PRONÓSTICO DE LO QUE PUEDE PASAR EN PERÚ.
Por Fabricio Escajadillo (Perú).
Cortesía de nuestro amigo y colaborador Julio Suárez Lorca, que puede interesar a nuestros lectores peruanos. No necesariamente compartimos este artículo.
El autor señala: Por favor, lean esto que les escribo. Hay información que creo es importante.
Tengo algunos amigos venezolanos, intelectuales de derecha, que huyeron de Venezuela por peligro de cárcel o, incluso, muerte, que desde antes de las elecciones me adelantaban que lo que ya se vivía en el Perú, la polarización y la campaña extremista del lápiz, era casi un calco a como llegó Chávez al poder. A estas alturas, creo, le atinaron.
Hoy hablé de nuevo con ellos, sobre cuáles, desde su experiencia, serían las primeras decisiones de Castillo en el Perú, me respondieron estos 20 puntos. Algo que, si es verdad el comunismo abiertamente prometido del Lapicito, dicen que va a ocurrir de todas maneras. "Porque es exactamente como lo vivimos en Venezuela", me cuentan.
1. Lo primero que hará será cambiar los mandos medios y altos de las FFAA. Generales a cargo de destacamentos importantes, serán cambiados y/o retirados.
2. Van a apropiarse de símbolos culturales. Canciones, héroes, comidas, vestidos, costumbres. El sombrero de Castillo es un ejemplo, me dicen. Y van a usar estas apropiaciones para lograr que la gente crea que si ellos no piensan como el Gobierno, entonces no quieren al país y a sus símbolos.
3. Liberarán presos. Sobre todo a los "políticos". Que no sorprenda que senderistas y etnocaceristas sean liberados.
4. Va a reemplazar el personal burocrático importante de los ministerios. Esto para sacar funcionarios de años trabajando en el sector público, para poner ideólogos afines al partido.
5. Eventualmente, va a crear una suerte de policía política. Es decir, algo como el "SEBIN" (Servicio Bolivariano de Inteligencia) en Venezuela.
6. Van a regalar mucho dinero, comida, celulares, camas, incluso casas a la gente. "Al Pueblo", como lo llamarán. Esto debido la emisión inorgánica de dinero, y por la repartición de los recursos de propiedad ajena, como Canon y regalías relacionadas a la minería.
7. En Venezuela a esta maniobra se le llamó "Bozal de Arepa". Es decir, cállate para que te den tu bono, para que te llegue tu celular, para obtener tu casa.
8. Harán un gran esfuerzo para acercar a médicos cubanos a la población, para simpatizar con ellos. En Venezuela esto se llamó: "La Misión Barrio Adentro", que se dedicó a curar y tratar por fuera, pero por dentro eran soplones del régimen en barriadas y zonas populares.
9. Cuando establezcan la nueva Constitución van a iniciar una prédica de impacto: la necesidad de reorganizar la sociedad. Cambiar su naturaleza. Las empresas, iglesias, colegios profesionales, colectivos, etc. deberán pasar por lo que en Venezuela se llamó un "Registro Único" para cada sector de la sociedad.
10. Después de la Nueva Constitución, llamarán no solo a un nuevo Congreso, afín al Gobierno, sino nuevas autoridades regionales y municipales. Esto porque ahora, con la NC, habrán nuevas reglas de juego.
11. Esa Nueva Constitución va a tener dentro de sus prerrogativas la Reelección Indefinida. No sólo del presidente sino de todos los cargos públicos. Tal cual como en Venezuela.
12. Esta Constitución va a quitarle toda independencia al BCR. Esto, obvio, "a favor del pueblo".
13. Esto provocará que el Gobierno tenga dinero ilimitado en los bolsillos. Una auténtica maquinita de hacer plata. Para sostener el enorme Estado que vendrá, esta será su principal política monetaria.
14. Un detalle esencial del cambio del capítulo económico de la CP, será el relacionado a la "Subsidiaridad de la Propiedad Privada". Es decir, será privada hasta que el Estado considere que puede ser de "usufructo público", tal cual lo menciona la actual Constitución de La República Bolivariana de Venezuela de 1999. En fácil: tu casa será tuya hasta que el gobierno, y nadie más, crea que puede ser útil a la comunidad.
15. Van a hacer una ley, en esa nueva Constitución, en donde el Estado tendrá el deber de velar por "los intereses informativos de los ciudadanos".
