CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
2012, AÑO
DE LA DEFENSA DEL AGUA PARA LA VIDA Y
CONSTRUCCIÓN DE LOS ANDENES NUEVOS
SEPTIEMBRE, MES DE LA PRIMAVERA,
DE LOS DERECHOS CÍVICOS
DE LA MUJER, EL NIÑO Y LA FAMILIA
PRÓXIMAS ACTIVIDADES
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
POR LOS 120 AÑOS DEL NACIMIENTO DEL POETA
Y 90 AÑOS DE LA EDICIÓN DEL POEMARIO TRILCE
SÁBADO 29 DE SEPTIEMBRE
ADHESIÓN Y HOMENAJE
A LUIS ANAMARÍA
HAN SOLICITADO
EL USO DE LA PALABRA:
RAMÓN NORIEGA
MANUEL RUIZ PAREDES
INSCRIPCIÓN ABIERTA
Aula Capulí: Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 2 y 3 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República
Ingreso libre.
Se agradece su gentil asistencia
Teléfonos Capulí:
420-3343, 420-3860
y 997-739-575
capulivallejoysutierra@gmail.com
CALENDARIO
DE EFEMÉRIDES
21 DE SEPTIEMBRE
DÍA
MUNDIAL
DE LA PAZ
PLAN LECTOR,
PLIEGOS
DE LECTURA
Y LOS DOS
HERMANOS
SE ABRAZARON
Danilo Sánchez Lihón
“Pase la eternidad
bajo los puentes.”
César Vallejo
1.
Dos hermanos se amaban con cariño entrañable.
Fueron inseparables de niños y habían compartido juntos muchos juegos, sucesos y aventuras de la vida.
Aunque eran diferentes se complementaban en muchos aspectos. Y se conocían en lo más íntimo.
En la escuela o a la salida de ella se defendían mutuamente. Y ambos eran adorados por sus padres.
A la muerte de sus progenitores se repartieron la herencia en predios que colindaban uno con otro.
Sus propiedades estaban apenas divididas por un riachuelo que cada tarde vadeaban, contentos el uno o el otro de reunirse para conversar alegremente.
2.
Un día surgió, de algo simple, pequeño e insignificante, una desavenencia.
– Has cortar los juncos de la acequia grande porque el agua se está empozando y los terrenos se están llenando de mosquitos.
– ¿Yo? ¿Si te has dado cuenta que eso ocurre por qué no los cortas tú?
– ¿Yo?
– Y, ¿yo?
– ¡Sí! –Respondió el otro.
Pronto los reproches subieron de tono y pasaron a las palabras hirientes.
Dejaron de hablarse, dejaron de visitarse, dejaron de verse. Ya ninguno cruzaba el arroyuelo y el encono fue en aumento.
3.
Un día tocó en la puerta de la casa del más viejo un carpintero que portaba sus herramientas y le dijo:
–Busco trabajo en qué ocuparme, señor. Soy carpintero y de repente tenga alguna obra pendiente que yo pudiera hacer.
– ¡Ah, sí! ¡Cómo no! –Le dijo el dueño–. Al frente vive un vecino para mí muy incómodo. Es una persona indeseable, a quien me desagrada incluso verla y saber que está ahí.
– Comprendo, comprendo su situación.
– En realidad es mi hermano. –Le confesó, un tanto avergonzado.
– Suele ocurrir con frecuencia. Pero, no se preocupe, señor.
– Bueno. Quisiera que con la madera que está arrumada aquí alce usted una valla lo más alta que se pueda, de tal modo que ni yo ni él podamos ni siquiera mirarnos.
–He entendido, señor. Haré una obra que le satisfaga plenamente. –Respondió el hombre, muy seguro de sí mismo.
4.
El dueño salió, para atender algunos asuntos, en la ciudad cercana.
Al regresar ya avanzada la tarde vio con espanto que el carpintero en vez de erigir una valla había tendido un puente sobre el riachuelo.
Se quedó pasmado. Le subió una y otra ola de ira y rabia a la cara.
– ¡Qué atrevimiento es este! –Vociferó, reaccionando ofendido.
Y, mirando a todos lados vociferó:
– ¡Dónde está ese insolente carpintero!
Pero en ese momento vio que su hermano cruzaba el tablado con los brazos abiertos.
Un momento el hermano mayor dudó. Quiso aún retroceder y esconderse. Pero hubo un impulso interior también irresistible que fue mayor.
Y también echó a correr con los brazos abiertos al encuentro de su hermano.
5.
