CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
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CALENDARIO
DE EFEMÉRIDES
DÍA MUNDIAL
DEL TURISMO
RESPONSABLE
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
TEJADOS
Y RESISTENCIA
ANDINA
Danilo Sánchez Lihón
1. Rayos
y truenos
Estamos a mediados de noviembre y ya comenzaron las lluvias en la serranía.
Tiene que llover y duro. Se descargan por eso relámpagos y truenos sucesivos desde el cielo.
Y
así tiene que ser, porque si no el año próximo sería un mal año para
las cosechas. Y si no lloviera imposible que se podría sembrar en esta
ocasión.
Yo estoy lejos, en un país extranjero. Y llamo a un pariente de mi pueblo a través de Radio Cordillera.
–
¡Sí, aquí Radio Cordillera! –Me contestan, pero la voz se oye lejana, o
es como si llegara desde fuera de este planeta, seguro porque está
lloviendo en las alturas–. ¿Aló? ¡No le escucho!
– ¿Ahora sí? ¡Aunque entrecortado por los rayos y truenos que están cayendo! Pero, ¡hable, le escucho!
2. Siento
la lluvia
–
No se escucha nada. –Oigo que se comentan decepcionados–. ¡Es que esta
es ya tempestad la que está cayendo! ¡Sube hijo pronto a poner un balde
en esa gotera! ¿Aló? ¿Aló?
Yo guardo silencio. ¡Una emoción profunda me invade y me transporta a los días de mi infancia!
Estiro
un brazo y siento la lluvia mojarme. ¡La lluvia, y nosotros protegidos
bajo la techumbre tenaz! Y me sumerjo en aquella evocación.
– ¿Aló? ¿Aló? ¡Se cortó la comunicación! –Escucho que dicen, y cuelgan.
Yo también cuelgo el teléfono, pero despacio y extasiado. ¡Aquí sufro bajo el sol calcinante!
¡Y, es invierno en mi tierra! ¡Y en toda la extensión de la serranía del mundo andino!
3. ¿Quién
las ve?
Es
por eso que en este tiempo de adhesiones a uno y otro personaje, en
este período de denominaciones acerca de cómo debe llamarse una y otra
cosa, yo propongo también junto a todas las otras propuestas, siquiera
por este breve período: ¡defender los tejados!
En
este período de reconocimientos y honores a este y al otro tótem,
nombro yo por lo menos en esta página solitaria y estremecida a mi
personaje de este tiempo, a ¡la teja!
¿Por
qué? Porque resiste heroica el embate del agua, el viento, la tierra y
el fuego que se descarga a través de los relámpagos.
Y
eso sencillamente es heroico, es un sacrificio callado, sin que nadie
lo vea, como el de las madres cuando nos acunan y se quedan en las
noches desveladas. ¿Quién las ve? ¡Nadie!
4. Subir
al terrado
¡Y
ni siquiera ellas mismas saben qué es abnegación, qué es renuncia y que
todo eso es sacrificio! Y, al contrario, lo hacen contentas, ¡y serían
desdichadas si no lo hicieran!
¡Y, ¡soportar los relámpagos y truenos que se descargan en mi lar nativo es espeluznante!
¡Y
supone un valor muy arduo y supremo interponerse entre nosotros que
dormimos apacibles y los cielos que se rompen horrendos y enfurecidos!
Claro,
hay que ayudarlas subiendo al terrado como en estos momentos hace el
niño obedeciendo a su padre y que yo he escuchado que le encargaba subir
al terrado.
Mientras yo me calcino en un continente extraño, lejos de mi querencia y del fogón de mi casa humilde.
5. Al
parecer
El
niño, –¡yo mismo he sido ese chiquillo!– ha ido a poner baldes donde se
ha producido un resquicio por donde el agua se cuela debido a que la
teja se han movido unos dedos destrenzándose de la hermana de al lado,
de arriba o de abajo.
Para
que cuando escampe y sea de día acomodar esa abertura, o a veces
rajadura, con un pedazo más grande o con una teja entera, quizá nueva si
hemos sido previsores de que las lluvias serán tempestades este año.
Pero,
¿qué sería si no las hubiéramos tenido ni siquiera a pedazos que han
esperado calmadas en algún recodo para que ocurra este momento de subir y
enfrentarse a las horas aciagas que se desatan?
Los tejados son bellos, ¡pero este es un argumento que al parecer no conmueve ni convence!
6. Mensaje
de identidad
Por
eso ahora apelo a su foja de servicios de heroicidad para defendernos
de las tormentas. Y frente a la proliferación de los horribles techos de
calamina que invadido mi pueblo desterrando de un plumazo a toda la
poesía del vate universal César Vallejo.
