EL CRISTO MORADO DE LOS INMIGRANTES PERUANOS
Por Jorge Yeshayahu Gonzales-Lara
New York - February 10, 2011
El Cristo Morado es una manifestación popular que los inmigrantes peruanos han llevado a decenas de ciudades en el mundo. Esta veneración ha pasado a ser reconocida internacionalmente y auspiciada oficialmente por diversas autoridades locales en los países que los inmigrantes de la diáspora peruana escogen como lugar de residencia. Las procesiones en diversas ciudades en el mundo son parte del fenómeno de las migraciones internacionales; los migrantes peruanos traen consigo su fe religiosa y la comparten en las ciudades donde han elegido su nuevo lugar de residencia: Atlanta, Asunción, Barcelona, Belo Horizonte, Bogotá, Bucarest, Buenos Aires, Chicago, Cuenca, El Cairo, Estocolmo, Filadelfia, Friburgo, Génova, Ginebra, Iquique, Madrid, Milán, New Jersey, New Cork, París, Pennsylvania, Rennes, Río de Janeiro, Roma, Santiago de Chile, Turín, Washington, Zúrich y diversas ciudades de Japón. Los peruanos forman cofradías y hermandades religiosas del Cristo Morado. El dinamismo de las hermandades y la devoción religiosa han creado una tradición en los inmigrantes peruanos luciendo el tradicional hábito morado o el escapulario del Cristo Morado que los caracteriza en el mes de octubre de cada año.
El Cristo Morado es una manifestación popular, un rito donde las personas llevadas por su fe, esperan del Cristo morado cosas disímiles, como el saneamiento de una dolencia, conseguir un trabajo, la paz espiritual, el curar una enfermedad, la abundancia económica, y la posibilidad de atraeré al ser amado y unificar la familia en la travesía migratoria. La devoción religiosa esta matizada por la tradición popular de la familia, el barrio, las experiencias individuales y colectivas.
El Cristo Morado y la procesión del Señor de los Milagros han migrado con los peruanos como parte de la fe religiosa y popular. Este fenómeno se desarrolla con cada inmigrante que profesa la fe en las ciudades de Estados Unidos como un fenómeno trasmigracional en la era de la globalización, y la migración internacional es un elemento integrador de fe popular-religiosa y de identidad cultural. Cada inmigrante trae consigo la fe religiosa y esta tiene diversas manifestaciones. No todos los inmigrantes son religiosos o creyentes, las creencias son muy diversas y se expresan como manifestaciones populares y consigo sus santos viajeros, los peruanos El Cristo Morado, los Dominicanos la Virgen del Alta Gracia, los Mexicanos la Virgen de Zapopa, los diversos grupos migrantes traen su religiosidad popular que se ha construido a partir de las experiencias en sus países y que migran con ellos como parte de la identidad religiosa popular.
En la literatura reciente, que analiza las migraciones peruanas a Estados Unidos se señala reiteradamente la centralidad que adquieren las prácticas religiosas asociadas a la veneración del Cristo Morado en las comunidades que han logrado construir vínculos transnacionales. La nueva centralidad de las hermandades del Cristo Morado se debe a que permiten construir vínculos entre diversos espacios locales ya que aportan una solución de continuidad entre los distintos niveles locales –espacio íntimo, espacio multifocal, espacio transnacional. Las referencias a las prácticas se han multiplicado en los estudios sobre las migraciones internacionales; y en la sociología de las religiones se sostiene con frecuencia que los cambios religiosos en la migraciones internacionales en la era de la globalización no puede ser comprendido sin tomar en cuenta la intensificación de la movilidad de los flujos migratorios en la relación explicita migración y prácticas religiosas. La representación religiosa del Cristo Morado se engloba al conjunto de las construcciones imaginarias mediante el cual los individuos en estos grupos tratan de conferir un sentido a su experiencia cotidiana y representarse en su origen, su porvenir y son construidas y transformadas activamente por los miembros de las cofradías religiosas.
