viernes, 1 de agosto de 2014

1 DE AGOSTO, 1920: SUCESOS EN CHUCO - FOLIOS DE LA UTOPÍA: MAÑANA ARDE SANTIAGO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2014 AÑO
DE LA BATALLA DE LA LECTURA Y
ESCRITURA POR LA CONSTRUCCIÓN
DE UN MUNDO MEJOR
 
AGOSTO, MES DE LOS NIÑOS,
DE LA JUVENTUD, LAS COMETAS,
EL DEPORTE, EL FOLCLORE Y
DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 
 
*****
 
PRÓXIMAS ACTIVIDADES
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
 
ADHESIÓN
 
A LA PRESENTACIÓN
DEL POEMARIO
 
UTOPÍA
 
DE
LUIS GUTIÉRREZ MORALES
 
PANEL
CÉSAR CASTRO ALIAGA
DECANO DEL COLEGIO
DE BIBLIOTECÓLOGOS
 
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
PRESIDENTE
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
 
SÁBADO 2 DE AGOSTO. 7.15 PM
CASA DE LA LITERATURA PERUANA
 
*****
 
PRESENTACIÓN
DEL LIBRO
 
VOCES DEL ALMA
 
DE
MANUEL RUIZ PAREDES
 
PANEL
DE COMENTARISTAS
 
RAMÓN NORIEGA
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
JULIO YOVERA
 
CONDUCCIÓN
LUCY MARTÍNEZ
 
MARTES 5 DE AGOSTO. 6.30 PM
CASA DE LA LITERATURA PERUANA
 
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PRESENTACIÓN
DEL LIBRO:
 
INTENSIDD Y ALTURA
EN CÉSARVALLEJO
 
JUEVES 21 DE AGOSTO
 
CASA DE LA LITERATURA PERUANA
ANTIGUA ESTACIÓN DESAMPARADOS
AL COSTADO DEL PALACIO DE GOBIERNO
CENTRO HISTÓRICO DE LIMA
 
*****
 
1 DE AGOSTO, 1920
 
 
SUCESOS
EN
CHUCO
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 
 
MAÑANA
ARDE
SANTIAGO
 
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Absoluto
secreto
 
Son más de las nueve de la noche, que para Santiago de Chuco es hora honda, solemne y ya muy avanzada, en que la gente está recogida en sus camas. Y es posible que en la mayoría de casas sus moradores ya hayan conciliado profundamente el sueño.
 
Pedro Lozada siente respeto y cariño por don Gerardo Sánchez Mendocilla, propietario del fundo Chaguín, agricultor y ganadero próspero, por eso toca nerviosa, compulsiva y por tercera vez la puerta de la casa de su amigo en la calle Manco Cápac, en la parte alta del pueblo. 
 
– ¡Quién es! –contestan desde adentro, entre molestos, inquietos y preocupados en respuesta a los golpes vehementes de la puerta.
 
– Soy yo, don Gerardo. Soy yo, su amigo Pedro Lozada. –Se escucha decir desde afuera, pero pronunciando las palabras con una voz como si fuera resuello, como queriendo que nadie más se entere ni escuche nada.
 
Don Gerardo abre la puerta cautelosamente, con la lámpara en una mano. Y Pedro Lozada, le susurra sin dar un paso adelante, pero metiendo la cabeza hacia adentro, y bajando la voz hasta ser apenas aliento, cubriéndose  con una mano el lado de la boca para que no se expanda a la calle lo que va a decir, y con absoluto secreto:
 
– Don Gerardo, mañana no salga de su csa. Va a arder Santiago.
 
2. ¿Quién
es?
 
– ¿Qué?
– Mañana no salga por nada del mundo a la calle don Gerardo, porque mañana va a arder Santiago de Chuco.
 
– ¿Ah? ¿De qué se trata Pedro, que me has despertado siendo ya tan tarde?
 
– No puedo decirle más don Gerardo, pero ni bien pasa la procesión se va a desatar el infierno en el pueblo. 
 
