domingo, 25 de diciembre de 2011

HOY DÍA ES NAVIDAD - PLAN LECTOR: NAVIDAD ES LA CASA QUE JAMÁS SE DESTRUYE - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

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Construcción y forja de la utopía andina


2011, AÑO DE JOSÉ MARÍA ARGUEDAS


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DICIEMBRE

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PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA

NAVIDAD ES LA CASA QUE JAMÁS SE DESTRUYE



Por Danilo Sánchez Lihón

1. Hoy día no sienten miedo

Hoy día, 25 de diciembre, es feriado y el día central y verdadero de la Navidad.

Lo sienten y saben todos.

Lo sienten y saben los cerros, los ríos y los caminos al filo de los abismos que hoy día son dóciles, protectores y amables en sus talantes, de por sí temibles.

Lo sienten y saben los vientos que silban en sus zampoñas canciones tiernas de amor entre árboles y peñas; y tocan más alegres que nunca sus castañuelas entre las piedras de los apriscos.

Lo sienten y saben pumas, toros y cervatillos de los potreros, que hoy día no sienten miedo ni venganza sino que intuyen que este mundo es bueno, incluso en el sacrificio por algo que ni siquiera importa tener claro cuál es su sentido.


2. Huertas y jardines

Hoy es fiesta de Navidad.

Lo sienten y saben las aves del cielo que trinan con más ahínco en el tejado.

Y con sus gorjeos hacen que las casas pobres se enjoyen con los más ricos arpegios.

Y con los atavíos que lucen los plumajes multicolores de sus alas.

Lo sienten y saben las ovejas, vacas y chivillos de las majadas que triscan y saltan de contentos, cerca a sus dueños sin explicarse el motivo que los regocija.

Lo sienten y saben los manantiales que hoy ofrecen su mejor agua.

La misma que brota fresca y luego gorgotea cantarina regando huertas y jardines.


3. Oran y velan

Lo sienten y saben los copos de neblina, que se elevan para ver aparecer los colores de las sementeras y del pueblo.

Y de las casas embelesadas con el blanco de sus muros y tapiales, y el añil de sus puertas y balcones.

Los sienten y saben los hombres rudos y fríos que hoy –sin poder evitarlo– dedican su alma hacia los demás, sonríen y de ella entresacan, como de un horno caliente, el mejor pan.

Lo sienten y saben los hombres buenos que por saberlo viven la Navidad todos los días del año.

Y hoy más bien se entristecen que la Navidad, por ser tan bella, quizá no sea eterna. Y, entonces, oran y velan.


4. Cuando ella está todo se colma

Hoy 25 de diciembre al despertar por la mañana el sol tiende su manto de oro alfombrando toda la casa.

Ya hay tintineo de cucharillas, tazas y platos en la cocina. Y el chasquido de la sartén donde se cuece alguna fritura.

Al salir al patio tengo que poner las manos en visera para librarme de la luz del sol y reconocer el violeta de las tejas, los anaranjados de las paredes, los azules y verdes de todas las presencias y las cosas.

Y agradezco en silencio por el prodigio que nos brinda la creación.

En la cocina el ambiente es de fiesta. Las lenguas de fuego del fogón ilumina el iris de todas las pupilas.

Ya está sentada en la mesa la abuela Sofía, y cuando ella está todo se colma de una profunda dulzura y alegría.


5. Sonreír de sorpresa

Con los primos que han venido acordamos salir a explorar los alrededores.

– No se vayan, primero a tomar desayuno.

Armamos la mesa para los chiquillos recogiendo todas las sillas que están en las habitaciones. Pero para algunos solo quedan bancos y cajones arrumados.

Hay ñuñas fritas en el centro de la mesa, panes y bizcochos. Y se sirve el chocolate. Pero también las plantas aromáticas y mates del lugar.

Nuestra mesa es la más bullanguera y revoltosa, desde donde reventamos algún cohete subrepticio que hace cacarear a las gallinas en el corral y sonreír de sorpresa a los mayores.

Han llegado mi abuela Rosa y mis tías Bety y Zarela, viniendo de la que llamamos “La casa de abajo”, donde ellas viven.


6. Todos retornaremos

Mi madre aviva aún más el fogón restallante que invade con sus bocanadas de humo haciéndonos entrecerrar los ojos. Y van llegando los platos con frituras.

Mi padre tiene en la comisura de los labios y los ojos ese sello inconfundible de estar viviendo la mayor de las felicidades.

Pero todos ellos ya han muerto. Solo sobreviven mi madre y mi tía Miguelina.

Sin embargo para esta Navidad todos nos sentaremos de nuevo. Todos retornaremos para estar alrededor de la mesa.

Retornarán ellos porque saben quienes somos y no nos olvidan.

Estará mi padre, muerto hace treinta años, en esa mesa de esa casa ya en ruinas y que felizmente mi hermano Jaime ha levantado de entre las cenizas.


7. Mezcla ilusiones y recuerdos

Y volvemos a juntarnos como hace años a tomar el desayuno de toda la familia reunida.

Ya han llegado sonrientes mis tías Bety y Zarela, con mi abuela Rosa.

Ya está sentada otra vez mi abuela Sofía con la comisura de sus labios extendidos de contento, con sus ojos y semblante enternecidos.

Aquí están mis tías Carmen y Miguelina que se afanan por cortar y servir algo.

El olor a café que toman los mayores invade el universo con su fuerte aroma.

Pero yo y mis hermanos pequeños preferimos el toronjil, el limoncillo o la panisara, cuyo verde tenue y profundo impregna el cielo y la tierra.

Y sobre todo porque mezcla bien ilusiones y recuerdos.


8. Para salvar el mundo

Por la ventana observo hacia afuera el cielo anubarrado y hacia adentro las recias paredes.

Ellas soportan las tempestades.

Pero me pregunto: ¿el shayape del nacimiento también extrañará la piedra donde ha crecido?

¿Le gustará y encontrará firme esta casa? ¿Y por qué es inevitable que yo llore?

Y mirando a todos entre mis lágrimas, más aún a quienes ya hace años que partieron pero que hoy han venido, ruego en silencio, que este instante recóndito de ternura no termine nunca, porque este día vuelven a estar con nosotros y sentarse a la misma mesa los seres queridos.

Ternura que quizá sea la última hebra o hilacha que quede para salvar el mundo y hacerlo imperecedero.


Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente

Teléfonos: 420-3343 y 420-3860

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