CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
2012, AÑO
DE LA DEFENSA DEL AGUA PARA LA VIDA Y
CONSTRUCCIÓN DE LOS ANDENES NUEVOS
JULIO, MES DEL MAESTRO;
DEL SANTUARIO HISTÓRICO
DE MACHU PICCHU; LA BATALLA
DE HUAMACHUCO, DE LEONCIO
PRADO; Y DE FIESTAS PATRIAS
PRÓXIMAS ACTIVIDADES
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
POR LOS 120 AÑOS DEL NACIMIENTO DEL POETA
Y 90 AÑOS DE LA EDICIÓN DEL POEMARIO TRILCE
SÁBADOS 7 PM. AULA CAPULÍ:
CONFERENCIAS Y SIMPOSIOS
SOBRE CULTURA ANDINA
SÁBADO 7 DE JULIO
HOMENAJE A
DON CARLOS MIGUEL
CHINCHAYÁN CASTAÑEDA
DIRECTOR DE LA ESCUELA
TODAS LAS SANGRES
DISTINCIÓN:
MILICIANO DEL ALBA
SÁBADO 14 DE JULIO
DISTINCIÓN:
BALUARTE
DEL PERÚ
ANA MARIA PARODI
COMPOSITORA
Y SOPRANO PERUANA
Aula Capulí: Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 2 y 3 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República
Ingreso libre.
Se agradece su gentil asistencia
Teléfonos Capulí:
420-3343, 420-3860
y 997-739-575
CALENDARIO
DE EFEMÉRIDES
6 DE JULIO
DÍA
DEL
MAESTRO
PLAN LECTOR,
PLIEGOS
DE LECTURA
MAESTRO
ES QUIEN DA
VALOR
Danilo Sánchez Lihón
1. Ya
a estas alturas
En una subasta el martillero levantó en sus manos una vieja guitarra, polvorienta y desportillada.
– A ver –dijo–. ¿Cuánto ofrecen por este instrumento?
–
Dos soles –Dijo uno que ya había acumulado varios enseres en aquel
remate de trastos, algunos que le faltaban piezas y otros visiblemente
viejos.
– Cinco. –Ofreció el siguiente.
– Diez. –Dijo otro, que no se quedaba atrás en querer acaparar uno y otro objeto.
Y esto quizás para después revenderlo restaurado o en el mismo estado pero en un ambiente y en una oportunidad mejor.
– Ofrezco máximo doce soles. –Dijo uno más, que estaba en la competencia de acumular la mayor cantidad de cachivaches.
El público ya a estas alturas estaba agobiado e inexpresivo.
2. La abrazó
contra su pecho
–
¿Alguien da un poco más por esta guitarra? –preguntó previo a dar el
martillazo final el subastador que también quería finalizar cuanto antes
el remate de dicho objeto.
Fue en ese momento que desde el fondo de la sala avanzó un señor con pasos lentos pero seguros.
Ya delante, pidió revisar la guitarra.
Felizmente tenía todas sus cuerdas que las tanteó y afinó con dos o tres pulsadas exactas.
La abrazó contra su pecho y bordoneó una dulce canción que emergió límpida y cristalina.
Los dedos recorrían hábiles el diapasón y las notas se desgranaban nítidas, expresivas y canoras.
Todos salieron de su arrobamiento cuando él entregó la guitarra sin decir nada y pasó a su asiento.
3. Era
valiosa
– Ofrezco cien soles, –gritó alguien con voz enérgica.
– ¿Cuánto? –preguntó el martillero sin creer lo que sus orejas habían oído.
No se dejó esperar otra voz que dijo con énfasis:
– Doscientos soles.
Al parecer no importaba que aquella guitarra estuviese dentro de otros objetos polvorientos.
Todos habían apreciado que estaba enteriza, cabal, íntegra. Y que era valiosa.
A
todos había quedado evidente que de su caja surgían melodías
espléndidas, como aquella que se había dejado escuchar hacía unos
minutos.
– Yo ofrezco doscientos soles.
– Trescientos. –Dijo un tercero, desde atrás.
4. Evidente
el sentido
Y siguió subiendo de manera milagrosa y de modo exponencial el precio de la guitarra.
Creció
en proporción geométrica. Y, es más, astronómica. Desde los dos soles
miserables y despreciativos del inicio hasta sobrepasar ya los
trescientos soles.
¿Qué había pasado? Un hecho en verdad asombroso.
¿Qué
suceso sorprendente había acontecido para que el valor de esa guitarra
subiera de dos soles a trescientos, y más todavía, en menos de unos
minutos?
Ocurrió un hecho simple:
Aquel hombre que avanzó hasta el escenario puso en valor a la guitarra.
Hizo evidente el sentido que ella tenía.
5. Vibrar
las cuerdas
Demostró que de esa caja de madera polvorienta surgían nobles, afables y tiernos sentimientos.
Hizo evidentes sus virtudes, su potencialidad y su trascendencia.
Esa es la obra de un maestro: dar valor a todo lo existente.
La guitarra antes estaba inerte y gracias a su talento ahora desprendía bellas melodías.
Antes,
a lo más, valía doce soles. Y ahí iba a quedar su precio. Ahora en
relación a dicha tasa su valía era abrumadoramente superior.
Porque alguien lo supo pulsar. Alguien tuvo el don de saber acompasar sus manos sobre su cuerpo y su alma en espera.
Ello presionando los dedos de una mano en el diapasón y los otros haciendo vibrar las cuerdas en la boca del instrumento.
6. Maestros
de a verdad
El otro factor es que la guitarra estaba hecha para producir música. Era su esencia, su estructura y su destino.
Estaba inmersa en la clave de poder interpretar las cadencias y los compases que un ejecutante diestro podía extraer.
En
ese acto de confluencia es que radica la educación. En la capacidad del
maestro para desde el exterior saber y entender el mundo interior.
Aún no visible, ni audible, ni evidente los contenidos de adentro, es decir la potencialidad de que los seres son capaces.
Y
que tal misión quien es maestro lo ejecute con mano diestra, que no se
equivoca, que no da notas en falso. Y más bien se imbuye ese ejecutante
de una misión suprema.
Y
es capaz de hacer que el público, y quienes forman parte del contexto
en su acción de educar, vibre y se conmueva. Y se sientan engrandecidos
de saber que allí habita lo valioso. Es eso educación. Y es eso ser
maestros de a verdad.
Texto que puede ser reproducido
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