Ahora, en su vejez, es el único consuelo que tienen en esta vida, el de cruzar cada tarde el puente, de sentarse a conversar y a servirse algo en el corredor de sus casas.
Entre ambos han remozado el puente. Ahora es de dos arcos, airoso, tallado, que incluso tiene luces que ambos encienden en la noche.
Es el lugar en donde más juegan los niños de sus respectivos hijos e hijas que vienen a visitarlos. Y conversan cada tarde acerca de cuándo fueran niños. Y de todo lo que ellos se enteran y conocen.
Y ambos gozan los fines de semana reuniendo a sus dos familias que comparten la comida, los brindis y los juegos. Y ellos escuchan complacidos, cada uno a un lado de la cabecera de la mesa lo que los demás conversan.
Y recuerdan complacidos a sus padres y el tiempo pasado. Y ambos alzan en silencio sus copas y brindan.
6.
Ahora bien, ¿qué nos enseña una historia como esta? ¿En qué radica su mayor significado?
¿Qué clave de vida podemos entresacar de este relato para que finalmente se imponga la armonía y prevalezca la paz?
¿Qué es lo central en esta narración?
Acaso ¿el que uno alzara los brazos? ¿Tal vez que el otro alcanzara a verlo correr a su encuentro? ¿El que el otro superara el momento de duda?
¿En que, por difícil que parezca, ambos eliminaran en ese breve instante el rencor y la dureza de sus corazones?
O tal vez el centro esté en el papel y en el rol del mediador, como es el carpintero. O en la providencia que se presentó en la figura del peregrino que buscaba trabajo. En todo ello cabe reflexionar.
7.
Todo aquello es importante y abona para el desenlace definitivo.
Pero lo fundamental y trascendente es haber cambiado la propuesta de la valla por la presencia del puente que alzó el desconocido carpintero. Que en vez del parapeto, o de la pared o de la valla que evitara cruzar incluso miradas se alzara ahora el puente.
Esa es la base, el núcleo y la solución del problema. Allí radica el meollo del asunto para lo que después se consiguiera, cual es la vida pacífica, cordial y amigable.
En la actitud de tender puentes radica la clave de todo. En la capacidad para no cortarlos, no eliminarlos y no negarlos en nuestras vidas.
Pero hay formas y clases distintas y variadas de puentes:
8.
Hay miradas que inician una nueva historia, que juntan destinos que venían por rumbos diferentes. Son miradas puentes.
Hay gestos, expresiones, actitudes que tienden lazos, vínculos y conjunciones.
Hay puentes que unen parajes, islas, continentes. Hay puentes vistosos y otros escondidos.
¡Y son tan bellos sus arcos detrás de las colinas y de la neblina que los exornan en el amanecer de un día propicio!
Hay tantas formas y clases de puentes invisibles.
Pero ninguno que no sea hermoso por su significado. Y los hay livianos y fuertes; unos horizontales y otros curvos.
9.
Unos de fierro con figuras moldeadas. Otros de cemento y concreto armado. ¡Y los más bellos hechos de piedra, sobre ríos o lagos sonámbulos, y como vigías desvelados e insomnes!
Vistos desde la base hacia arriba son celestes. Y mirados desde el aire son lazos que juntan dos cuerpos, sobre una herida honda y abismal que la alivian, superan y finalmente sanan.
A veces son anhelos y pura ilusión, trazos que uno imagina cuando nada nos une y todo nos separa.
Por eso, ellos nos salva.
Y hay tantas maneras de ser puentes. El asa de este pocillo en que sorbo el café que me abriga y me contenta, es un puente.
Las palabras son en realidad, todas ellas, grandes puentes.
¡Cuán distinto sería si en vez de callar hubiéramos dicho la palabra exacta que tendía un puente entre una y otra orilla!
10.
¡Cuán distinta sería la vida si no hubiéramos dejado de tender los puentes que eran oportunos!
La paz hay que anhelarla y luchar por ella para que se imponga no sólo en donde hay guerras o conflictos bélicos, tendiendo puentes.
Pero tan importante es la paz allí donde están erizados los ejércitos, como en el ámbito cotidiano, al interior de una casa o de una familia; de un centro laboral, vecindad u organización social.
Y mucho más aún en donde hay una aparente paz. Y en donde nuestras relaciones están quebradas, porque hay desconfianza y hemos elegido ya la perspectiva de la desavenencia y el conflicto.
Porque en el fondo la paz no solo hay que sentirla y pensarla sino también imaginarla y atesorarla como un bien supremo en el alma
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