La relevancia del Cristo Morado es la reconstrucción de identidades que tiene lugar en la celebración de la fiesta del Cristo Morado también conocida como El Señor de Los Milagros y las celebraciones a su entorno, considerando que la devoción ha adquirido un lugar central debido a que permite construir una continuidad a diversas escalas local, regional y transnacional en las que transcurre la vida cotidiana de los creyentes.
La creatividad de los creyentes de todas las denominaciones y en todos los contextos geográficos para reconstruir de manera pautada su propio itinerario existencial, lo que mueve a reordenar sus experiencias en un nuevo sistema de representación simbólica religiosa del Cristo Morado. No se trata de una situación que la iglesia Católica pueda irrogarse, es antes que nada manifestación popular, no solo institucional, es que la gente espera del Cristo Morado cosas absolutamente disimiles.
Cada inmigrante interpreta y practica la religión desde sus propios universos y simbologías, desde sus propios miedos, posibilidades y realidad. La riqueza social de esta tradición está en que cada cual es libre de acercarse al Cristo Morado como lo considere. El mes de Octubre se convierte en un mes lleno de simbología religiosa para sus creyentes en que las calles son tomadas, la música, el humo del incienso, los vendedores ambulantes de todo tipo con dulces tradicionales como el llamado turrón y escapularios. El Cristo Morado se encuentra presente en los hogares: una imagen- cuadro del recuerdo a venerar o en una estampa religiosa en la cartera personal como un símbolo de protección.
Las imágenes, escapularios e imágenes bendecidas permiten a los inmigrantes llevar consigo la representación de la identidad local. En las casas las imágenes religiosas y altares domésticos permiten conectar los hogares de origen y el lugar de destino. Es así que la procesión de Cristo Morado contribuye a vincular los espacios públicos. La hermandad del Señor de los Milagros de Atlanta - Georgia, la hermandad del Señor de los Milagros de San Diego, la hermandad del Señor de los Milagros de Long Island, la hermanad del Señor de los Milagros de Washington DC, y la hermandad del Señor de los Milagros de New York fundada en 1971 que realiza actividades sociales y culturales, retiros espirituales y campanas de caridad y que cuenta con más de 300 miembros entre cargadores y sahumaduras de New York, New Jersey y Connecticut. Los inmigrantes participan en diversos niveles como cargadores, organizadores, sahumadoras, y otros como creyentes y reconstruyen su identidad religiosa desde sus propios universos.
El Cristo Morado se ha convertido en un punto de encuentro con quienes comparten la misma fe y costumbres. Es un espacio social diásporo donde los inmigrantes incorporan y trasladan las costumbres religiosas y populares, siendo muchas veces los templos religiosos espacios para recrear el recuerdo y el reencuentro lleno de rituales que alimentan la fe popular. El Santo Patrón el Cristo Morado como es conocido popularmente en mes de Octubre congrega y transmite la tradición.
La historia del Cristo Morado
El Cristo morado también conocido como El Señor de los Milagros, Cristo de Pachacamilla, Cristo de las Maravillas, Cristo Moreno o Señor de los Temblores es una imagen de Cristo en la cruz pintada en una pared de adobe ubicada en el Altar Mayor del Santuario de las Nazarenas en la ciudad de Lima, Perú. Su procesión es una tradición peruana y es considerada como manifestación religiosa católica. La imagen del Cristo Morado fue pintada por un esclavo de casta angoleña llamado Pedro Dalcón. Se le conoce como Cristo Moreno debido a que, entre sus creyentes, predominaba la gente negra.
