AMADA
Rodolfo Ascencio Barillas
Mujer virtuosa de mi alma
dulce deleite de mi vida,
mi amada;
¡Oh! Cuantas cosas tengo que agradecerte
cuanto amor existe en tú ser
¡que belleza hay en tu vida!
tú sonrisa ilumina todo mi sendero
Tus ojos son como dos luceros
que destellen fulgor en tú aliento.
¡Oh! Cuantos años hemos vivido juntos,
la lluvia de todos los inviernos,
las flores de todos los veranos,
el cause de los ríos,
la tierra campestre de tus padres,
allá en los cielos de Ilobasco,
donde el ruiseñor armoniza con tú voz
y las orquídeas de tus manos con los sembradíos.
tú eres mi luz, mi vida y mi camino,
y tú ausencia es el calvario de mi dolor,
y espinas en mi costado.
y aunque pasen muchos años
y la piel de tú cutis se esté marchitando
Y tú alegre sonrisa desapareciendo
en el otoño de tus primaveras.
Yo te seguiré amando
y seguiré pendiente de tu amor
porque tú sabes amar sin condición,
sabes perdonar con sabiduría,
si tú lloras, también lloro,
si tú vives también vivo.
Yo fui para ti el hombre de tus sueños
y tú eres para mí la mujer que siempre he amado;
Pero por ser un hombre cercano a las piedras
a los ríos, y a los tristes desvaríos,
Me desvíe a hacia efímeros placeres
y anduve en la sombra de mis pensamientos
aunque traicione tus encantos,
tú me recibiste para perdonarme
aunque yo estaba equivocado
me comprendiste en mis perjurios
y en los pantanos de mis locuras
y cuando estuve en paso de muerte,
tú me atendisteis con gran amor
y a pesar de las inclemencia de los tiempos,
soportabas todas mis desventuras,
Rodolfo Ascencio Barillas
Mujer virtuosa de mi alma
dulce deleite de mi vida,
mi amada;
¡Oh! Cuantas cosas tengo que agradecerte
cuanto amor existe en tú ser
¡que belleza hay en tu vida!
tú sonrisa ilumina todo mi sendero
Tus ojos son como dos luceros
que destellen fulgor en tú aliento.
¡Oh! Cuantos años hemos vivido juntos,
la lluvia de todos los inviernos,
las flores de todos los veranos,
el cause de los ríos,
la tierra campestre de tus padres,
allá en los cielos de Ilobasco,
donde el ruiseñor armoniza con tú voz
y las orquídeas de tus manos con los sembradíos.
tú eres mi luz, mi vida y mi camino,
y tú ausencia es el calvario de mi dolor,
y espinas en mi costado.
y aunque pasen muchos años
y la piel de tú cutis se esté marchitando
Y tú alegre sonrisa desapareciendo
en el otoño de tus primaveras.
Yo te seguiré amando
y seguiré pendiente de tu amor
porque tú sabes amar sin condición,
sabes perdonar con sabiduría,
si tú lloras, también lloro,
si tú vives también vivo.
Yo fui para ti el hombre de tus sueños
y tú eres para mí la mujer que siempre he amado;
Pero por ser un hombre cercano a las piedras
a los ríos, y a los tristes desvaríos,
Me desvíe a hacia efímeros placeres
y anduve en la sombra de mis pensamientos
aunque traicione tus encantos,
tú me recibiste para perdonarme
aunque yo estaba equivocado
me comprendiste en mis perjurios
y en los pantanos de mis locuras
y cuando estuve en paso de muerte,
tú me atendisteis con gran amor
y a pesar de las inclemencia de los tiempos,
soportabas todas mis desventuras,
para reconstruir nuestra humilde morada.
¡Oh! Amada, cuanto te quiero
¡Cuánto necesito de tus besos!
¡Cuánto adoro tus bellos embelesos!
porque todo lo que haces, es con amor
y todo lo que percibes, es tú comprensión.
Y en los alelíes, las begonias, y las rosas
y el aroma que perfuma mi pecho
y el agua que acaricia mi rostro
y el eterno amor que un día juramos,
y que siempre vivará,
más allá de la eternidad…
¡Oh! Amada, cuanto te quiero
¡Cuánto necesito de tus besos!
¡Cuánto adoro tus bellos embelesos!
porque todo lo que haces, es con amor
y todo lo que percibes, es tú comprensión.
