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INSTITUTO DEL LIBRO Y LA LECTURA
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INLEC DEL PERÚ, Y CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
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12 DE AGOSTO
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DÍA INTERNACIONAL DE LA JUVENTUD
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PLAN LECTOR PLIEGOS DE LECTURA
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1. Es la vida heroica
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Ser joven:
Es celebrar la vida, porque sencillamente ella es hermosa. Es recoger y probar el zumo de las mejores frutas y el dulzor de las mejores mieles, pero igual de untarse el cuerpo para las batallas con el tizne de las insignias más valerosas.
Es llenarse de futuro, de esa vastísima pradera plena de espigas que es el porvenir.
Es el entusiasta y animoso, quien todo lo abarca, asimila e incluye. Quien tiene brillo y fulgor en los ojos. Quien se siente confiado en que ganará esta contienda y grita de júbilo.
Quien ve que todo empieza a cada instante. Que todo es hora de inicio y eso le colma de alegría. Es ser utópicos, generosos, comprometidos.
Es honrar a quienes dieron su vida por lo noble, insigne y excelso. Y por la dignidad del hombre. Es encontrar la voz de nuestra identidad y el hálito que irradia la obra de nuestros antepasados. Es aspirar a la vida heroica.
2. Joven es el que ama
Es tener luz del alma, de las estrellas, de los caminos. Es tener luz amorosa, vivificante.
Es solidarizarse con los hombres humildes de la tierra. Abrazar las causas nobles, ser honesto, honrado y anhelar un mundo mejor.
Es tener sentido de indignación y capacidad de sublevarse. Es portar estandartes, tener emblemas, ser orgulloso de lo que somos.
Es soñar, pero mejor aún despertar. Y más aún: actuar, en base a los sueños ideados y acunados en el sosiego.
Es esperanza en nuestras nieves inmarcesibles, en que va a venir el día, en que ya está presta la hora.
Es creación heroica, sin calco ni copia. Con valor, con coraje, con riesgo supremo. Es quien piensa que la victoria es él mismo.
Joven es el que ama.
3. ¡Buenos siempre!
Sin embargo, me dicen que ahora los jóvenes ya no aman sino que se vacilan. Que no son ya quienes traban quereres entrañables sino amor al paso, cual es: usar y desechar.
Y yo digo que no.
Que eso ocurrirá en jóvenes que no pertenecen a una cultura como la nuestra: con fondo, lastre y arraigo. Que aquello acontecerá con jóvenes que no pertenecen a una cultura gloriosa, contundente y acrisolada, con ancestro, prosapia y raigambre, con un rumor, ritmo y sonido profundo, como un volcán, una tempestad, un terremoto, como somos nosotros.
Que hay jóvenes así y que viven entre nosotros, es cierto, pero en verdad son bien pocos.
Porque los jóvenes auténticos de mi comunidad yo los veo henchidos, ecuánimes y briosos. Firmes y tajantes, vigorosos y límpidos. ¡Buenos siempre!
4. Afrontar los hechos
Me dicen que los jóvenes ahora eligen todo lo que es superfluo y frívolo. Y viven en el frenesí inconsciente de todo lo que es diversión y desparpajo. ¡Y yo digo que no!
Que esos serán los jóvenes de los países opulentos, que viven de la usura de una deuda que pagan nuestros pueblos y que nos cobran con inquina, alevosía y ventaja de modo implacable. Deuda inmoral que a nosotros no nos consta, que jamás hemos usado y que aquí nunca ha servido para el bien.
Por eso los jóvenes de aquellos países no tienen limpidez para afrontar los hechos de la realidad con honestidad y transparencia. Que como no sufren ni le toman el peso a la situación son débiles, ligeros, a quienes bate cualquier soplo del viento.
Porque a los jóvenes de mi vecindario yo los veo poner el hombro en todo. Ayudar a sus padres en el mantenimiento del hogar, trasladarse de un lugar a otro. Aquí se labora, aunque sea en forma rústica. Yo los veo estudiando desvelados y trabajando a brazo partido.
5. Belleza e identidad
Pero, me advierten que a los jóvenes ya no les interesa la cultura, ni el arte, ni nada que sea espíritu. Para ellos todo es sensorial y huyen de algo que les huela a conocimiento o sabiduría. ¡Y yo digo que no!
Que esos serán los jóvenes de las clases que miran el país como su botín. Aquellos de las prebendas y canonjías. Serán los hijos de los ricos que están buscando siempre ganancias y fondos mal habidos.
