miércoles, 24 de junio de 2020

DÍA DEL CAMPESINO: FIAMBRE EN SU MORRAL - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
 
JUNIO, MES DE LOS NIÑOS,
DEL MEDIO AMBIENTE, DE LA GLORIA
DE ARICA Y DE LA IDENTIDAD ANDINA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO

 
SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL
 
 
*****



DÍA
DEL
CAMPESINO
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 

FIAMBRE
EN SU
MORRAL
 
 

Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Frutos
de la tierra
 
En la escuela de mi pueblo en donde curso la Educación Primaria hay compañeros de aula que venimos de la ciudad y otros del campo en donde viven y que traen en su morral su fiambre que les servirá de almuerzo en la pausa del mediodía, mientras esperan el horario de la tarde.
Fiambre que nos convidan y que frecuentemente lo canjeamos en parte con panes o bizcochos, algunos de yema o chancay, o con pasteles y empanadas que extraemos de nuestras casas y les llevamos.
Pero, ¿qué compone el fiambre de un estudiante del campo, aparte de algo especial que por timidez no nos muestran? Salvo que a un compañero se le atragante un huesillo en su garganta.
Entonces sabemos que han traído ¡truchas fritas! O un costillar de cordero, o una pierna con su cadera ¡de rico cuy chactado!
 
2. Presunción
y deleite
 
Pero además su yantar de mediodía, que despilfarran con nosotros, consiste en sabrosa cancha, escogida y tostada en callana con cuchara de palo. La misma que se pasa a puñados entre carpeta y carpeta, manjar que sabe a luz, a verdor, a viento, como a dulzura de lomas, quebradas y puquiales.
Otra bolsa es de trigo tostado, ¡Y no cualquier trigo sino el trigo centeno!, medio azulado y que antes –eso lo sabemos todos– ha sido leche y miel. ¿Cuándo? ¡Cómo que cuándo! ¡Cuando aún está reventón en las espigas! De allí que contenga ese sabor a ubre y a panal de miel cuando lo masticamos soberbios y ufanos y entrecerrando los ojos.
Desde chiquillos ya sabemos arrojar un puñado volando a la boca, sin que un solo grano golpee en los dientes o nos caiga en la cara. ¿Qué cómo lo hacemos? No sé. El puñado entra justo golpeando suavemente la lengua y el paladar para ser luego molido con presunción y deleite.
 
3. Ataviada
de amarillo
 
Una variante es la “pelona” que es un híbrido entre el trigo y la cebada y que tiene la cáscara medio abierta y desflorada, no como el trigo cuya envoltura es dura y lisa, con cáscara dorada, o de color cobre cuando se lo tuesta.
Ni es tampoco como la cebada blanda y que termina en puntas. La pelona es oblonga, con la camisa del pecho abierta, provocativa y generosa en la entrega para ser comida.
Otro manjar que traen son las habas, que las hay de diferentes clases. Constituyen un manjar aquellas provenientes de las chacras de mi compañero de carpeta Javier Mendocilla, quien vive por las pampas de Muycan.
Éstas son las “habas niñas”: redondas, pequeñas y con su cáscara bien pegada a su pulpa, tanto que hay  que romperla y luego pelarla con los dientes, pero que abierta se ofrece suave, ataviada de amarillo “yema de huevo”.
 
4. En panca
de choclo
 
Las “habas niñas” son del tamaño de la uña del dedo meñique, las que como su nombre lo indica nunca dejan de ser tiernas y suaves, las cuales saborearlas es como probar el manjar que degustan los dioses en su mesa.
Es decir: ¡una delicia! Es como coger los vestidos a una niña en el juego, el rozar de nuestras manos o como el primer beso.
De otro temple y espíritu son las “habas verdes” que las traen a veces envueltas en panca de choclo, porque éstas si son húmedas y mojan en el morral los cuadernos haciendo festones en sus letras azules y rojas y extendiendo afuera de sus bordes los colores de los mapas.
Comerlas es como engullirse un huerto con todos sus árboles, frutos, flores y hasta acequias: es decir una mezcolanza de hojas, greda, agua, y trinos.
 
5. Mantel
primoroso
 
¡Todo puede caber en el aroma y el sabor de las habas verdes, y es tarea imposible, incluso para la poesía misma, describirlas!
Y las traen empapadas, rezumando agua bien sea de la lluvia o bien sea de los manantiales y puquios.
De las otras, llamadas habas “tushas”, no hablaré aquí porque más de una encía me ha sangrado por no resistir la tentación de trozar su cáscara con los dientes  aunque sea a escondidas, con las cuales hay que padecer un poco por las aristas de su envoltura que nos hincan con sus mil cuchillos.
Más bien, recordaré la harina de cebada, de trigo y linaza –los tres productos del campo molidos juntos– que los traen envuelta en un mantel primoroso enjuagado en el agua cristalina de algún arroyo.
 
6. Al sol
en el tejado
 
Desde allí y a ciegas vamos sacando con las manos, haciendo de ella una cuchara impertinente que se hunde en esa gleba celestial.
El sabor de ambrosía de aquel compuesto lo da la sacarina, propia del trigo, por un lado.
Por el otro el vuelo astral de la cebada.
Pero la clave es el puntito de anís que le pone la linaza extraída del lino.
Este último a veces tostado y molido por separado después de secarlo al sol en el tejado.
Y en donde la mitad lo comen los jilgueros y la otra mitad se lo junta para, agarrado a dos manos, dejarlo en la callana y oír la reventazón de los más húmedos.
 