Y en los alelíes, las begonias, y las rosas
y el aroma que perfuma mi pecho
y el agua que acaricia mi rostro
y el eterno amor que un día juramos,
y que siempre vivará,
más allá de la eternidad…
PRIMER AMOR
Rodolfo Ascencio Barillas
¡Oh¡ beso de todos mis delirios
Solo fue un beso, ¡toda una eternidad!
Ese beso de primavera,
Fue de mi primer amor.
En un atardecer dorado
Allá lejos, mis ojos sollozaban
Bajo la sombra de un gran árbol,
Cual beso fue la daga mortal en mi corazón.
Yo la amé con locura
Y la seguiré amando con ternura.
Tú fuiste la bella ilusión de mis sueños
Y el cielo azul de mis estrellas
Y la elevada montaña de mis deseos,
Y el ocaso de mis atardeceres
Y la aurora de mis amaneceres
Y el mar de mis tristezas
Y el río de mis desvaríos
Y el viento que sopló a mis oídos,
Y mis suspiros que fueron lluvias
Y mi amor, fue mi primer amor
El amor de un lindo verano
Sus cabellos, cual cascada de besos
Y sus manos sobre las mías,
Su pecho sobre mi regazo,
Las horas pasaban como el agua
Y su aroma era el de las flores
Y su voz como los verdes olivos
Y su aliento como el de las rosas
Y su pensamiento callado como las quietas aguas
¡Oh! Mi amor de su eterna primavera,
Fresca como el agua cristalina
Llena de vida como la luna en diciembre,
Pero fugaz como un gorrión.
Yo la amé hasta después de muerto
Y en mi continua agonía de mis pesares.
¡Oh! Amada de todos mis amores
Te amaré como un grano de mostaza
Y como el silente eco de las gaviotas
Y como los ciruelos de tus solares.
Yo soy tu voz, tu piel y tu llanto
Y las inmensas lagrimas de tus ojos
Y la luz que ilumina tus oscuridades
Y el canto hermoso de los canarios.
Yo soy el ruiseñor que llega a tu nido
Y el sueño de tus umbrales,
La uva, y la fresa de tus labios
Y los ojos que nacen en tus amaneceres
Y la inmensa selva de tus cabellos
Y la palabra que llora en tu boca
Y el paladar de tu fragante aliento
¡Oh! Mi primer amor, de mi tierra
De mi llano, de mi río, de mi barrio
Amor que se esfumo en la sombra,
Dolor que se clavo en mi costado,
Pena que llevó en mi alma,
Y recuerdo de mi niñez sufrida.
Cuanto le amé, más que a un lucero
Ella era la luz de mi sendero.
¡Oh! Jamás olvidaré sus besos,
Sus travesuras, y sus caricias.
Y la belleza de sus ojos mariposas,
Y el encanto mágico de su sonrisa,
Y en mi alma vivirá para volverla amar.
Aunque sea de otro, que le haya amado
Quizás más que a mi torrente corazón,
Quizás más que a mis besos,
Pero jamás, olvidaré el primer beso,
El primer beso de mi primer amor…
Rodolfo Ascencio Barillas
¡Oh¡ beso de todos mis delirios
Solo fue un beso, ¡toda una eternidad!
Ese beso de primavera,
Fue de mi primer amor.
En un atardecer dorado
Allá lejos, mis ojos sollozaban
Bajo la sombra de un gran árbol,
Cual beso fue la daga mortal en mi corazón.
Yo la amé con locura
Y la seguiré amando con ternura.
Tú fuiste la bella ilusión de mis sueños
Y el cielo azul de mis estrellas
Y la elevada montaña de mis deseos,
Y el ocaso de mis atardeceres
Y la aurora de mis amaneceres
Y el mar de mis tristezas
Y el río de mis desvaríos
Y el viento que sopló a mis oídos,
Y mis suspiros que fueron lluvias
Y mi amor, fue mi primer amor
El amor de un lindo verano
Sus cabellos, cual cascada de besos
Y sus manos sobre las mías,
Su pecho sobre mi regazo,
Las horas pasaban como el agua
Y su aroma era el de las flores
Y su voz como los verdes olivos
Y su aliento como el de las rosas
Y su pensamiento callado como las quietas aguas
¡Oh! Mi amor de su eterna primavera,
Fresca como el agua cristalina
Llena de vida como la luna en diciembre,
Pero fugaz como un gorrión.
