miércoles, 30 de enero de 2013

30 DE ENERO: SE FUNDA LA PLAZA DE ACHO - FOLIOS DE LA UTOPÍA : NEGRO TORO DE PENA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2013 AÑO
EVANGELIO VALLEJO DE LA SOLIDARIDAD
Y UNIVERSALIDAD DEL MUNDO ANDINO
 
ENERO, MES DE LA DEFENSA DE LIMA
DEL NACIMIENTO DE ARGUEDAS, HERAUD
Y LOS PARADIGMAS DE MACHUPICCHU
 
PRÓXIMAS ACTIVIDADES
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
 
AULA CAPULÍ
 
SÁBADO 2 DE FEBRERO, 7 PM.
 
TEMAS:
 
1
FORMACIÓN DE LÍDERES
 
2.
 
RECIBIMIENTO
A ANTONIO MORILLO
 
3.
 
CUMPLEAÑOS
CARLOS CASTILLO MENDOZA
 
LUGAR DE LA REUNIÓN
CALLE CÉSAR LÓPEZ 173-177
DISTRITO DE SAN MIGUEL
 
AUDITORIO
CONDOMINIO LOS LAURELES
ALTURA CUADRA 25 AV. LA MARINA
VINIENDO DE MIRAFLORES
A LA MANO DERECHA
AL COSTADO DE EDELNOR Y METRO
 
INGRESO LIBRE
 
SE AGRADECE SU GENTIL ASISTENCIA
 
*****
 
XIV CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
TELÚRICA DE MAYO, 2013
POR LOS CAMINOS DE VALLEJO
LIMA, TRUJILLO, SANTIAGO DE CHUCO
14 Y 15 DE MAYO EN LIMA
16 DE MAYO EN TRUJILLO
17,18 Y 19 DE MAYO
EN SANTIAGO DE CHUCO
LIMA:
UNIVERSIDAD NACIONAL
MAYOR DE SAN MARCOS
TRUJILLO:
UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO
E INSTITUTO DE ESTUDIOS VALLEJIANOS
SANTIAGO DE CHUCO:
MUNICIPALIDAD PROVINCIAL
DE SANTIAGO DE CHUCO
PÁGINA WEB:
http://spanport.byu.edu/faculty/GarciaM/new/Capuli2013.htm
ROMERÍA
AL CEMENTERIO
DE SANTIAGO DE CHUCO
ACTIVIDAD IMPORTANTE DE LA TELÚRICA DE MAYO,
QUE ESTE AÑO TIENE EL ORDEN DE SER EL XIV ENCUENTRO
INTERNACIONAL ITINERANTE CAPULÍ, VALLEJO Y SU
TIERRA, ES LA ROMERÍA AL CEMENTERIO DE SANTIAGO
DE CHUCO, PEREGRINAJE QUE REALIZAMOS EL DÍA
DOMINGO POR LA MAÑANA, ANTES DE LA CEREMONIA
DE IZAMIENTO DE LA BANDERA, QUE ESTE AÑO RECAE
EN SER EL 19 DE MAYO DEL AÑO 2013.
EN ESTE CAMPOSANTO ESTÁN ENTERRADOS LOS PADRES
DE CÉSAR VALLEJO, LA SEÑORA MARÍA DE LOS SANTOS
MENDOZA GURREONERO, DON FRANCISCO DE PAULA
VALLEJO BENITES, TUMBAS QUE FUERON LOCALIZADAS
POR EL MAESTRO E INVESTIGADOR VALLEJIANO DON
FRANCISCO MIÑANO BENITES.
EL CAMINO AL CEMENTERIO ES DE ASCENSIÓN,
RECORRIENDO EL BARRIO SAN JOSÉ, LLEGANDO HASTA
EL OBELISCO Y ASCENDIENDO LUEGO POR LA AVENIDA
PORTURAS SE ARRIBA HASTA LAS POZAS Y DESDE ALLÍ
SE SUBE LA COLINA DONDE SE ABRE LA PUERTA
DE INGRESO FLANQUEADA DE COS CAPILLAS Y RODEADA
DE MUROS DE ADOBE Y PIEDRA. SE INGRESA POR UN
SENDERO RODEADO DE MALVAS, GERANIOS, RETAMAS QUE
SOBRESALEN JUNTO A LOS NICHOS, CRUCES Y TÚMULOS.
DESDE ESA COLINA SE DIVISA TENDIDO ALLÁ ABAJO
EL PUEBLO DE SANTIAGO DE CHUCO, Y HACIA LO ALTO
DOMINAN EL ESCENARIO DE LA CORDILLERA EL APU ICHAL,
DONDE SE UBICA EL TEMPLO DEL DIOS CATEQUIL Y
EN EL ENTORNO MÁS CERCANO LOS CERROS MITOLÓGICOS
DEL QUILLAHIRCA, O CERRO DE LA LUNA, Y HUACAPONGO
QUE ABARCA LAS CUEVAD DE SHIMINIGA.
AL CENTRO DEL PANTEÓN SE LEVANTA UN SARCÓFAGO
QUE REPLICA LA TUMBA DE CÉSAR VALLEJO SITUADA
EN EL CEMENTERIO DE MONTPARNASSE DE PARÍS.
EN ESTE RECORRIDO RECOGEMOS LA EXPLICACIÓN
DETALLADA QUE NOS BRINDA DON FRANCISCO MIÑANO
BENITES, DESCUBRIDOR DE LAS TUMBAS DE LOS PADRES
DE CÉSAR VALLEJO EN SANTIAGO DE CHUCO. TE
INVITAMOS A VENIR CON NOSOTROS EN MAYO, Y TENER LA
EXPERIENCIA DE HABER CONOCIDO ESTA TIERRA SAGRADA.
 
