CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
ABRIL:
MES DE LA PALABRA, LA CREATIVIDAD LITERARIA E
INMORTALIDAD DE CÉSAR VALLEJO
PEREGRINACIÓN A LA TIERRA DE VALLEJO:
ENTRE EL 27 Y 29 DE MAYO EN SANTIAGO DE CHUCO
SÁBADO 9 DE ABRIL 12 M.
ÁGAPE VALLEJO
ACTIVIDADES:
1. El Aula Capulí del día sábado 9 de abril no se realizará en nuestro local institucional de Miraflores, sino en La Molina. Una comisión especial tiene a su cargo la organización del Ágape Vallejo.
2. El viernes 15 de abril a las 11 AM, Día de la Inmortalidad de César Vallejo, convocamos al homenaje que le rendiremos en el monumento a su memoria, en Lima: Jr.Huancavelica, tercera cuadra, frente al Teatro Segura.
Teléfonos Capulí: 420-3343 y 420-3860
planlector@hotmail.com
oooOooo
PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA
ABRIL EN EL MUNDO ANDINO
Por Danilo Sánchez Lihón
1. Envueltos en ponchos y rebozos
Abril es mes fecundo, dulce y transido, en el mundo andino.
Después de haber permanecido sumergidos bajo torrentes de lluvias, vemos pasar los rebaños apurados de neblina que atraviesan por entre las casas, trepan las colinas, suben hacia las jalcas viniendo de la hondonada y se pierden en las punas infinitas. Entonces suspiramos aliviados.
Las últimas pastoras de estas manadas enredan sus rebozos desflecados en los aleros de las tejas que aún lagrimean ensimismadas de tantos cántaros de agua arrojados a sus pechos de madres extasiadas. A lo lejos mugen las ovejas y becerros en los rediles.
A ratos nos arrimamos al fogón de las cocinas, envueltos en ponchos y rebozos aldeanos. Pero hoy ha salido un sol radiante que descubre un universo donde cada hoja y grumo de tierra brilla, relumbra y es nuevo.
Entonces nos atrevemos a incursionar hacia el mundo de afuera, abriendo la puerta de calle, arrimando montículos de barro, y arriesgamos nuestros primeros pasos hacia las veredas humedecidas.
Y aunque los barrizales lo invaden y anegan todo, sabemos que hora tras hora no cesará de orear, hasta hacer otra vez un mundo consistente, seguro e impávido.
2. Es fecundo
Abril es mes fecundo, dulce y transido, en el mundo andino.
Es fecundo, porque en él todo se despereza, despierta y estalla en brote, mies o retoño.
Hay calles por las cuales no se puede transitar todavía, porque bajan aún por ellas desbordados los torrentes y se deslizan repletas las acequias.
Otras donde la yerba ha invadido los senderos por donde antes íbamos y veníamos y que tenía el registro de nuestros pasos y en ellos nuestros latidos.
En otras aceras y calzadas crecen juncos, helechos y geranios. Y hasta en los muros y en lo alto de los techos hay plantas que asoman colmadas de flores. Es la vida que pugna por abrirse y se erige, surge desde adentro; que estuvo oculta y hoy aflora.
Salimos. Entre piedra y piedra de la vereda crece alguna yema, y entre todas emiten un vaho hondo y fragante.
Es la naturaleza que se renueva y que para abril germina. Hay miríadas de esporas en torno a un cactus, a un maguey, a un charco de agua.
Los techos de las casas florecen, sea de tallos que se elevan, sea de esa flor que se pega a la superficie oblonga de las tejas, que se extiende como un musgo blanco verdoso y que nosotros llamamos con el nombre de flor de piedra.
Los árboles, antes cortados, se llenan de brotes nuevos. Es difícil respirar, porque todo absorbe y exhala su aliento de mundo que nace y que principia.
3. Es dulce
Abril es dulce porque hoy hemos salido contigo a las colinas altas y todo desde aquí es transparente.
Porque han calmado las tempestades y avalanchas de marzo, los cierzos y barrizales inclementes.