Que si hay alguien así por aquí es porque lo copia de la tele que viene de otros países, que difunden modelos que a ellos les conviene para seguir nosotros sojuzgados. Y entonces emiten patrones de comportamiento que nos mantengan siempre sumisos y como sociedad de consumo.
Pero los jóvenes que conozco en mi comunidad son serios, enterizos e íntegros. Que vibran ante cualquier manifestación de belleza, de identidad y altruismo, que se inquietan por la construcción de mejores condiciones de vida para su familia y para toda la comunidad donde viven.
6. Puños en alto
Empero, me dicen que a los jóvenes de ahora solo les interesa lo fácil, lo cómodo, lo que está servido y a la mano; de aquello que es inmediato y rentable. ¡Y yo digo que no!
Que esos jóvenes no sé quiénes son. Serán hijos a quienes no los han criado ni sus madres ni sus padres.
Que han sido amamantados por las pantallas de la televisión y después por las computadoras. Que son hechura de sus madrastras: los videos-juegos, o de las mangas japoneses.
O quizás de algunas institutrices insulsas, indolentes, porque sus padres sanguíneos prefirieron las fiestas, o los viajes de placer; o las frivolidades, que todo lo es cuanto por ello abandonamos el cuidado de nuestros propios hijos.
Pero los jóvenes de los pueblos entrañables que yo conozco son gente esforzada y cabal, de puños en alto, que saben lo que es virtud, lo que es bondad y lo que es coraje.
7. Obsesionados por indagar
Sin embargo, me dicen que ahora a los jóvenes les interesa sólo la risotada, la chacota y el palmoteo pueril ante cualquier sorna o chiste barato y hasta sórdido. ¡Y yo digo que no!
Lo sé porque voy con ellos a las excursiones. Vamos juntos a paseos. Porque soy profesor. Y sé cómo piensan y sienten.
Y que, al contrario, digo que son austeros, hasta un poco tímidos, ¿quién no?; pero para nada complacientes con la chabacanería.
A los jóvenes de mi comunidad les interesan las grandes preguntas. Están obsesionados por indagar en los grandes temas y misterios del alma, de la vida y del cosmos.
Son jóvenes que tienen interesantes propuestas. Que están inquietos por corregir los males que se han enseñoreado de este mundo. Que espero de ellos grandes definiciones para el bien de nuestras sociedades.
8. En el Perú
Más, en verdad: ¿quiénes entre nosotros son jóvenes para siempre?
Los héroes que se inmolaron en Arica. Entre otros: Ugarte, Zavala, Dónavan. ¡Quienes juraron no rendirse jamás! ¡Ni arriar la bandera nunca! Quienes lucharon hasta quemar el último cartucho. Ellos son jóvenes eternamente.
Ese anciano ínclito Francisco Bolognesi, imbuida la frente de fuego sagrado, ¡él es joven eterno! Todo ese comando de gloria que se inmoló el 7 de junio de 1880, a quien tres veces se le pidió la rendición y las tres veces la rechazaron unánimes.
Que si se les pedía mil, diez veces mil, un millón de veces. Igual la hubieran igualmente rechazado unánimemente. Y esto ante un enemigo cien veces, mil veces superior en maquinaria de guerra:
Jóvenes son ellos eternamente, porque ostentan en sus frentes el fuego sagrado del honor y la fidelidad al ideal al cual se consagraron para siempre.
9. Adorar la tierra
Joven, siempre joven es Guamán Poma de Ayala, quien nació el año en que ingresaban los conquistadores españoles. Y aprendió de ellos su lengua y su escritura y defendió con ellas al vencido, denunciando oprobios y atrocidades. Y anduvo huyendo, expulsado de todo, como un perseguido y un réprobo.
Joven es Leoncio Prado quien liberado y hecho jurar que ya no volvería a pelear en contra de sus captores, caminó miles de leguas para encontrar el ejército de Cáceres, peleó a su lado y con la pierna astillada se inmoló en Huamachuco.
Joven, siempre joven es Federico Barreto quien cantó a la Tacna arrebatada y en cautiverio por mano brutal. Y al morir quiso que lo enterraran boca abajo para adorar siempre y eternamente a su tierra.
Joven es Daniel Alcides Carrión, quien siendo destacado estudiante de medicina se hizo inocular el vacilo de la verruga para mejor informar a sus profesores sobre y diagnosticar el mal que diezmaba a la población indígena, causando muerte, desolación y dolor entre sus hermanos del ande.
