martes, 12 de diciembre de 2017

TIEMPO NUEVO INTERNACIONAL (MIAMI), DE ADDHEMAR H.M. SIERRALTA - AÑO 9 Nº 321 DE 12 DE DICIEMBRE DE 2017

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TIEMPO NUEVO 
 
Internacional 
 
por  Addhemar Sierralta 
 
Año 9 No. 321
 
Miami, 12 de diciembre de 2017

EN NOSOTROS ESTÁ TENER UN MUNDO MEJOR.

Por Addhemar H.M. Sierralta (Perú).

Hace algunos días meditaba acerca de algunas aseveraciones, tanto de amistades como de periodistas, acerca del acoso a las mujeres, de los feminicidios, de las guerras, del “bullying”, de arrojar basura a las calles, del aumento de la delincuencia, de la creciente corrupción y de otros temas que nos preocupan. Muchas de –las aparentes soluciones-  pasan, según ellos, por nuevas legislaciones más drásticas, gobiernos policíacos y hasta modificar los sistemas de instrucción en colegios.

Llama la atención que el pueblo “organizado” se agrupa para hacer marchas de protesta sobre temas específicos como contra los feminicidios, la corrupción, etc. Estas marchas son aprovechadas por partidos políticos y oportunistas pero, a mi criterio, nada se conseguirá con ello.

Paralelamente en el mundo se viene distorsionando la realidad, bajo supuestos modernistas y de entendimiento, en pro del aborto por decisión propia, los “derechos” de la comunidad LGTB, el ataque al cristianismo y la tolerancia hacia los musulmanes, la búsqueda de ideas racistas, la lucha de clases sociales, y obviamente el señalamiento del supuesto fracaso de los sistemas capitalistas, socialistas y comunistas, enfrentamientos sociales por aparentes problemas ecológicos y olvidando la esencia humana en cada situación.

Luego de un análisis acerca de todo lo antes señalado se puede concluir que tenemos la solución más cerca de lo que creemos.  Pareciera que hemos olvidado un principio básico: el amarnos a nosotros mismos y obviamente a nuestro prójimo tal como queremos lo hagan con nosotros. Empecemos por valorarnos y querernos.

Si partimos de la premisa de empezar por nosotros mismos debemos seguir con un comportamiento ético y moral que proyectemos a nuestros cónyuges. Esto es imprescindible porque una familia con principios y valores construye una sociedad sólida y más positiva en todo sentido. Obviamente los “problemas” mencionados se verían con otros ojos. El comportamiento –dado con el ejemplo de los padres- y el mayor tiempo que los hijos pasan con sus madres, sería muy distinto al actual y se propendería con la propia educación familiar: al respeto a las mujeres, a quienes piensan diferente, a defender las conductas honradas, entender la multiplicidad étnica, respetar la vida, etc.

La convivencia, bajo estos principios , valores éticos y morales,  nos llevaría hacia un mundo mejor. Por ello –la solución fundamental- está en lo dicho anteriormente: empezar por nosotros mismos y proyectarnos hacia el prójimo. Actuemos como queremos que lo hagan con nosotros y ello se hará realidad luchando por la solidez familiar. Las ideologías políticas son pasajeras y se modifican según cambien las sociedades. Algo similar sucede con las religiones en el mundo, que se hicieron buscando salvar al ser humano, y darles un “premio” por su buen actuar en la vida. Si reflexionamos un poco sabremos entender que, tanto las ideologías políticas y las religiones, no tienen que ser combatidas en formas irracionales, sino comprendidas en la medida que las mismas respeten al ser humano, su familia y a la sociedad en su conjunto. La libertad y el amor a uno mismo como a su prójimo son esenciales.

En las manos de cada uno está buscar la mejoría del mundo en que vivimos. Echar la culpa a otros o esperar todo de los demás es irracional y absurdo. Empecemos por ser mejores hoy.


  FUTUROS TSUNAMIS.

Por Enrique Guillermo Avogadro (Argentna).
 
 "Del triunfo al fracaso no hay más que un paso. Lo he visto en los asuntos más
importantes, un pequeño detalle siempre ha decidido los grandes acontecimientos". Napoleón Bonaparte.
 
Como era previsible, al menos para quienes conocemos a los magistrados de Comodoro Py, el Juez Claudio Bonadío se desmarcó de sus pares para desatar una tormenta política cuyas consecuencias aún resultan difíciles de prever, toda vez que puede afectar las expectativas legislativas del Gobierno y, sobre todo, al interior del peronismo.
 
Mauricio Macri espera (¿esperaba?) contar con un gran paquete de leyes antes de fin de año, incluyendo el presupuesto 2018, la reforma fiscal, la modificación del sistema de cálculo de las actualizaciones previsionales, etc.; y el pedido de desafuero y detención de Cristina Elisabet Fernández, Senadora electa, por traición a la Patria, impactó directamente sobre el diseño parlamentario que había construido, como un verdadero orfebre, el Senador Miguel Piccheto para aislar al kirchnerismo, dejarlo en franca minoría y separarlo del bloque del PJ.
 
Los colegas de Bonadío, varios de los cuales hubieran podido adoptar idénticas medidas en varias causas por corrupción en las que está imputada, pusieron a trabajar sus narices para descubrir qué prefería la Casa Rosada y, prudentemente, se abstuvieron de ejecutarlas. Hoy, dada la necesidad de contar con el voto de dos tercios de los miembros presentes para lograr el desafuero solicitado, lo cierto es que no se producirá, al menos en el mediano plazo; si la causa adquiriera mayor consistencia cuando, dentro de mucho tiempo, llegue a la etapa oral, la exposición pública de los hechos podría hacer que muchos de los que hoy se amparan en posturas garantistas para proteger la libertad ambulatoria de la viuda se vieran obligados a modificar su postura para evitar pagar un alto costo político.
 
Pero, como decía Napoleón, el Juez Bonadío, ahora convertido en francotirador, podría producir en breve un pequeño hecho que generaría otro tsunami, éste sí difícil de defender con invocaciones persecutorias. Si las investigaciones hoteleras avanzan, bien podría suceder que en febrero ordenara similares medidas contra Máximo y Florencia Kirchner; el primero está protegido por fueros en su condición de Diputado en ejercicio, pero no sucede lo mismo con su hermana, dueña de incalculables fortunas y de pilas de dólares en efectivo. Herida así en su flanco más doloroso, es complicado imaginar qué hará entonces la leona destronada.
 
Por televisión, asistí a la conferencia de prensa que brindó la rea en la Cámara de Diputados. Imaginé cuánto hubiera ganado la nación si aparecía un celular de culata para trasladar muy amablemente a prisión a la mayoría de los asistentes; descollaban, por supuesto, Nilda Garré y Agustín Rossi (ex ministros de Defensa ahora investigados por la tragedia del "San Juan"), Martín Sabbatella (un prócer de la libertad de prensa), Daniel Scioli (un corrupto mayor), Fernando Espinosa y Verónica Magario (coautores recientes y sucesivos del verdadero genocidio cometido en La Matanza) y, ¿qué menos?, Andrés Larroque (imputado también por traición a la Patria). Ausentes con aviso: Luis D'Elía, Fernando Esteche, Ricardo Jaime, Julio de Vido, Carlos Zannini, Lázaro Báez, Milagro Salas, Amado Boudou, José López, Roberto Baratta, Omar Caballo Suárez, Pata Medina y César Milani.
 
