UN DÍA COMO HOY, 28 DE JUNIO
DEL AÑO 1912 NACIÓ MI PADRE
LO EVOCO
EN
EL AULA
ENTREVISTA A
JACINTO DIESTRA
Danilo Sánchez Lihón
En una comarca andina,
donde flores hay muy bellas
donde majestuoso brilla,
sin rival el sol de mayo,
una casa se levanta
entre cerros y jazmines:
es la escuela de mi pueblo,
el alma del alma mía.
La escuela de mi tierra
1. Y mira,
¿ah?
EI recuerdo más antiguo que tengo del maestro Danilo Sánchez Gamboa, tu papá, es una certidumbre y una sensación muy nítida y segura.
¿Cuál es? La de llegar a la escuela, a la hora de ingreso a clases, si es temprano mejor todavía, y tener la completa convicción de encontrarlo a él, de saber que él está allí, presente en la puerta de ingreso.
Porque eso ocurría, de allí que lo identifico a don Danilo con lo que es la escuela total y plenamente; con su patio, sus corredores y sus salones.
Lo identifico a tu papá como algo inherente a las aulas mismas. No puedo desligarlos a ambos, a don Danilo y al Centro Viejo 271. Hay maestros así, consustanciados con su misión.
Y mira, ¿ah?, la imagen es de encontrarlo ahí leyendo y a la vez vigilante de los alumnos que iban llegando.
Y siempre él con una sonrisa, tratando a sus alumnos de una manera cariñosa, pero al mismo tiempo firme, porque así era él.
2. Muy
a pecho
Decía:
– A ver, ese alumno que está hablando allá.
Se bajaba y ¡uy! ¡uy! ¡uy!
A los profesores en ese entonces les teníamos miedo. Porque cada vez que nuestras mamitas los encontraban a su paso por la calle, les decían:
– ¿Y cómo se está portando mi hijito, profesor?
– Bien, señora. Bien.
– Pero si se porta mal, dele duro, por favor. ¡Castíguemelo! Y, ¡enderécelo a tiempo!
Y, peor todavía, había mamitas que les decían de frente:
– Péguele a este cholo que no me obedece. Y encima me contesta. Se está portando mal. ¡Está muy malcriado en la casa! Me ha hecho esto. ¡Fíjese! –Y le contaban y le daban las quejas, como si fueran nuestros papás– ¡Hágame el favor de corregirlo a palos!
Les pedían que nos pegaran. Y eso los profesores lo tomaban muy a pecho, porque si no les hacían caso, para su concepto, era, indolentes, faltos de carácter y entonces un mal profesor.
3. Tan lleno
de alegría
De ahí que decíamos, cuando ya se acercaba:
– Ahora le pega un reglazo. –Porque se venía a donde estaba el alumno, le ordenaba ponerse de pie, en actitud de ¡firmes! Le llamaba la atención de manera clara, porque eso sí, explicaba cuál era la falta, porque era bien recto y derecho tu papá, ¿ah?, y a la hora de pegar el reglazo, levantaba su zapato y con la regla se daba en la suela, por debajo de la planta del pie, hecho que hacía un golpe seco que sonaba igual que si nos castigara y doliera.
Siempre era así, ¿mira, ah?... Y en los recreos uno lo encontraba a él siempre vigilante, atento al comportamiento de los niños. Ante cualquier problema ponía su cara de serio como para que uno se componga, pero por dentro estaba que se reía, porque le encantaban los niños.
Uno así se daba cuenta que estaba muy contento estando en la escuela. Y sólo en dos sitios lo podías encontrar: en su casa o en la escuela, en ningún otro lugar.
¡Tan sereno como era!, tan lleno de alegría, ¡tan sincero! Porque después lo conocí muy de cerca, tanto que puedo decir que fue mi amigo. Y siempre era puntual en el inicio de cada actividad.
4. Con los ojos
cerrados
Y era, pues, además de maestro, un artista. No cualquiera tiene las dotes y cualidades que él tenía.
Así como era un gran maestro de tiza y pizarra, de repente se le veía y escuchaba tocando esas canciones de la época... ¡los fox incaicos, y la música andina más genuina!
Tanto que organizó y dirigía una orquesta de instrumentos de cuerda que en toda actuación estaba presente, e incluso animaba en las fiestas sociales.
Cuando uno pasaba cerca de tu casa se escuchaba una música bella, sublime, que al principio tratábamos de ubicar de dónde venía, al parecer del cielo y sus estrellas. Pero, después ya sabíamos que procedía de la sala de tu casa, con la puerta a medio abrir, ahí estaba él que se dormía, sólito tocando el violín con una música que encandilaba.
Con los ojos cerrados movía el arco, ya transportado diríamos a otros mundos, extendido el pañuelo blanco entre su cuello y la base del violín. Y se dormía tocando, o parecía dormido con los ojos cerrados.
¡Y qué música, Dios mío!, una música muy sentida y muy profunda, con reminiscencias incaicas, ¡porque eso le gustaba a él sobremanera...! ¡Ah! Tu padre fue mi maestro y a él debo todo lo que siento, pienso y soy.
(1) Entrevista realizada al profesor Jacinto Diestra el 15 de septiembre del año 2001, en reunión llevada a cabo con ocasión de cumplir 68 años de vida, el 11 de septiembre. Estuvieron presentes Manuel Vejarano, Carlos Diestra, Juvenal Sánchez, Margarita Diestra, René de Somocurcio, entre otras personas.
Jacinto Diestra nació en Santiago de Chuco el año 1933. Estudió en el Seminario de San Carlos y San Marcelo en Trujillo. Fue profesor de Filosofía en el Colegio Claretiano de San Miguel, en Lima, y de Educación Cívica y Ética en el Centro Educativo José Olaya, en el distrito de La Perla, en el Callao. Murió el 13 de octubre del año 2001).
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