En las faldas de los cerros el aroma penetrante del anís se extiende por todos los contornos.
Y tú –para perennizar aun más el paisaje con su incienso– arrancas y exprimes una sola de esas ramas cargada de sus pequeñas flores blancas, de que se cubren los campos.
– ¡Se huele así, para nunca olvidarse! –Me adviertes.
Y, apenas inclinada, llevando en tus hombros tu leve rebozo de niña, frotas las hojas con sus capullos y haces que yo huela esa fragancia en el hueco de tus manos.
Y entonces allí es donde me convenzo que se concentra todo: el antes y el ahora, el ahora y el después; los valles profundos, los ríos caudalosos y serpenteantes como también los riscos lejanos con sus nieves eternas.
4. Lo callé o lo dije
Allí, en el hueco de tus manos están contenidos, junto a los soles extasiados, las lunas bogando en lo alto del cielo.
Así como las penas, que ni se dicen ni se cuentan, sino que se quedan encerradas en un cuenco de plata, como este que han hecho ahora y para siempre tus dos manos que se curvan.
Que lo hiciste para que yo nunca más me libre de ellas, ni en mis sueños ni en la vigilia. Y que arrastro lacerado sus cadenas por todos los caminos.
El olor del anís, no como infusión o mate sino en el campo, a pulmón abierto, lleno de tus gestos y tu falda de niña, en la taza de tus manos curvadas, me embriagó con su aroma eterno hiriéndome de muerte.
Y ahora es lo único que estoy seguro llevaré de este a otros mundos, por donde caminaré con tus manos dobladas hacia mi frente. Era cierto que embruja y la demostración es esta pena.
Y aquello que sólo en ese instante se pudo soñar y decir. Aquello que esperabas que yo diga y sufro en no saber si lo callé o lo dije.
Sufro en pensar que no podré decirlo nunca, ahora que ha quedado confundido a la profundidad del momento, a la hondonada y al paisaje de la tarde.
5. Es transido
Abril es mes transido porque en él se celebra la Semana Santa, atroz y compungida.
Porque en este mes Jesús otra vez es coronado de espinas y atravesado de su lanza por Longinos. Y nosotros lo vivimos a cada paso porque lo vemos en la representación que se hace en la iglesia.
Es mes transido porque en este mes murió en París César Vallejo. Y “le pegaban todos sin que él les haga nada; le daban duro con un palo y duro también con una soga; son testigos los días jueves y los huesos húmeros, la soledad, la lluvia, los caminos...”.
Porque este es el mes en que nació mi hermana Sofía. Y cuando escuchamos sus primeros gritos de recién nacida y se fueron haciendo más calmados y distantes los gritos de mamá en la habitación estremecida, el penitente a esa hora de la madrugada se azotaba al pie del balcón de nuestra casa.
Era Viernes Santo, y papá siempre recordaba que al salir a buscar yerbas que alivian, y toparse con él, le dio la disciplina para que se azote. Y tuvo que hacerlo arrodillado frente a su propia casa.
Y se preguntaba constantemente: ¿Qué significado oculto hay en todo esto? ¿Y, por qué tuvo el penitente que estar detenido bajo el balcón de nuestra casa?
6. Al fin llegas
Abril finalmente es volver a la escuela. Pero en esto cedo la palabra a mi paisano, el poeta Inti Túpac, alma intensa y trémula, educador inspirado y, como yo, sufrido amante de mi tierra; quien en sus libros ya inhallables: “Canta pajarillo”, “Inti Raymi” y “Canto de Navidad”, cultivó una literatura diáfana y encantada, de cedrón, yerba buena y toronjil, diciendo así:
PRIMOROSO ABRIL
Al fin, al fin llegas,
primoroso Abril...;
mis puertas abiertas
tengo para ti.
Cuántas flores traes,
¡cuántas!,... un sin fin...
perfumes qué suaves...!,
dicha de vivir...!
Pasa, pasa, pasa...
ven para reír.
Dame aquí tu carga,
Ven, siéntate aquí.
Febrero fue largo;
Marzo, ¡qué decir!;
el frío, muy malo;
constante el sufrir.
