CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
Construcción y forja de la utopía andina
DISTINCIÓN:
WILLAQ UMU
A
CLEMENTE MORALES
MAESTRO DE SABIDURÍA ANDINA
SÁBADO 23 DE OCTUBRE, 2010, 7.00 P.M.
Aula Capulí: Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 2 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República
Ingreso libre.
Se agradece su gentil asistencia
WILLAQ UMU
A
CLEMENTE MORALES
MAESTRO DE SABIDURÍA ANDINA
SÁBADO 23 DE OCTUBRE, 2010, 7.00 P.M.
Aula Capulí: Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 2 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República
Ingreso libre.
Se agradece su gentil asistencia
PROGRAMA
1. Saludo y palabras de bienvenida: Carlos Castillo Mendoza Director de la Cátedra Vallejo de Capulí, Vallejo y su Tierra
2. RAMON NORIEGA TORERO EXPOSICIÓN: QUISHPI, Premio internacional a la gestión humana
3. IRMA MORALES SALAS: TESTIMONIO SOBRE SU PADRE, VIDA Y BATALLAR DE UN KATARI
4. CLEMENTE MORALES RAMÍREZ, WILLAQ UMU TESTITOMONIO: ENERGIA Y VOZ DE LAS HUACAS
5. CARLOS MILLA VILLENA, HUAYRA KATARI, IDENTIDAD ANDINA
6. VIRGILIO ROEL PINEDA: RELIGIÓN DE LOS APUS
7. CESAR LLAEJO INFANTES, RECONOCIMIENTO E IMPOSICION DEL QUISHPI RITUAL (DESPACHO ANDINO): WILLAQ UMU CLEMENTE MORALES RAMÍREZ
oooOooo
1.
El mundo andino existe nítido y vigoroso en sus aspectos culturales y sociales, además de los geográficos, que la corriente occidental no ha podido borrar, como fue la intención de los españoles al instituir, precisamente con ese propósito, la destrucción de idolatrías.
Perdura posiblemente porque en su concepción hay elaborada una amalgama y consubstanciación entre hombre, paisaje y naturaleza.
Y por más que se quiera aniquilar al mundo andino, éste seguirá viviendo, incluso a pedazos.
La pobreza, la horrenda miseria, la más reptante de las larvas no han podido tampoco destruirlo.
Sin embargo, desde hace siglos hay una conspiración de olvido y hasta de desestimación y desprecio respecto al mundo andino.
Y no me refiero únicamente al plano social sino al campo del arte, la literatura y la poesía.
En este ámbito, décadas atrás nuestra realidad propia y genuina alcanzó a ser valorada y tomada en cuenta, quizá por la pujanza de la escuela indigenista, época en la cual el Perú adquirió preponderancia cultural, precisamente porque se apreciaba y cultivaba lo andino con plena y total identificación.
2.
Sin embargo, ocurre ahora que desde la literatura, y desde el arte en general, campos en los cuales se han encumbrado en nuestra escena cultural, actualmente vigente, una corriente ostensible de desprecio hacia lo andino y lo ancestral peruano.
¿Qué posibilidades en el presente o en el futuro podríamos encontrar para que este universo pudiera cada vez alcanzar mayor plenitud, mayor vigencia para nuestras vidas, no solo como una referencia erudita sino como elementos y presencias vivas y fortalecedoras?
Porque el mundo andino es un mundo cultivado, construido y decantado pacientemente en época de los incas. No es una expresión silvestre, al contrario: se elaboró con serenidad y armonía por ese hombre y a esa cultura en esta geografía y en este espacio que ahora nos pertenece y con él una herencia gloriosa.
Cultura que es el resultado de un proceso muy arduo de adaptación y elaboración, de decantación y sutileza. Que no es una realidad que surgió por generación espontánea, natural o casualmente, sino como un producto cultural, educativo, científico, religioso y hasta moral, muy prolijo colmado de sabiduría y acendrada virtud.
3.
Cultura que evidencia y revela una visión original y refinada de las cosas.
Quizá por eso pervive, porque no es silvestre y porque su conformación y estructura se enraíza totalmente con la realidad natural, geográfica, ambiental y hasta cósmica.
Su aparente naturalidad o espontaneidad es arte. Es producto de una elaborada decantación. Es una acumulación quintaesenciada de pensamiento, que por el hecho de no haber quedado registrada en escritura pareciera entonces no existir.
Porque tenemos el defecto muy occidental, de que si no hay registro en escritura entonces no existe, razón por la cual es muy importante en dicha perspectiva la revalorización de la oralidad.
E incluso en la ciencia incaica no hay escritura; distinta a la ciencia occidental, tanto que aquella pareciera no existir porque no está depositada en escritura. Pero, ¿Y los portentos, en cada aspecto de la realidad, que se alcanzaron a realizar aquí? Las evidencias en todo orden de cosas que suponen un dominio absoluto de los procesos de conocimiento de ciencias recientemente descubiertas como la genética.
