CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
2014 AÑO
DE LA BATALLA DE LA LECTURA Y
ESCRITURA POR LA CONSTRUCCIÓN
DE UN MUNDO MEJOR
ENERO, MES DE LA DEFENSA DE LIMA
DEL NACIMIENTO DE ARGUEDAS, HERAUD
Y LOS PARADIGMAS DE MACHUPICCHU
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
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ADHESIONES A CAPULÍ
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
PIEDRA ANGULAR
EN LA CONSTRUCCIÓN
DE UNA GRAN NACIÓN
Roberto J. Beltrán
Capulí, Vallejo y su Tierra es una institución singular. Diría, sin temor a equivocarme, única en el escenario cultural de nuestra patria.
Es la vanguardia de un movimiento llamado a sacudir nuestra conciencia de peruanos para que nos reconozcamos como herederos de un conglomerado de pueblos que a lo largo de milenios dio muestras de inteligencia, amor por el trabajo, organización y cooperación, haciendo uso de una capacidad de relación entre personas y pueblos que la actual diplomacia quisiera tener.
Capulí Vallejo y su Tierra nos dice con la voz que hace eco en nuestras imponentes montañas, extensos arenales, ricos mares y selvas umbrosas que somos un gran pueblo y que nuestro destino puede ser de felicidad para todos si nos proponemos.
Capulí, Vallejo y su Tierra no es una simple asociación, es el germen vivo de un movimiento que tiene el potencial de mover nuestras inteligencias y sentimientos para contribuir cada uno y todos juntos al desarrollo de la patria.
Constituye piedra angular en la construcción de una gran nación, articulación de muchas naciones, lenguas, culturas, visiones del hombre, del mundo y del cosmos. Nación de una riqueza de la cual debemos sentir un enorme orgullo.
Nos brinda una profunda emoción y fuerza para que entreguemos nuestro trabajo al servicio de nuestros hermanos cualquiera sea su color, sus creencias, su lengua, sus costumbres y tradiciones.
Reconozcamos en Capulí, Vallejo y su Tierra un camino que hay que hacer hacia la construcción de la sólida unidad nacional que a todos nos convoca.
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RESERVA
TAMBOPATA
CANDAMO
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
LA GUERRA
DE LOS
ANIMALES
Danilo Sánchez Lihón
1. Nadie sabía
Hubo un tiempo en que todos los animales de la selva estaban en guerra.
Pero casi nadie sabía porqué. Ni se Interesaban en saberlo.
Lo único que recordaban es que quienes Iniciaron la contienda fueron los pumas y los sapos.
Pero no se conoce cómo pudo suceder una reyerta entre quienes habitan en las charcas y los otros quienes habitan en las cuevas envueltos por la maleza.
Existe sólo un rumor, una versión de cómo empezó esta pelea.
Cuentan que...
Una hermosa mañana de sol un puma se acercó a la orilla del río Zambía.
2. Dos bandos
Fue a tomar agua y sin querer pisó la cabeza a un sapo que se encontraba soleándose sobre la hierba.
Éste alzando la voz le increpó:
– Oiga. ¿No ve dónde pone la manaza cochina?
A lo que el puma volteó y de un golpe lo empujó al agua diciendo:
– ¡Mentecato! ¿No sabes que cuando bajo a beber, bichos como tú deben esconderse y desaparecer en el pantano?
Entonces el sapo lleno de ira lo escupió en la cara.
Eso dicen.
Como el puma no pudo cogerlo, ambos se fueron muy resentidos a contarles a sus paisanos.
Y empezaron a formarse dos bandos.
3. Pequeños y grandes
A quienes los sapos primero llevaron sus quejas fue a los grillos, sus parientes y vecinos.
Los pumas se lamentaron ante sus hermanos, los que inmediatamente salieron y cazaron a varios sapitos a quienes dieron una muerte atroz creyendo escarmentar así la ofensa cometida.
Los sapos entonces piden el apoyo de los tábanos, que juraron día y noche zumbar en el aire maltratando a los pumas.
Logran también la adhesión de las arañas, que apresuradas y silenciosas empezaron a tejer sus telas cual trampas fatales.