Yo la amé hasta después de muerto
Y en mi continua agonía de mis pesares.
¡Oh! Amada de todos mis amores
Te amaré como un grano de mostaza
Y como el silente eco de las gaviotas
Y como los ciruelos de tus solares.
Yo soy tu voz, tu piel y tu llanto
Y las inmensas lagrimas de tus ojos
Y la luz que ilumina tus oscuridades
Y el canto hermoso de los canarios.
Yo soy el ruiseñor que llega a tu nido
Y el sueño de tus umbrales,
La uva, y la fresa de tus labios
Y los ojos que nacen en tus amaneceres
Y la inmensa selva de tus cabellos
Y la palabra que llora en tu boca
Y el paladar de tu fragante aliento
¡Oh! Mi primer amor, de mi tierra
De mi llano, de mi río, de mi barrio
Amor que se esfumo en la sombra,
Dolor que se clavo en mi costado,
Pena que llevó en mi alma,
Y recuerdo de mi niñez sufrida.
Cuanto le amé, más que a un lucero
Ella era la luz de mi sendero.
¡Oh! Jamás olvidaré sus besos,
Sus travesuras, y sus caricias.
Y la belleza de sus ojos mariposas,
Y el encanto mágico de su sonrisa,
Y en mi alma vivirá para volverla amar.
Aunque sea de otro, que le haya amado
Quizás más que a mi torrente corazón,
Quizás más que a mis besos,
Pero jamás, olvidaré el primer beso,
El primer beso de mi primer amor…
ELEGIA PARA LOS ENAMORADOS
Rodolfo Ascencio Barillas
Ella es la fuente de mi triste ternura
Y el agua cristalina que brota en sus ojos,
Ella es la inspiración de mi bella poesía
Y el delirio de mis mustias caricias,
Y es el fulgor reluciente de mi estrella
Y el ocaso de mis frívolos amaneceres.
Ella es el crepúsculo de mis desoladas noches
Y es el frió de las madrugas hirientes,
Y la voz solitaria que yace en los desiertos.
Ella es una flor fresca en las riberas de un río,
De los manantiales, y de tantas primaveras.
Ella tiene en sus labios un beso de ternura
Y el rojo carmesí de sus dulces caricias,
Y la aurora que habita en sus atardeceres
Y el cielo que dibuja su sonrisa
En un mundo que a su alma prefiere,
Y es el gorrión que vuela de prisa.
Yo contemplo sus bellos ojos puros
Que se abren con el deleite de un nuevo día,
Yo busco en los caminos de la noche
La ruta que llevan las estrellas,
Y los labios que besan su íngrimo rostro.
Ella hizo un hechizo en la magia de su llanto
Y la lágrima que inundo su pupila,
Y las manos que juegan con el viento
Y los caracoles que llevan las mareas
En los mares de sus impolutos sueños.
¡Ho! tierna mujer de mi bello encanto
Que amaneces en mis tristes noches
Y que vives en los isócronos rincones de mi pecho.
¡Ho! Amada de mis afluentes pasiones
Tu vives en mis bosques, en mis prados,
En mis montañas, en mis praderas
Y en el éter de todas mis ilusiones,
Y la presea de todos mis deleites.
Yo te amo en los confines del mundo
Y en el aliento inhóspito de tu alma
Y en el pávido veraz de tu pensamiento
Y el preludio hermoso de tus caricias.
¡Oh! Sueños que viví en los manantiales de tu boca
Y en los mares de tus fragantes mejillas
Y en el color de tus rosados encendidos.
Cuanto te amo, mi eterno amor
Que surges de las entrañas esplendorosas
Y que lloras con los ruiseñores.
Yo soy el fugitivo de tus bellas quimeras
Y el raudo pesar de mis tristezas.
Yo te recuerdo en la delgada lluvia,
En la inmensa soledad, en los lirios,
Y en tus húmedas tentaciones.
