MI PADRE
Ángel Gavidia Ruiz
Cuando falleció mi padre sentí que se derrumbaba la última barrera que me defendía de la muerte. Quedaba, entonces, mi pecho al descubierto, al alcance de cualquiera de sus dardos.
Una mañana, sorprendí en mis ojos su mirada. Luego aparecieron en mi pecho sus mismas angustias. Se me hizo más clara su soledad. Comprendí mejor su dura vida. Y cuando alguien me dijo que me iba pareciendo a él, recordé con toda precisión al Gabo: uno envejecía cuando comenzaba a parecerse a su papá.
La relación con el padre no es fácil. Nunca lo ha sido. Yo discrepé muchas veces con él. Pero hoy, al amparo de su ausencia, compruebo con dolor que la mayoría de las veces mi viejo tenía la razón.
Quedaron muchas conversaciones inconclusas. Muchas preguntas sin respuesta. Pero quedé, también, con varias noticias que lo hubieran alegrado mucho. Y hoy, que es el día del padre, probablemente en algún espacio, ya no entre él y yo, sino entre yo y yo, las iré contando. Total, como dice esa canción de Piero, yo soy tu sangre, mi viejo/ soy tu silencio y tu tiempo. Así dice.
Trujillo, 20 de junio del 2021