Danilo Sánchez Lihón
No existió nunca
una guerra buena
o una paz mala.
Benjamín Franklin
1. El arte
de escuchar
Si supiéramos escuchar jamás habría guerras. Si escuchamos, aunque no estemos ahí, los gemidos de los heridos y moribundos en los campos de batalla.
Pero no solo de quienes han caído en la refriega sino también en sus casas desde donde salieron para ser alistados e ir a combatir en las trincheras, de las madres y padres de los soldados, de sus esposas y de sus hijos.
Pero también el llanto de los victimarios o victoriosos quienes con el correr de los años las amarguras son peores al dolor de quienes murieron.
Porque aquellos dejaron de sentir, pero estos otros quedaron vivos y no soportarán su conciencia salvo embruteciéndola.
O quizás la podrán revestir de una coraza inescrupulosa y cínica que a la postre los ha de menoscabar como seres humanos.
Y será inevitable su autodestrucción paulatina. Nada bueno dejan las guerras, aunque se haya querido preconizar diciendo lo contrario.
2. Nuevos
tiempos
No propiciarían los conflictos quienes los alientan si supieran escuchar al pueblo al cual dicen representar y defender.
Quienes inician, mantienen y se solazan con ellas lo hacen siempre por soberbia, codicia y negocios mal habidos con el sacrificio de los ciudadanos de uno y otro bando.
E incluso de los no involucrados que al final también son víctimas de los males que las guerras acarrean y que jamás serán favorables para nadie.
Porque se escucha decir por ahí que las guerras hacen avanzar la historia y empujan a la civilización a progresar.
Que la ciencia y la técnica se han visto incentivadas por las guerras y han dado saltos hacia adelante
Que aduce que las guerras motivan a la ciencia a emprender nuevos retos y sirven para hacer surgir insospechados inventos. Que significa el reacomodo de los pueblos y sociedades a los nuevos tiempos modernos.
3. Por
eso
Que alega que nuevas tecnologías, y hasta descubrimientos favorables para la humanidad en el campo de la salud, como los antibióticos, y en el de los transportes, como la aviación, se lograron gracias a las guerras.
¡Sofismas! ¡Falacias! ¡Embustes! Y, ¡absurdos!
Todo aquello se lo sostiene porque no hay referentes de cómo sería el mundo si no hubiera habido guerras, que indudablemente sería mucho mejor.
Porque toda guerra es destrucción, dolor y calamidad. Si no hubiera habido guerras este sería un mundo más equilibrado, amable y hermoso.
Y se hubieran ya solucionado muchos problemas básicos que hasta ahora nos aquejan, superando una situación como ¡el hambre!, por la cual todos los días, cada 24 horas, mueren 35 mil personas de inanición.
Y otras que conviven en una pobreza espantosa. Y que es horripilante que nos hayamos acostumbrado a aceptar.
Toda guerra es un crimen: Y nada moralmente la justifica.
4. En ninguna
latitud
Es una aberración y es bueno luchar para que en el corazón de los hombres se erijan los baluartes de la paz; para que ellas no ocurran en ninguna latitud del mundo. Y esta campaña hay que hacerla en todos los tonos y acentos, cualquiera sea nuestra ubicación.
Evitando que se desaten hechos de armas por cualquier vomitivo ideológico. Sinrazón y delirio que después causa tanta aflicción, penuria y dolor en los cuerpos y en las almas.
Por eso desde todo lugar donde nos encontremos y en todos los lenguajes rechacemos a esta barbarie.
Cualesquiera sean los países o grupos humanos que estén envueltos en esas candelas, cenizas o escombros infernales, ayudémosle a salir de esas brasas.
Y cualesquiera sean las razones que se aduzcan para iniciar un conflicto armado, opongámonos a ello. Y dejar bien sentado que no hay ninguna razón valedera jamás para que ningún punto divergente se haga guerra.
5. Paz
cotidiana
Pero lo importante es no solo dejar estar ya a las puertas de un conflicto militar para tener en cuenta todas estas consideraciones, sino que lo sensato es poner en actuación todos estos criterios para la paz de todos los días.
Y en todos los ambientes y escenarios. Y no solo la paz como opción frente a conflictos bélicos, sino que interesa sobre todo la paz en los hogares, porque lo que más interesa es la paz cotidiana.
Porque la guerra no solo acontece en los campos de batalla. Y no solo se desata a nivel exterior, global y fronterizo entre estados y naciones. Tampoco ellas solo se desencadenan en el contexto nacional, en conflictos en que se enfrenta uno y otro bando, corriente o facción.
Tampoco solo hay enfrentamientos a nivel local, en el ámbito de un pueblo o de una comunidad, por uno y otro motivo. Hay enfrentamientos entre personas al interior de un centro laboral, y hasta entre seres queridos y entrañables al interior de cada casa, domicilio u hogar.
Y estos son los enfrentamientos más sangrantes y dolorosos, porque involucran a los niños que sufren como hijos, por ejemplo, por la desavenencia de los padres.
6. Abriendo
cauces
Lo importante es ser seres humanos de paz. Lo importante es consolidar la armonía y el entendimiento a nivel de la ciudadanía. Lo importante es alentar la paz siempre a nivel continental y mundial, como a nivel local y en la vida social.
Alentar siempre la concordia, los acuerdos, sobre todo en los hechos simples y sencillos de la existencia, que son los más arduos; que frecuentemente motivan tantos enfrentamientos y pugnas entre los seres humanos.
Lo importante es el diálogo alturado, respetuoso y gentil. Lo importante es dejar de lado y deponer egoísmos y rencores, como las bajas pasiones.
Hay que mirar de manera amplia, abierta y horizontal, incluyendo más que excluyendo, y abriendo cauces más que cerrándolos. No permanecer enclaustrados en cuatro muros, sino que hay que salir, reconociendo que el mundo es inmensamente grande e ilimitado.
Que no miremos atajados ni limitados por un hoyo o un nicho, o reducidos a un espacio, olvidándonos que la vida es amplia y pródiga.
7. Sentir el mundo
con prodigio
Hay muchos factores que coadyuvan a alcanzar la paz y evitar las guerras, los enconos y confrontaciones. Pero, uno de ellos que es fundamental es el saber escuchar.
Aún más, cuando en uno de estos niveles de este saber fundamental hemos identificado y consignado el escuchar con el corazón, el alma y la conciencia del otro.
Que ocurre cuando más nos guiamos por estímulos afectivos de cariño y por satisfacciones emocionales. Cuando nos abrimos al cariño y la adhesión a algo y a alguien. Por aquello del saber querer, el saber amar, venerar y creer.
Todos tenemos lados buenos y malos en nuestra personalidad. Todo depende qué lados sean los que acrecentamos, y con cuál lado nos conectemos con nosotros mismos, con los demás y con el mundo.
Reconocer el lado bueno de las personas, de los hechos y de las situaciones.
Porque el universo funciona como una gran computadora, donde hay que saber presionar las teclas adecuadas para obtener lo que se anhela y desea. Lo importante es no perder un solo minuto en nada que no sea sentir el mundo con prodigio, con maravilla y con amor.
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