Yo te esperé en la eternidad
Y sufriré en la oscuridad de tus brazos,
Y que hoy mi alma muere
En los hilos de tu lejano amor…
AÑORANZAS
Rodolfo Ascencio Barillas
Cuando sale la aurora en la pupila de tus ojos
Y amanece con el silencio de tu belleza
Cuando la nueva primavera se asoma por tu ventana
Y las flores mustias se desvanecen con la tarde
Cuando los blancos montes derriten la nieve en su vientre
Y se deslicen los hielos fríos por los escarpados terrones
Cuando el color púrpura se confunde en a selva espesa
Y su niebla baja desde sus montañas,
Cuando las vertientes aguas saltan junto a sus espumas
Y el resplandor de tu rostro exime de su nostalgia las madrugadas
Cuando el rocío de la noche desvanece el hastío de las ciudades
Y expele los vapores que exhalan en la majestuosa naturaleza,
Así se va el día como la vida en el paso nefasto del mundo
Entonces vuelvo a mi terruño, y a mis sedientas ilusiones
Para reconstruir mis pasadas motivaciones,
Llego a la dulce sonrisa de mi madre
Y al disimulado abraso de mi padre
Y miro la distancia de los tiempos paralelos
Y los altos árboles en los copos de la sierra;
Paciente esperan las estrellas que nos observan
Esperando las hierbas que van creciendo,
Hacen salir el sol en la sombra de tus ojos
Corren veloces a tropel los celajes
Desde la palidez que cubre el llanto
Y las montañas heridas en su pecho
Y las aves zarpan alborotadas en su canto.
¡oh! Cristales rotos de mi juventud perdida
y los sembradíos reflejan en su boca hondos surcos
y vuelve a salir el sol en el ocaso de mis tristezas
y en la pestaña de las nieves puras
y aparecen la flores ya con el amanecer,
y se reviste el verde prado de tus mejillas
y tiembla la luz sobre tus solitarios cristales.
Cuando el ardiente sol de los desiertos
Y las palmeras marchitan tu alma
Cuando el viento se mueve hacia las montañas
Y se aleja con albores de tu ocaso
Cuando muere el encanto de los pájaros sabaneros
Y la langosta guarda silencio en su cueva
Cuando el silencio del dolor se resiste con el tiempo
Y una leve esperanza anida en tus laberintos
Cuando la brisa de las colinas acaricia tu rostro
Y sopla en el céfiro de tus manos.
Pero yo estoy solo, tan solo en este crisol
Nunca antes en la inmensa soledad,
Y en las tristezas de tus ojos,
Y en la ausencia de tus sueños.
Yo no sabía cuanto silencio existe en tu alma,
Entonces hoy decido volver a vivir lo que no he vivido
Y a encontrar los amores que me olvidaron
Y a escuchar las voces de las sirenas
Y las olas que hablan con los mares
Allí donde esta mi terruño de todos mis encantos,
Allí permanecen intactos mis recuerdos,
Cuando vuelvo al iris de tus ojos.
Cuando acaricio la silueta de tu rostro,
Cuando estoy en el regazo de tu pecho,
Hoy reconstruiré mi vida junto a la campiña de tu aliento
Y hoy más que nunca, jamás me alejaré de mi tierra…
Rodolfo Ascencio Barillas
Cuando sale la aurora en la pupila de tus ojos
Y amanece con el silencio de tu belleza
Cuando la nueva primavera se asoma por tu ventana
Y las flores mustias se desvanecen con la tarde
Cuando los blancos montes derriten la nieve en su vientre
Y se deslicen los hielos fríos por los escarpados terrones
Cuando el color púrpura se confunde en a selva espesa
Y su niebla baja desde sus montañas,
Cuando las vertientes aguas saltan junto a sus espumas
Y el resplandor de tu rostro exime de su nostalgia las madrugadas
Cuando el rocío de la noche desvanece el hastío de las ciudades
Y expele los vapores que exhalan en la majestuosa naturaleza,
Así se va el día como la vida en el paso nefasto del mundo
Entonces vuelvo a mi terruño, y a mis sedientas ilusiones
Para reconstruir mis pasadas motivaciones,
Llego a la dulce sonrisa de mi madre
Y al disimulado abraso de mi padre
Y miro la distancia de los tiempos paralelos
Y los altos árboles en los copos de la sierra;
Paciente esperan las estrellas que nos observan
Esperando las hierbas que van creciendo,
Hacen salir el sol en la sombra de tus ojos
Corren veloces a tropel los celajes
Desde la palidez que cubre el llanto
Y las montañas heridas en su pecho
Y las aves zarpan alborotadas en su canto.
¡oh! Cristales rotos de mi juventud perdida
y los sembradíos reflejan en su boca hondos surcos
y vuelve a salir el sol en el ocaso de mis tristezas
y en la pestaña de las nieves puras
y aparecen la flores ya con el amanecer,
y se reviste el verde prado de tus mejillas
y tiembla la luz sobre tus solitarios cristales.