Pero lo que más me llamó la atención fue el tenor de los argumentos utilizados para descalificar la resolución de Bonadío y para imputar, como autor intelectual de la misma, a Mauricio Macri. Sus críticas al fallo (desconocimiento de la presunción de inocencia, limitaciones a la prisión preventiva, prevaricato del juez, causas amañadas para condenar sin pruebas, violación de normas constitucionales, invención de tipos penales, obediencia del magistrado a la voluntad del Gobierno, etc.), corresponden con exactitud a los principios jurídicos que, al ser violados impunemente desde 2003 hasta ahora, mantienen en prisión a casi dos mil militares, muchos hace más de una década y sin condena.
 
En otro orden de cosas, si bien es cierto que el 60% de la ciudadanía muestra en todas las encuestas su optimismo sobre la gestión del Gobierno y la figura de Mauricio Macri, y se siente confortada con el efecto reparador del accionar de los jueces sobre los funcionarios y pseudo empresarios kirchneristas, no lo es menos que espera ansiosa que avancen sobre quienes bailaron tantos tangos con ellos, pagando las coimas que después incluían como sobreprecios en las obras públicas; y se pregunta qué pasará cuando la ola se acerque al círculo de las actuales autoridades.
 
El escándalo Odebrecht ("Lava Jato") está arrasando con ese mundo secreto y fétido en toda la región. En la Argentina, hay muchos nombres importantes, y de todos los colores políticos, que deben dar explicaciones a los jueces: Enrique y Sebastián Ezkenazi (YPF y Petersen), Jorge Brito (Banco Macro), Osvaldo Acosta y Gustavo Ferreyra (Electroingeniería), Ángelo Calcaterra (IECSA), Cristiano Ratazzi (Flight Express), Enrique Wagner (Constructora) y muchos más. Hasta tanto ocurra, y de modo transparente, el escepticismo que tanto nos caracteriza seguirá imperando. 
 
Al tope de nuestras preocupaciones están la seguridad y la administración de justicia. Recuerdo que ya en 1130, el Rey Enrique I concedió a los londinenses el derecho a escoger como su propio sheriff y juez a quienes ellos quisieran. Y esa anécdota viene a cuento porque una de las causas de esas preocupaciones es la enorme desconfianza que tenemos sobre la conducta de nuestras policías, funcionarios, fiscales y jueces, muchas veces involucrados en el narcotráfico, la trata de personas, el lavado de dinero o la exhibición de fortunas inexplicables; pero aún si adoptáramos ese sistema, no debemos olvidar la responsabilidad del Consejo de la Magistratura, que tiene a su cargo el deber constitucional de ejercer el control del Poder Judicial, y de nombrar y remover a los jueces.
 
Como sucede con la defensa nacional, tristemente vuelta a poner sobre el tapete a raíz de la inevitable tragedia del submarino "San Juan", en el terreno de la Justicia también debemos darnos políticas de Estado, con una clara, consistente y, sobre todo, permanente planificación del objetivo al cual queremos llegar. Si no lo hacemos, no tendremos derecho a quejarnos, aunque sigan depredándose nuestros recursos naturales, continúen los movimientos subversivos secesionistas, imperen las más violentas bandas de narcotraficantes y toleremos la inmigración descontrolada.
 
Cambiando absolutamente de escenario, recuerdo que Karl Marx, citando a Hegel ("los grandes hechos y personajes de la historia se repiten"), agregó que la primera vez lo hacen como tragedia y, la segunda, como comedia. Nicolás Maduro que, imitando a los gerontes cubanos, sumió a su pueblo en el hambre, la miseria y la desesperanza, ahora obliga a los ciudadanos a obtener un "carnet de la Patria"; el nuevo documento resulta indispensable para realizar cualquier tipo de trámite, contar con libretas de racionamiento de comida, acceder a centros médicos y remedios, estudiar en todos los niveles y votar, en un siniestro sistema de control de la ciudadanía. Nada importó, para dictar tamaño disparate, que sus númenes hayan visto fracasar en la isla, uno tras otro, todos los programas económicos que inventaron a contramano del mundo. Así como nos duele en el alma el régimen de terror asesino que se implantó en Cuba a partir de 1959, hoy nos conmueve hasta la médula lo que sucede en Venezuela, que se acerca a una situación igual y muere cada día.
 
Bs.As., 9 Dic 17
  
EL PRIMER THANKSGIVING.

Por Guillermo Descalzi (Perú).
 
Nota interesante del periodista peruano Descalzi, radicado en U.S.A.
 
La verdadera primera acción de gracias, el primer thanksgiving en los hoy Estados Unidos tuvo lugar en 1565 en San Agustín, Florida, 56 años antes de la llegada de los peregrinos del Mayflower en 1621.
 
Celebramos el “thanksgiving” número 396. Si las cosas hubiesen sido diferentes estaríamos celebrando la acción de gracias número 452, pero la historia la escriben los vencedores y en este caso el mundo anglo sajón triunfó sobre el hispano en Norte América.
 
Pedro Menéndez de Avilés llegó a San Agustín con 800 colonos que fundaron la ciudad más antigua continuamente poblada en el país. Fue el 8 de septiembre de 1565. Luego celebraron una misa y cena de acción de gracias con la participación de indígenas de la tribu Seloy.
 
Menéndez de Avilés después navegó al sur y desembarcó, en 1566, en Miami que quiere decir agua dulce en el idioma arawac. El río Maya Imi era el río agua dulce, y si viven en Miami viven en Agua Dulce.
 
El detalle de lo que se comió en esa primera acción de gracias en 1565 no está en la crónica que escribió el celebrante, el padre Francisco López, pero los indígenas comían tortuga de mar, así que en esa primera fiesta en vez de ‘turkey’ quizás comieron ‘turtle’, turtle por turkey. Los españoles casi seguramente usaron el puerco que salaban y secaban para sus viajes a ultramar, cocido con garbanzo y ajo.
 
El padre López cuenta que los indios imitaron a los colonos en la misa. Se paraban cuando se paraban, arrodillaban cuando se arrodillaban. Igual hicieron los ‘anglos’ cuando llegaron a la Florida, copiaron palabras nuestras. Alliagator es ‘al lagarto’. ‘Mangled’, retorcido, viene de mangle, ese árbol ribereño de raíces entreveradas, Hurricane de huracán, barbecue de barbacoa.
 
Ponce de León había llegado al área previamente, en 1513, en busca de la fuente de la eterna juventud. Había aparentemente perdido su vitalidad sexual y Gonzalo Fernández de Oviedo escribe en su Historia de Indias, de 1535, que el explorador buscaba “l’agua que tornaba mozos a los viejos”. Quizás los varones Seloy tuvieran esa vitalidad entrados en años y de allí lo de “l’agua”.
 
Ponce creyó no haberla encontrado, pero sí lo hizo, sí la encontró y no lo supo porque cada año nos visitan millones de turistas buscando sol, playa y un mar tibio que renueva a quienes llegan escapando del invierno en sus respectivas latitudes, aunque sea por unos días. Se van rejuvenecidos.
 