En Venezuela esto tradujo en la nefasta ley "Resorte" (Responsabilidad Social en Radio y Televisión), que cerró 36 emisoras de radio contrarias al régimen y el único canal de TV que no se vendió a Chávez, que fue RCTV.
16. Por extrañas razones, muchos críticos y adversarios públicos al gobierno murieron en asaltos, camino al trabajo, etc.
17. Empezarán con una prédica contra la riqueza. Incluso llegarán al extremo de decir que ser pobre está bien, que es moralmente deseable. Chávez lo decía literalmente. Condenaba viajes turísticos al extranjero, que había que bañarse con una "totuma" (un poto de chicha, para decirlo en peruano), y que la luz eléctrica no era tan necesaria porque "Simón Bolívar no la tenía y conquistó América". Encontrarán, me dicen, una manera para decirlo en términos nacionales.
18. Se obligará a los privados a darle beneficios extremos al trabajador, que provocará la quiebra de muchas medianas y pequeñas empresas. Luego, "para dignificar" al trabajador el Estado asumirá la administración de esos privados. Tal cual Venezuela.
19. Luego, vendrá la ola de expropiaciones.
20. Tarde o temprano van a cambiar la bandera nacional, el nombre del país y hasta la melodía del himno nacional. Mis amigos venezolanos discuten si el término a agregar será "República Bolivariana del Perú", "República Plurinacional del Perú" o "República de Nueva Democracia del Perú".
Si dudas, puedes “googlear” todos estos detalles durante la historia última de Venezuela. Tal cual ocurrió.
Háganlo viral. Pásenlo a todos sus contactos, incluidos si tienen contactos en las FF.AA.
CUANDO LOS CALIFICATIVOS NO ALCANZAN.
Por Enrique Guillermo Avogadro (Argentina).
"Nos habían suicidado los errores del pasado". Homero Expósito
El regreso de Cristina Fernández al ruedo público después de un año de silencio, me dejó una certeza: tiene miedo. Pese a su cinismo, la noté deformada por el pánico a perder las elecciones precisamente en el lugar en que está el núcleo duro de su innegable poder. Su base electoral ha tomado conciencia de que la falta de vacunas se debe su posición ideológica, a la corrupción de su Gobierno y a la vocación por instaurar un capitalismo de amigos que esta vez se pasó de la raya. Las coimas de la obra pública o las valijas de Guido Antonini Wilson eran, para los ciudadanos menos informados, una discusión difícilmente comprensible y siempre lejana. Pero ahora, la criminal complicidad entre funcionarios y ladrones industriales farmacéuticos se ha trasladado al interior de los hogares, en muchísimos de los cuales la pandemia ha dejado lugares vacíos en la mesa.
Por primera vez, las encuestas le están informando que, tal como sucedió en las últimas elecciones celebradas en el estudiantado de la Universidad de Buenos Aires, en las cuales el kirchnerismo prácticamente desapareció de los claustros, los jóvenes están dando la espalda a su proyecto populista totalitario y prefieren la independencia y la libertad. Sucede que el precario tinglado del relato oficialista ha dejado de enamorar porque los datos duros y la errática gestión del Gobierno desnudan su absoluta falsedad, y muchos ya han aprendido a pensar.
Amén de la delitos de lesa humanidad cometidos en la gestión de la pandemia y el proceso vacunatorio, y de la bomba neutrónica que el Gobierno detonó sobre la economía con el encierro más prolongado (según Bloomberg, la Argentina es el peor país en la gestión de la crisis) creo que el campo en el que los Fernández² se han comportado con mayor infamia es la educación en todos sus niveles y, en especial, en el infantil y primario. La complicidad oficial con los gremios ¿docentes? ha infligido a los niños un daño enorme, y tendrá ciertamente consecuencias gravísimas en el futuro; por si eso fuera poco, porque las escuelas están cerradas hace tanto tiempo, en el Conurbano los chicos viven en las calles, asoladas por la droga. Además, tal como sucedió con la sanidad, tampoco se aprovechó el tiempo ni hubo previsiones administrativas y presupuestarias para equiparlas y paliar el espeluznante frío. Y para colmo, ahora el Gobierno ha suspendido las imprescindibles pruebas de evaluación de maestros y alumnos, y éstos últimos son promovidos automáticamente sin comprobar siquiera si han aprendido.
