Y LA NARRATIVA CAJAMARQUINA
Por: Guillermo Bazán Becerra (*)
Esta novela marca un verdadero hito en la narrativa cajamarquina. Un honor para mí haber participado de algún modo en el proceso de su edición, gracias a su autor.
Está cargada de sentimiento, de añoranza, de ese pesar que desde el corazón y el recuerdo cargamos y que al paso del tiempo crece tanto; como sus raíces se profundizan con cada día... como si cada uno de los que debemos llevar ese kipe fuéramos otro Segundo Candia, no triturando la caña en el trapiche, sino pagando la deuda que nuestros recuerdos y afectos reclaman en ese infinito círculo en que debemos estar "anda y anda, camina y camina", hasta que nuestro propio ocaso nos llame a descansar de esta diaria agonía.
Esta es una novela que mezcla de manera perfecta la vida inocente del niño rodeado de amor y felicidad, de sueños y de ilusiones, con la del hombre que tuvo que partir y retorna sólo para multiplicar el dolor por lo perdido... y volver a irse, sabe Dios hasta cuándo.
Sin duda nuestros ojos se convertirán en la seña notoria que demuestre que la hemos leído de verdad; si ello no ocurre, es que sólo habremos pasado superficialmente la mirada por sus renglones.
Esta historia es no sólo para entretener sino para conmover y no sólo para conocerla desde la orilla, sino para meternos en ella y ser otra de sus partes vivas en el ambiente campesino, aparentemente sencillo pero cargado de todas las emociones y sentimientos.
Mi felicitación sin retaceos a Fransiles, maestro ya en la poética y narrativa.
Guillermo Alfonso Bazán Becerra
(*) Profesor Universitario
Presidente de Casa de la Cultura "María de Nazaret", Cajamarca
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