Más no esperé en vano...
¡Llegaste, por fin!
¡Cuánto sol, oh, cuánto
traes para mí...!
¡Qué trinos más dulces
vienen junto a ti;
cantares, runrunes...
todo lo feliz...
El río cantando
también viene aquí;
y el verdor del prado
más verde es por ti!
¡Ah! Ya no te vayas,
delicioso Abril...
a mi Escuela amada
vente junto a mí.
Allí jugaremos
riendo sin fin,...
sin fríos inviernos,
en fresco pensil.
Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente
Abril es mes fecundo, dulce y transido, en el mundo andino.
Después de haber permanecido sumergidos bajo torrentes de lluvias, vemos pasar los rebaños apurados de neblina que atraviesan por entre las casas, trepan las colinas, suben hacia las jalcas viniendo de la hondonada y se pierden en las punas infinitas. Entonces suspiramos aliviados.
Las últimas pastoras de estas manadas enredan sus rebozos desflecados en los aleros de las tejas que aún lagrimean ensimismadas de tantos cántaros de agua arrojados a sus pechos de madres extasiadas. A lo lejos mugen las ovejas y becerros en los rediles.
A ratos nos arrimamos al fogón de las cocinas, envueltos en ponchos y rebozos aldeanos. Pero hoy ha salido un sol radiante que descubre un universo donde cada hoja y grumo de tierra brilla, relumbra y es nuevo.
Entonces nos atrevemos a incursionar hacia el mundo de afuera, abriendo la puerta de calle, arrimando montículos de barro, y arriesgamos nuestros primeros pasos hacia las veredas humedecidas.
Y aunque los barrizales lo invaden y anegan todo, sabemos que hora tras hora no cesará de orear, hasta hacer otra vez un mundo consistente, seguro e impávido.
2. Es fecundo
Abril es mes fecundo, dulce y transido, en el mundo andino.
Es fecundo, porque en él todo se despereza, despierta y estalla en brote, mies o retoño.
Hay calles por las cuales no se puede transitar todavía, porque bajan aún por ellas desbordados los torrentes y se deslizan repletas las acequias.
Otras donde la yerba ha invadido los senderos por donde antes íbamos y veníamos y que tenía el registro de nuestros pasos y en ellos nuestros latidos.
En otras aceras y calzadas crecen juncos, helechos y geranios. Y hasta en los muros y en lo alto de los techos hay plantas que asoman colmadas de flores. Es la vida que pugna por abrirse y se erige, surge desde adentro; que estuvo oculta y hoy aflora.
Salimos. Entre piedra y piedra de la vereda crece alguna yema, y entre todas emiten un vaho hondo y fragante.
Es la naturaleza que se renueva y que para abril germina. Hay miríadas de esporas en torno a un cactus, a un maguey, a un charco de agua.
Los techos de las casas florecen, sea de tallos que se elevan, sea de esa flor que se pega a la superficie oblonga de las tejas, que se extiende como un musgo blanco verdoso y que nosotros llamamos con el nombre de flor de piedra.
Los árboles, antes cortados, se llenan de brotes nuevos. Es difícil respirar, porque todo absorbe y exhala su aliento de mundo que nace y que principia.
3. Es dulce
Abril es dulce porque hoy hemos salido contigo a las colinas altas y todo desde aquí es transparente.
Porque han calmado las tempestades y avalanchas de marzo, los cierzos y barrizales inclementes.
En las faldas de los cerros el aroma penetrante del anís se extiende por todos los contornos.
Y tú –para perennizar aun más el paisaje con su incienso– arrancas y exprimes una sola de esas ramas cargada de sus pequeñas flores blancas, de que se cubren los campos.
– ¡Se huele así, para nunca olvidarse! –Me adviertes.
Y, apenas inclinada, llevando en tus hombros tu leve rebozo de niña, frotas las hojas con sus capullos y haces que yo huela esa fragancia en el hueco de tus manos.