La ignorancia que todo esto produce no es involuntaria o no prevista; por el contrario, ha sido buscada y planificada para incorporarla a la panoplia de armas de las que el kirchnerismo dispone para su proyecto dinástico de perpetuidad y dominación. Otra, claramente, es el pobrismo; a esta altura, ya nadie puede dudar que un populismo sin dinero sólo es factible cuando todos se convierten en pobres y dependen del Estado; Cuba, Venezuela y la Provincia de Formosa son claras pruebas de esta afirmación.
Ahora, el Gobierno anuncia que avanzará contra los sistemas de salud privados, algo que los argentinos de clase media pagamos por los déficits sólo en hotelería y equipamiento (como bien saben todos los funcionarios y sus familias, que nunca recurren a él) de los prestadores públicos, ya que sus profesionales son excelentes; o sea, otra vez se nivelará hacia abajo. El método es el mismo que utilizó Néstor Kirchner para robar -a nombre de los Eskenazy- el 25% de YPF: estrangular al sector congelando sus tarifas, con inflación galopante y en plena pandemia, que encarece los costos. El próximo zarpazo serán las ART, otra caja apetecible, como lo fueron en su momento las AFJP, expropiadas por inspiración de Amado Boudou, lo cual le valió ser escogido para secundar a Cristina Kirchner en 2011.
La lengua española es de las más ricas de Occidente (no se preocupe, que no exhibiré filminas para probarlo) y, sin embargo, a veces falla en la provisión de suficientes adjetivos. Eso sucede hoy en la Argentina, donde los calificativos disponibles no alcanzan a describir con total precisión la gestión del Gobierno y la moral de sus principales líderes. Esa carencia se manifiesta frente al asesinato de 86.000 compatriotas, la expropiación de empresas y propiedades, la sociedad con los grandes cárteles narcos, los ataques a la Justicia y la Procuración, los avances contra la libertad de prensa y la persecución a opositores y periodistas de investigación, la alineación con regímenes autoritarios y violentos (Rusia, China e Irán) y la sumisión a sus intereses, la política nacional e internacional de derechos humanos, la probada hipocresía en el uso de la teoría de "no intervención", la rampante corrupción, la inflación y la inexistencia de moneda, y la devaluación de la palabra presidencial, que ya ha convertido a Alberto Fernández en ridículo. Tarde o temprano, muchos deberán pagar por todo esto, sin esperar a que Dios se los demande.
El descontento que reina en el Conurbano, derivado de la suma de hambre, pobreza, inseguridad, narcotráfico, desocupación y falta de clases, debiera haber convertido en orégano el campo de la oposición; sin embargo, ésta no aparece por allí -a menos de un mes del vencimiento del plazo para presentar alianzas y, poco más, candidatos- porque está más dedicada a disputas bastardas por egoístas personalismos. En lugar de centrar sus críticas en la economía, la salud y la educación, se pierde en discusiones inconducentes. Y deja de cumplir así su democrático deber de explicar claramente a la sociedad qué se juega la Argentina en esta cita electoral de medio término: nada menos que la República y la Constitución porque, sin 2021, no habrá 2023; y que, como dijo el Diputado Mario Negri, estamos a sólo siete diputados de ese pavoroso abismo.
Bs.As., 19 Jun 21
HUARO Y MI RAÍZ
Por Alfonsina Barrionuevo (Perú).
De Perú: Mundo de Leyendas, de nuestra amiga Alfonsina.
Mi relación con el distrito de Huaro es entrañable y viene de Sausipata, el antiguo solar de mi familia paterna en el cual aprendí a amar lo nuestro. Las circunstancias determinaron que mi padre al verme muy delgada y falta de vitalidad me llevara a la casa donde aún vivía su madre, mi abuela, doña Elisa y su hermana, doña Mercedes. Los sanos aires del campo me ayudarían a tomar vigor para que continuara mis estudios.
De día Huaro era un pueblo encantador, asentado en las faldas de una vieja waka, con un puñado de casas blancas de aleros rojos, alrededor de una plaza alfombrada de verde donde caían en otoño los pavitos, flores encapsuladas de los pisonai. De noche habitado por los duendes de Nicolasa Pesque, el féretro en el que se llevaba a los difuntos pobres al campo santo, que a media noche caminaba a tumbos y anunciaba con su presencia quien habría de morir. El fraile sin cabeza que bajaba de las alturas arrojando polvos letales a los transeúntes.
