CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
2014 AÑO
DE LA BATALLA DE LA LECTURA Y
ESCRITURA POR LA CONSTRUCCIÓN
DE UN MUNDO MEJOR
SEPTIEMBRE, MES DE LA PRIMAVERA,
DE LOS DERECHOS CÍVICOS
DE LA MUJER, EL NIÑO Y LA FAMILIA
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
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HASTA
QUE UN DÍA CONOCÍ
SANTIAGO DE CHUCO
Alguna vez conocí París, con su famoso Museo de Louvre, sus
Campos Elíseos, su Arco del Triunfo. Luego conocí Ámsterdam, Oslo,
Copenhague y Praga con sus viejas casas donde vivió Franz Kafka.
Y conocí Nairobi y Dakar, la capital negra de Senegal donde vi al poeta
Sédar Senghor. Y viajé a conocer Pekín y Shangai y Xian. Y conocí
Estambul y el Estrecho del Bósforo. Viajé a la Acrópolis y ensimismé
observando la perfección de las columnas de mármol del Partenón.
Pero una vez más me di cuenta que ahí no había nacido Vallejo.
Y viajé a Agra, la primera capital de la India. Y conocí Gdansk, a orillas
del mar Báltico. Y fui a Bangkok. Y estuve en Hong Kong. Y conocí New
York y subí al Empire State. Y estuve en Tahití, en Nueva Zelanda y en
Australia, en Sidney. Y fui a Etiopía sin pensar que iba a darme cara a
cara con la muerte. Y viajé a conocer a Amritsar. Y conocí Pyonyang y
Seúl. Y fui a Reikiavik. Entonces viajé a las Islas Galápagos. Y conocí
Moscú. Y visité Nepal. Y recorrí Haití, Sri Lanka, Colombo. Y conocí
Dikwela y después Leshan. Pero ahí tampoco había nacido Vallejo.
Hasta que un día, hasta que un día que es hoy, conocí Santiago
de Chuco, una ciudad que no es como Nueva York, ni París ni Roma, ni
como Hong Kong ni como Varsovia ni como ninguna ciudad de ningún
país del mundo, pero es más que todas esas ciudades del mundo.
Santiago de Chuco es una ciudad, como siempre la imaginé, porque
tiene parte del cielo y de la tierra donde yo nací. Es una ciudad andina
del Perú, de calles tortuosas y casas con techos a dos aguas, con tejas
rojas, aroma exultante a eucaliptos envanecidos y pacharosas modestas,
con pájaros salvajes y Ritas con sabor andino a cañas de mayo del lugar;
ciudad de hombres imantados de una singular fuerza telúrica, cargados
de sabidurías y éticas religiosas hasta en sus sombreros y sus ponchos.
Entonces, digo a los cuatro vientos que ahora sí conozco todo
el mundo, porque en Santiago de Chuco del Perú, aquí, en una de sus
calles, en una de sus casas, aquí nació uno de los poetas más grandes
del mundo en lengua castellana, la lengua de Cervantes y del Mío Cid;
en este rincón nació el poeta César Vallejo, el inmortal.
MANUEL JESÚS ORBEGOZO
Crónica del III Capulí, Vallejo y su Tierra del año 2002
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EL PRODIGIO
DE NARRAR
CUENTOS
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
ES INHERENTE
AL SER
DEL HOMBRE
Danilo Sánchez Lihón
1. Primer
temblor
El hombre es el ser vivo del universo que para vivir y crecer necesita que le narren historias, así como requiere él mismo contarlas, sea oídas, leídas o inventadas. Proyecta y multiplica su vida recreando sucesos de la realidad o de la imaginación en donde se crean otras vidas paralelas a esta.
Vida la nuestra en la cual no nos basta sufrir y padecer lo que padecemos, sino que hacemos que otros personajes también la sufran o la gocen, dotándoles de atributos con los cuales exorcizamos o ahondamos nuestros males y pesares; como hallamos también caminos y senderos de cómo paliarlos, y seguir abrigando esperanzas.
Este signo es algo primigenio, recóndito y raigal; y al mismo tiempo aquello constituye el manantial más profundo de la literatura infantil. Pero preguntémonos: ¿Dónde y cuándo nace esta cualidad del hombre para soñar, maravillarse y aspirar al ideal? O bien, ¿cuándo y dónde se origina la capacidad de fabular, dándole a ello pábulo y fascinación? ¿Cuál es ese primer temblor, pálpito o corazonada que la ansía, la busca y la pretende?
2. En torno
a la hoguera
Se gesta este ritual cuando hace 65 millones de años en el proceso de evolución de la vida sobre el planeta tierra, un homínido cazador de la era cenozoica, desamarra la aljaba que lleva en sus hombros, deja a un lado sus flechas, deja el arco recostado a una piedra, y se sienta a admirar el crepúsculo desde lo alto de una colina.
Y allí se queda contemplando hasta que al fondo de la cañada las luces amarillas confundidas con lo intrincado de la floresta, le hacen ver que corretea por los campos un jabalí empenachado de luces multicolores, tan grande como el arco iris y tan luminoso como los rayos del sol y que ingresando al centro de la laguna lucha con una sombra para finalmente desaparecer ambos, significando lo pródigo y lo precario, el pasado y el futuro, el bien y el mal.
Esa visión conmueve tanto al joven cazador de hace miles de milenios que de regreso a la tribu camina pensativo, lleno aún de visiones. Y cuando en la noche hombres, mujeres y niños se acurrucan en torno a la hoguera, les narra su hechizo y su tremenda fantasmagoría.
3. El hilo
de oro
En el campo de la literatura infantil no hay ningún otro aspecto como es la narración de cuentos que se pueda reclamar con justo derecho a representar el origen, como el primer brote y la manifestación primeriza de aquella expresión artística surgida como proeza del lenguaje oral.