Y ganan a las avispas, que en grupos pequeños atacaron haciendo imposible la vida de los felinos.
4. Pactos y adhesiones
Por su lado, los pumas consiguieron lo participación de los lobos, añases y sajinos.
De los armadillos que pueblan el bosque y de las culebras.
Lograron el apoyo de las sachavacas y los cocodrilos, que extasiados con lo idea de lo guerra dieron zambullidos y chapoteos que mermaron las aguas de los ríos.
Algo caracterizaba o los dos bandos:
Por el lado de los sapos se unían cada vez más los animales pequeños, insignificantes, invisibles, que se agrupaban en los territorios bajos como llanuras y orillas de lagunas y ríos.
Con los pumas se asociaban los animales cada vez más grandes, poderosos y terribles, que se iban concentrando en las regiones altas como montes y cumbres de montañas.
5. Día a día
Día a día nuevas especies se iban plegando a uno y otro partido.
Los sapos atrajeron para sí a las hormigas.
Alacranes, pirañas y tarántulas les declararon sus simpatías.
También le dieron su apoyo los zancudos que combaten en las noches y las luciérnagas que iluminan u oscurecen los caminos.
Pidieron el auxilio de las temibles chlcharro machacos (culebras voladoras) cuyo veneno en pocos segundos trae la muerte.
No paró allí el asunto, porque monos, osos y jabalíes declararon su Ingreso a la guerra al lado de los pumas, adhesión con la cual creyeron tener la victoria frente a los insolentes batracios y sus seguidores.
6. Así se anduvo
Una época de destrucción y muerte Imperó en la selva.
Sucedían actos de pillaje, violación de soberanía, crímenes, violencia de todos los días.
Los animales grandes andaban ufanos, bulliciosos y agresivos, pisando la cabeza a los pequeños que vivían escondiéndose, asustados, sembrando de piedras y espinas el sendero de los enormes.
Tanta era la discordia que se invadían nidos, se anegaban madrigueras, se envenenaban lagunas y ríos.
La selva se venía abajo con este enfrentamiento.
Nadie quería juzgar la naturaleza de la ofensa ni admitir ventaja a los contrarios.
Animales de uno y otro bando se agredían por quítame estas pajas.
Así se anduvo por mucho tiempo.
7. La propuesta
Felizmente un día, en un momento de lucidez, una anciana tortuga presentó una sugerencia:
– Que animales elegidos por cada bando peleen y definan de una vez esta contienda. –Dijo.
Los grandes escucharon y aplaudieron rabiosamente esta propuesta.
Los pequeños se consultaron entre sí y luego de una corta deliberación también aceptaron la idea.
Pronto en el lado de los grandes se llevaron a cabo varias reuniones en donde unos y otros se disputaban salir elegidos, hecho que les aseguraba un triunfo rotundo y consecuentemente la gloria.
8. Para ponerse
a salvo
Cada animal argumentaba tener más fuerza y audacia para vencer a los contrarios.
El primero en disputar el puesto fue el cocodrilo que, con voz ronca y lengua pastosa, vociferó:
– Creo ser el rival indicado.
– ¡Deja primero de mover tu cola que fastidias! –Se atrevió a decir el mono que apenas veía colgado en una rama.
– ¿Quéee? –Frunció las cejas el saurio.
– ¡La verdad! Tú no asustarías a nadie. Eres muy pesado para pelear.
Al escuchar esto la bestia llena de furia dio un golpe con la cola que derribó el árbol donde se mecía el incauto, y de donde apenas salieron volando las aves para ponerse a salvo.
9. La elección
Entonces se deslizó una terrible culebra de lomo pintado como si fuera mariposa. Y haciendo centellear sus ojos entre la concurrencia, habló casi silbando:
– ¿Quién resiste el hechizo de mi mirada? ¿Quién mi veneno que ciega con la muerte?
E hizo castañetear los dientes de los venados que asustados echaron a correr por campo traviesa.
– ¡Basta!
Gruñó, irguiéndose majestuoso el otorongo.
– ¡Basta, repito!
Se afiló las uñas en las piedras y sin mirar a nadie continuó:
– Acábese por fin esta ridícula pelea.