Este aviso lo da a las nueve y trece minutos de la noche del 31 de julio del año 1920. Y tiene importancia porque se vincula con el amotinamiento de la gendarmería del lugar, con el saqueo e incendio de la casa comercial de Carlos Santa María Aranda, el asalto y destrucción de la oficina de correos y telégrafos, que ocurre al día siguiente, es decir hoy 1 de agosto, en plena Segunda Fiesta del Apóstol Santiago el Mayor. Y tiene que ver con todo aquello que motivó la persecución y el encarcelamiento posterior en Trujillo qu duró 112 días con sus noches, del poeta César Vallejo.
 
¿Pero quién es Pedro Lozada, apodado también e identificado como el "zambo Lozada?
 
3. Calmada
y tranquila villa
 
Es uno de los guardaespaldas de Héctor Vásquez Ruiz, propietario de tierras, activista político y hombre temible por su ofuscación.
 
Él, hace un año y medio ha hecho suya a Francisca, hija de don Vicente Jiménez, quien es Alcalde de la Provincia, hombre influyente y potentado en tierras agrícolas, quien recibe este episodio de su vida y en el seno de su familia como una afrenta, dando lugar a que desherede a su hija y sancione este percance con una decisión tajante y un anatema implacable:
 
– ¡Deja de ser mi hija quien se une con un sujeto como ése! 
 
Y esto lo exclama pese a que ambos son partidarios de la misma agrupación política, el leguiísmo, corriente que resulta perturbadora para los civilistas o “pardistas”, como Carlos Santa María, seguidores de José Pardo que constituyen una fuerza ya tradicional en esta casi siempre calmada y tranquila villa.
 
Ha transcurrido año y medio desde que el padre condenara así a su hija y por extensión a su no aceptada pareja: Héctor Vásquez Ruiz. Sin embargo, este no ceja en sus intentos para congraciarse con su rico y notable suegro o, para mejor decirlo, con el padre de quien es ya su mujer.
 
4. Oiga
usted
 
Pero ahora Héctor Vásquez Ruiz pasa y vuelve a pasar por la esquina donde está la tienda de don Carlos Santa María, comprobando que es cierto lo que sus ojos están viendo.
 
Se detiene con disimulo en la vereda de enfrente, tratando de avizorar todas las consecuencias que traerá la escena que acaba de percatarse que está aconteciendo. 
 
¿Qué es lo que han visto sus ojos y husmeado su olfato de ardilla? 
 
Que Carlos Santa María y el Jefe del Puesto de gendarmes, el alférez Carlos Dubois, beben y conversaban secretamente. 
 
El primero le sirve copa tras copa al segundo, a quien todo el tiempo le cuchichea algo al oído.
 
Ahora Héctor Vásquez espera en la esquina de la botica de don Luis Ruiz, el médico, para ver en qué termina esta evidente conspiración.
 
En un momento se acerca con disimulo a la puerta y escucha que Carlos Santa María le dice:
 
– ¡Ya ve, pues, alférez! Yo para pagarles a ustedes lo hacía de lo que me rinde esta tienda. ¡Era de la plata de este cajón de donde le pagaba sus haberes y emolumentos! ¡Y quiero decirle que de buena gana lo hacía, oiga usted!
 
5. Persecución
de por vida
 
– Ahora lo veo muy claro, don Carlos. –Responde Dubois– ¡Y pensar que a usted lo han tratado tan mal y de modo tan ingrato! Pero la política es así, oiga usted, como tiene sus altos tiene sus reveses.
 
– Yo para pagarles a ustedes no esperaba que llegue la plata de Trujillo a la gobernación, sino que de mi propio peculio lo hacía. ¡Y de buena gana, oiga usted! Tanto pagaba su sueldo como  el de sus subordinados.
 
– En cambio ahora nos morimos de hambre con Leguía y los ineptos que ocupan los cargos públicos. Usted sí era un buen Subprefecto don Carlos. ¡Puntual y bien amigo de sus amigos!
 
– Pero ahora, ¡vaya a ver si hace lo mismo el sordo y ferrocarrilero ese de Ladislao Meza y su camarilla, donde está coludida toda la familia Vallejo Mendoza, incluso ese su hermanito que dicen que es poeta! Vayan y ¡cóbrenle el sueldo que les tiene atrasado!
 
