Danilo Sánchez Lihón
Buscando el bien
de nuestros semejantes
encontraremos el nuestro.
Platón
1. Inteligencia
y bondad
He escuchado frecuentemente decir expresiones como las siguientes: “Es inteligente, por eso es pícaro”. O si no: “Es inteligente, por eso está metido en malos negocios”. U otras como: “Es inteligente, pero es mala persona”. Y yo les digo:
– Entonces no es inteligente. Porque creer que se puede ser inteligente y ser un pillo, un canalla, o un bribonzuelo, es un contrasentido. Esa persona sencillamente no es inteligente. Esa persona en realidad es torpe.
Porque tarde o temprano le ha de ir mal, ha de caer en desgracia: preso y alguien tomará venganza en contra de él, y su vida será un infierno. Y dañará a su familia, a sus hijos y a todas las personas que lo rodean. Contaminará su entorno vital: a sus amigos, a su vecindario y a su país.
Y todos tratarán de evitarlo, porque se convertirá en un ser detestado y despreciable. Y nadie que sea inteligente va a proyectar su vida con ese avatar, con ese peligro y esa incertidumbre. Lo inteligente es ser seres buenos, honrados y honestos.
2. Defender
las causas justas
Para eso es importante impartir en los hogares y en las aulas nociones y contenidos de lo que podríamos denominar: “Razonamiento moral y vital”, donde prevengamos que quienes no tengan un comportamiento sano en la sociedad han de padecer y harán padecer a todos una desdicha general.
Cuando lo inteligente es ser felices. Y no se puede ser feliz sin tener paz en la conciencia salvo que se sea un subnormal y un estólido. Y para formar en todo ello es necesario consolidar más ciudadanía en nuestras vidas. Tener más vigilancia para que el mal se reduzca y el bien se expanda. Actuar más rápida y decididamente las instituciones civiles para afrontar todo hecho que lesione el bien común y nuestra dignidad de personas y de la sociedad.
Para ello es necesario estar cohesionados y organizados; más tenaces y puntuales, cuando de las citas del bien se trata. Para la defensa del bien común formar redes y sistemas que se comuniquen y legitimen permanentemente. Porque no podemos ser solo habitantes de un lugar sino ciudadanos que participan y se movilizan en defensa de las causas nobles, justas y legítimas de la vida.
3. Llenarnos
de mayor valor
Como tampoco debe haber impunidad para quienes depredan, expolian y delinquen, quedando sin sanción alguna por actos de lesa barbarie.
Que quien daña, destruye y corrompe sea castigado. Que quien es negligente cuando ejerce una función pública se haga merecedor de la condena y sanción que las leyes estipulan.
Que no nos resignemos a ser pasivos ante actos a todas luces condenables.
Que no habitemos en páramos. Que nos sintamos protegidos por fiscales alertas, que indagan, constatan, y denuncian cuando las evidencias así lo ameritan.
Fortalecernos anímica y moralmente, porque las situaciones adversas en vez de desmoralizarnos deben llenarnos de coraje, de más empuje y de mayor valor y decisión.
Cultivar valores en el corazón y en la mente de niños, jóvenes y adultos, creando sensibilidad, conciencia y civismo.
4. Es
fundamento
Estos hechos que tienen su base en el hogar, que se proyecten al vecindario, a los centros laborales, avancen a la comunidad y cubran el espacio público.
Que estas responsabilidades compete cumplirlas a todos los seres humanos y no solo a algunos profesionales o a algunas instituciones.
Porque enseñar y hacer el bien no es una acción que se delega para que la cumplan determinadas entidades, instituciones o personas, sino que es una misión que nos compete a todos cumplir.
Esta es responsabilidad del conjunto de los ciudadanos sin distingos ni excepciones; porque ello es un fundamento esencial para asegurarnos una existencia digna como individuos y comunidad.
Enseñar que estar frente a los bienes públicos no es ocasión propicia para el hurto ni el saqueo, sino que ellos constituyen los recursos más preciados porque son la herencia colectiva que recibimos de nuestros antepasados y que proyectamos hacia nuestros hijos.