Teléfonos Capulí:
420-3343 y 420-3860
99773-9575
 
capulivallejoysutierra@gmail.com
dsanchezlihon@aol.com
 
*****
 
CALENDARIO
DE EFEMÉRIDES
 
30 DE ENERO
 
SE FUNDA
LA PLAZA
DE ACHO
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
NEGRO
TORO
DE PENA
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
«Nació
del relámpago de dos puñales
que convergieron en la misma
herida».
Hernán Velarde
 
1. Tendidos de sol
y sombra
 
– ¡Fuera! ¡Fuera!
– ¡Que se vayan!
– ¡Fuera de la Plaza de Acho!
– ¡A Lima y a su Plaza de Acho se le respeta!
– ¡Lárguense!
– ¡Que salgan los cobardes!
– ¡Queremos buenos toreros! –clama la gente, cada vez más airada.
El griterío es ensordecedor en los tendidos de sol y sombra.
Mientras tanto, entre silbidos y rechiflas, se sofoca el picador de a caballo que retrocede ante la embestida del inmenso y bravo toro negro.
Ya ha revolcado a dos toreros que intentaron capearlo.
Uno de ellos, al parecer, con graves heridas que ha hecho salir a toda velocidad a la ambulancia, halada por caballos, que lo ha llevado al hospital más cercano.
 
2. Un grito
estremecedor
 
El Juez de la Plaza, aparentando hacer un saludo protocolar, ha dado la vuelta y subido hasta el palco del Virrey Fernando de Abascal y Sousa, quien asiste a la corrida de gala del 25 de julio, dedicada al Apóstol Santiago, junto a su comitiva.
Le consulta qué medidas tomar y cómo culminar estos acontecimientos escandalosos, considerando que hay inusitada inquietud que ahora se manifiesta en la plaza, sino que el descontento y la agitación social se extiende por todo el virreinato.
Corre el año 1815 y nunca antes en la monumental Plaza de Acho, desde su fundación, ocurrida en 1766, ha sucedido un hecho semejante de gritos destemplados y palabras disonantes ante la autoridad virreinal.
Es en el instante en que el Juez ha llegado al palco, cuando se escucha un grito estremecedor y de horror de toda la concurrencia:
– ¡Oh! ¡Ay!
El toro, zafando los cuernos de los pellones y la coraza de malla y arena que protege al caballo del picador, ha introducido sus astas por los ijares del equino y le ha vaciado los intestinos haciendo que caballo y picador caigan a tierra ante el espanto y el alarido de la gente:
– ¡Corran! ¡Corran!
 