La iglesia de San Juan Bautista en Huaro está pintada con los murales del Juicio Final de Tadeo Escalante. Entrando a la izquierda los elegidos suben al cielo con una palma, aunque desnudos y pensé entonces que arriba les darían ropa. A la derecha está el Infierno poblado por un batallón de diablos rojos, ellos persiguen a los malos, los pinchan con sus trinches, les hacen dar vuelta en ruedas de tormento, los cuelgan de unas perchas, o los meten en enormes peroles de agua hirviendo, y ahí están increíblemente hasta curas y obispos. Arriba de una arquería el Lanlako, un hombrecillo de tres cabezas que cuida las puertas del paraíso impidiendo que nadie se filtre del otro lado. En el interior aparece la muerte cuando fue madrina. Una madrugada un hombre desesperado buscó a un transeúnte para bautizar a su hijo y se encontró con la muerte. Ella aceptó ser la madrina, salvó al niño y le dio un regalo. Llegando a ser mayor sería médico y curaría a todos sus pacientes salvo si la veía sentada a la cabecera del paciente. Por eso en la pintura la muerte tiene corazón donde está sentado un niño.
En el mes de mayo rezábamos con mis primos el Santo Rosario a las seis de la tarde. Todos de rodillas, cuando alguien se dormía, el carrizo de la abuela Elisa le caía en la cabeza. Me encargué de contarle a mi padre que eran tantas las Ave Marías que nos daban sueño. Al escucharme se sonrió y dijo que su abuela en ese hermoso mes le hacía rezar con sus hermanos la Corona Seráfica de cinco rosarios. Huelgan los comentarios.
Las estalactitas de hollín creaban un ambiente de irrealidad en la cocina de Dionisia, nuestra chef, abrigada por el fogón donde ardían los leños. Me acurrucaba entre los pellejos de sus poyos huyendo del frío. Según la estación había en los mediodías una fuente humeante de choclos tiernos o de mote con queso. En tiempo de cosecha los choqllopoqcochi, unos pajaritos negros de canto dulce picoteaban las mazorcas de maíz. En la Universidad de San Antonio Abad descubrieron que las avecitas volaban al Qosqo desde el Brasil en esa época para refocilar sus estómagos en nuestros campos. Las cogieron y una de ellas llevaba en la patita el anillo delator con fecha y procedencia.
En el desván del segundo piso estaba mi cama, tendida en suelo con la cabecera rodeada de estampitas de vírgenes y santos, entre canastas viejas, costalillos, cajas de zapatos, baúles de cuero, una jaula sin portezuela y otros. En el fondo dominaba el espacio una incubadora que al principio miré con indiferencia.
Pero guardaba en el sitio de los pollitos revistas Leoplán y libros novelados de príncipes árabes y cuentos. Cuando lo supe el cabito de vela que me daba mi tía Mercedes cada noche se tornaron cómplices de mis lecturas.
Al atardecer volaba por la escalera de piedra para aprovechar su luz. Me sentía feliz, hasta que un día me preguntaron por qué llevaba una crucecita de madera colgando del cuello con una pita. Respondí que me protegía del ‘condenado’. Su observación me aterró, si el condenado quería que fuera su cena cortaría la cuerda, me comería y dejaría junto a la cruz mis huesos mondos y lirondos. Al día siguiente cuando llegó mi padre le rogué con desesperación que me llevara al Qosqo, no quería quedarme ni un minuto más. Habló con su hermana y salieron juntos. Tuve miedo cerval de que se hubiera disgustado. Pero se fue a una comunidad campesina y al cabo de varias horas regresó con Justina. Una niña de mi edad más o menos. Ella estaría a mi lado. En los días siguientes le expuse mis inquietudes sobre el ambiente sobrenatural de Huaro. El infierno en el mundo de abajo, en el cual unos diablos de trajes rojos, cuernos, cola y trinches, esperaban a los pecadores para atormentarlos. Ante la historia de espanto me miró con los ojos muy abiertos. Abajo, dijo con énfasis, no había tal infierno. Estaba el Ukhu pacha, el mundo donde hallaban las pequeñas illas, madres poderosas de los animales que vivían en la tierra. En los cerros no había frailes sin cabeza, allí habitaban los Apus, quienes protegían a los cultivos y su gente. En cambio me habló de la ruidosa Ch’akwaytapara , la lluvia que hace bulla al caer; de Wayra, el viento mayor, que corre sin ropa haciendo volar las ramas de los árboles, y me llevó a la playa del río para que viera como torneaban sus ollitas los Mankap’aki, vientos diminutos del tamaño de un dedo meñique. A maravillosos que fui encontrando sí Justina me introdujo en el maravilloso mundo andino del Perú, que luego fui descubriendo desde las orillas del mar a las nieves eternas y luego a la omagua. Sus habitantes no revelan sus secretos. Cuando entrevisté a unos estudiantes de Carabaya, Puno, que recibieron en premio un viaje a Lima para conocer el mar. Les pregunté sobre el fabuloso sakako y dijeron no saber qué era. Me referí a Luli, a K’aqya, ‘el del labio torcido’, el trueno. Sus rostros relumbraron. ‘¡Claro que sí! En noches azotadas por los rayos el sakako, un enorme sapo con cara de varón feo corta el paso.