La contienda entre el mundo anglo y el hispano se remonta a 1503 cuando Enrique Octavo se casó con Catalina de Aragón, hija de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Su sobrino, Carlos V de España para evitar la vergüenza cuando Enrique se quiso divorciar invadió el vaticano y apresó al papa para que niegue el divorcio. Así empieza la contienda entre el mundo hispano y el anglo sajón, por un asunto de faldas.
 
El poder de una infatuación. Quién sabe si Carlos hubiese permitido el divorcio de Enrique, Inglaterra aun fuese católica y la historia fuese otra.
 
La disputa se trasladó al nuevo mundo y continuo hasta el siglo XX con Estados Unidos en el papel de Inglaterra empujando el dominio hispano hacia el sur en 56 intervenciones empezando en 1880 cuando apoyamos a la provincia de Buenos Aires en su intento de independizarse de la Argentina, hasta el 2004 en Haití apoyando el golpe de estado del general Raoul Cedras al presidente Jean Bertrand Aristide.
 
Ponce de León puso a la Florida en el mapa. Fue española hasta el 10 de julio de 1821, cuando fue transferida por el tratado Adams–Onís a Estados Unidos. Ahora estamos en su re-hispanización.
 
Si alguna vez se preguntan por qué el español es tan vibrante en la Florida… quizás sea porque tenemos raíces antiguas, de mayor duración que las anglosajonas aquí y si la historia hubiese sido otra… quizás en vez de Happy Thanksgiving este fuera un ¡Feliz día de acción de gracias! cantado en septiembre en inglés como hoy decimos thanksgiving en noviembre en español.


LA VIDA ARTIFICIAL YA ESTÁ AQUÍ.
 
Craig Venter, pionero de la investigación genética y de la biología sintética, ha desarrollado el que hasta ahora es el fragmento más pequeño de material genético apto para la vida. A partir de él, ha ‘nacido’ una nueva bacteria. Este avance abre la puerta a muchos tratamientos médicos, pero también a un gran negocio: patentar la vida. Esta información aparecida en los medios la compartimos con nuestros lectores.
 
Una diminuta esfera, de color claro y un diámetro de solo una milésima de milímetro, se multiplica estupendamente, siempre y cuando se den todos los parámetros seleccionados durante su creación y las condiciones ambientales también sean las adecuadas.
 
Evidentemente, lo mismo se puede decir de todos los seres vivos. También de los paramecios o de los seres humanos. Pero es que esta bacteria no existía hasta que fue diseñada en un ordenador y luego traída a la vida en un laboratorio. JCVI-syn3.0 es el ser vivo sintético más reciente. Uno de los rasgos destacados de este microbio es lo diminuto de su material genético. Todos sus procesos vitales se basan únicamente en 473 genes. Los biólogos entienden por gen cada fragmento de material genético que desempeña una función biológica concreta, como por ejemplo la producción de una proteína. No hay otro organismo conocido que pueda salir adelante con tan pocos genes como la JCVI-syn3.0, detalle que hace doblemente interesante a esta bacteria, pues es obvio que resulta mucho más fácil analizar las funciones y efectos metabólicos de unos pocos genes que de muchos. Y una vez que se consiga entender un organismo así, es probable que también se le pueda manipular.
 
Al microscopio, la bacteria parece una esponjosa torunda de algodón. Su nombre revela su origen. JCVI viene de J. Craig Venter Institute. Esta institución cuenta con dos laboratorios en Estados Unidos, uno en Rockville, cerca de Washington, y un segundo en La Jolla, California. Y syn es la abreviación de synthetic, ‘sintético’, y el 3.0 al final del nombre permite deducir que esta bacteria no es la primera que sale de estos laboratorios. De hecho, la JCVI-syn1.0 fue presentada al mundo hace seis años como el primer organismo sintético. Hay que decir que el término ‘sintético’ sigue siendo objeto de polémica, ya que ambos seres vivos, en su versión antigua y en esta nueva, se han creado sobre la base de un modelo natural. En cualquier caso, lo que no se discute es que previamente no existía ninguna célula con exactamente este mismo material genético y que su genoma se ha armado paso a paso en un laboratorio. De todos modos, Craig Venter no se deja distraer por los comentarios críticos, y además es un hombre conocido por saber entender el marketing tan bien como la investigación científica. En su día, pletórico de confianza como siempre, ya anunció que la JCVI-syn1.0 era «la primera especie de este planeta que tiene un ordenador por padre». Y ahora esta peculiar familia surgida de un laboratorio acaba de tener descendencia.
 
Un hombre impaciente.

Craig Venter, un biocientífico de 70 años y originario de Salt Lake City, en Utah, el Estado de los mormones, se hizo mundialmente famoso cuando, en el año 2000, consiguió descodificar el genoma completo de un ser humano al frente de su empresa Celera. No solo lo hizo por mucho menos dinero que la competencia estatal, para la que él mismo había trabajado durante unos años, sino también en mucho menos tiempo. En el Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos las cosas avanzaban con demasiada lentitud para él. Evidentemente, la paciencia no se cuenta entre las muchas virtudes de este hombre. Por otro lado, fue precisamente este defecto en su carácter lo que le llevó a ser el primero en cruzar la línea de meta de la secuenciación del genoma humano. A pesar de ello, para la celebración, el presidente Bill Clinton invitó a la Casa Blanca a los dos contendientes, Craig Venter y Francis Collins, el por entonces director del Proyecto Genoma Humano, de gestión gubernamental. El presidente de Estados Unidos anunció en tono solemne. «Estamos aprendiendo el lenguaje con el que Dios creó la vida». Pero un tipo como Venter no podía darse por satisfecho con tan poco. No solo quería entender ese lenguaje, quería escribirlo.
 
La vida de arriba abajo.

El nuevo campo de Venter, la «biología sintética», se ha vuelto desde entonces tan diverso como lo es la propia vida. A veces se limita a sencillos ciclos bioquímicos, que se crean en laboratorio para que después se puedan usar técnica o médicamente. Otras veces se lanza al desciframiento de genomas enteros. A comienzos del siglo XX, Stéphane Leduc habló por primera vez del concepto de biología sintética. El investigador francés vinculó este nombre con el deseo de entender la vida desde la misma base, de abajo arriba. Pensaba que el uso de métodos fisiológicos y químicos ayudaría a comprender cómo la materia pasa de un estado inanimado a la vida. Pero también se puede hacer a la inversa. Craig Venter y su equipo eligieron el otro camino. de arriba abajo. La pregunta de la que partieron fue ¿hasta qué punto se podía reducir el genoma de una célula sin llegar a matarla, es decir, qué genes son prescindibles y cuáles no?.
 
Un genoma mínimo.