3. Ofrezca
la mayor recompensa
 
– ¡Corran!
– ¡Salven al picador!
Atraído el toro hasta el otro extremo del ruedo, se ha decidido ultimar al potro de un disparo, sin poder recogerlo de la arena, de donde varias veces vuelve a levantarlo con sus cuernos el toro embravecido.
– ¡Y ahora qué hacemos, su Señoría!
Quien le habla tembloroso, pálido y anonadado es el Juez de la Plaza, dirigiéndose al Virrey.
– Ofrezca la mayor recompensa al torero que se arriesgue a torear a esa bestia. –Ordena, tembloroso y sofocado el gobernante.
Muy pronto vuelve el empleado:
– Ningún torero se anima a salir al ruedo.
– Yo mismo los he demandado prometiéndoles una luenga recompensa, pero es inútil, –llega diciendo en ese momento el Marqués de Esquilache, nervioso y con la melena descompuesta.
 
4. Ni por todo el oro
del mundo
 
– ¡Nadie quiere salir, su señoría! ¡La única solución es regresar al toril a ese demonio! –Aconseja el Marqués.
– ¡Sería una deshonra para la Plaza de Acho, para el Municipio de Lima y también para el gobierno que representamos todos nosotros! –dice el Virrey, preocupado.
– Hecho que sería tomado como una premonición en contra de la corona española.
– Acontecimiento, además... –paladea sus palabras el taciturno general La Serna, quien hasta el momento no había pronunciado palabra alguna– que aprovechará la gente levantisca que anda socavando el orden público y el prestigio de la Corona.
– He ofrecido todo el oro posible y ningún torero se anima a salir–reitera otra vez el Marqués, quien ha vuelto visiblemente desmoralizado.
 
5. Potestad
para redimir las penas
 
– Su Merced, –interviene don Pablo Porturas Landázuri quien recién ha venido de la ciudad de Trujillo, nombrado para ocupar el cargo de Ministro Tesorero de las Cajas Reales Matrices de Lima–. Yo conozco a un torero de mi tierra, de la hacienda de Angasmarca, cercana a Santiago de Chuco, quien está preso en la Penitenciaría que se ubica a dos cuadras de este lugar.
– ¿Y Usted cree que estaría bien para este coso?
– Es un torero de raza, a quien he visto torear bestias que nadie se atrevería a enfrentar. Quizás esté dispuesto a hacerlo en este caso si se le ofrece permutar la condena que sufre, por su libertad, si es que torea a ese animal.
– Además, por las Fiestas dedicadas al Apóstol Santiago a Vuestra Merced le asiste la potestad del indulto para redimir la pena de cárcel que sufre alguien, –interviene solícito el Presidente de la Real Audiencia, quien ha escuchado atentamente la propuesta.
 
6. Cuadrilla
de gendarmes
 
– ¡Entonces que vayan por él de inmediato! –dispone Abascal. Hagan uso de mi calesa y corran, corran por orden mía y traigan a ese... ¿cómo se llama?...
– Se llama Tomás Vílchez, torero natural de Santiago de Chuco, mi pueblo.
– Y, por qué… ¿por qué motivos está preso? –indaga el Virrey a su flamante Ministro Tesorero.
– Por doble homicidio. Y homicidio calificado –informa, sin pestañearle los ojos, don Pablo Porturas.
– ¡Entonces, que al traerlo lo acompañe una cuadrilla de gendarmes!–alcanza a disponer el Virrey, mirando hacia un punto indefinido–. ¡No vaya a ser que el muy ladino se nos escape en el camino! –Añade, trejo en lides de gobierno, y como pensando consigo mismo:
– Doble homicidio... sabe matar, ya lo vemos... será porque es torero.
 