En ‘Habla Micaela’ se siente el ardor de la batalla y el coraje de los hijos de Quispicanchi y de otras provincias y regiones de todo el Perú que no se rindieron. Ellos continúan de pie ante los siglos.
CUANDO NO INTERESA EL INTERÉS.
Por Jaime Díaz Jerez “Vandango” (Chile).
En las finanzas el interés tiene que ver con el tiempo y el dinero, su tasa es el índice de rentabilidad de un ahorro o el costo de un crédito. En la vida se trata de mantener el interés, aunque ya no te interese, pareciera complejo, pero es parte del riesgo que se asume en las relaciones humanas y/o en la adquisición de productos.
Solo uno se puede dar cuenta de la falta de interés perdido en el tiempo mediante el olvido, o la falta de dinero perdido en el tiempo, mediante la cartola del banco.
Cuando no hay dinero de por medio puede ser una promesa o un juramento que permita interesarse por el otro, como el juramento hipocrático de los Médicos que en algunos no es de Hipócrates sino de hipócrita y el interés es más por vanidad que por calidad. En ese sentido el conocimiento que permite el Dr. Google de Internet nos acerca al conocimiento vedado o privativo de quien, antes, solo él tuvo acceso a su estudio y que ahora se endiosa al escuchar el doctoreo divinizado de aquellos que en su ignorancia alaban las arcanas respuestas de quien tuvo la oportunidad de estudiar en la Universidad y conservar en secreto prácticas que lo alejan de aquel ser humano que solo pretende entender que le sucede a su salud.
Bazo, Estómago, Órganos reproductivos, Colon (intestino grueso) Vesícula, Apéndice, Riñón. Son siete operaciones que al ser dicho órgano extirpado puedes seguir viviendo a diferencia del cerebro, el corazón los pulmones, el hígado, el páncreas y los riñones. La operación del Apéndice es conocida por su escasa complejidad ante un diagnóstico fraudulento que le permita al médico y su equipo un billetito extra con otro interés.
Se ha perdido el sentido del verdadero interés del ser humano, el tiempo ha demostrado que es el interés del dinero el que permite justificar el proceder sin importar la ética profesional, la pérdida de valores. El interés financiero proviene de la misma raíz, interesar, atraer, agradar, apasionar, cautivar, importar, concernir, atañer, afectar, tocar, incumbir. Permite enredarse en conceptos como, por ejemplo: esa mujer no anda conmigo por interés… no le intereso.
Estamos en tiempos que se ha perdido el interés y que es difícil su reciprocidad, lo cual es ideal, el interés mutuo, en que ambos están interesados.
Por último, elige a quien no pierda el interés en ti cuando ya no te interesa.
Ya no quedan benefactores de la humanidad, son muy pocos los que sienten que dar es mejor que recibir, que la sensación de humanidad se palpa ayudando al más necesitado, sin interés personal ni cómo aprovecharse de la situación, peor aún si uno da una opinión contraria o descubre el interés camuflado en el interés mostrado y se queda callado, no sea acusado de ingenuo y si reclama no sea acusado de pesado, exigente, produces distanciamiento, que siempre está reclamando por algo, que nada le satisface y al final el culpable sea aquel que alega por algo que está mal y que los demás, por lo menos lo respalden.