Tuvieron que pasar cinco años antes de que se lograra responder aquella pregunta inicial, aplicada a la bacteria que Craig Venter ya había presentado como el primer ser vivo sintético. la JCVI-syn1.0. En su forma natural, se trata de un parásito de cabras y vacas que afecta a sus pulmones y articulaciones. Sin embargo, lo que le interesaba al grupo de Venter era el tamaño de su genoma y la rapidez con la que esta bacteria se multiplica. Gracias a una herramienta habitual en el mundo de la genética, y que se asemeja a un juego de bloques de construcción, se reprodujo primero el genoma y luego se introdujo en una bacteria a la que previamente se le había privado de su propio material genético. El trasplante de un genoma completo creado en el laboratorio dio pie a un organismo capaz de vivir y multiplicarse, pero también ofrecía la oportunidad de trabajar en ese mismo organismo. Después de cada alteración y de cada supresión de un componente, se podía volver a implantar en una bacteria adecuada y comprobar si el cambio realizado en el genoma resultaba letal o asumible.
 
Esto sería el equivalente, tal y como explicó Venter, a coger un avión, ir desmontándolo pieza a pieza y probar cada vez si sigue siendo capaz de volar. ¿Pero qué conclusiones se pueden sacar de este procedimiento? «Quitas un propulsor del ala de un bimotor Boeing 777 y compruebas que el aparato todavía puede volar», dice Venter. «Si no tuvieras los conocimientos previos adecuados, eso te podría llevar a pensar que los motores son prescindibles en un avión. Solo descubres lo vitales que son cuando también le quitas el segundo motor. Pues eso mismo es lo que estamos haciendo nosotros una vez tras otra, solo que en el campo de la biología». El equipo de investigadores de Venter partió con alrededor de un millón de componentes genéticos de la bacteria JCVI-syn1.0. De ellos, han quedado en la syn3.0 en torno a la mitad. 531.000 componentes bioquímicos, agrupados en un total de 473 genes. Esto convierte a la JCVI-syn3.0 en la bacteria con el genoma de menor tamaño del mundo, aunque su competidora natural más próxima, la Mycoplasma genitalium, la sigue de cerca con sus 525 genes.
 
¿Se ha creado entonces la forma de vida más primitiva imaginable? ¿Una célula con solo 473 genes? Venter admite que el hecho de que el artículo publicado en el que se dio a conocer su bacteria sintética llevase en el título «un genoma mínimo», y no «el genoma mínimo», es bastante gráfico. Añade que en los últimos años han aprendido lo importante que para un organismo es el entorno. Eso significa que, si se alteran las condiciones ambientales de una célula viva, probablemente algunos de los genes que antes se habían considerado prescindibles pasarían a ser fundamentales. Por lo tanto, no hay un modelo único para un genoma mínimo, esto es, no existe un límite claramente definido de la vida.
 
Esto es un negocio.

En cualquier caso, ese no era el objetivo principal en la creación de nuevos microbios. Craig Venter, además de investigador, es empresario. El instituto sin ánimo de lucro que lleva su nombre es el responsable de desarrollar los avances científicos. Por su parte, el objeto de Synthetic Genomics Inc. (SGI) es la aplicación industrial y la obtención de beneficios. La syn3.0 está pensada para convertirse en una herramienta biológica que abra la puerta a avances en la programación de genomas completos. Por eso no sorprende que ya se haya solicitado una patente para todo el proceso. Venter habla entusiasmado de bacterias creadas a la carta, capaces, por ejemplo, de producir combustibles, o de algas con sabor a carne. Sin embargo, junto a las cuestiones biológicas se plantean también cuestiones éticas, sobre todo cuando se sabe que el Pentágono ha sido una de las fuentes de financiación del proyecto.
 
Los microbios creados hasta ahora son prácticamente idénticos a sus modelos naturales. «Con el tiempo, este procedimiento se irá empleando para desarrollar genomas cada vez más diferentes», cree por ejemplo el sociólogo Kenneth Oye, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, en Cambridge. «En lo que se refiere a las ventajas y riesgos a largo plazo, todavía quedan muchas sombras». Sin embargo, ya hay docenas de institutos de investigación y empresas que orientan su actividad hacia la biología sintética.
 
El debate ético en torno a la vida creada por ordenador está en marcha, al menos en Estados Unidos. Sin embargo, todavía no se puede anticipar qué evolución realista cabe esperar y qué aspectos siguen siendo cosa de ciencia ficción. Sea como fuere, Criag Venter no pierde ocasión para alimentar el entusiasmo. Unas veces habla de una segunda revolución industrial, otras veces incluso del nacimiento de una nueva era. Cuando se plantea la cuestión de las posibles limitaciones legales, por el riesgo, por ejemplo, de que los organismos sintéticos obtenidos en laboratorio pudieran escaparse al exterior o ser creados con fines malignos, los protagonistas se limitan a restar importancia al asunto.
 
Por lo tanto, ¿la posibilidad de que el ser humano pueda dominar la vida es solo cuestión de tiempo? Contra esto se pueden plantear cuando menos objeciones filosóficas, pero hay datos que tampoco respaldan esta opción. El propio grupo de trabajo de Venter reconoció 149 objeciones. Y es que el genoma de la syn3.0 contiene precisamente «149 genes con una función biológica desconocida». Sin embargo, si se eliminan, la bacteria muere o apenas se reproduce. Los autores creen que en una célula hay procesos que son irrenunciables para la vida pero que todavía no se han podido identificar. Y eso hace que hasta un tipo como Venter se muestre prudente. «Solo entendemos dos terceras partes de la célula más sencilla que hemos podido construir. Y nuestra comprensión del genoma humano probablemente se encuentre en torno al uno por ciento». «Es todavía muy pronto para plantearse la manipulación de nuestro genoma», añade. Por supuesto que una bacteria sencilla basta para hacer el mal, pero esa gente a la que le quitan el sueño las pesadillas en las que el ser humano se erige en «master del universo» y ejércitos de soldados clónicos marchan sobre la Tierra, puede quedarse tranquila durante un tiempo… a pesar de -o precisamente por- la JCVI-syn3.0.
 
Craig Venter: Un Darwin del siglo XXI con visión comercial.
 
Es fácil considerar que Craig Venter (Salt Lake City, 1946), obsesionado por crear vida sintética, quiera parecerse a Dios. Pero Venter es ateo y, de inspirarse en alguien, «no sería en un poder superior». Su ídolo siempre fue Charles Darwin. Incluso emuló el viaje del Beagle en su yate y capturó el ADN de cientos de miles de microorganismos. Solo que Venter no se limita, como Darwin, a recolectar especímenes; su propósito es volver a crearlos, vaciando las células del material original y rellenándolas de un genoma fabricado por él. Venter aspira a modificar la evolución. Pocos científicos en el mundo concitan tanta admiración y tantas críticas. Hijo de un mormón excomulgado, Venter hacía novillos para irse a la playa con su tabla de surf. Fue reclutado y enviado a Vietnam, donde atendía a los heridos en un hospital de campaña. Deprimido, intentó suicidarse nadando en el océano hasta el agotamiento, pero dice que cuando vio al primer tiburón, cambió de idea. A su regreso consiguió graduarse y, aunque aspiraba a ser médico, al final eligió la bioquímica. Él se considera un diseñador de software, solo que trabaja con ADN, «el software de la vida». Sus proyectos lo han convertido en un investigador de prestigio y también en un empresario de éxito que hoy preside el J. Craig Venter Institute.
 