10. El sufrimiento armado
Joven, siempre joven, es César Vallejo, por su amor solidario a su tierra, a su pueblo de origen y a la humanidad como realidad y entelequia.
Quien murió consumido de dolor, angustia y quebranto por la España crucificada en la agonía de una guerra infausta.
Quien murió de hambre pero despreció todo dinero. Quien sufrió el dolor humano, pero no pudieron quebrar su espíritu.
Quien amó entrañablemente a su tierra, a su gente, a los pobres del mundo a quienes los convocó al batallón del “sufrimiento armado”, donde desde entonces tú y yo tenemos un puesto reservado en esas filas.
Quien renunció a todo. Y se consagró a la solidaridad humana, involucrándose con la Guerra Civil Española hasta perder por ella el último aliento y átomo de energía; ¡y con ello la vida!
11. Para siempre la aurora
Joven, eternamente joven es Javier Heraud. Quien todo lo tenía al nacer y criarse, pues nació en un hogar cómodo y mullido. Pero mucho más tenía de bondad y coraje, de temple e indignación en el alma ante tanta injusticia. Quien tomó las armas y fue asesinado en medio del río en Puerto Maldonado.
Quien optó por hacer flamear el amor consagrado y generoso a su patria como una espada en el aire.
Y murió acribillado en medio del río incluso por la gente por la cual él luchaba, por la gente humilde y sencilla a quienes hostigaron los policías. Por aquella gente que le disparaba hasta con escopetas, hacia una balsa solitaria en medio del río, donde él hizo flamear su camisa blanca en mensaje de paz que no respetaron.
Joven será siempre su corazón inflamado de pasión y coraje por hacer la felicidad, e instaurar entre nosotros y para siempre la aurora.
Joven para siempre es Luis de la Puente Uceda.
12. Un ardiente corazón
Porque joven es ser generosos, como ellos lo fueron. Quien se brinda íntegro en lo que piensa, cree, y en lo que hace.
Quienes arriesgan la vida por un ideal.
Joven es tener capacidad de arrojo. Es quien se echa al camino con una guitarra al hombro. Y canta lleno de música que le borbotea dentro del alma.
Es quien se inclina conmovido y reverente ante las rosas. Quien, hunde y moja sus cabellos en el agua cristalina de los arroyos y manantiales. Quien inclina su frente, abraza y besa el cuello de la anciana que mendiga.
Joven es ser confiado, alegre, virtuoso, incólume.
Joven es quien tiene la moral, el idealismo, las virtudes. Y los sueños que se agitan como guijarros en el fondo de un ardiente corazón.
Jóvenes son las playas, las montañas, las nieves eternas cuando amanece.
13. Su moral y su destino
Por eso, ¡Jóvenes!, allende de estas montañas, más allá de esa línea del horizonte que cubre la neblina, hay un país hermoso por descubrir, el país que soñamos y que vale conocer y conquistar. País que es tuyo.
Un país de fábula. Construido sobre la base de una cultura que ningún grupo humano ha podido realizar en el mundo: la utopía de la fraternidad humana, que aquí fue realidad y práctica de acción.
Hay un país de nieves impolutas y de ríos poderosos, pero más de anhelos, sueños y utopías.
Un mar de ilusiones que se elevan y traspasan el cielo con su canto, ahora todavía de añoranza que debemos convertir en himno de júbilo.
Hacia él dirijamos la luz de nuestro conocimiento y la calidez de nuestros corazones.
Sintonicemos con su refulgencia y con el caudal de esas corrientes subterráneas que pugnan por desbocarse. ¡Abracémonos!
Sintonicemos con su fuerza, su moral y su destino.
14. Esa flor suprema
Por eso y en razón de todo ello, ¡jóvenes!, somos los conjurados.
Que viajamos en lo alto de los camiones, que alzamos banderas, que abrimos surcos, impartimos consignas para incendiar la pradera con el bien, con el amor fraternal.
Detrás de esa línea del horizonte hay un Perú solidario, que pese a la humildad comparten su mesa con el peregrino y el forastero.
Y sé que ustedes saben asumir las causas nobles y justas con total dedicación y con puro y aureolado heroísmo.
Y es que ustedes portan el estandarte del tiempo nuevo. Y es que ustedes son los adalides de una historia que comienza.
Por eso, brindemos. Por subir a las montañas y a la reserva moral de nuestras nieves eternas para amar mejor, para construir la utopía andina de la ternura y la fraternidad humanas.