Y entonces allí es donde me convenzo que se concentra todo: el antes y el ahora, el ahora y el después; los valles profundos, los ríos caudalosos y serpenteantes como también los riscos lejanos con sus nieves eternas.
4. Lo callé o lo dije
Allí, en el hueco de tus manos están contenidos, junto a los soles extasiados, las lunas bogando en lo alto del cielo.
Así como las penas, que ni se dicen ni se cuentan, sino que se quedan encerradas en un cuenco de plata, como este que han hecho ahora y para siempre tus dos manos que se curvan.
Que lo hiciste para que yo nunca más me libre de ellas, ni en mis sueños ni en la vigilia. Y que arrastro lacerado sus cadenas por todos los caminos.
El olor del anís, no como infusión o mate sino en el campo, a pulmón abierto, lleno de tus gestos y tu falda de niña, en la taza de tus manos curvadas, me embriagó con su aroma eterno hiriéndome de muerte.
Y ahora es lo único que estoy seguro llevaré de este a otros mundos, por donde caminaré con tus manos dobladas hacia mi frente. Era cierto que embruja y la demostración es esta pena.
Y aquello que sólo en ese instante se pudo soñar y decir. Aquello que esperabas que yo diga y sufro en no saber si lo callé o lo dije.
Sufro en pensar que no podré decirlo nunca, ahora que ha quedado confundido a la profundidad del momento, a la hondonada y al paisaje de la tarde.
5. Es transido
Abril es mes transido porque en él se celebra la Semana Santa, atroz y compungida.
Porque en este mes Jesús otra vez es coronado de espinas y atravesado de su lanza por Longinos. Y nosotros lo vivimos a cada paso porque lo vemos en la representación que se hace en la iglesia.
Es mes transido porque en este mes murió en París César Vallejo. Y “le pegaban todos sin que él les haga nada; le daban duro con un palo y duro también con una soga; son testigos los días jueves y los huesos húmeros, la soledad, la lluvia, los caminos...”.
Porque este es el mes en que nació mi hermana Sofía. Y cuando escuchamos sus primeros gritos de recién nacida y se fueron haciendo más calmados y distantes los gritos de mamá en la habitación estremecida, el penitente a esa hora de la madrugada se azotaba al pie del balcón de nuestra casa.
Era Viernes Santo, y papá siempre recordaba que al salir a buscar yerbas que alivian, y toparse con él, le dio la disciplina para que se azote. Y tuvo que hacerlo arrodillado frente a su propia casa.
Y se preguntaba constantemente: ¿Qué significado oculto hay en todo esto? ¿Y, por qué tuvo el penitente que estar detenido bajo el balcón de nuestra casa?
6. Al fin llegas
Abril finalmente es volver a la escuela. Pero en esto cedo la palabra a mi paisano, el poeta Inti Túpac, alma intensa y trémula, educador inspirado y, como yo, sufrido amante de mi tierra; quien en sus libros ya inhallables: “Canta pajarillo”, “Inti Raymi” y “Canto de Navidad”, cultivó una literatura diáfana y encantada, de cedrón, yerba buena y toronjil, diciendo así:
PRIMOROSO ABRIL
Al fin, al fin llegas,
primoroso Abril...;
mis puertas abiertas
tengo para ti.
Cuántas flores traes,
¡cuántas!,... un sin fin...
perfumes qué suaves...!,
dicha de vivir...!
Pasa, pasa, pasa...
ven para reír.
Dame aquí tu carga,
Ven, siéntate aquí.
Febrero fue largo;
Marzo, ¡qué decir!;
el frío, muy malo;
constante el sufrir.
Más no esperé en vano...
¡Llegaste, por fin!
¡Cuánto sol, oh, cuánto
traes para mí...!
¡Qué trinos más dulces
vienen junto a ti;
cantares, runrunes...
todo lo feliz...
El río cantando
también viene aquí;
y el verdor del prado
más verde es por ti!
¡Ah! Ya no te vayas,
delicioso Abril...
a mi Escuela amada
vente junto a mí.
Allí jugaremos
riendo sin fin,...
sin fríos inviernos,
en fresco pensil.
Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente
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