7. Con toda
mi alma
 
Por último, mencionaré que en el morral de los estudiantes del campo hay un manjar de los dioses del Olimpo que he dejado para el final.
Este preparado es el “cadul”. Más de uno se preguntará: ¿qué es él? Y yo responderé, con la boca anhelante, es el choclo tostado en callana, que es como leche tostada.
Que vale lo mismo a decir: maíz que todavía no está seco pero que nosotros, siempre hambrientos, pedimos que se lo tueste.
Es entonces como un choclo tostado. Choclo pero ya casi cancha. Que si hay dioses que gusten en el cielo de las comidas, yo les aseguro – ¡con toda mi alma!– que ellos deben de tener como manjar preferido ¡el “cadul”!
 
 
*****
 




DÍA DEL CAMPESINO



DE ESPERANZA
ES EL MUNDO
ANDINO

PROCLAMA EN CAJAMARCA
EN EL 18 CAPULÍ



Danilo Sánchez Lihón



1.

Peregrinos de Capulí, Vallejo y su Tierra. Amigos y amigas de Cajamarca que nos reciben:
Hoy estamos aquí en Cajamarca y no tengo los conceptos ni las palabras suficientes para definir, valorar y celebrar el mundo andino, que lo he vivido en mi pueblo nativo como es Santiago de Chuco en el departamento de La Libertad, en el Perú.
Y lo he conocido cuando salíamos al ámbito rural a las cosechas de trigo o de maíz; o por alguna diligencia que teníamos que desarrollar en el campo. Como lo he visto y conocido también en las personas que llegaban de la campiña a la ciudad, a veces a trabajar en nuestras casas.
Reconociendo la limpidez en sus rostros y en sus expresiones, como en sus actos la calidez y fineza en su trato. ¡Qué candor y ternura en sus actos! Como lucidez y sabiduría para distinguir lo valioso de lo superfluo, lo esencial y lo vano; como para prodigar cariño y saber exaltar lo bueno y positivo. Y solidarizarse y saber consolar.

2.

Me siento convocado a consustanciarse con sus niños y jóvenes, hombres y mujeres adultos y de edad avanzada; y a alentar la esperanza de un mundo que redima sus agobios y dolores. Para lo cual recojamos los 10 mil años de historia laboriosa y enaltecedora del mundo andino.
Y no nos reduzcamos a los cinco siglos de conquista y oprobio, de maltrato a su integridad con la dominación hispana y occidental, en donde fue sistemático el intento de su perversión del mundo andino para ser servidumbre y esclavitud en el mundo.
Defendamos lo valioso que somos y sumémonos a la resistencia andina para erigir aquí y ahora un mundo mejor.
Me siento llamado a pertenecer a él, y a arroparme bajo todo lo que el mundo andino tiene y conserva con resistencia heroica; y en todo lo que él representa ante el mundo contemporáneo y de todos los tiempos.

3.

Sin embargo, hasta ahora se sigue desconociendo, como se desprecia y hasta se abomina de esta identidad y de esta condición, siendo lo mejor que tenemos.
Por eso, me siento conmovido, fascinado, inclinado y hasta me lleno de arrojo no solo a ser andino, porque lo soy, sino a defenderlo y hacerlo prédica, ideario y programa de acción y de lucha en mi vida.
Y, ¿cómo? ¿Haciendo caso omiso o superan toda ofensa, no erigiéndose como un poste o una guadaña que resiste soberbia el embate del tiempo?
Sabemos que es indefendible en la vida cualquier postura rígida que quiera encarar, responder y reaccionar ante una insolencia, una ofensa o una agresión.
Sabemos que la mejor protección es disculpar y perdonar, porque la vida da vueltas. Y el mundo gira como las ruedas de un molino.

4.

¡Peregrinos de Capulí, Vallejo y su Tierra! Creemos que aquí en Cajamarca sucumbió el mundo andino, ¿porque aquí fue apresado y muerto Atahualpa? ¡No, milicianos! ¡No, voluntarios de huesos fidedignos! ¡No! Solo se interrumpió por un breve tiempo.
Y les diré una razón fundamental: ¿A quién hemos encontrado alumbrándonos el camino hasta antes de llegar aquí? ¡Al sol! El sol posado en las cumbres de los cerros, en los ramajes de los árboles y plantas, este sol que nos nace desde adentro. Que no es el sol occidental, sino el sol andino: dorado, espléndido y jubiloso.
Creemos que sucumbió el mundo andino y no ha sucumbido. Está aquí presente y actuante en el sol, en las piedras, en el agua, en los senderos y en los puentes. Está en los trinos, en las flores y en los cantos con que ustedes nos reciben.
Está aquí, lo estoy mirando en sus ojos, está en ustedes y en todos nosotros glorioso y palpitante. Y en César Vallejo quien proclamó:
Ya va a venir el día, ponte el alma...
Ya va a venir el día, ponte el cuerpo.
Ya va a venir el día;
la mañana, la mar, el meteoro, van
en pos de tu cansancio, con banderas...
Ya va a venir el día, ponte el sol.
 
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