sábado, 1 de noviembre de 2014

1 Y 2 DE NOVIEMBRE: DÍAS DE LOS SANTOS Y DIFUNTOS - FOLIOS DE LA UTOPÍA: MI PRIMERA MUERTE - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2014 AÑO
DE LA BATALLA DE LA LECTURA Y
ESCRITURA POR LA CONSTRUCCIÓN
DE UN MUNDO MEJOR
 
NOVIEMBRE, MES DE LA GESTA
DE TUPAC AMARU; LOS DERECHOS
DEL NIÑO; VIDA Y EJEMPLO DE
J.M. ARGUEDAS Y MANUEL SCORZA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 
*****
 
HOMENAJE A SANTIAGO DE CHUCO
EN EL ANIVERSARIO DE SU FUNDACIÓN
 
 
 
PROGRAMA CULTURAL
 
PARTICIPACIÓN:
 
MANUEL VEJARANO
RAMÓN NORIEGA
MANUEL RUIZ PAREDES
FREDERIK SOTOMAYOR
ARMANDO AZCUÑA
TRIBUNA LIBRE
 
LUNES 3 DE NOVIEMBRE. 6:00 PM.
CASA MUSEO CÉSAR VALLEJO YNFANTES
JR. 1 DE JULIO 307. MAGDALENA DEL MAR
ALTURA DE LA IGLESIA DE LA VIRGEN
INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
AV. SUCRE CON JR. INDEPENDENCIA
 
*****
 
1 Y 2 DE NOVIEMBRE
 
 
DÍAS
DE LOS SANTOS
Y DIFUNTOS
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
MI
PRIMERA
MUERTE
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Para ella
no existo
 
Mi abuela Rosa todos los años es mayordoma y celebrante de la Fiesta de Cachulla una campiña florida donde cosecha almudes de trigo, maíz, alverjas.
Para ello lleva al cura para la misa y la procesión. Dona las mojigangas, la comida y los cohetes, también el almuerzo del día central y la chicha.
Y vamos con ella y mi madre, hasta ahora que tengo ocho años. Nunca viene mi padre, por supuesto, que se queda en casa.
Pero cuando mi madre se junta con mi abuela y sus hermanas, en casos como este, es otra persona que yo desconozco.
Y, peor aún, pese a lo linda y bonita que es, ya no es mi madre. Y siento en las conversaciones que ella tiene con sus hermanas y mi abuela que allí jamás cabría mi papá quien es puro sentimiento y verdad.
Y que jamás cabría yo tampoco, ni querría caber nunca allí. Y desde el caballo ricamente enjaezado en que voy montado le hablo.
Pero por más que trato de llamarle su atención para que me haga caso, siento que para ella no existo.
¿Tan tierna y amorosa como es conmigo siempre, ahora me ignora por completo?
 
2. Me quejo
otra vez
 
La conversación de mis tías siempre es fatua y vanidosa. Yo no sé qué hace mi mamá con ellas, tan fina y delicada como es.
Y tienen unos modales de grandeza y desprecio a los demás, que a cualquiera humillan.
Y yo veo espantado que mi mamá es igual. La veo como una señorita arrogante, vanidosa y frívola. La veo extraordinariamente linda, pero inmersa en un mundo que me produce vértigo, feliz de ir con ellas a una fiesta. Y grito:
Varias veces he tratado de llamar su atención y ella no me ha hecho caso. ¿Yo soy su hijo? Incluso me lastimo a propósito arrimando el caballo por las pencas con espinas puntiagudas.
Y me acerco a decirle casi llorando:
– Mamá, estoy sangrando.
Ha mirado mis heridas y me ha dicho que no son nada serio, que ya me va a calmar el dolor. Y otra vez se ha juntado con ellas a seguir su conversación:
– ¡Me duele mucho mamá! –Me quejo otra vez, impaciente.
 
3. El rumor
del río
 
Pero no me hace caso. Hasta que doy un aullido:
– ¡Mamá! ¿No me ves? ¡Estoy aquí!
Por la naturaleza de mi exclamación o alarido la caravana se detiene. Y todos voltean sorprendidos a mirarme.
Es un grupo numeroso donde van otros niños, empleadas, primas y primas; pero la corte mayor son mi abuela y sus hijas, mis tías. Y mi madre.
No va ningún varón adulto, porque así son las normas y costumbres, salvo los peones de la chacra, que van a pie.
– ¡Qué malcriado es este niño! ¿Así puede hablarse a una mamá? Yo me bajo y lo revuelco a fuetazos por entre las piedras y las espinas.
– ¡Yo me regreso a mi casa! –Digo.
Y salto de lo alto del caballo. Y sin mirarlas inicio el camino de regreso. Pero es de noche y todo es oscuro. Sólo se escucha el rumor del río que corre cerca.
– ¡Déjalo! –Escucho que dice mi abuela–. ¡Déjalo, a ver qué le pasa!
 
4. Y siento
que se van
 
Estoy con mi abrigo azul de botones dorados que me han puesto para ser recibidos en la comunidad como la comitiva oficial que llega a la fiesta.
Avanzo más, y ya en lo hondo de la oscuridad por fin escucho la voz que tanto esperaba. Y que es la voz verdadera de mi madre.
– ¡Hijo! ¡Hijito! –Pero ya es demasiado tarde:
– ¡Fredy, ven! ¡Yo te espero!
Aún peor, yo corro para alejarme.
– ¡Déjalo! ¡Déjalo que la bruja lo trague en la quebrada de Huarmaca! –Escucho que dice la voz de mi abuela. Y ya lejos todavía la oigo decir:
– ¡A ver si es tan valiente!
Yo sigo caminando.
– ¡Fredy!
– ¡Déjalo! O yo con este fuete del caballo le saco todo el mal genio que tiene. ¡Malcriado!
Y siento que se van. Que únicamente se han detenido un breve momento para seguir caminando en las altas y recias acémilas.
 