Por alzar los andenes nuevos del canto a la vida, para entonar con alma matinal la endecha del amor sublime. Y para forjar la esperanza y redención de nuestro pueblo, como la flor suprema.
Ser joven:
Es celebrar la vida, porque sencillamente ella es hermosa. Es recoger y probar el zumo de las mejores frutas y el dulzor de las mejores mieles, pero igual de untarse el cuerpo para las batallas con el tizne de las insignias más valerosas.
Es llenarse de futuro, de esa vastísima pradera plena de espigas que es el porvenir.
Es el entusiasta y animoso, quien todo lo abarca, asimila e incluye. Quien tiene brillo y fulgor en los ojos. Quien se siente confiado en que ganará esta contienda y grita de júbilo.
Quien ve que todo empieza a cada instante. Que todo es hora de inicio y eso le colma de alegría. Es ser utópicos, generosos, comprometidos.
Es honrar a quienes dieron su vida por lo noble, insigne y excelso. Y por la dignidad del hombre. Es encontrar la voz de nuestra identidad y el hálito que irradia la obra de nuestros antepasados. Es aspirar a la vida heroica.
2. Joven es el que ama
Es tener luz del alma, de las estrellas, de los caminos. Es tener luz amorosa, vivificante.
Es solidarizarse con los hombres humildes de la tierra. Abrazar las causas nobles, ser honesto, honrado y anhelar un mundo mejor.
Es tener sentido de indignación y capacidad de sublevarse. Es portar estandartes, tener emblemas, ser orgulloso de lo que somos.
Es soñar, pero mejor aún despertar. Y más aún: actuar, en base a los sueños ideados y acunados en el sosiego.
Es esperanza en nuestras nieves inmarcesibles, en que va a venir el día, en que ya está presta la hora.
Es creación heroica, sin calco ni copia. Con valor, con coraje, con riesgo supremo. Es quien piensa que la victoria es él mismo.
Joven es el que ama.
3. ¡Buenos siempre!
Sin embargo, me dicen que ahora los jóvenes ya no aman sino que se vacilan. Que no son ya quienes traban quereres entrañables sino amor al paso, cual es: usar y desechar.
Y yo digo que no.
Que eso ocurrirá en jóvenes que no pertenecen a una cultura como la nuestra: con fondo, lastre y arraigo. Que aquello acontecerá con jóvenes que no pertenecen a una cultura gloriosa, contundente y acrisolada, con ancestro, prosapia y raigambre, con un rumor, ritmo y sonido profundo, como un volcán, una tempestad, un terremoto, como somos nosotros.
Que hay jóvenes así y que viven entre nosotros, es cierto, pero en verdad son bien pocos.
Porque los jóvenes auténticos de mi comunidad yo los veo henchidos, ecuánimes y briosos. Firmes y tajantes, vigorosos y límpidos. ¡Buenos siempre!
4. Afrontar los hechos
Me dicen que los jóvenes ahora eligen todo lo que es superfluo y frívolo. Y viven en el frenesí inconsciente de todo lo que es diversión y desparpajo. ¡Y yo digo que no!
Que esos serán los jóvenes de los países opulentos, que viven de la usura de una deuda que pagan nuestros pueblos y que nos cobran con inquina, alevosía y ventaja de modo implacable. Deuda inmoral que a nosotros no nos consta, que jamás hemos usado y que aquí nunca ha servido para el bien.
Por eso los jóvenes de aquellos países no tienen limpidez para afrontar los hechos de la realidad con honestidad y transparencia. Que como no sufren ni le toman el peso a la situación son débiles, ligeros, a quienes bate cualquier soplo del viento.
Porque a los jóvenes de mi vecindario yo los veo poner el hombro en todo. Ayudar a sus padres en el mantenimiento del hogar, trasladarse de un lugar a otro. Aquí se labora, aunque sea en forma rústica. Yo los veo estudiando desvelados y trabajando a brazo partido.
5. Belleza e identidad
Pero, me advierten que a los jóvenes ya no les interesa la cultura, ni el arte, ni nada que sea espíritu. Para ellos todo es sensorial y huyen de algo que les huela a conocimiento o sabiduría. ¡Y yo digo que no!
Que esos serán los jóvenes de las clases que miran el país como su botín. Aquellos de las prebendas y canonjías. Serán los hijos de los ricos que están buscando siempre ganancias y fondos mal habidos.
Que si hay alguien así por aquí es porque lo copia de la tele que viene de otros países, que difunden modelos que a ellos les conviene para seguir nosotros sojuzgados. Y entonces emiten patrones de comportamiento que nos mantengan siempre sumisos y como sociedad de consumo.