Cada una de sus investigaciones tiene el sello de una empresa creada ex profeso. Fundó Celera Genomics para echarle un pulso al gobierno de Estados Unidos en la secuenciación del genoma humano. Pero sus propios socios lo echaron cuando Venter se empecinó en comercializar los datos. Se ha aliado con petroleras como Exxon Mobil y farmacéuticas como AstraZeneca. Cofundó Synthetic Genomics para producir gasolina a partir de bacterias modificadas. A los ecologistas que lo cuestionan les reta a alimentar y calentar a los 9000 millones de habitantes del planeta en 2050. Así es la nueva vida ‘made in Venter’.
 
¿Quiere cambiar sus genes?.
 
Venter no es, ni mucho menos, el único que está trabajando en las modificaciones del genoma. Científicos de diferentes países y laboratorios han desarrollado y perfeccionado un método, el CRISPR, que permite ‘editar’ ADN de manera fácil y eficaz. Esta técnica está transformando la ciencia y va camino de cambiar la sociedad.
 
Todo empezó dentro de un vasito de yogur. En 2007, un grupo de científicos investigaba por qué una bacteria que da su sabor ácido al lácteo era infectada por varios virus. Cuando secuenciaron el genoma de la bacteria, se encontraron con unos extraños fragmentos de ADN con aspecto de parches. Fueron bautizados como CRISPR, iniciales en inglés de «Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas y Regularmente Intercaladas». Y costó unos años saber para qué servían.
 
Aquellos remiendos resultaron ser los despojos de la guerra microscópica entre la bacteria y los virus invasores. En esencia, los virus insertaban sus genes en el ADN de la bacteria para fabricar nuevos virus. Pero esta era capaz de ‘editar’ su propio genoma para eliminarlos de un ‘tijeretazo’.
 
El mecanismo es el siguiente… El contraespionaje de la bacteria identifica al gen invasor, dibuja un retrato robot y lo reparte entre la policía genética, que lo busca en el ADN. Los policías son unas proteínas llamadas Cas9 y su arma reglamentaria son unas tijeras. Y el retrato robot les sirve también como patrón de costura. Las proteínas buscan ese patrón y, cuando lo encuentran, lo recortan por la línea de puntos como si fueran modistas. El genoma queda así libre de intrusos, aunque parcheado.
 
La revolución de CRISPR comenzó en 2012, cuando la investigadora estadounidense Jennifer Doudna y la francesa Emmanuelle Charpentier se dieron cuenta de que la misma técnica puede emplearse para editar el ADN humano. Ambas tuvieron la idea de diseñar guías o patrones genéticos en el laboratorio parecidos a los de las bacterias, y de equiparlos con la proteína Cas9 para recortar el ADN en el lugar adecuado.
 
Modificar el genoma nunca fue tan rápido y barato. Antes, las pruebas costaban unos 5000 euros, y solo servían para unas pocas zonas. Hoy cuestan 60 euros y valen para casi todo. Ya hay cientos o miles de laboratorios que aplican la técnica en todo el mundo. Y cada vez hay más herramientas. Se está desarrollando el prototipo de una especie de impresora genética que, en vez de tinta, inyecta las proteínas modificadas. Cambiaremos de ADN como quien cambia de cartucho.
 
Las aplicaciones pueden ser maravillosas: desactivar las células cancerosas, criar cerdos con mutaciones que hagan aptos sus órganos para trasplantes, producir ‘supermosquitos’ libres del zika para invadir los territorios del mosquito portador… Nuestros fármacos, nuestros alimentos y nuestros combustibles serán editados genéticamente. ¿Y qué pasa con los embriones humanos? ¿Se podrán eliminar enfermedades hereditarias? No estaría mal… ¿Pero qué pasará si también queremos fabricar niños ‘a la carta’? El asunto se torna vidrioso. Al fin y al cabo, el genoma no es más que un libro de intrucciones y está escrito con la típica prosa descuidada y llena de erratas de estos manuales. ¿Por qué no refinarlo? ¿Por qué no convertir nuestro ADN en pura poesía rimada?.
 
La técnica, además, tiene una gran precisión, pero de momento no es infalible y puede ‘remendar’ regiones equivocadas. Así que muchos científicos son contrarios a la edición genética de óvulos, espermatozoides y embriones humanos por el momento. Y el comité de bioética de la Unesco ha pedido una moratoria. Pero es más bien un brindis al sol. ¿Quién se va a refrenar a estas alturas, cuando el ‘invento’ está ya en Internet? Otro peligro es que los cambios en el genoma se pueden transmitir de generación en generación, y sin darnos cuenta podemos modificar un gen que afecte a nuestra supervivencia o a nuestra capacidad de reproducción. ¿Y qué pasa si un grupo terrorista decide ‘tunear’ un virus para crear una infección global? Por eso, James Clapper, director de la Inteligencia Nacional de EE.UU., ha clasificado a CRISPR como un arma de destrucción masiva. En cualquier caso, su potencial para el bien y para el mal es incalculable.
 
Una química en acción.

Jennifer Doudna es una de las pioneras en la aplicación del CRISPR. «Lo que hace a este método maravilloso y al mismo tiempo da miedo es su sencillez. Pero no podemos devolver al genio a la botella…». Doudna recibió el premio L’Oréal-Unesco Por las Mujeres en la Ciencia.
 

EL COCACHO. 

Por Armando Alvarado Balarezo “Nalo” (Perú).
 
"Hijo mío, cada etapa en el desarrollo humano
es un peldaño en la escalera de la vida;
que en suma, es la experiencia"
(Armando Alvarado Montoro).
 
Aquel amanecer me puse mi mejor chompa: punto espiga, color ladrillo, tejida a mano por mamá. Feriado en el calendario. 8 de diciembre en los albores de la década del sesenta; día que recuerdo bien, pues se realizó una hermosa procesión en honor a la Inmaculada Concepción de María. 
 
Iba camino a la panadería de mi abuelita Victoria por unos panes para el desayuno. Las veredas de lajas del jirón Leoncio Prado olían frescas gracias al fuerte aguacero de la madrugada. Frente a la casa de la familia Morán Ramírez estaba jugando canga el pequeño Chilvo Espinoza. 
 
Chilvo puso la maderita al filo de una piedra sobresaliente del piso, la golpeó con la raqueta de aliso que tenía en la mano derecha, y cuando la maderita se elevó le propinó un duro golpe.
 
La maderita silbó en el aire e impactó en la espalda de un beodo que pasaba hablando solo. Éste volteó, se acercó con insultos de grueso calibre, levantó su huesudo puño y cuatro nudillos golpearon mi cabeza haciéndome perder el equilibrio. 
 
Recuerdo que soporté en silencio el cocacho que me hizo ver estrellas de día, mas no asomó ni una lágrima por mis mejillas, pero sentí mi corazón anegarse en gemidos. Chilvo, asustado por la iracunda reacción del beodo, empezó a suspirar hondo, dejó la raqueta en el piso y tomó mi mano.
 
Aquella mañana de diciembre aprendí a llorar por dentro, y a guardar prudente silencio ante un golpe artero, sobre todo cuando es propinado sin meditar las consecuencias, porque controlar las emociones frente a los actos violentos no es de tontos ni de timoratos, sino un permanente desafío en la búsqueda de la ansiada convivencia pacífica.
Culminada la procesión de la Inmaculada Concepción de María, fui a casa, tomé mi barquito de maguey y me dirigí a la canaleta de Yarush, que había elevado su caudal por las primeras lluvias de diciembre.

