SOBRECARGAS HUMANAS,
ESTRUCTURALES Y VEHICULARES EN LIMA
Por: Ing. Fransiles Gallardo
Allá por el año 86, cuando trabajaba en la Empresa de Limpieza de
Lima, un obrero que trabajaba con nosotros me pidió que le hiciera la
independización de su casa, ubicada por el temible y temido barrio de Cinco
Esquinas, zona antigua y guerrera de Lima Cercado.
Era una vivienda de unos 70 metros cuadrados,
con una sala, cocina, un dormitorio, un baño y un altillo.
Allí vivían y convivían 3
generaciones “abuelos, padres y nietos”;
5 matrimonios “papás, hijos, hijas,
yernos y nueras”; es decir 17 personas en total de diferentes edades y sexos,
sin contar las paisanos, amigos y demás.
Hasta ahora no me explico; como, cuando y donde comían, dormían,
hacían el amor y se reproducían.
Un gran problema de sobre carga humana. Un grave problema de espacios,
intimidad y de conflictos personales y grupales.
Que hacer, como hacer para ducharse y usar el único inodoro horas
previas para ir al colegio y al trabajo. Además; cada cumpleaños, que como se
supondrá eran todos los meses del año, se celebraban con no menos de 30
personas con jarana de viernes, sábado y domingo.
Estas edificaciones “para solteros” se construyen a mediados de los 50
debido a la industrialización textil en Lima y a la demanda de mano de obra; lo
cual obligó a los empresarios que para garantizar la permanencia de sus
obreros, construyeran viviendas para sus trabajadores con este diseño,
obviamente para solteros.
Como siempre sucede, la soledad hizo que estos solteros buscaran su
pareja y se casaron, tuvieron hijos, los hijos se casaron y como no tenían
casa, hicieron el altillo “hasta que
tengamos la casa propia, que no llegó”. Las hijas dijeron lo mismo y también
se quedaron.
Ojalá, que con los nietos no haya sucedido lo mismo.
Recientemente, un amigo me pidió que le hiciera también, la
independización de su vivienda en Los Cipreces, en Lima Cercado; una
urbanización de la clase media capitalina.
El hecho anterior se repetía; pero con algunas diferencias.
Como consecuencia del terremoto de Huaraz, que dejó más de 60 mil
víctimas, se genera la segunda gran invasión provinciana de Lima, masificándose
las tomas de los arenales, cerros y terrenos libres; donde las mafias traficaban
con lotes y tierras; amén del hambre, la pobreza y la necesidad.
Bastaba poner una bandera peruana y el nombre de algún político de
turno; para asentarse en cualquier lugar y luego “queremos agua, queremos luz, queremos pistas”.
Pero el provinciano es chamba. Ya vivió en el cerro, en el arenal, en
la jungla y en las peores condiciones climáticas y de vida. Así que “cualquier trigo es limosna”.
Estos migrantes compraron un lote de terreno de 160 metros y
construyeron la soñada casita con una sala comedor, cocina, medio baño,
escalera, garaje y jardín en el primer piso “para
sembrar sus yerbitas y no olvidarse de la tierra” y en el segundo piso el dormitorio
principal, un baño completo, tres dormitorios y una azotea “donde hacer una parrillita con la paisanada,
de vez en cuando”.
Se casó la hija y como no tenía donde vivir, construyeron un
departamento en el tercer piso. Luego el hijo contrae matrimonio y construyen
el cuarto y, por último, el último hijo levanta el quinto piso.
Esa edificación fue diseñada y estructurada para 2 pisos y azotea,
actualmente es un edificio de 5 pisos; es decir su sobre carga es de dos veces
más, lo inicialmente calculado.
Sin estudios geotécnicos de suelo y el concurso de un ingeniero para
reforzar zapatas, columnas y vigas se fue elevando piso a piso; sólo bajo
irresponsable y la clásica versión de los albañiles de gorro triangular hecho
con bolsas de cemento “el fierro aguanta,
no se preocupe, señor”.
Un grave problema de sobre carga humana y estructural. Un grave
problema sismo resistente.
Una misma versión: La del callejón; uno echado, el otro parado.
Esto es una constante que se repite, en casi todas las urbanizaciones
de todos los distritos de Lima y de las ciudades del Perú “porque Dios es peruano, nació peruano y morirá peruano”
Esta irresponsabilidad tiene implicancias y responsables, no sólo
ingenieriles “por el ejercicio ilegal de
la profesión”, sino también de los propietarios “para que pagarle a un ingeniero, si el maestro albañil lo puede hacer”,
de los albañiles “he construido un montón
de casas y ninguna se ha caído”, y de las instituciones y/o municipalidades
por el no cumplimiento de la legislación existentes “construye nomás, que después se regulariza”.
Y si viene un gran sismo?.
El
mercado automotriz peruano, entre el 2011 y el 2014 han vendido más de medio
millón de vehículos y este 2014 venderán más de 200 mil.
“Pobres callecitas mías”.
Además, hasta el
2012 se han registrado 2 millones de unidades vendidas y que para el 2020, “aquicito nomás”, habrán alcanzado la
cifra de 4 millones 500 mil unidades vendidas.
Alguien puede
decirme: “¿Dónde circulará esta imponente
masa vehicular?”.
El parque automotor
crece y crece espiralmente; pero ¿Alguien ha pensado en las sufridas y
sufrientes callecitas, jirones y avenidas de todas las ciudades de nuestro
país?.
“¿Se han ampliado?. No. ¿Siguen igual?. Si. ¿Son las mismas?. Si.
Las calles de
nuestros pueblos son estrechas por naturaleza, utilidad, conveniencia y
tradición.
Los provincianos
diseñaron sus calles para el tránsito de sus arrieros, acémilas y auquénidos,
no para vehículos.
Las
municipalidades han ampliado las calles en longitud, pero no en ancho.
Habría que
derruir media ciudad y medio pueblo. Demoler los jardines, árboles, flores y
sus bermas centrales de las pocas calles y avenidas, que aún las tienen.
Alguien puede
decirme: “Donde caracho, van a parquear 4
millones y medio de vehículos el año 2020”.
Como siempre, vamos
a dejarle los problemas a los que detrás vienen.