Pero los jóvenes que conozco en mi comunidad son serios, enterizos e íntegros. Que vibran ante cualquier manifestación de belleza, de identidad y altruismo, que se inquietan por la construcción de mejores condiciones de vida para su familia y para toda la comunidad donde viven.
6. Puños en alto
Empero, me dicen que a los jóvenes de ahora solo les interesa lo fácil, lo cómodo, lo que está servido y a la mano; de aquello que es inmediato y rentable. ¡Y yo digo que no!
Que esos jóvenes no sé quiénes son. Serán hijos a quienes no los han criado ni sus madres ni sus padres.
Que han sido amamantados por las pantallas de la televisión y después por las computadoras. Que son hechura de sus madrastras: los videos-juegos, o de las mangas japoneses.
O quizás de algunas institutrices insulsas, indolentes, porque sus padres sanguíneos prefirieron las fiestas, o los viajes de placer; o las frivolidades, que todo lo es cuanto por ello abandonamos el cuidado de nuestros propios hijos.
Pero los jóvenes de los pueblos entrañables que yo conozco son gente esforzada y cabal, de puños en alto, que saben lo que es virtud, lo que es bondad y lo que es coraje.
7. Obsesionados por indagar
Sin embargo, me dicen que ahora a los jóvenes les interesa sólo la risotada, la chacota y el palmoteo pueril ante cualquier sorna o chiste barato y hasta sórdido. ¡Y yo digo que no!
Lo sé porque voy con ellos a las excursiones. Vamos juntos a paseos. Porque soy profesor. Y sé cómo piensan y sienten.
Y que, al contrario, digo que son austeros, hasta un poco tímidos, ¿quién no?; pero para nada complacientes con la chabacanería.
A los jóvenes de mi comunidad les interesan las grandes preguntas. Están obsesionados por indagar en los grandes temas y misterios del alma, de la vida y del cosmos.
Son jóvenes que tienen interesantes propuestas. Que están inquietos por corregir los males que se han enseñoreado de este mundo. Que espero de ellos grandes definiciones para el bien de nuestras sociedades.
8. En el Perú
Más, en verdad: ¿quiénes entre nosotros son jóvenes para siempre?
Los héroes que se inmolaron en Arica. Entre otros: Ugarte, Zavala, Dónavan. ¡Quienes juraron no rendirse jamás! ¡Ni arriar la bandera nunca! Quienes lucharon hasta quemar el último cartucho. Ellos son jóvenes eternamente.
Ese anciano ínclito Francisco Bolognesi, imbuida la frente de fuego sagrado, ¡él es joven eterno! Todo ese comando de gloria que se inmoló el 7 de junio de 1880, a quien tres veces se le pidió la rendición y las tres veces la rechazaron unánimes.
Que si se les pedía mil, diez veces mil, un millón de veces. Igual la hubieran igualmente rechazado unánimemente. Y esto ante un enemigo cien veces, mil veces superior en maquinaria de guerra:
Jóvenes son ellos eternamente, porque ostentan en sus frentes el fuego sagrado del honor y la fidelidad al ideal al cual se consagraron para siempre.
9. Adorar la tierra
Joven, siempre joven es Guamán Poma de Ayala, quien nació el año en que ingresaban los conquistadores españoles. Y aprendió de ellos su lengua y su escritura y defendió con ellas al vencido, denunciando oprobios y atrocidades. Y anduvo huyendo, expulsado de todo, como un perseguido y un réprobo.
Joven es Leoncio Prado quien liberado y hecho jurar que ya no volvería a pelear en contra de sus captores, caminó miles de leguas para encontrar el ejército de Cáceres, peleó a su lado y con la pierna astillada se inmoló en Huamachuco.
Joven, siempre joven es Federico Barreto quien cantó a la Tacna arrebatada y en cautiverio por mano brutal. Y al morir quiso que lo enterraran boca abajo para adorar siempre y eternamente a su tierra.
Joven es Daniel Alcides Carrión, quien siendo destacado estudiante de medicina se hizo inocular el vacilo de la verruga para mejor informar a sus profesores sobre y diagnosticar el mal que diezmaba a la población indígena, causando muerte, desolación y dolor entre sus hermanos del ande.
10. El sufrimiento armado
Joven, siempre joven, es César Vallejo, por su amor solidario a su tierra, a su pueblo de origen y a la humanidad como realidad y entelequia.