Deposité con ternura al pequeño velero sobre las aguas cantarinas, y mientras navegaba corrí hasta Jupash (calle Figueredo), continué por el jirón Espinar, seguí corriendo casi sin aire... Finalmente aguardé su llegada frente a la casa de mi amigo Perico Rivera, pero no detuve su paso antes que llegue al oscuro puente de Quihuillán, como antes lo hacía, sino lo dejé bogar a su destino: el mar de Barranca donde nací.
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Entrada la noche me topé en la plaza de armas con el señor que me propinó el duro cocacho. Se encontraba sobrio, sentado en una banca, por lo que aproveché para decirle que no fui el autor del golpe que lo enfureció tanto, causándome daño. El señor se arrodilló, y poniendo con delicadeza su mano sobre el chichón, lloró; también yo, pero esta vez de felicidad. Había ganado un amigo gracias a una luz de tolerancia.
 
Aquel 8 de diciembre no solamente experimenté sentimientos nuevos en Chiquían, también vi esfumarse mi infancia junto a mi barquito de maguey, cediéndole paso a la adolescencia, otro peldaño de mi existencia, como decía papá.

Cusco, 8 de diciembre de 1974.

 (Narrado en radio Salkantay de la Ciudad Imperial).

 Fuente: 

 Un trocito de la novela "DEL MISMO TRIGO", de Nalo Alvarado Balarezo.

 
CUSCO EN LOS ANILLOS DEL TIEMPO (De Mundo de Leyendas).

Por Alfonsina Barrionuevo (Perú).
 
Cuando me di vuelta ellas cruzaban con cuidado la avenida Sol. Habían aprendido a sortear  los carros y entraron por la calle Puente del Rosario a San Andrés.

Yo sabía qué pasaría y me dio un terror silencioso. En mi Cusco pequeño podría encontrare con la otra Elisa, yo misma, pero ella era la otra, ¡la del colegio¡ Me hacía una cruz cada vez que salía del hostal. No quería verla. ¿Cómo reaccionaría? Eliza versus Eliza. No estaba preparada para enfrentarla. ¿Qué me diría ella? ¿Qué le diría yo? Sabía que tomando su lugar me usurpaba a mí misma. ¡Me daba miedo! Las dos éramos una sola. ¿Podríamos conocernos sin que ella me juzgara? Yo estaba consciente que no tenía culpa. ¿Lo comprendería?

Y ocurrió.

-¡Eliza! -llamó alguien a mis espaldas.

Me volví rápidamente. Era una colegiala santaneña y, para mi desdicha, se dirigió con los brazos abiertos hacia delante y abrazó a otra chica que venía tras mío.

Les di paso.

-¡Eliza, vamos!

-Espera, le contestó. -Antes de seguir caminando quiero darte mi cuota. Que no se enteren las demás porque la estoy pagando fuera de tiempo. Vino mi tía de Espinar y me regaló un sol.

Pude observarla a mi sabor con mis latidos paralizados. Se veía muy joven, animosa y sonriente. Casi una niña. Usaba lentes que había olvidado. En sus movimientos mostraba delicadeza, en su expresión una dulzura irresistible. ¿Es posible envidiarse a una misma? Es que ella era yo pero en un tiempo que dejó de ser mío para convertirse en mi enemigo.

-¡Eliza! -la llamé- y su nombre tembló como una pájaro herido en mis labios.

-¿Quiere algo señora?. Tengo que irme -y su voz sonó musical.

-Te pareces a alguien que yo quiero mucho. ¿Me permitirías en su nombre darte un beso en la frente?

-¡Señora, no la conozco!. -y se apartó.

Recordé que mi madre me advertía que nunca hablara con personas extrañas.

Yo le gané en rapidez, besé apenas su tez aterciopelada y la vi irse saltando como una gacela. La paz cayó de mis manos como una paloma agonizante. Un sollozo se arrancó de mis canteras internas. ¿Por quién lloraba? ¿Por esa Eliza que fui o por esta que podría verse como un engaño o un fraude aunque no es así? No sé cómo volví al hostal. Un frío de muerte encogía mis hombros. Levanté mi llave que acababa de dejar y entré a mi cuarto. ¡Eliza, la otra! ¡Y yo también Eliza! ¿Se puede vivir dos veces? ¿Y qué estaría haciendo ella mientras yo estaba en cualquier parte? Seguramente mi papá, nuestro papá, le estaba leyendo el poema de "Nostalgia Imperial" de José Santos Chocano. "Este era un Inka triste de soñadora frente, ojos siempre sombríos y sonrisa de hiel, que recorrió su imperio, buscando inútilmente una doncella hermosa y enamorada de él..." ¡Me había enseñado tantos y tan hermosos! Me vino una palpitación que no me dejó respirar. Me ahogaba por dentro. Sentía un río seco de lágrimas que no llegó a empapar mis mejillas porque no existía. En ese instante mis uñas se engarfiaron en las palmas de mis manos. Qué difícil era ser esta Eliza. Decidí que callaría este episodio a mis amigas. Trataría de eternizar este enredo que se había creado. 

En la tarde siguiente me sorprendieron cuando miraba unos zapatos en el portal donde estuvo el Banco de los Andes.

-¿Qué haces Eliza? -escuché a mis espaldas la voz de Luisita. -¿has olvidado que el lunes tenemos examen? Debías estar estudiando.

-Lo mismo digo yo de ustedes. Mi papá quiere comprarme zapatos y tengo que aprovechar. Por eso estoy aquí.

-¿Este portal de dónde salió? -volvió Adita a la carga.

-¿No te acuerdas? Estaba considerado en el proyecto del Banco de los Andes y se hizo. Ha quedado bien, ¿no? Cuando llueve vamos por los portales y no nos cae una sola gota.

-Eliza, aquí había un sastre, una zapatería. La farmacia Cartagena y la pastelería Venus. Nada de portales.

-Claro que recuerdo la farmacia y también la pastelería y al sastre. Tenía un maniquí donde colocaba los ternos.

-¿O sea que no estamos despistadas?

 -No he dicho que estuvieran soñando.

-¿Y por dónde está La Eléctrica?

-En su sitio. Al otro lado. ¿De dónde la conoces?

-Porque a veces voy a pagar los recibos de luz.

-¿Y la fotografía del chino Nishiama, el único que tenemos?

-¿No la ves? ¡Ahí está!
 
Comenzamos a bajar por la avenida Sol. Seguramente vieron que no venía al caso hablar de los carros. Tampoco de la verja del medio. Pasamos Maruri cuando cambió el semáforo y Adita se acordó de un inmueble muy especial.

-¿Y esa casa donde le jugamos una broma a Pancho que se quedó alelado? Nos vio entrar y estuvo dos horas esperando y no volvimos a salir. Nunca supo qué pasó. Trató de preguntar por nosotros y como nadie le dio razón se quedó intrigado. El pobre no sabía que se podía salir por la calle Pampa del Castillo. ¡La única casa en el Cusco con dos salidas a dos calles diferentes y en dos niveles!

-Salimos  por el segundo piso, ¿no?