La historia comienza con la inmigración forzada de esclavos negros al Perú. La mayoría de los que llegaron a la ciudad de Lima fueron convertidos al cristianismo y debido a que fueron prohibidos los ritos y cultos nativos, ellos incorporaron los ritos nativos al cristianismo. En el siglo XVII la trata de esclavos aumentó y se acercaban a un tercio de la población total según la información de la época. Los bautizos fueron impuestos por la inquisición de Lima. Los esclavos fueron acusados de tener un religiosidad "defectuosa", muchos fueron forzados y otros siguieron la costumbre de sus amos y de la época para evitar castigos y otras prohibiciones que fueron impuestas por la inquisición de Lima, muchos se organizaron en cofradías religiosas bajo la advocación de un santo, de la Virgen o la Santa Cruz. Todas las castas confraternizaban entre ellas y celebraban sus festividades con ruidosos jolgorios que eran formas de expresión de la cultura ancestral nativa de los países que fueron arrancados, la inquisición acusa que estas manifestaciones culturales y el culto religioso no tenían nada de recogimiento, porque eran una mezcla de religiosidad cristiana con ritos y cultos de los esclavos negros de sus pueblos nativos.
En el siglo XVII, unos inmigrantes negros de la casta de Angola, constituyeron una cofradía en el barrio de Pachacamilla, llamado así, porque allí habitaron unos indígenas de la zona prehispánica del dios Pachacamac. Este barrio de la Ciudad de los Reyes, donde actualmente se yergue el Monasterio de las Nazarenas, llamada casa del Señor de los Milagros, fue llamado también de la Santa Cruz, pues allí por 1624 se pintó una Cruz, como símbolo de protección.
En 1651 un esclavo angoleño pintó sobre el muro del lugar, la imagen del Señor Crucificado para orar, presidir las reuniones de la cofradía y presentarle ofrendas. Así de simple y con gran sencillez, nace la imagen de mayor devoción limeña y símbolo del Perú. El muro en que se pintó estaba en el terreno de Hernán González y servía de medianera con la casa huerta de Don Diego Tebes Montalvo.
A inicios del año 1670, el lugar quedó abandonado y Antonio de León, vecino del barrio, decidieron tributarle culto, poniendo por techo una pobre enramada y por altar una mesa de adobes. Los relatos urbanos populares dicen que premió este gesto sanándole de una cruel enfermedad. A este primer devoto muchos le hicieron compañía en su devoción al Crucificado o Cristo Morado; y viendo que el Señor les favorecía con visibles favores, establecieron cada viernes por la noche: romerías con música y cajón.
El culto de un sencillo galpón, ganó importancia y relieve gracias a la devoción de los vecinos de aquellos barrios de Lima. El símbolo – imagen de la fe de los peruanos y peruanas se convirtió en la proyección, recepción de deseos y necesidades.
Bibliografia:
- Olga Odgers Ortiz. Construcción del espacio y religión en la experiencia de la movilidad. Los Santos Patronos como vínculos espaciales en la migración México/Estados Unidos. Migraciones internacionalesversión impresa ISSN 1665-8906Migr. Inter v.4 n.3 México ene./jun. 2008
- Hervieu–Léger, Danièle, La religion pour mémoire, París, CERF, 1993., "Por una sociología de las nuevas formas de religiosidad: algunas cuestiones teóricas previas", en Gilberto Giménez (coord.), Identidades religiosas y sociales en México, México, IFAL/IIS–UNAM, 1996, pp. 23–46.
- Durand y Massey Sobre los retablos y exvotos que dan fe de la devoción de los migrantes a santos y vírgenes protectores, 1995.
La historia del Cristo Morado
El Cristo morado también conocido como El Señor de los Milagros, Cristo de Pachacamilla, Cristo de las Maravillas, Cristo Moreno o Señor de los Temblores es una imagen de Cristo en la cruz pintada en una pared de adobe ubicada en el Altar Mayor del Santuario de las Nazarenas en la ciudad de Lima, Perú. Su procesión es una tradición peruana y es considerada como manifestación religiosa católica. La imagen del Cristo Morado fue pintada por un esclavo de casta angoleña llamado Pedro Dalcón. Se le conoce como Cristo Moreno debido a que, entre sus creyentes, predominaba la gente negra.