Arte olvidado durante mucho tiempo por el prejuicio de que todo lo infantil es falto de trascendencia. Y que ahora felizmente cada día en nuestros países viene recobrando mayor importancia, valor y significación, desde cuando aquel homínido, en aquel instante antiquísimo que se pierde en la aurora de los tiempos, dejó que la mariposa de la fantasía revoloteara a sus anchas dentro de su ser, estrujándole con sus alas la cavidad del corazón.
Para luego configurarse como una historia con un argumento en su lógica y en su razón, para después cobrar forma mediante palabras orales que se susurraron y balbucieron para finalmente extraviarse en el cielo infinito de la ilusión. Y cuando en torno al fogón de la cueva., y ante un público de ojos absortos y ávidos, empezó a destejer el hilo de oro y espléndido de la creación literaria se daba comienzo a esa práctica suprema y milenaria como es la narración de cuentos.
4. Así,
cada día
Allí surge; pero lo extraordinario es que este hecho no quedó anquilosado en ese día antiquísimo, lejano y ya arcaico, coincidente con el balbuceo de los primeros lenguajes orales, sino que ese rasgo nimio pero milagroso, que no tenía ni el estruendo del rayo ni la fragosidad de la lluvia, empezó a hacerse cotidiano y a repetirse cada día y cada instante, y ya no solo al calor de la hoguera sino cuando un padre amoroso se inclinaba ante el lecho de su hijo o hija hecho de pieles de animales tiernos o feroces, a narrarles historias que recorren el camino que va del sueño a la vigilia y viceversa.
Y casi siempre, como las flores que hacen emerger sus capullos, estos hechos nacen más en los lugares modestos y brotan ferazmente en los sitios en que los ojos y las manos envidiosas de la opulencia de repente no quisieran que naciera.
Y así cada día, sentados en torno quizás ya no al fogón hecho de leña del bosque, sino bajo el haz de luces de las lámparas de neón, el padre y la madre son más padres y madres que nunca cuando sientan a sus niños en sus regazos y ellos corresponden abrazándose a sus cuellos, y empiezan a reunificar el mundo de lo ocurrido y lo anhelado, de lo real y lo imaginado que enlazado por las palabras salen de sus bocas en el formato de los cuentos.
5. Espacios
mágicos
Y se convocan a seres objetivos y ficticios en el lenguaje con que se vierten, refiriéndose a los hechos más simples y naturales de los cuales poco a poco se va pasando a los más complejos y distantes, para luego desembocar en los cuentos fantásticos y míticos de los pueblos aurorales.
Allí las voces dejan su pesadez, su opacidad, su aprisionamiento en el mundo de las cosas y saltan, chisporrotean o vuelan; o bien parecen extinguirse, apagarse, hacerse noche como la llama que nos reúne y cobija, como la lumbre del candil que parpadea ante los relatos de pena, de misterio y de terror.
Estas horas hondas, mágicas, absortas, ¿qué influencia profunda y grande tendrán en el alma de los seres humanos, y más aún de quienes son niños?
¡En donde mediante la magia de la palabra sugestiva recorremos mundos, nos introducimos por atajos e inhollados caminos, y vamos a dar a espacios encantados y mágicos!
6. A la proa
de una barca
Y nos preguntamos: ¿qué sedimentos íntimos no se remueven de ese modo? ¿Y al transitar por ellos la huella de nuestros pasos no quedará por estos o por otros senderos para desentrañar quiénes somos y saber el destino que nos espera?
¡Claro que sí! El arte de narrar se logra cabalmente cuando podemos subyugar el alma de quien o quienes nos escuchan, a tal punto que con el hilo de la voz es posible llevarlos por moradas, paisajes y mundos impredecibles.
Convenciéndolos además para que crean y sean cómplices de un riesgo y de una aventura suprema cual es urdir el destino de los seres que aparecen en nuestros relatos y la suerte de nosotros mismos, sea de los que contamos o de los que escuchamos conmovidos, fascinados y comprometidos con una historia que no por ideal o soñada no deja por eso de ser real y verdadera.
Tan verdadera que Jesús a orillas del lago Tiberíades enseña su excelsa doctrina en base a parábolas o cuentos. Y lo hace subido a la proa de una barca, y retirado unos cuantos metros de la playa en donde se agrupa la multitud que lo sigue.
7. El don
de amar
Allí es donde él les platica acerca de un sembrador que arroja semillas hacia tierra: Algunas de ellas caen sobre terreno rocoso y el viento y el sol terminan por hacerlas estériles. Otras caen sobre espinas y abrojos y entonces en la maraña no alcanzan a ver la luz necesaria para germinar y crecer. Pero otras descienden sobre la gleba fértil y buena, las mismas que al final echan flor y fructifican. Y así como éste son muchos los relatos que él narra a la grey que le escucha, todos llenos de hondos significados y enseñanzas sublimes.
Sus discípulos están impresionados por esta forma de educar nueva y extraña para ellos. Y tanto es su asombro que le preguntan: "¿Por qué les hablas usando ilustraciones?", que así llaman ellos a las narraciones, que si observamos la naturaleza del vocablo que utilizan para denominarlas es tal como si fuesen para ellos ayudas audiovisuales.
Jesús les explica que una razón para ello es cumplir la palabra del profeta que predijo: "Abriré mi boca con ilustraciones, publicaré cosas escondidas desde la fundación". Pero la mayor de ellas es que las llamadas "ilustraciones" deriva de luz que es sinónimo de iluminación, y sirven para que se revele la actitud y el don de amar y querer que haya en el corazón de la gente, que es el mismo fundamento del arte de narrar cuentos.
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CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
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