7. Tarde de sol
muriente
 
El Juez de la Plaza instruye para que durante el tiempo que toman las gestiones la Banda de Músicos interprete pasos dobles y mazurcas.
Mientras tanto, el toro da vueltas buscando por donde saltar la barrera y el público agita todo ropaje a fin de espantarlo.
Cuando ya la gente llega al colmo de la impaciencia, desde la arena del callejón delante de los tendidos, el Emisario y un pelotón de soldados armados presentan al Virrey a un hombre demacrado y cejijunto a quien todavía enceguece la luz del día radiante, en aquella tarde de sol mugiente en la tres veces coronada Ciudad de los Reyes.
El hombre aún trata vanamente de mantenerse erguido y sin doblarse.
Acercándose un poco al borde del balaustre de su palco, el Virrey–visiblemente incrédulo– le pregunta:
 
8. Un capote
y una espada
 
– ¿Tú eres Tomás Vílchez, torero de Santiago de Chuco?
– Sí, lo soy, señor –es toda la respuesta.
– ¿Crees que puedes torear a aquel toro? –dice señalando al animal que la gente espanta por todo el ruedo.
Sin dignarse mirar siquiera adonde el Virrey apunta con su mano, contesta:
– ¡Sí, señor!
El Virrey aún alcanza a decirle:
– ¡Es justo advertirte que nadie ha podido hasta ahora torearlo! Y también, ¡que ha herido a dos hombres y matado al caballo del picador!
– ¡Sólo necesito un capote y una espada Señor!
 
9. Bizco
y cornipaso
 
– Conmutaré tu pena dándote la libertad de inmediato si haces una buena faena, –sentencia, tomando asiento con solemnidad, el Virrey.
– ¡No torearé por mi libertad, puesto que mi castigo es justo!
– ¡Hazlo por alguien o por algo entonces! –le advierte el Virrey impaciente.
– Lo haré por mis hijos que son huérfanos. Y por su Merced, que así me lo permite.
De ese modo contesta Tomás Vílchez con dignidad y con voz que se deja escuchar nítidamente, ofreciendo así la faena de la tarde a sus hijos y al Virrey del Perú.
– El toro es «bizco» y «cornipaso» –se compadece en decirle el asistente del Juez de la Plaza–. ¡Tampoco se ha dejado picar el morrillo!
– Ya he visto que todo es así como usted lo dice. Pero, gracias por advertírmelo, señor.
 
10. Son las cinco
de la tarde
 
Le alcanzan capote y espada mientras el Virrey ordena:
– ¡Córtenle los grilletes!
– No es necesario, su Señoría. ¡Perderíamos tiempo! Soy presidiario y es natural que yo toree arrastrando mis cadenas.
Avanza dando saltos e ingresa al ruedo por el burladero más cercano. El público sigue aún más enfurecido.
Los demás toreros, vestidos de luces, ven asombrados que entra al ruedo un guiñapo y esperpento con los pies atados aunque tintineantes.
Porta un capote y una espada todavía envueltos.
Y compadecen a ese estropajo humano que en pocos minutos será, según el parecer de todos, un triste y miserable despojo ensangrentado. Un cadáver que ha de ser botado a la fosa común.
Son las cinco de la tarde del 25 de julio del año de 1815 cuando todo esto sucede.
 
11. Con la misma espada
de torear
 
Justo es el instante en que en el pueblo andino de Santiago de Chuco, el Apóstol Santiago el Mayor, patrón del pueblo, sale en procesión por su plaza, rodeado de comparsas de «Kiyayas»,rezago doliente de las que fueron pallas del Inca Atahualpa, quienes cantan entre el humo del incienso, del aroma que desprende los trompos de alcanfores ardiendo y del palo santo que las niñas vestidas de ángeles van colocando con manos inocentes en los sahumerios. Y es en boca de la kiyaya mayor que se escucha esta copla:
«Pobre Tomás Vílchez,
el valiente toreador,
que al alborear
mató a su mujer
y mató a su rival.
¡Pobres sus hijitos
huerfanitos hoy!
¡y pobrecito él!
que ya su viejecita
está por fenecer».
Eso cantan, haciendo alusión al hecho trágico que protagonizó Tomás Vílchez, dando muerte a su linda pero infiel mujer junto a su amante. Y lo hizo con la misma espada de torear, luego de que regresara triunfante de cortar orejas y rabo, en la Feria de la Virgen de Altagracia en el airoso y florido pueblo grande de Huamachuco.
 