ANÉCDOTAS HISTÓRICAS: LAS PICANTERÍAS
Y EL PABELLÓN NACIONAL.
Por Juan Guillermo Carpio Muñoz (Perú).
Cortesía de la escritora venezolana Maigualida Pérez, a quien agradecemos su colaboración. A la memoria de la señora Josefa Cano (+) que, en el siglo XX, fue la sapiente depositaria del folclor culinario de Arequipa.
La CHICHERÍA – o después PICANTERÍA - es la institución popular de mayor arraigo en Arequipa. Y es que – fruto de un mestizaje histórico y singular - entre sus ahumados muros, mesas y bancas rústicas y huishuis, al calor del fogón, de un bajamar o de un encorajinado “escribano”; al centro de la tensión de un briscán o un menor y deleitándose con la barroca culinaria chola o con el bordoneo profundo que introduce a un dúo en un dramático canto, los arequipeños de pueblo – desde la colonia y en parte hasta nuestros días - tejemos la urdimbre de nuestras miserias y grandezas personales y colectivas, con la democrática simpleza con que al beber de un mismo cogollo sentimos el sabor de un mismo ancestro.
Son múltiples los testimonios de propios y de extraños sobre esta institución popular, bástenos recordar dos, entre los de “extraños”: El año de 1835 el cura José María Blanco, que en su calidad de Capellán, llegó en la comitiva del Presidente Luis José de Orbegoso, contabilizó entre Arequipa, Yanahuara y Cayma ¡¡dos mil chicherías!! Ubicadas “en todas las calles de la ciudad”. Recuérdense también del célebre “papel” de LA SEBASTOPOL en la novela “Jorge, o el hijo del pueblo” de María Nieves y Bustamante. Ahora, señalemos la siguiente anécdota:
Parece que las picanterías arequipeñas, a mediados del siglo XIX, usaban - ¡nada menos! - que la Bandera Peruana como pendón. Esto se puede colegir a partir de una noticia que incluye LA BOLSA del 24 de noviembre de 1866 en su primera página, que literalmente dice:
“LA BANDERA NACIONAL.- Era ridículo y hasta de siniestra significación, ver flamear el pabellón bicolor, hecho girones y cubierto de mugre en la portada de las chicherías. Por disposición de la policía se ha abolido esa abusiva costumbre y sustituido el PENDÓN con una tablilla que se ve colgada en esos establecimientos, donde se lee – PICANTERÍA DEL SUR -. Como el calificativo es tácito, desearíamos que en su lugar se pusiese el número a que pertenece. Este sistema evitaría equivocaciones que pudieran surgir por incidentes que a cada momento pueden ser frecuentes”
Es de imaginar la ciudad de Arequipa de esos tiempos: un pequeño centro urbano con incontables picanterías ¡luciendo el Pabellón Nacional!, parecería una aldea, cotidianamente embanderada, como que cotidianamente nuestros ancestros hacían patria (o mejor, tratándose de Arequipa: hacían matria), disfrutando de picantes y de la chicha de güiñapo.
(Datos básicos tomados de la BOLSA, ya referida, y de Luis Enrique Tord. El Comercio. 29 de Marzo de 1980. P.2).
Texao. Arequipa y Mostajo. La Historia de un Pueblo y un Hombre. Tomo I. Pág. 117.
LA MUJER DE OJOS AZULES DE LA AVENIDA VERNON (*).
Por Ricardo Vacca (Perú).
Se abre paso evitando chocarse con la gente. Balancea su cuerpo con cierto esfuerzo mientras avanza resoplando con la boca semiabierta. Pestañea a sobresaltos, como si despertase a cada momento de una pesadilla. La lluvia tenía otra mañana de triunfo en la isla de Manhattan. La mujer de los ojos azules de la avenida Vernon llegó puntual, como todos los días al mismo paradero como si acudiera a su fiel cita con la lluvia.
Cubre la cabeza su habitual pañuelo rojo, lleva la ropa desgastada y húmeda y una gran bolsa de plástico negro carga a la espalda, es parte de su cotidiana indumentaria. Cierta vez, por curiosidad, en un descuido de ella me asomé dentro de aquella bolsa misteriosa y descubrí ropa ajada, una botella con licor a medio consumir, latas de sardinas vacías, periódicos enrollados y un paquete con pan.