Porque
él menciona añorante a los tejados pero que jamás mencionó ni en sus
poemas ni en ningún otro sitio a la calamina. ¿Cómo entonces vamos a ser
Capital de la Poesía?
Aunque
muchos no hacen caso a mi reclamo, cual es que no hay que reemplazar la
teja por la calamina, hay también quienes reconocen de ella su valía.
Porque
además de su laboriosidad, la teja es signo y mensaje de identidad y de
algo más que es absolutamente moral: la resistencia del mundo andino.
7. Por
eso
Otros han esgrimido tres razones para decirme que de todos modos es ineludible reemplazar tejas por calaminas.
Hay
algunas casas e instituciones emblemáticas que ya cedieron a esta
conversión, e incluso la iglesia y la Municipalidad Provincial fue la
primera claudicante.
Así
el pueblo de César Vallejo decae en hermosura y originalidad. Y se
niega a sí mismo, porque: ¿cómo recitar ahora en Idilio muerto: "Y
llorará en las tejas un pájaro salvaje"?
Por
eso, quiero esta vez nuevamente reivindicar a la teja, que en estos
momentos soporta la tempestad que se descarga sobre los techos de mi
aldea.
Pero
más la defiendo por ser símbolo grandioso, como decía, de la
resistencia andina a la colonización cultural que nos viene desde las
grandes metrópolis de poder.
8. De vez
en cuando
Pero he aquí las razones que blanden contraponiéndolas a mi melancólico reclamo:
La
primera razón que aducen, quienes están en contra de conservarla, es
que los cohetes de la Fiesta del Patrón Santiago del mes de julio. Y en
general en todas las fiestas del pueblo, las rajan y hasta las hacen
estallar inmisericordes.
Esto
es: cuando las avellanas se lanzan al cielo hay algunas que no alcanzan
a subir hacia lo alto y culebrean yendo a reventar en cualquier tejado,
y si ese techo es de tejas se producen allí goteras.
Será un hecho casual –digo yo–, una incidencia que ocurre muy de vez en cuando. En realidad ocasional.
Pero
en estos momentos se desata sobre Santiago de Chuco una tempestad de
rayos y truenos, que es lo más bravo que se pueda imaginar.
9. ¿Qué
quieren?
Y, ¿acaso las tejas se han removido un ápice? ¿Pueden acaso los feroces relámpagos rajarlas? ¡No!
Pese
a su estruendo y furor jamás yo he visto una sola teja rajada por un
relámpago, pese a que a veces nos despiertan por la noche con su
estruendo, haciéndonos saltar en la cama.
Pero
la segunda razón que aducen es para mí descabellada. Para ceder en esta
humillación de reemplazar tejas por calamina arguyen que las tejas
pesan demasiado y cimbran la cumbrera y los aleros.
Y,
¿desde cuándo somos flojos los andinos que no cargamos peso si hasta
nos echamos el peso del mundo? Nosotros nos hacemos responsables de
todos los trabajos y hasta de los males que se han enseñoreado sobre la
faz de la tierra!
¡Dejen que las casas soporten peso como lo han tenido siempre, que eso las hacen fuertes y más humanas! ¿Qué quieren?
10. Cada
día
¿Que
sean leves, frágiles, triviales, como se ha consentido que lo sea la
gente de estos tiempos? ¡Que sigan siendo hondas, vastas y respetables,
por favor, señores!
Y
yo opino que eso está bien. ¡Que las cimbren, pues, porque eso les da
maternidad y sabiduría! Así es la vida. ¿Acaso, no es hermosa una
persona que revela que la vida ha dejado en su ser sus huellas?
Así
las tejas, soportan la lluvia, las tempestades, los relámpagos, así
como el sol inclemente y los vientos que ni siquiera las mueven.
Acaso,
¿hemos visto que los vientos las desplacen o agiten? A eso ayuda su
peso. ¿No es buena entonces también la gravedad en las circunstancias y
en el acontecer de cada día?
Pero,
sí en cambio las tejas son laboriosas, unidas y resistentes. Basta que
una de ellas falte para que se hunda y horade la casa.
11. Vida
nueva
La
tercera razón si no quiero comentarla siquiera, porque me parece
mezquina y hasta una traición. Aduce que la calamina es más barata.
Es
traición digo porque ella hay que comprarla de Trujillo. Siendo así ya
no hay trabajo para los alfareros de mi tierra. ¿Adónde va entonces ese
dinero? Hacia afuera.
No.
Seamos agradecidos con las tejas. Nos han salvado y nos salvan de la
conflagración que a ratos se desata en los cielos anubarrados.
Yo en verdad las siento como a muchachas arrobadas que encarnaran una vida misteriosa.
Y al reivindicar a la teja reivindicamos a la mujer quien soporta callada lo grave que hay en el mundo creando vida nueva.
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El texto anterior puede ser
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