Era cierto. Ladislao Meza no oía y además trabajó de Comisario General del Ferrocarril de Chuquicara-Cajabamba. Fue Sargento Mayor y Subprefecto interino de Santiago de Chuco, desde el 26 de julio hasta el 24 de septiembre del año 1920, período en el cual sucedieron los hechos que motivaron que el poeta César Vallejo sufriera 112 días de cárcel en Trujillo y persecución de por vida.
 
6. Quiero dar
unas instrucciones
 
– ¡Qué desgracia es esta! ¡Ni fiesta hemos tenido, don Carlos! ¡Qué vida tan dura y amarga! ¡Y con lo sacrificada que es esta función! ¡Ni comida tienen nuestros hijos! 
 
– Pero, ¿por qué no van a reclamarle ahorita mismo? ¡He visto que ha pasado para abajo! ¡Debe estar ahí, en su oficina! ¡A ver si a ese sordo lo apoyan sus compinches de este pueblo! ¡Vaya, pues, y reclámele su paga! ¡A él y a la sarta de brutos que lo secundan! Y que se han puesto tan insolentes, oiga usted, con eso de la “Patria Nueva” de Leguía.
 
– No sabemos qué hacer don Carlos. Pero usted cuente con nuestro apoyo para lo que necesite.
 
– ¡Pero por ahora reclamen enérgicamente! ¡Vayan! Y de mi parte llévele estas botellitas de pisco a sus subalternos, como una prueba más de mi afecto, cariño y amistad.
 
Ahí fue cuando Héctor Vásquez Ruiz se retira en forma sigilosa y hace una señal a Pedro Lozada y al negro Pozú, que lo esperan a una cuadra, detrás de la botica de don Luis Ruiz.
 
Se le acercan, con toda prontitud y obsecuencia.
 
– ¡Vayan y reúnan corriendo a todos los nuestros, que quiero dar unas instrucciones precisas para mañana!
 
7. Se teme
semanas antes
 
Más tarde, cuando está reunida su gente de confianza, les dice: 
 
– ¡Se está azuzando a los gendarmes! Beberán mucho alcohol esta noche; mañana estarán exaltados y será un día en que va a correr mucha sangre y va a arder Santiago de Chuco. 
 
– Díganos qué hacer, jefe.
 
– Es un plan secreto.
 
– Pero ahora qué hacemos.
 
– Tú –le dice a uno de ellos–, anda avisa a don Vicente Jiménez de lo que está ocurriendo. Y al final le reiteras que es un mensaje que va de parte mía. “De su yerno”, le dices. ¿Entendido? ¡Así le dices, ah! Y no se te olvide de repetir mi nombre al final. Y de contarme después cuál ha sido su reacción al decirle: “De parte de su yerno”.
 
– Ya entendí.
 
– ¡Haber, repítelo!
 
– ¡De parte de su yerno Héctor Vásquez Ruiz!
 
– ¡Así le dices! ¡Corre!
 
8. Pero,
¿cómo?
 
De allí que después de deslizarse por la oscuridad de las calles, Pedro Lozada cree oportuno prevenir también a don Gerardo Sánchez Mendocilla, para que no salga a la calle el día siguiente, 1 de agosto de 1920, que se le bosqueja como un día muy peligroso. Hay evidencias de que tendrán lugar sucesos violentos, lo que se teme desde semanas antes, justamente para las fiestas patronales empezadas hace 15 días. 
 
Y ciertamente ocurrió lo que nunca había ocurrido antes ni volverá a ocurrir después: tres policías muertos y linchados que el pueblo arrastró por las calles y en cuyos cuerpos la gente introducía cuchillos o lo que fuera como si picara un chancho. Un ciudadano notable, don Antonio Ciudad, muerto con el cráneo destapado y esparcido en la pared de la casa de don Santiago Calderón que queda enfrente de la cárcel donde ocurrieron al principio estos sucesos.
 
El incendio total de la mejor tienda comercial de la provincia y su almacén abarrotado de productos, afectando las llamas a cinco casas que igualmente fueron devoradas por el fuego. Destrucción de la Oficina de Correos y Telégrafos, todo esto en plena fiesta del Apóstol Santiago el Mayor, con los tabladillos de la corrida de toros ya para comenzar y armados en plena Plaza de Armas. Sucesos que costaron 112 días de cárcel al poeta César Vallejo Mendoza quien estuvo presente y delante de estos acontecimientos. Pero, ¿cómo?
 
 
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