5. Los bienes
públicos
Enseñar que los bienes públicos no son ajenos, que no son tierra de nadie, que no son, por resentimiento, predio de nuestros enemigos; y entonces hay que depredarlos.
Que debemos dejarlos igual o mejor que cuando los encontramos, como el legado que asimismo hacemos a los demás y a las nuevas generaciones por venir. Que los bienes públicos son lo primero que hay que defender y respetar.
Y bien público no solo es el tesoro que se utiliza para sostener hospitales y otros servicios básicos, sino que son también las calles, los parques y los edificios; donde luce un farol en una esquina, un friso en una puerta, la filigrana de una cornisa, o una flor en un jardín.
Que son tan importantes, o más que la vitrina de la sala de nuestra casa, en donde no se puede arrojar basura, escupir, orinar o hacer actividades reñidas con el buen gusto, con las buenas costumbres, y en conflicto con la decencia y la moral.
Considerar que la educación debe cumplir una permanente y militante acción cívica. Que ella no se reduce a conocimientos técnicos ni meramente operativos; ni se reduce a dependencias donde funcionan oficinas del estado que acumulan papeles, expedientes; o donde se realizan trámites administrativos.
6. Mejorar
la vida
Tampoco ella se confina a los centros educativos encerrados entre muros o linderos; ni depende de los ministerios, vigilados por guachimanes y cercados con alambres de púas; o de vidrios fragmentados y en punta.
O cerradas las calles con rejas de fierro que son un símbolo de estrechez de mente y de criterio de quienes las han puesto, mezquindad del alma y amilanamiento de parte de la gente.
La educación se forja a partir del hogar, como también cuando maestros y niños se proyectan a la comunidad, enseñando a conducirse y actuar en ella.
Educación que es defender y respetar lo que es valioso cualquiera sea la ubicación y la instancia en donde yo me encuentre, sea autoridad o sea simple ciudadano de a pie.
Educación que es embellecer cada lugar y mejorar la vida con actos nobles, abnegados y altruistas.
Educación que es imbuirnos de identidad y amor por nuestros pueblos, por la naturaleza y sus recursos; por los paisajes que nos arroban el alma; y por la gente que lo habita, con quienes es importante establecer relaciones de respeto mutuo, de estimación y hasta de sincero cariño.
7. Pertenencia
y filiación
Con todo ello se trata de la refundación del hombre mediante la educación, que a su primera naturaleza añade otra cualitativamente mejor, sobre la base de su identidad. Y ella es la de ser personas con criterio ético, y culturalmente acrisoladas, formadas no solo de cuerpo con sensorialidad, sino como seres humanos con espíritu elevado, poseedores de un depurado sistema de valores; con una visión superior acerca del mundo, y coherente con el bien común.
En esa perspectiva la educación tiene que tener pertinencia y perspectiva en la cual, si la escuela deja de tenerla y no forma para la vida, su accionar no están cumpliendo con la misión que la sociedad le ha encomendado cumplir y consumar. En donde, así como se educa para los Derechos Humanos hay que educar también para el cumplimiento de los Deberes Humanos individuales y colectivos, que es imprescindible que todos y cada uno de nosotros debamos comprender y practicar.
Y aún más, para asumir los Deberes Colectivos, en donde cabe educar para la pertenencia, la filiación y para acrisolar una fe que nos haga seres a la vez trascendentes. Reconociendo que no hay mayor bien ni riqueza que una conciencia limpia y en paz; ni hay mayor premio, gloria y felicidad que una vida que nosotros desde nuestro interior la reconocemos honrada, intachable y leal.
*****
Los textos anteriores pueden ser
reproducidos, publicados y difundidos
citando autor y fuente
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
*****
DIRECCIÓN EN FACEBOOK
HACER CLIC AQUÍ:
*****
Teléfonos Capulí:
393-5196 / 99773-9575
capulivallejoysutierra@gmail.com
Si no desea seguir recibiendo estos envíos
le rogamos, por favor, hacérnoslo saber.