Dos arrugas cruzan su frente semejando los rieles de un tren que transita su vida con destino incierto. De cabello plateado, nariz grande y roja, dos bolsas de piel oscura, donde parece acumular el sueño, se ubican debajo de sus limpios ojos azules.
Con mucho esfuerzo sube al tren su voluminoso cuerpo. Camina hacia el fondo del vagón, arañando el aire tibio de su interior, cuando intenta con dificultad coger el siguiente pasamanos. No habitúa sentarse a pesar de que existen asientos desocupados. Su enorme cuerpo podría ocupar dos, hasta tal vez tres sitios.
Suele observar uno a uno a los pasajeros que suben o bajan con mirada desafiante, pareciera renegar que estuvieran vivos. Cansada de mirarlos descuelga su voluminosa cabeza sobre su pecho, cierra los ojos y lanza murmuraciones semejantes a leves ronquidos. Me la imagino una diosa fracasada que a estas alturas de su vida ya no puede crear nada.
En algunos de sus viajes coloca su gran bolsa negra sobre el piso y rebusca dentro, extrae un cigarro apagado a medio fumar, se lo coloca entre los dientes y muerde con furia. Poco a poco esa parte del tren lo va inundando un olor rancio a tabaco quemado haciendo que los pasajeros más próximos se cubran o froten la nariz. La atisban con disimulo y se van alejando, dando cortos pasos laterales.
Yo la espero cada mañana. Es el patético ícono de la desesperanza, piel ajada de primitivo pergamino, personaje extraído de aquella historia en que los vikingos desembarcaron al atardecer, saquearon Galicia, mataron a los hombres y se llevaron encadenadas a sus mujeres, por eso me parece que los días despiadados ruedan eternos sobre sus mejillas arrugadas.
Recuerdo que un jueves, mientras esperábamos el tren, la observé que lloraba en silencio cubriéndose el rostro. Reconocí una bella armonía en el movimiento de su brazo al secarse las lágrimas con su mano regordeta y sus uñas ennegrecidas. Cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás mientras lanzaba un suspiro profundo semejando un ronquido. Luego se quedó inmóvil mirando el cielo mientras sus mejillas rosadas se inflaban al resoplar. Sentí culpa al hallar belleza en la escena que me extraía del cotidiano paisaje de Manhattan.
En definitiva, sus lágrimas tenían el color de sus ojos. De improviso bajó la cabeza y me descubrió, dibujándose en su cara algo parecido a una maldición.
Desde aquella oportunidad, en cada encuentro que tenemos, iniciamos nuestra conversación de amor y odio, cruzando cuchillos en las miradas. Con sus ojos límpidamente azules me confiesa en su locura que me odia. Yo la miro y me reflejo en ellos evocando la mar del puerto donde nací. Ella se ha convertido en el tierno garabato que dibujan mis días. Cada mañana en el paradero anhelo encontrarla. La mujer de ojos azules de la avenida Vernon a diario me introduce a viajar en el misterio de la locura en las heladas mañanas de Manhattan.
(*) Relato extraído de su próximo libro "BENDITO PECADO Y OTRAS FASCINACIONES" (Ed. Erradícame 2021) del escritor Ricardo Vacca
MI AMIGO MEXICANO PANCHO RODRÍGUEZ,
Y LOS GALLOS (MICRORRELATO).
Por Andrés Fornells (España).
En mi última visita a Guadalajara (México), mi amigo Pancho Rodríguez se empeñó en llevarme a ver una pelea de gallos, asegurándome:
—Seguro, manito, que en toda tu vida no has visto nada más excitante que una buena pelea de gallos. Y encima tienes la oportunidad de apostar y ganar algunos pesos.
Contraataqué su optimismo replicándole:
—O la oportunidad de perder algunos pesos.
—Claro, hermano, ahí está la emoción del juego, en no saber de qué lado va a inclinar la suerte su balanza.
Fuimos a una popular palenque donde tenían lugar, especialmente los fines de semana, multitudinarias peleas de gallos, un espectáculo para el que descubrí yo no estaba preparado. Los presentes al mismo mantuvieron todo el tiempo un ensordecedor griterío charlando, discutiendo a voces y cruzando apuestas.