– Shhh... –Callaron todos.
10. Sonrió con desprecio
– ¿Quién es capaz entre los presentes de disputar supremacía al Señor Otorongo?
– Shhh... –Nadie.
– ¿Quién? –Bramó con más fuerza
Dio un salto y se paseó mirando fijamente a cada uno de los asistentes.
Nadie osó murmurar ni siquiera respirar. Menos oponerse a lo dicho por tan imponente Señor.
Consecuentemente, quedó proclamado él mismo como representante, sin que nadie se atreviera a decir ésta boca es mía.
Al terminar la asamblea sonrió con desprecio saboreando su hazaña.
Y allí se quedó, moviendo la cola de uno a otro lado, y torciendo con calma sus mostachos.
11. Un secreto
En el bando de los sapos todos estaban en silencio.
A los pequeños se los veía correr de un lado paro otro, agachados, como llevando o trayendo algo.
Nada se sabía del modo cómo procederían en la elección, ni quién sería el rival capaz de enfrentar al otorongo.
Un secreto sordo, uno oscuridad tupida como la noche de la selva.
Una sombra intrincada como la maraña que hacen lianas, flores y árboles cubrió el nombre del combatiente.
Tampoco en la tienda de los grandes se preocuparon en absoluto en averiguarlo.
12. Una gran fiesta
Mientras...
Contingentes de uno y otro bando limpiaban el campo, quitaban las hojas, medían linderos.
Entre unos y otros se ayudaban para reservarse el mejor sitio.
En sus casas ensayaban a vestir el mejor traje.
Los grandes preparaban una gran fiesta para celebrar la victoria y recibir al héroe.
Enormes cantidades de masato, taperibá, viandas de distintas especies se llevaban hacia el lugar de la celebración.
Las orquestas de músicos tenían contrato para toda la noche y el amanecer del día siguiente.
13. Estaban alegres
El día acordado, desde las primeras horas de la mañana los alrededores de la chacra se fueron llenando de animales que tomaban ubicación en los árboles, montes cercanos, ríos y maleza.
En poco tiempo los contornos estuvieron cubiertos de garzas, monos, patos, majás.
Por allí andaban jabalíes, pelejos y culebras. Los peces se acercaron hasta una pequeña laguna donde se juntaron también los lagartos.
Había enorme entusiasmo en los grandes y nerviosismo en los pequeños.
Era en verdad un gran acontecimiento, era por fin el término de la guerra.
Todos estaban alegres, como no sucedía desde hacia tiempo. Se daban la mano y se saludaban atentos.
14. La hora
Y la hora Indicada llego.
Sin dejarse esperar saltó ágilmente el otorongo desprendiéndose desde una inmensa rama.
Vestía para el efecto sus mejores galas.
Hubo una cerrada ovación y gritos de júbilo de parte de sus aliados.
En respuesta él hizo varias piruetas en el aire, que arrancaron aplausos de toda la concurrencia.
Un rato estuvo haciendo reír con sus ejercicios.
15. Y se rió jactancioso
Ya todos miraban a uno y otro lado para ver aparecer al desconocido adversario de tan importante rival.
Pero no se producía movimiento especial en ningún costado.
Los sapos, ocultos bajo la hierba, no osaban asomar la cara.
Los peces tenían una expresión indescifrable.
Las hormigas hundían la cabeza en el suelo como si rezaran.
Pasados unos minutos, que parecían eternos, dijo el otorongo con sorna.
– ¿Me tienen miedo los del bando contrario que no envían a su representante?
Y se rió jactancioso.
16. El Instante
En ese mismo instante sintió en la parte más sensible de la entre pierna un tremendo pinchazo.
Volteó con furia y se desgarró la piel con las uñas.
Luego le dolió la picazón en los testes.
Volteó ágil como un rayo e introdujo les garras en esas partes.
Pronto sufrió el ardor en el ano adonde dio una vuelta en redondo queriendo alcanzarse con los dientes.
Su contendor era la diminuta isula, armada de su filuda saeta.
Ahora corría de un lado a otro por la panza y el lomo del otorongo, asestándole picaduras que se hinchaban como volcanes.
17. De boca en boca
En pocos minutos el gigante se ahogaba en su propia sangre.
