martes, 22 de diciembre de 2020

EQUINOCCIO DE VERANO: CREPÚSCULOS DE LIMA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 

 

CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina


DICIEMBRE, MES DE LAS MONTAÑAS,
DE LOS DERECHOS DE LOS ANIMALES;
DE LOS MIGRANTES, Y DEL NACIMIENTO
DEL DIOS NIÑO EN LA NAVIDAD

CAPULÍ ES
PODER CHUCO



SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL


*****
21 DE DICIEMBRE

Foto: Nalo Alvarado Balarezo

 SE INICIA
EL EQUINOCCIO
DE VERANO


 FOLIOS
DE LA
UTOPÍA

 Foto: Nalo Alvarado Balarezo

CREPÚSCULOS
DE
LIMA


Danilo Sánchez Lihón

“Oh, escándalo de miel
de los crepúsculos”.
César Vallejo

1. Arreboles
del ocaso

No hay crepúsculos más hondos, desgarrados e infinitos que los crepúsculos de Lima, cruelmente hermosos, despiadados y sangrantes.
Donde se tiñe de sangre el horizonte porque todos hemos caído heridos en lo peor y atroz de la batalla. Lucha y fragor donde todo estalla pero en calma.
Cuando resuenan trompetas, clarines, trombones y un violín sonámbulo se pierde en lontananza. Y truenos de duelo que se extinguen a lo lejos en el mar en éxtasis.
¡Y qué terrible que las casas yazgan al pie de ellos y sobre los acantilados que se curvan! ¡Con portones y ventanas astilladas y entenebrecidas bajo la vastedad doliente de los arreboles del ocaso!
Y, ¿cómo es que dichas moradas bajo las cuales los seres humanos se protegen pueden subsistir tan indefensas ante tanto estupor, asombro e infortunio suelto y desatado?

2. Apenas
un aleteo

Pero, ¿en qué momento, estando el cielo en paz y sosiego, empieza a latir el corazón de esta avecilla, el crepúsculo que después riela sangrante en el océano?
¿Cuándo primero tiembla tímida, luego extasiada y después delirante ante la sobrecogedora cosmogonía que todo lo abarca, inunda y posesiona?
¿En qué instante ocurre su primer latido, su palpitación primigenia con el germen núbil de su postrera desesperanza?
¿Desde qué semilla de la tarde parte su aleteo fascinado, luego frenético y después su convulsión demente y enajenada, hasta el grado del martirio, del descalabro y la agonía póstuma y suprema?
Y, me digo: ¿desde qué timbre del día empieza a acumularse su pena, hasta el punto de no poder siquiera llorar lágrimas sino agitar en la orilla apenas un aleteo entre oleajes estupefactos de aguas saladas siendo el océano un mar de lágrimas?

3. Tosca
piedra

Tanto que incluso el héroe erguido en el centro de la plaza, tiembla en lo alto de su monumento, atónito de tanto enigma, desolación y malhadada locura en que se destroza el firmamento.
Él mismo, que es grande y valeroso, parece desvanecerse ante esta hora infausta y aciaga.
Donde él mismo que es decidido e impertérrito titubea y se sumerge en la duda ante tanta conflagración allende el barranco.
Su corazón estremecido, hecho de tosca piedra y su memoria incólume, y su moral invicta, sufren y se apenan dentro del mármol inerte que lo contiene.
De este vivir con todo el sentimiento y el alma a cuestas. De este habitar el mundo así desolado y dolorido.
De este tener que quedarse, de este tener que estar, de esta manera de estarse así, vivo ante tanto misterio que no se entiende ni comprende.

4. En cada
túmulo

¡Crepúsculos! Hay una señal imperceptible de la tarde en que todo de pronto se torna lento, innombrable, angustiante, ¡y abismal!
Es cuando naces, apareces en el universo y también mueres. Es cuando el cielo se deja invadir de una atroz premonición.
Que es cuando tú también escondes en tus ojos la sospecha de que todo es de otro modo, y rueda en tu mejilla una lágrima furtiva.
Cuando al sol, soberano y todopoderoso, y amando tanto el mundo y la vida, le anuncian que va a morir.
Para que luego cada copo de nube solloce en el cielo en cada túmulo, por cada guerrero caído cuyas armas yacen a la vera.
Y los cielos se aneguen de amargura. Y se cubran con un manto de adhesión y de desconsuelo todas las sombras.
Y después, todo se sume ineluctable en la penumbra.

5. Se esparcen,
gualdas

Allí empieza este suplicio y esta calamidad.
¡Ahí es que se engendra la demencia que estalla luego en mil crímenes a pleno cielo abierto y sin fin!
Hasta producir esta explosión y este incendio donde todo arde y estalla.
Y que hace que el sol astille su corazón en el horizonte y en el atardecer.
Y se rompa en mil fragmentos que se esparcen, gualdas y tornasoladas cenizas, en el cielo anubarrado de la tarde.
Batallas y despojos que se perpetran al borde de la bóveda sideral y el océano proceloso.
¡Y que mancha el vivir de chorros de sangre y de fuego!

6. Se encienden
absortos

¡Crepúsculos en donde el alma se hace trizas, se pierde y se sumerge en un fondo inacabable!
En donde inmediatamente te evoco y me rescato con ahogos de melancolía.
Casi siempre en el crepúsculo hay una muchacha inconcebible que pasa furtiva por entre los recuerdos y los árboles del parque.
Que cruza bajo los ficus, completamente ajena a lo que ocurre más arriba de su frente, allá en el horizonte en que acontece esta desdicha.
¿O será que la hondura del infinito a esta hora es ella? Que es ella quien lo absorbe y finalmente lo lleva en su seno, entrando con el crepúsculo en mi vida.
Mientras, por los vidrios de la ventana se apaga en las paredes la tarde y los postes se encienden absortos.

7. Aquí
te tengo

– ¿Y tú, quién eres? ¿Y por qué lloras escondida detrás de esa puerta y al fondo de mi corazón? Ya no te quiero.
¡Crepúsculos!, donde te he querido tanto. Donde supervivir es tan tenue, hasta el punto de desaparecer y reinar solo el vacío o el olvido.
Es tan débil y a la vez tan poderosa esta hora, capaz de retarse con lo eterno.
Y de mirar, sobre todo y descarnadamente al fondo de lo que es la vida y de lo que es desnuda la muerte. Crepúsculos en donde tanto te he querido.
Una mirada que se llena de otras miradas. Ojos abiertos a todo lo que está lejos, ausente y se pierde.
Y la sensación infinita de no encontrarte y el saber que aquí te tengo.

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