Pancho, cuyo rostro radiante de felicidad demostraba que se hallaba allí en su salsa, apostó con tres o cuatro de los espectadores que, por el amistoso y jocoso trato que hubo entre ellos debían ser conocidos o amigos suyos.
—¿Por qué gallo apuesto? —le pregunté sintiéndome perdido en un ambiente que tan ajeno me era.
—¡Ah, hermano! Eso lo has de decidir tú. La suerte de cada uno es suya y de nadie más —descartó ayudarme.
Los gallos que habían anunciado iban a pelear eran, colorado uno y cenizo el otro. Aposté unos pesos por el colorado, porque entre nosotros, los españolas, se considera cenizo al clásico aguafiestas.
El espectáculo que tuvo lugar en el palenque, resultó para mis desacostumbrados ojos de una notoria crueldad. Las aves, además de con sus picos y alas se agredían además con una especia de cuchillas que les habían colocado en las patas. El gallo de color cenizo degolló al colorado y éste consiguió dejarle ciego de un ojo y con profundas heridas en el pecho. Los dos bañados en sangre quedaron tendidos en el suelo y todos los espectadores tuvieron que esperar cuál de los dos moría último para que resultase ganador.
Me salí estando ambos animales todavía agonizando. No me importaba ya lo más mínimo si había ganado o perdido los pesos por mí jugados. Mi amigo se reunió conmigo al rato y riendo me comunicó que había ganado una bonita cantidad gracias al gallo grisáceo. Debió notar entonces la pérdida de color que sin duda reflejaba mi rostro, pues dijo preocupándose por mí:
—¿Qué te pasó, manito? Tienes muy mala cara. Estás tan pálido como un mero muerto.
—Lo que acabo de ver no me ha gustado (guardando para mí que lo consideraba una horrible, sangrienta barbaridad).
—Mira, mano, vamos a tomar un par de tequilas y te explicaré cosas.
Nos metimos en una cantina y después de haber tomado el primer trago, Pancho me preguntó:
—¿Tú has oído hablar de un hindú de la antigüedad llamado Chanakya Pandu (el Sabio)?
Registré mi memoria y respondí:
—Creo que fue el consejero de un rey de la India y que ayudó muy eficazmente a que ese rey conquistase la mayor parte de ese enorme país.
—Exacto —complacido con mi respuesta—. Ese sabio, 320 años antes de Cristo, dejó dicho que los hombres, entre otras muchas, debían aprender de los gallos cuatro cosas muy, muy importantes: a pelear, a madrugar, a comer en familia y a proteger a su esposa cuando ella lo precisara. ¿Pueden todos los hombres que conoces, considerar que su conducta merece ser comparada con la de los gallos?
Quedé sorprendido durante un momento y luego reaccioné como el esperaba de mí, levanté el vaso mío, que al igual que el suyo un momento antes habíamos vuelto a llenar con tequila, y le dije:
—Por Chanakya Pandu.
—Por Chanakya Pandu —contestó él cuando se recuperó de la estruendosa carcajada que me había regalado.
Y como los mexicanos brindan merecido culto a la muerte, tomamos tequilas mencionando él sus muertos, y yo los míos. Ese día cogí una de las mayores borracheras de toda mi vida. Valió la pena porque los lazos de amistad que Pancho y yo llevábamos años manteniendo salieron muy reforzados otra vez más.
MI MUERTE.
Por Addhemar H.M. Sierralta (Perú).
Quiera Dios que el Perú supere la incertidumbre que hoy se vive…
MI MUERTE
Era piedra, era hielo y todo se caía
por abismos de mármol blanco y gris
de magmas eternas.
Era un pulpo paralítico y deforme
con las carnes astilladas
dentro del mar y en cementerio.
También las mil ramas se quebraron
del rosal más venerable
atendiendo al rayo fuerte del infortunio.
También el negro viró a rojo
cuando el llanto no dormía
crepitando cuatro cuadras de dolor.
Fue allí que acabó el suspiro,
se quedó la risa
y mirando el hueco dibujé una mueca.
Fue de pronto un himno extraño
retumbando en la memoria
que apagó todo susurro.
El cuerpo aferrábase a vivir más
gritando Perú hasta el final
al no querer el espíritu morir
sin contar que estaba hundido
bajo el círculo noveno de el Dante
donde nunca se llega a ser cadáver
y las luces no tocan los abismos fríos.
Habíamos llegado todos a la fosa.