa Rosa en Chiquián. Los chiquianos siguen estas pautas sin salirse ni un milímetro, sí señor.

Los chiquianos afincados en Lima tienen dos lugares donde homenajear a la santa. En el Club Chiquián, por ejemplo, es tradicional que cada año se agrupen los paisanos, pero desde hace un lustro, la Asociación de Vivienda Luis Pardo Novoa convoca a la mayor cantidad de chiquianos alrededor de la patrona del pueblo.

Desde hace unos años, el mismo ritual crece en expectativa y arraigo entre los chiquianos que residen ahora en Huaraz y Barranca, ciudades que concentran una porción respetable de paisanos, muchos con negocios prósperos e ingresos bastante rentables.

Pero lo más saltante es que, en los Estados Unidos, los chiquianos que se fueron hasta este país, ahora se unen para cumplir con el tradicional homenaje, con el mismo fervor y con el mismo entusiasmo como si estuvieran en la plaza principal de Chiquián.
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Fuente:
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Revista ¡HOLA CHIQUIÁN! - Año II - Nº 2 - 1993



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