Cuando el ardiente sol de los desiertos
Y las palmeras marchitan tu alma
Cuando el viento se mueve hacia las montañas
Y se aleja con albores de tu ocaso
Cuando muere el encanto de los pájaros sabaneros
Y la langosta guarda silencio en su cueva
Cuando el silencio del dolor se resiste con el tiempo
Y una leve esperanza anida en tus laberintos
Cuando la brisa de las colinas acaricia tu rostro
Y sopla en el céfiro de tus manos.
Pero yo estoy solo, tan solo en este crisol
Nunca antes en la inmensa soledad,
Y en las tristezas de tus ojos,
Y en la ausencia de tus sueños.
Yo no sabía cuanto silencio existe en tu alma,
Entonces hoy decido volver a vivir lo que no he vivido
Y a encontrar los amores que me olvidaron
Y a escuchar las voces de las sirenas
Y las olas que hablan con los mares
Allí donde esta mi terruño de todos mis encantos,
Allí permanecen intactos mis recuerdos,
Cuando vuelvo al iris de tus ojos.
Cuando acaricio la silueta de tu rostro,
Cuando estoy en el regazo de tu pecho,
Hoy reconstruiré mi vida junto a la campiña de tu aliento
Y hoy más que nunca, jamás me alejaré de mi tierra…
SUEÑOS DE MI ALMA
Rodolfo Ascencio Barillas
Cuando yo era niño soñaba con las estrellas,
y dormía sin ninguna preocupación
en los umbrales de mi casa,
mi deleite era ver las luces desde los montes
y contemplar los solares de mis tierras
en la luz resplandeciente del mediodía.
Yo amaba la lluvia de los cielos
Y creía que los mares estaban unidos
Como los hombres con la naturaleza
Rodolfo Ascencio Barillas
Cuando yo era niño soñaba con las estrellas,
y dormía sin ninguna preocupación
en los umbrales de mi casa,
mi deleite era ver las luces desde los montes
y contemplar los solares de mis tierras
en la luz resplandeciente del mediodía.
Yo amaba la lluvia de los cielos
Y creía que los mares estaban unidos
Como los hombres con la naturaleza
Pero todos ellas estaban ciegos en las sombras
en la carne y en sus placeres.
creía que las diferencias duraban poco
Y razonaba con las alas del viento
en la carne y en sus placeres.
creía que las diferencias duraban poco
Y razonaba con las alas del viento
¿Yo me preguntaba, que era la vida?
¿y que era la muerte?
¿y que eran los hombres en el mundo?
¡La vida es antes de existir!
¡y la muerte es el la existencia de la vida!
¿Sabes donde está el paraíso?
¿Sabes donde está el universo?
¿Dónde están los secretos de la felicidad?
¿Y la sosegada paz de los muertos?
¿y que era la muerte?
¿y que eran los hombres en el mundo?
¡La vida es antes de existir!
¡y la muerte es el la existencia de la vida!
¿Sabes donde está el paraíso?
¿Sabes donde está el universo?
¿Dónde están los secretos de la felicidad?
¿Y la sosegada paz de los muertos?
¿y cuando llegan los peregrinos del llanto?
¡No todos somos viajeros del tiempo!
atrevidos desafiantes de las mortales heridas
a veces no sabemos a donde ir
ni que hacer, cuando caminamos sin pensar
¡No todos somos viajeros del tiempo!
atrevidos desafiantes de las mortales heridas
a veces no sabemos a donde ir
ni que hacer, cuando caminamos sin pensar
todos nosotros somos espejismos perdidos
en los horizontes de la vida,
tristes melancolías,
y mortales dolores.
Y cuando era adolescente pensaba que lo sabía todo
Pero ignoraba las proezas de mis tontas acciones
Y cuando me encontraba sólo,
con las cuitas de mis afligidas ansiedades
buscaba las respuestas equivocadas,
Porque creí que todo lo sabía,
aún después de mi larga travesía.
Yo amaba con toda el alma mía
y saboreaba todo como una fruta madura
y que no veía en el mundo, casi nada.
Y para sobrevivir me ilusione de tus despojos
Porque al pasar el tiempo también comprendí
que tus desprecios fueron fulminantes abrojos
y traiciones que juegan con las vidas que aman
Y los sueños que lloran…
en los horizontes de la vida,
tristes melancolías,
y mortales dolores.