12. La punta
del cuerno
 
Con la dificultad que la cortedad de las cadenas le imponen a sus pies, Tomás Vílchez avanza en la Plaza de Acho hasta el tercio del ruedo.
Pronto lo ve el toro y arremete desde lejos embistiendo a aquel punto borroso e insignificante.
Todos lanzan un grito de horror y de compasión hasta el momento de verlo desplegar la capota y deslizarse el animal por en medio de su cuerpo como una tromba, sin saber nadie por donde ha atravesado, salvo por el centro de aquel fantasma.
Y queda el toro arrodillado en la arena.
Una raspadura horizontal a todo lo largo de su pecho es la prueba que el toro tenía la punta del cuerno derecho levantada hasta la altura del hombro de Tomás Vílchez, quien endereza el rostro ligeramente al hacer la suerte.
 
13. El
¡Toro!
 
Por lo que acababa de ver, la plaza que rebosa de gente, guarda ahora un silencio sepulcral. El toro no sabe si ha acometido a un cuerpo o a una sombra. Al voltear se detiene desconcertado y por vez primera orejea dubitativo.
Apenas arrimándose de costado, con breves pasos como le permitía la cadena de los pies, el hombre que torea avanza hasta el medio del ruedo, ya reconciliado con el sol de la tarde.
– ¡Toro! –se le oye decir con voz rijosa, libre y a la vez prisionera.
– ¡Toro! –llama otra vez con voz más imperiosa, golpeando el capote, desafiante, amo y señor del infierno que tenía dentro y del otro que babeaba frente a frente.
 
14. Ora a la derecha,
ora a la izquierda
 
El toro, arremete de nuevo desde lejos haciendo retumbar el suelo con pisadas que son un redoble de espanto y de muerte.
Sin moverse, Tomás Vílchez hace que las astas pasen por detrás e inmediatamente, presintiendo que había de voltear, lo espera haciéndole un molinete, esquivándole el pitón gacho del costado izquierdo.
Bastó eso para que el público encopetado, sin salir de su asombro, delire, gritándole:
– ¡To-re-ro!
– ¡To-re-ro!
– ¡To-re-ro!
Tanto como le permiten los grilletes, espera y lo deja pasar una y otra vez, rozándole ora el pecho, ora la espalda; ora a la derecha, ora a la izquierda.
El toro incansable, voltea y cornea impetuoso. El torero sin moverse tiempla el capote y hace los pases.
 
15. Parado
a pie firme
 
– ¡Ooo... le!
Retumba toda la plaza.
– ¡Ooo... le!
Celebran desde los tendidos.
– ¡Ooo... le!
Ovaciona la gente.
La Banda de Músicos atruena con el pasodoble «Morena de mi tierra», que produce un estremecimiento en el torero, quien se detiene para mirar el horizonte sobre las tribunas que estallan de aplausos.
Terminado el último tercio, se instala en la plaza un silencio electrizante para dar paso a la «suerte suprema».
Con la espada en ristre e invitando al toro a embestir, parado a pie firme, lo espera hasta dar con el estoque en el exacto lugar.
 