Quien murió consumido de dolor, angustia y quebranto por la España crucificada en la agonía de una guerra infausta.
Quien murió de hambre pero despreció todo dinero. Quien sufrió el dolor humano, pero no pudieron quebrar su espíritu.
Quien amó entrañablemente a su tierra, a su gente, a los pobres del mundo a quienes los convocó al batallón del “sufrimiento armado”, donde desde entonces tú y yo tenemos un puesto reservado en esas filas.
Quien renunció a todo. Y se consagró a la solidaridad humana, involucrándose con la Guerra Civil Española hasta perder por ella el último aliento y átomo de energía; ¡y con ello la vida!
11. Para siempre la aurora
Joven, eternamente joven es Javier Heraud. Quien todo lo tenía al nacer y criarse, pues nació en un hogar cómodo y mullido. Pero mucho más tenía de bondad y coraje, de temple e indignación en el alma ante tanta injusticia. Quien tomó las armas y fue asesinado en medio del río en Puerto Maldonado.
Quien optó por hacer flamear el amor consagrado y generoso a su patria como una espada en el aire.
Y murió acribillado en medio del río incluso por la gente por la cual él luchaba, por la gente humilde y sencilla a quienes hostigaron los policías. Por aquella gente que le disparaba hasta con escopetas, hacia una balsa solitaria en medio del río, donde él hizo flamear su camisa blanca en mensaje de paz que no respetaron.
Joven será siempre su corazón inflamado de pasión y coraje por hacer la felicidad, e instaurar entre nosotros y para siempre la aurora.
Joven para siempre es Luis de la Puente Uceda.
12. Un ardiente corazón
Porque joven es ser generosos, como ellos lo fueron. Quien se brinda íntegro en lo que piensa, cree, y en lo que hace.
Quienes arriesgan la vida por un ideal.
Joven es tener capacidad de arrojo. Es quien se echa al camino con una guitarra al hombro. Y canta lleno de música que le borbotea dentro del alma.
Es quien se inclina conmovido y reverente ante las rosas. Quien, hunde y moja sus cabellos en el agua cristalina de los arroyos y manantiales. Quien inclina su frente, abraza y besa el cuello de la anciana que mendiga.
Joven es ser confiado, alegre, virtuoso, incólume.
Joven es quien tiene la moral, el idealismo, las virtudes. Y los sueños que se agitan como guijarros en el fondo de un ardiente corazón.
Jóvenes son las playas, las montañas, las nieves eternas cuando amanece.
13. Su moral y su destino
Por eso, ¡Jóvenes!, allende de estas montañas, más allá de esa línea del horizonte que cubre la neblina, hay un país hermoso por descubrir, el país que soñamos y que vale conocer y conquistar. País que es tuyo.
Un país de fábula. Construido sobre la base de una cultura que ningún grupo humano ha podido realizar en el mundo: la utopía de la fraternidad humana, que aquí fue realidad y práctica de acción.
Hay un país de nieves impolutas y de ríos poderosos, pero más de anhelos, sueños y utopías.
Un mar de ilusiones que se elevan y traspasan el cielo con su canto, ahora todavía de añoranza que debemos convertir en himno de júbilo.
Hacia él dirijamos la luz de nuestro conocimiento y la calidez de nuestros corazones.
Sintonicemos con su refulgencia y con el caudal de esas corrientes subterráneas que pugnan por desbocarse. ¡Abracémonos!
Sintonicemos con su fuerza, su moral y su destino.
14. Esa flor suprema
Por eso y en razón de todo ello, ¡jóvenes!, somos los conjurados.
Que viajamos en lo alto de los camiones, que alzamos banderas, que abrimos surcos, impartimos consignas para incendiar la pradera con el bien, con el amor fraternal.
Detrás de esa línea del horizonte hay un Perú solidario, que pese a la humildad comparten su mesa con el peregrino y el forastero.
Y sé que ustedes saben asumir las causas nobles y justas con total dedicación y con puro y aureolado heroísmo.
Y es que ustedes portan el estandarte del tiempo nuevo. Y es que ustedes son los adalides de una historia que comienza.
Por eso, brindemos. Por subir a las montañas y a la reserva moral de nuestras nieves eternas para amar mejor, para construir la utopía andina de la ternura y la fraternidad humanas.
Por alzar los andenes nuevos del canto a la vida, para entonar con alma matinal la endecha del amor sublime. Y para forjar la esperanza y redención de nuestro pueblo, como la flor suprema.
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