Y cuando era adolescente pensaba que lo sabía todo
Pero ignoraba las proezas de mis tontas acciones
Y cuando me encontraba sólo,
con las cuitas de mis afligidas ansiedades
buscaba las respuestas equivocadas,
Porque creí que todo lo sabía,
aún después de mi larga travesía.
Yo amaba con toda el alma mía
y saboreaba todo como una fruta madura
y que no veía en el mundo, casi nada.
Y para sobrevivir me ilusione de tus despojos
Porque al pasar el tiempo también comprendí
que tus desprecios fueron fulminantes abrojos
y traiciones que juegan con las vidas que aman
Y los sueños que lloran…
EL REGRESO
Rodolfo Ascencio Barillas
El mundo despierta con su sombra majestuosa
Y el sol con su radiante luz esplendorosa,
Baña con su fulgor las doradas colinas
Y su luz baja con su tarde temblorosa;
En la madrugada húmeda, la rosa.
Y después de cuarenta años
Regreso a mi patria, vientre materno,
Después de tanto tiempo, pero tanto tiempo
Deje mis ilusiones en el claro de la luna
Y mis sueños en el prepucio de la noche
Y en las estrella, en el mar, y en el lucero
En el lejano recuerdo de aquel sendero,
Pero hoy regreso a las voces del silencio
Regreso a la tierra que me vio nacer
Al río, al camino, y a las estepas
Regreso a mis orígenes campesinos
Regreso a mis raíces paternas
Y a la dulce melodía que lleva mi corazón
Regreso al suspenso de mis tristes pesares
Y a mis amores que siempre me esperaron
Regreso a mis viejas costumbres de costeño
Y a los alegres veranos de tu aliento
Regreso al valle, a mi piedra, y a mi llano
Y a la espesa selva umbrosa
Regreso para escuchar la risa de mi gente
Y a los niños que sueñas con estrellas,
Y que pintan bellas doncellas
Regreso al connubio de tus besos
Y al leito que anida tus recuerdos
Regreso al prurito de la noche fría
Y a contemplar los parajes de tus manos
Regreso a mi casa, a mi infancia, y a mi plaza
Y a las montañas que juegan con el cielo
Regreso al perdón de tus labios rotos
Y al torrente llanto que inundan tus ojos
Regreso al eco perdido de tu tiempo frustrado
Y a tus prolongados lamentos
Regreso a la primavera de tus ojos
Y al final de tus otoños vencidos
Regreso a los surcos de tu rostro
Y a las constelaciones que dibujan tus lágrimas
Regreso a mirar tus diletantes pesares
Y a los ósculos de tus tiernas caricias,
Y sin reclamos me recibes en tu regazo.
Regreso al reposo de tus bosques tropicales
Y a los manantiales de tu pecho
Regreso a los frutos que cosechan tus amores
Y a la paz de tus mansas aguas
Hoy después de cuarenta años…
Rodolfo Ascencio Barillas
El mundo despierta con su sombra majestuosa
Y el sol con su radiante luz esplendorosa,
Baña con su fulgor las doradas colinas
Y su luz baja con su tarde temblorosa;
En la madrugada húmeda, la rosa.
Y después de cuarenta años
Regreso a mi patria, vientre materno,
Después de tanto tiempo, pero tanto tiempo
Deje mis ilusiones en el claro de la luna
Y mis sueños en el prepucio de la noche
Y en las estrella, en el mar, y en el lucero
En el lejano recuerdo de aquel sendero,
Pero hoy regreso a las voces del silencio
Regreso a la tierra que me vio nacer
Al río, al camino, y a las estepas
Regreso a mis orígenes campesinos
Regreso a mis raíces paternas
Y a la dulce melodía que lleva mi corazón
Regreso al suspenso de mis tristes pesares
Y a mis amores que siempre me esperaron
Regreso a mis viejas costumbres de costeño
Y a los alegres veranos de tu aliento
Regreso al valle, a mi piedra, y a mi llano
Y a la espesa selva umbrosa
Regreso para escuchar la risa de mi gente
Y a los niños que sueñas con estrellas,
Y que pintan bellas doncellas
Regreso al connubio de tus besos
Y al leito que anida tus recuerdos
Regreso al prurito de la noche fría
Y a contemplar los parajes de tus manos
Regreso a mi casa, a mi infancia, y a mi plaza
Y a las montañas que juegan con el cielo
Regreso al perdón de tus labios rotos
Y al torrente llanto que inundan tus ojos
Regreso al eco perdido de tu tiempo frustrado
Y a tus prolongados lamentos
Regreso a la primavera de tus ojos
Y al final de tus otoños vencidos
Regreso a los surcos de tu rostro
Y a las constelaciones que dibujan tus lágrimas
Regreso a mirar tus diletantes pesares
Y a los ósculos de tus tiernas caricias,
Y sin reclamos me recibes en tu regazo.