16. Un cielo preñado
de relámpagos
 
La bestia, sin saber si arremete a un fantasma o a una llamarada roja, a la vez hunde los cuernos directos al brillo de los eslabones de la cadena de los pies en donde el Sol de la tarde quiere arder en ese instante como fuego.
El Virrey mismo se pone de pie y avanza hasta el borde del balaustre rompiendo totalmente el protocolo ante su comitiva.
Las pallas del Inca Atahualpa, en Santiago de Chuco, sienten en ese instante –como nunca– en el tono de su canto, un sabor agrio, salado y amargo. Y desgarrársele aún más la pena, mirando los ojos llorosos del Apóstol Santiago que vuelve con su procesión a la Plaza de su pueblo, y a quien miran suplicantes en ese trance en que techumbres y guirnaldas se ven repentinamente amenazadas por un cielo preñado de relámpagos, truenos y aguacero.
17. Los grilletes
esplenden
En la Plaza de Acho en el Rímac hay un revoltijo en el que toro y torero se hacen un solo ovillo de sombra, de arena; de sol, ¡y de pena!
Un ¡ay! lastimero resuena en los contornos porque toro y torero caen en un solo hálito de muerte o de vida, la espada clavada totalmente en el cuerpo de la bestia. El cuerno del toro atravesando el pecho del torero.
Cuando ya nada se mueve corre la cuadrilla entera que especta la escena desde los burladeros.
Tomás Vílchez ha quedado atravesado por el asta levantada del toro, directamente clavada en el lado izquierdo de su pecho.
Todos los varones vestidos con sus trajes de luces, lo alzan en hombros paseándolo por el ruedo, mientras los grilletes esplenden, colgando tintineantes en sus pies. 
 
18. Enjugándose
los ojos
 
El público –compuesto por los señores de la corte, los clérigos y sabios entogados, las señoras y señoritas ataviadas de joyas, esmeraldas y diamantes, todos puestos de pie, con coraje y agitando pañuelos– repite ante aquel cadáver harapiento que la cuadrilla pasea solemne y reverente:
– ¡¡To-re-ro!!
– ¡¡To-re-ro!!
– ¡¡To-re-ro!!
Y no pocas lágrimas bajan por los rostros conmovidos y sollozantes.
– ¡Ha muerto el torero más grande que jamás haya conocido en la vastedad de este reino! –dice el Virrey Abascal, enjugándose también los ojos.
Y añade:
– Quisiera conservar sus cadenas como reliquia de su hombría, valor y tragedia.
 
19. Hoy día
torean
 
Descendientes de Tomás Vílchez, el legendario, son las generaciones sucesivas de aquellos grandes toreros de Santiago de Chuco, la tierra de César Vallejo, con su hacienda Angasmarca.
Los Vílchez hasta el día de hoy torean en las fiestas de los pueblos en la sierra norte del Perú.
Hijo de Tomás fue Adelmo, quien quedó muy tierno a la muerte de su padre Tomás Vílchez, ocurrida en la Plaza de Acho de Lima.
Adelmo, cuando se enrazaba, toreaba hasta con los ojos vendados.
Hijo de Adelmo fue Anastasio, quien toreó hasta cuando tuvo los cabellos completamente canos.
Hijo de Anastasio fue Juan, quien al torear y saltársele un ojo, a consecuencia de un pitón enrevesado, se lo arrancó de cuajo, con nervios y todo, arrojó a la tierra el ojo que colgaba y siguió en su faena, hasta matar al toro.
Hijos también de Anastasio fueron Obdulio y Dorila, quien salvó a su hermano cuando éste cayó a la arena, cogiendo para el caso la capa, ya estando ella con cinco meses de embarazo.
Hijo de Dorila fue Andrés; de Andrés, Francisco; de Francisco, Ángel... toreros natos, hasta el día de hoy, en que hacen delirar a la gente en las plazas colmadas de vítores y luces estallantes de extremo a extremo.
 
20. En el cielo
infinito
 
Los Vílchez no cobran jamás un solo centavo por torear.
Cuando los toreros de cartel no pueden con un toro embravecido, el pueblo los reclama con fervor.
En esas tardes el cielo se cubre de amatistas y oros.
Es allí cuando ellos recién ingresan, ceñido su uniforme de bayeta blanca y envueltos en una faja roja semejando la bandera flameante del Perú.
Y se los nombra hasta cuando en las noches los niños sueñan en sus fantasías con ser héroes para hacerse amar por las niñas más bellas del pueblo.
Esas mismas niñas asoman sus rostros angelicales en los balcones de nuestras casas ensimismadas.
Miran quizá, con el leve fulgor de esos ojos, tardes de toros y toreros encadenados, con eslabones tintineantes cual estrellas y luceros en el alba.
 
Texto que puede ser reproducido
citando autor y fuente
 
Teléfonos: 420-3343 y 420-3860
 
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
 
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
 
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
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Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es
 
 

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