Lo concurrencia estaba atónita, parecía que el otorongo había enloquecido bajo el efecto de algún brebaje, urdido por los sibilinos sapos.
Pero éstos, alzando la cabeza, dijeron el nombre del luchador:
– Es la isula.
– ¡Es la isula!
Voz que empezó a correr de boca en boca por todas las comarcas.
Mientras, el otorongo giraba como envuelto en llamas, se elevaba y caía, manoteando el viento.
Sus gruñidos retorcían árboles lejanos.
18. Desde un alto guayabo
Vuelto contra sí garras y dientes derramaba espuma, se arrancaba el pellejo.
La isula en tanto ya se arrastraba por el pescuezo. Y llegaba hacia la cabeza.
Al posar cerca de la oreja barrenó su espada.
El otorongo se llevó con fuerza indómita las manos que le hicieron profundas heridas.
Ya en el borde del ojo la isula pinchó certeramente en la pupila de su enemigo.
Un alarido desgarrador hizo caer a varias cacatúas desde un alto guayabo.
El dolor lo lanzó al suelo.
19. Le pareció ser su madre
Instante que aprovechó el pequeño animal para saltar al otro párpado donde clavó su saeta.
Lo hizo justo en el centro de la pequeña luz aún abierta en el ojo del felino.
Este vio el sol que rodaba hasta quedarse enredado en las zarzas de sus pestañas tiesas.
Escuchó el tenue aleteo de las garzas alzando el vuelo para ausentarse. El sabor dulce de la sangre en su lengua le pareció a su madre, cuando retozaba con ella y que salía a su encuentro.
Y se abandonó suave e infinitamente en su recuerdo.
Animales de uno y otro lado contemplaron cómo se desplomaba pesadamente en el suelo.
Vieron cómo se torcía con las patas encogidas y vueltas hacia arriba.
20. Banderas blancas
En ese momento la isula, alzando su lanza guerrera gritó a todo pulmón dando estas consignas:
– ¡Hormigas, a las barrigas!
– ¡Abejas, a las orejas!
– ¡Alacranes y piojos, a los ojos!
– ¡Arañas, a las entrañas!
Los animales grandes sintieron aguijones, ardores, punzadas y empezaron a correr, a revolcarse, a dar de saltos, a arañarse. Unos bufaban, otros se lanzaban al agua, otros ya espumaban.
– ¡Paz! ¡Paz! ¡Paz! –Empezaron a gritar.
– ¡Rendición! ¡Perdón! –Y aparecieron por aquí y por allá banderas blancas.
Y menudearon las súplicas y los ruegos. La isula alzando su zaeta gritó:
– ¡Basta! ¡Basta!
EPÍLOGO
La tierra, el agua, el sol y las estrellas
Así se alcanzó la paz en estos parajes y contornos. Volvieron otra vez a tejerse nidos, trenzarse madrigueras y alzarse cubiles. Volvieron a organizarse comunidades y a edificarse pueblos y ciudades.
Los grandes dejaron de abusar de los pequeños. Así volvió a reinar la paz. Y fue una armonía radiante, hermosa y fraterna. Todos se dedicaron a construir, a prosperar y ser felices
Los grandes aprendieron a aceptar que todos tienen un lugar que debemos respetar y una dignidad que debemos defender. Los pequeños lograron que se les respete, volviendo a ser amigos de los grandes:
– ¡Hola tapir, que estupenda veo a tu trompa y brillante tu pelaje!
– ¡Hola caracolito, son lindos tus cachitos!
Así se restituyó la armonía entre el sol, la luna, las estrellas y cometas del universo con las piedras, el agua, el fuego y el viento. Y, entre todos, con los seres vivientes del planeta. Y un canto de amistad se escucha en todo el ámbito de la faz de la tierra.
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CONVOCATORIA
XV ENCUENTRO INTERNACIONAL
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
TELÚRICA DE MAYO, 2014
LIMA:
MARTES 20
Y MIÉRCOLES 21
TRUJILLO:
JUEVES 22
SANTIAGO DE CHUCO:
VIERNES 23
SÁBADO 24
Y DOMINGO 25
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