Regreso al reposo de tus bosques tropicales
Y a los manantiales de tu pecho
Regreso a los frutos que cosechan tus amores
Y a la paz de tus mansas aguas
Hoy después de cuarenta años…
“EL OTRO LADO DE LA LUZ”
Rodolfo Ascencio Barillas
Todo lo que yo diga en el infinito de tus ojos
Y todo lo que tienes en el secreto de tu pecho,
Y cada día es un desafió de tu aliento.
Yo vago en el sueño que no llega
Y vivo en el silencio que despierta en la aurora ciega
Y en el deseo de tu piel seductora
Y en el sentir de tus audaces atrocidades
Y en la mentira que se cierne en tu procaz ironía.
¡OH¡ mira como se tornan los insólitos páramos
y como muere tu rostro con la pálida suerte
¿Quien surcara la atávica presa de tus manos?
¿y quien buscará los sueños fúlgidos de la febles miradas?
¿Dónde nacieron las entrañas de tú espanto?
¿Dónde surgieron las secuelas de tus pávidas locuras?
Yo quisiera despertar en el sueño eterno de la muerte
Y caminar en el núbil candor de tu morada
Y soñar en tus nobiferos manantiales
¡OH¡ vida que vuelas en un suspiro,
Y mañana nacerán tus fuertes raíces.
¿Por qué la luz se oculta en la piedra?
¿Por qué llora el camino por tus arrugas?
Será que estoy soñando despierto
O estoy llorando con el alma muerta
Donde los sepulcros buscan sus interrogantes
¿Por qué no vienes con tu rió?
¿y porque desnudas las máculas de tu cuerpo?
Será que vivo mintiendo
Y muero revelándome en el largo sueño de la muerte
Ahora que vuelvo donde terminan mis suspiros
Ahora que mi dolor es tu inverecunda nostalgia.
Yo te llevaré en el recuerdo de mi fantasía
Ahora que callan los que nunca dijeron nada
Allá en tu tierra, en tu ocaso, mas allá de tu cielo
Existe el dolor infinito…
Rodolfo Ascencio Barillas
Todo lo que yo diga en el infinito de tus ojos
Y todo lo que tienes en el secreto de tu pecho,
Y cada día es un desafió de tu aliento.
Yo vago en el sueño que no llega
Y vivo en el silencio que despierta en la aurora ciega
Y en el deseo de tu piel seductora
Y en el sentir de tus audaces atrocidades
Y en la mentira que se cierne en tu procaz ironía.
¡OH¡ mira como se tornan los insólitos páramos
y como muere tu rostro con la pálida suerte
¿Quien surcara la atávica presa de tus manos?
¿y quien buscará los sueños fúlgidos de la febles miradas?
¿Dónde nacieron las entrañas de tú espanto?
¿Dónde surgieron las secuelas de tus pávidas locuras?
Yo quisiera despertar en el sueño eterno de la muerte
Y caminar en el núbil candor de tu morada
Y soñar en tus nobiferos manantiales
¡OH¡ vida que vuelas en un suspiro,
Y mañana nacerán tus fuertes raíces.
¿Por qué la luz se oculta en la piedra?
¿Por qué llora el camino por tus arrugas?
Será que estoy soñando despierto
O estoy llorando con el alma muerta
Donde los sepulcros buscan sus interrogantes
¿Por qué no vienes con tu rió?
¿y porque desnudas las máculas de tu cuerpo?
Será que vivo mintiendo
Y muero revelándome en el largo sueño de la muerte
Ahora que vuelvo donde terminan mis suspiros
Ahora que mi dolor es tu inverecunda nostalgia.
Yo te llevaré en el recuerdo de mi fantasía
Ahora que callan los que nunca dijeron nada
Allá en tu tierra, en tu ocaso, mas allá de tu cielo
Existe el dolor infinito…