La historia comienza con la inmigración forzada de esclavos negros al Perú. La mayoría de los que llegaron a la ciudad de Lima fueron convertidos al cristianismo y debido a que fueron prohibidos los ritos y cultos nativos, ellos incorporaron los ritos nativos al cristianismo. En el siglo XVII la trata de esclavos aumentó y se acercaban a un tercio de la población total según la información de la época. Los bautizos fueron impuestos por la inquisición de Lima. Los esclavos fueron acusados de tener un religiosidad "defectuosa", muchos fueron forzados y otros siguieron la costumbre de sus amos y de la época para evitar castigos y otras prohibiciones que fueron impuestas por la inquisición de Lima, muchos se organizaron en cofradías religiosas bajo la advocación de un santo, de la Virgen o la Santa Cruz. Todas las castas confraternizaban entre ellas y celebraban sus festividades con ruidosos jolgorios que eran formas de expresión de la cultura ancestral nativa de los países que fueron arrancados, la inquisición acusa que estas manifestaciones culturales y el culto religioso no tenían nada de recogimiento, porque eran una mezcla de religiosidad cristiana con ritos y cultos de los esclavos negros de sus pueblos nativos.
En el siglo XVII, unos inmigrantes negros de la casta de Angola, constituyeron una cofradía en el barrio de Pachacamilla, llamado así, porque allí habitaron unos indígenas de la zona prehispánica del dios Pachacamac. Este barrio de la Ciudad de los Reyes, donde actualmente se yergue el Monasterio de las Nazarenas, llamada casa del Señor de los Milagros, fue llamado también de la Santa Cruz, pues allí por 1624 se pintó una Cruz, como símbolo de protección.
En 1651 un esclavo angoleño pintó sobre el muro del lugar, la imagen del Señor Crucificado para orar, presidir las reuniones de la cofradía y presentarle ofrendas. Así de simple y con gran sencillez, nace la imagen de mayor devoción limeña y símbolo del Perú. El muro en que se pintó estaba en el terreno de Hernán González y servía de medianera con la casa huerta de Don Diego Tebes Montalvo.
A inicios del año 1670, el lugar quedó abandonado y Antonio de León, vecino del barrio, decidieron tributarle culto, poniendo por techo una pobre enramada y por altar una mesa de adobes. Los relatos urbanos populares dicen que premió este gesto sanándole de una cruel enfermedad. A este primer devoto muchos le hicieron compañía en su devoción al Crucificado o Cristo Morado; y viendo que el Señor les favorecía con visibles favores, establecieron cada viernes por la noche: romerías con música y cajón.
El culto de un sencillo galpón, ganó importancia y relieve gracias a la devoción de los vecinos de aquellos barrios de Lima. El símbolo – imagen de la fe de los peruanos y peruanas se convirtió en la proyección, recepción de deseos y necesidades.
Bibliografia:
- Olga Odgers Ortiz. Construcción del espacio y religión en la experiencia de la movilidad. Los Santos Patronos como vínculos espaciales en la migración México/Estados Unidos. Migraciones internacionalesversión impresa ISSN 1665-8906Migr. Inter v.4 n.3 México ene./jun. 2008
- Hervieu–Léger, Danièle, La religion pour mémoire, París, CERF, 1993., "Por una sociología de las nuevas formas de religiosidad: algunas cuestiones teóricas previas", en Gilberto Giménez (coord.), Identidades religiosas y sociales en México, México, IFAL/IIS–UNAM, 1996, pp. 23–46.
- Durand y Massey Sobre los retablos y exvotos que dan fe de la devoción de los migrantes a santos y vírgenes protectores, 1995.
Publicado por Jorge Yeshayahu Gonzales-Lara
La Diaspora Peruana
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La Peruanidad en la Diaspora
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