5. Se
ha ido
 
Yo me detengo en la oscuridad para escuchar si mi madre me sigue. Pero no. Al contrario, empiezo a sentir risas, que más me enfurecen. ¿Mi mamá, también se va con ellas y me deja?
Pero ya no veo nada. Ni tampoco espero. Se han ido. Siento que me alocan las risas de las personas.
Nuevamente he empezado a caminar pero la noche es lóbrega. Me guío más por la hendidura en el camino y los zarzales cuando rozan mi ropa. Desabotono mi abrigo y paso a paso sigo.
Tengo un carbón que me arde en el pecho, hasta hacerme sangrar por dentro.
Sin mirar ya hacia atrás, pensando únicamente en cómo atravesar la quebrada de Huarmaca y llegar a mi casa.
Avanzo y ya mis ojos algo siquiera divisan.
Mi madre se ha ido con sus hermanas y mi abuela, sin yo importarle. Y lloro.  Siento mi alma atravesada de un hondo dolor y de mortal desilusión.
 
6. Inmenso
y pavoroso
 
Y dispuesto a hacerme respetar frente a quien más quiero y adoro voy a llegar como sea hasta mi casa.
Allí encontraré a mi papá silbando o tocando su rondín que es lo que hace cuando está solo.
Pero me detengo. Ya se escucha el rumor de los arroyos de la quebrada de Huarmaca que producen espanto y temblor.
¿Si empiezo a correr alcanzaré a mi madre? ¿Y si me quedo a dormir aquí hasta que amanezca? Es mejor, porque me puedo caer al abismo. Me recuesto. Todo es húmedo y hace frío.
Me levanto y sigo caminando.
Mi única alternativa es cumplir lo que he dicho, regresar al pueblo y a mi casa.
Entraré y abrazaré a mi papá quien le alegrará al verme. Me abrazará contento de que alguien lo acompañe.
Y camino hasta detenerme buen rato al inicio de la quebrada. Todo es inmenso y pavoroso.
 
7. Un
hada
 
La quebrada de Huarmaca de día y acompañados da profundo respeto cruzarla. Y no la podemos mirar porque turba, da vértigo y horror.
Es como una herida del alma, profunda pero hermosa. Es un abismo cubierto de vegetación y caídas de agua, cubierta de flores como una capilla de muerto, un entierro o un catafalco.
Llena de flores silvestres, de naturaleza salvaje, de cascadas que se deslizan y desaparecen por su fondo inhallable.
Con un solo camino que hace dos, uno que viene hacia su centro y otro que de allí parte hacia afuera, extrañamente umbroso y húmedo por las plantas que dejan gotear allí sus lágrimas.
Un lugar embriagante, misterioso, lleno de ruidos salvajes, de chillidos, como de almas que sufren, en donde se juntan el infierno, la tierra y el cielo. Al principio de la curva me detengo y me quedo escuchando la noche insondable y recóndita.
Hay en el centro de la quebrada una cascada que los lugareños la temen. Y a la cual atribuyen el prodigio de ser un hada, un ángel, un demonio o una bruja, por eso nadie se atreve a caminar por aquí de noche.
 
8. Y hacia arriba,
¡lejos!
 
– ¡No la mires! –Dice la gente de día cuando pasa–. ¡Es malo mirarla! Es la bruja y puede seguirte.
Es un lugar que oprime, un orto, donde resuena aún más la frase de mi abuela hasta hacerse un látigo:
– ¡Déjalo! ¡Déjalo que la bruja lo trague en la quebrada de Huarmaca!
Pero ya la estoy cruzando, pisada a pisada. Camino cabizbajo y no levanto la mirada. Cada paso de mis pies pequeños tiene el peso del mundo, como si fueran siglos o milenios.
Siento que estoy en el centro, pero hay una fuerza ruda y envolvente que me impide avanzar.
Repentinamente todo se ilumina, como si se hubieran encendido todas las luces de la quebrada.
Se abre el camino y se cierra, se hace un vacío y caigo. Y me lleva en remolinos hacia abajo y hacia arriba, ¡lejos!
 
9. Y allí
me encontraron
 
¿Pero, por qué digo que allí yo he muerto?
Porque me he visto muerto. Porque he estado inerte. Y mi alma ha salido. Porque mi alma abandonó mi cuerpo. Porque vagaba por otros confines. Porque he ido por un mundo y otro mundo.
Digo que he muerto porque ha sido nítido, sereno y diáfano, como también solemne y fatal, en el límite de todo, como en verdad es la muerte.
Porque nadie estaba conmigo, porque me enfrentaba solo a ese cruce de caminos. Porque esta quebrada divide lo posible de lo imposible.
Porque no se puede cruzar algo como lo que yo crucé y seguir siendo el mismo y seguir vivo.
Pero salió alguien a atajarme y a decirme:
– Tú regresa. No es tu hora. Regresa.
Y he sido succionado otra vez por la vida. Y al no encontrar cabida he vuelto.
Y allí me encontraron yerto pero al otro día.
 
 
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