-Te pregunté donde está.

-Bueno, eso está en mis dominios. Claro que está ahí.

-Vamos Eliza, nos daremos el gusto de pasar por las dos casas.

-El dueño no siempre está de buen humor. Ojalá que encontremos a su esposa, la señora María. A ella le divierte y conoce a mi mamá.

Adita y Luisa iban mirando las tiendas, los bancos, las galerías con mucha atención, sin decir palabra. Me moría por saber qué pensaban pero estaban silenciosas y yo no sabía qué comentar. Ellas se estaban dando cuenta más que nunca de cada cambio. En realidad ya habían visto demasiadas cosas extrañas para seguir acosándome. Miraron el semáforo de Maruri y seguimos. En la puerta del Hotel El Dorado las detuve.

-Esta es la casa de dos entradas o dos salidas como quieran.

-¿Es de verdad la casa? No me parece.

-Es un hotel. Para mí me da lo mismo porque se puede pasar por la bodega y se entra a la otra casa y se suben dos escaleras como siempre.

-¿Y dónde está la señora María que nombraste?

-Esperen.

Me adelanté y hablé con Hilda, la administradora. ¿Podría pasar con mis amigas a la otra casa, por el almacén de alimentos envasados. 

Ella no las vio como era lógico.

-¿Quieres pasar? -me dijo muy amable. -Pues, anda. ¿Es un antojito?, -agregó tratando de hacerme una broma chusca-. ¿Dónde están tus amigas?. No las veo.

-Ya vienen, -repuse con una sonrisa blanca. En el fondo Hilda y yo no  simpatizábamos. Pero, nos llevábamos la corriente si se podía.
-Pues, sigan no más. No hay problema. Muy pocas personas saben que hay una salida o entrada, aunque por arriba no dejan pasar. Pero tú eres conocida.

Volví y les dije que esperásemos un momento. En realidad quería que Hilda hiciera otra cosa y no me viera pasar "sola".

-Este hotel es más bonito que "El Cuadro". Vamos a verlo por fuera mientras se pueda entrar.

En la acera retrocedieron un poco para admirar sus puertas doradas y las banderas de varios países en la parte frontal.

          De pronto sentí un mareo y la sensación de que los cristales del aire ondulaban.

          Ellas  sintieron lo mismo.

          -¿Qué pasa, Eliza?, -gritó Adita.

          -Es un terremoto. ¡Corran! -añadió Luisa con pánico saltando hacia la pista. Afortunadamente estaba libre, sin un solo automóvil. Podía haber sufrido un atropello.

          Todo duró escasos segundos y luego se estabilizó.

-¡Regresa Luisita. No es un terremoto! -la llamé. -¡Ha de ser el viento de octubre, el viento viejo, el machu wayra que nos afecta!

          -No es el viento, Eliza. Hemos sentido como si se moviera y nos fueran a envolver  las paredes del aire.

           -También como si se nublara, -agregó Luisa. -Por unos segundos no estábamos en la calle. No estábamos en ninguna parte. 

¿Tienen alguna idea de lo que ha pasado?...
 
  
SOLO FUE UN BESO (Microrrelato).

Por Andrés Fornells (España).

Jamás sabrás, Eloísa, lo que me hiciste aquella noche en la oscuridad del portal de tu casa, cuya farola más cercana dejé ciega de una certera pedrada. Yo apenas comenzaba a intuir los misterios, la magia del amor, todavía más presentidos que experimentados por mí. Tú ya habías saboreado muchos besos antes del mío. Tenías novio. El beso mío era primerizo, pero qué fuego llevaba, qué ilusión, que apasionamiento, qué entrega. Las gloriosas sensaciones que me produjo ese beso aún perduran en mí. Supongo que te divirtió coquetear conmigo, embelesar mi cándida inexperiencia.

Volaron los años, el polvo del tiempo cubre de olvido nuestra memoria, se olvidan innumerables acontecimientos hermosos, únicos. Nos crece la cizaña de las frustraciones, las penas y las desdichas. Pero, Eloísa, ese beso que nos dimos en una oscuridad cómplice, ha logrado el milagro de pervivir conmigo igual que la eternidad.

Daría los tesoros que no tengo por saber si tú lo has recordado alguna vez y has sentido la misma añoranza dolorosa que sigo sintiendo yo. “Solo fue un beso, un simple beso”, dirán los insensibles, los inconmovibles, los prosaicos, que nunca han puesto su alma en una caricia.

Cuando pasabas por la calle, cogida de la mano de tu novio, me mirabas de reojo y en tu boca de grana y miel aparecía una levísima curvatura comparable a la de la Gioconda que cada cual puede interpretar como le viene en gana.

Yo era demasiado joven para ti me dijiste al declararte yo, impulsivo y precoz, el exaltado amor que me inspirabas. Fuiste buena samaritana al no decir que te era imposible amarme, porque yo te era indiferente.

Eloísa al escribir estas cortas líneas me anima la remota, ilusa esperanza de que tú las leas y, porque sigo creyendo en los milagros, recuerdes que una noche, en la oscuridad del portal de tu casa nos dimos un beso, y en ese beso yo te entregué mi alma entera.

EN BUSCA DE ESPERANZA (Testimonios).

Por Addhemar H.M. Sierralta (Perú).

Escrita hace más de 10 años, esta nota refleja en parte lo que son las prisiones. Pese al tiempo transcurrido poco o nada mejoró y hoy son otros los protagonistas en busca de esperanza.

“Prisión de Lurigancho. Al entrar, después del control policial, lo primero que vi fue jardines bien cuidados por los internos. Pero adentro la cosa sería distinta. Seguí caminando por un patio donde había varias oficinas, pasé por un corredor y muchas personas caminaban libremente de un lugar a otro del penal como si estuvieran en la calle. Después supe que al igual que en otros penales de Lima, no existían celdas individuales con rejas”.

Éstas fueron las primeras impresiones de un extranjero deslumbrado por el tráfico de drogas que acabó preso en Lima dentro de un sub-mundo sui-géneris que lo atrapó totalmente. Sus recuerdos de Sudáfrica se van difuminando con el tiempo. Su país y su familia quedaron atrás, sólo porque alguna vez creyó que este negocio maldito podía dejarle buenas ganacias y olvidarse de trabajar por el resto de su vida. Y casi el resto de su vida lo viene pasando en el penal, donde la droga es el pan nuestro de cada día. Paradójicamente aquí el tráfico está a la orden del día y él se volvió adicto. Parece un doble castigo.

Antes de seguir con este relato deseo compartir con los lectores que esta historia fue posible gracias a una gran amiga, Beatríz Dammert Rizo Patrón, quien me llevó a conocer la prisión de Lurigancho y me proporcionó los detalles y algunos textos. Pude verificar la labor de ayuda que prestaba a los reclusos, conocí a varios de los que viven allí, sin dignidad y muchas veces con el horror de la desesperanza.

Más adelante el sudafricano narró lo siguiente : “Existen 20 pabellones con una cierta clasificación. A nosotros, los extranjeros, por lo general nos envían al Pabellón 7, pero los hay en otros pabellones. Los enfermos de Sida, los tuberculosos y los  enajenados mentales están separados. Pero lo que es increíble es la cantidad de presos que vivimos aquí. Me dijeron que se construyó el penal para 1,500 reclusos y somos 6,800 hacinados. En cualquier lado se ve pobreza y suciedad. La policía nos despoja de casi todo al ingresar a la cárcel. Nos dejan la ropa, sólo si ésta no es costosa, y en muchos casos hasta nos despojan de las libretas de direcciones para que no podamos contactar a la familia”.

   “Felizmente a nosotros no nos maltratan físicamente porque estamos protegidos por nuestras embajadas, pero con los de su país es distinto, a ellos los abusan. Menos mal que los internos peruanos nos tratan bien y son muy amigables, pero muchas veces nos estafan cobrando más que lo normal por lo que venden. Ellos sólo tratan mal a los presos arrogantes o despectivos”.

 “La sorpresa fue que aquí todo cuesta. Hay un delegado, que es también un interno y viene a ser el ´capo´.  Él es la persona a quien se le paga. En cada pabellón hay uno. Hay que abonar S/.100 soles  (más o menos $30 dólares) por el ingreso. Luego, uno tiene que comprar un lugar para dormir. Un rincón de dos metros cuadrados aislado por frazadas (más o menos 6 pies por 6 pies) puede costar S/.350 soles (100 dólares). Después viene la compra de la frazada y de la cama. En algunos pabellones como el nuestro hay cuartos separados que pueden costar de $800 a $2,000 dólares. Los que no tienen dinero duermen en el piso. También existen los préstamos que se pagan con el dinero que remiten los familiares, o con servicios que van desde los más humildes hasta los más depravados”.

Los delegados son elegidos en cada pabellón por los propios internos. “Hay un jefe delegado, el encargado de la disciplina, el de la salud, el de la comida, y el de la cocina. Todo está muy organizado aquí”, dice con una sonrisa “cachosa” (burlona).  Sonríe porque no le queda otra posibilidad. De vez en cuando al fumar arroja el humo hacia arriba y mueve la cabeza: “La comida o ´paila´ también se paga a S/.1,50 soles por día  (unos 40 centavos de dólar), pese a que en teoría es gratis. El desayuno es un pan con té. El almuerzo es arroz con frijoles, cau-cau (estómago de res) o chanfainita (vísceras) o lo que queda de un pollo que es vendido previamente por diferentes personas. No hay comida en la noche. El agua debe ser recolectada en  baldes muy temprano en la mañana porque después la cortan. Obviamente bañarse es algo muy raro”.

El “gringo”, como lo consideran, no por ser de los Estados Unidos, sino por su tipo rubio y de ojos claros,  nunca pensó que existía un mundo como éste. “El baño es un hueco en el piso y no tiene puertas. Al comienzo –recuerda- me chocó mucho ver a todos hacer sus necesidades a la vista del resto. En la noche es muy común ver ratas grandes caminando por todo el pabellón. Por supuesto, quienes más sufren son los desdichados que duermen en el suelo ya que ellas pasan encima de ellos y a veces los muerden. Las moscas y las cucarachas abundan muchísimo también”.

Pero este mundo descrito por el extranjero es percibido de manera muy distinta por los internos peruanos. La gran mayoría proviene de hogares muy pobres y para ellos Lurigancho representa un techo y comida –aunque magra- seguros. “Quien es hábil hasta puede llegar a ganar mucho dinero. A pesar del control que se hace, al penal entran drogas de todo tipo, al igual que alcohol. Una vez adentro las diferentes mafias las comercializan”, dice un interno oriundo de la Sierra que señala además: “Se puede ganar dinero vendiendo comida, prestando servicios de todo tipo, desde limpiar, recoger agua, lavar ropa, alquilar espacios, pintar, vender artesanías, hacer trabajos de albañilería y por último, prostituyéndose ya que la homosexualidad es muy común”.

 “Antes ocurrían muertes casi a diario, hoy esto ya no es frecuente. Por lo general se respeta a las visitas y a los agentes pastorales de las distintas religiones”, sigue contando el interno mientras se apura en terminar de lavar la ropa de otros presos.

 “Maquinita” es otro interno, tiene una edad indescifrable y hace muchos años que está en Lurigancho. Vino por asalto, robo, homicidio y secuestro. Desde niño pasó por los hogares transitorios y las correcionales. Hijo de padre alcohólico, su madre tuvo varios maridos y él fue el único varón entre 8 hermanas. Terminó viviendo con los tíos de quienes escapó muy pequeño para convertirse en “pájaro frutero” o ladrón de frutas para poder comer. Registró su primer ingreso al Hogar de San Miguel a los 10 años. Se fugó para dedicarse al robo y ya a los 13 años regresó al Albergue de Maranga. Se precia de ser amigo de delincuentes famosos como el “Loco Perochena”, “Pilatos” (quien protagonizó el motín de “El Sexto”) y muchos otros.

Como católico que es, “Maquinita”, cree fervientemente en Dios y desde los 20 años siente que lo conoce. “Te conozco Dios y me conoces, sé quién eres tú y sabes quién soy yo, me amas, me quieres y me respetas al igual que yo contigo”, nos cuenta que le dice, entre palabras entrecortadas, y divagaciones. A pesar de conocerlo desde entonces, no logró cambiar su azarosa vida. Ahora compone canciones religiosas y participa en los festivales de la prisión.

En Lurigancho hay un rayo de luz representado por talleres de carpintería, cerámica, mecánica, y juguetería, entre otros, en los cuales se olvida el horror de las noches plagadas de ratas y se ejercita la imaginación. En La Capellanía -un espacio físico que se facilitó a la Iglesia Católica- funcionan además una serie de programas como los talleres espirituales de Oración y vida, Mejores padres, Sanación emocional, y los cursos de Inglés, o Castellano. Hay también una asesoría legal y hasta un programa –ANDA- especialmente diseñado para la lucha contra la drogadicción y el alcoholismo. Veintisiete  agentes pastorales  atienden a más de 400 internos semanalmente en forma gratuita ingeniándose el modo de devolverles dignidad.

La Hermana Ana Marzola, norteamericana, fue la persona que inició e impulsa esta forma de servir a los hombres presos. Con ella colaboran la Hermana Eva, peruana, y Enrique, “quique”, el agente pastoral, entre muchos más voluntarios. Viéndolos es inevitable preguntarse: ¿Además de su fe en Dios qué los mueve a dedicar tanto de su tiempo a estos seres olvidados de la tierra?. Una voluntaria responde: “Es la conmoción de ver el estado en que viven seres humanos que en pleno siglo XXI parecen permanecer en la famosa corte de los milagros de la Francia de hace siglos”.

Lurigancho debe su nombre a la zona donde está ubicado el Penal de San Pedro, cuyas autoridades poco pueden hacer dentro de la enmarañada estructura burocrática y policial que controla la prisión, y que es similar a otras muchas realidades carcelarias en los países latinoamericanos. Se requiere un nuevo enfoque para que las prisiones sean realmente centros de cambio para mejorar al que delinque y no hundirlo en un submundo de horror y de negación de valores.


  
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Fuente: 

TIEMPO NUEVO INTERNACIONAL
 
 
Addhemar Sierralta
 
Año 9 No. 321 de 12 de diciembre de 2017
 
 
 

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