4.
Los Incas no es que desconocieran la ciencia o la obviaran, sino que precisamente viendo el peligro que la escritura acarreaba para deformar las cosas y desligarlas de la vida, la descartaron como hicieron los grandes maestros de la humanidad, entre ellos Sócrates y Jesús.
Hay informaciones sobre esta decisión en la época del inca Túpac Cauri, queriendo evitar de este modo que la ciencia construyese un mundo paralelo al de la realidad y al bien común, se volviese oscura y críptica y no se confrontase con la vida, razón por la cual eliminaron los códigos escritos.
Los Incas desestimaron la escritura en aras de la vida, para mantenerla incorruptible y evitar lo que nos acontece ahora, que se la antepone a los problemas reales.
Todo esto, de parte de los incas, obedecía a una tradición. El mundo andino viene a ser una acumulación de experiencias y una manera de ser que se corrigió a tiempo para no perder espontaneidad y correspondencia con la vida.
Ese frescor, esa manera tan resuelta y coherente de insertarse con el paisaje, vendría a ser la decantación de un proceso histórico muy complejo. De lo que se trata ahora es de cómo volverse a conectar con dicha concepción.
5.
Y es que el mundo andino tuvo que enfrentar a desafíos abrumadores. Uno de ellos el espacio vasto, grande y hasta infinito en que vive el hombre en estas latitudes. Esa vastedad se la encuentra por todos los caminos, en donde los horizontes se abren y en donde el hombre pareciera estar solo en el universo.
Pareciera en esas circunstancias que es el único ser que habita sobre el universo es él. La comunidad está lejos, allá, arriba o al fondo de la cañada.
Ahora bien, hay soledad en el mundo andino, pero soledad fecunda, energizante. Soledad en armonía también al acendrado sentido de comunidad.
Quizá ésta, la de nuestra cultura ancestral, sea la verdadera soledad. Y la verdadera soledad entonces sea buena y constituya un don.
Porque, poética y existencialmente es necesaria, como puede serlo situarse frente al panorama grande, vasto, infinito, casi cósmico, pero a la vez alumbrado todo ello desde una conciencia personal.
No es el mundo apretujado ni congestionado de la ciudad contemporánea, no es la masificación.
6.
Todo lo andino es vasto, inconmensurable abierto, dando lugar así a una toma de conciencia de la realidad.
Esta especie de desafío del hombre andino ante tanto absoluto, como por ejemplo la soledad, ¿no es digno de tomarse en cuenta?
Tenemos no solamente la sensación sino la comprobación de cómo el hombre andino afronta de manera tan directa la soledad. Y la absorbe y la insume, la incorpora dentro de lo que es su expresión, su cultura y su trabajo.
Este asunto puede ser incluso demoledor para culturas más recientes y débiles, menos fuertes ante la soledad, ante la vastedad de la geografía y de lo inhóspito.
Tanto es así en el hombre andino que este se convierte en un ser que trabaja con estos elementos, como con otros y sólo escojo éste para dar un ejemplo.
Como también está lo cósmico, lo inmenso, lo inconmensurable, que lo ha incorporado a su concepción de la vida y el mundo.
Todos estos retos y desafíos, que son absolutos existenciales, el hombre andino los ha asimilado y los ha incorporado a su manera de ser.
7.
Otro factor y otra presencia que conmueve mucho en el mundo andino es la ternura y el contraste aparente de ésta con aquello que comentábamos antes, cual es la soledad.
Y con todo aquello que aparenta ser abrupto, por lo menos en relación al territorio, a las montañas, a lo que es la apariencia física del ambiente.
Y la pregunta que surge entonces es: ¿cómo puede dar lugar a voces tan entrañablemente finas y tiernas una realidad aparentemente tan hosca?
Dentro de esa fragosidad muy pocas culturas tienen el privilegio de mostrar una ternura tan honda y acrisolada como es la cultura andina.
Y la ternura representada en la mujer niña o madre. Y madre en la acepción no biológica de procrear sino de proteger.
Maternidad que acuna y resguarda de tanto abismo, fosa cósmica, porque el precipicio de los andes no sólo está hacia abajo sino, y sobre todo, hacia arriba y como tal es más hondo, casi inacabable.
La ternura incluso, y quizá como compensación ante la naturaleza árida y despiadada, como contraparte y oposición a lo arisco y abrupto, como protección de la vida ante tanta inclemencia.
8.
Relacionado a todo esto que venimos hablando, otra faz que aparece es la del dolor, del sufrimiento y la pena. Es esta una marca, debilidad o capacidad, ya casi proverbial y hasta definitoria de lo que es ser peruano o andino.
Tanto que se identifica, a ambos referentes, peruano o andino, como un mundo de mucho dolor, casi consustancial a lo que es ser humano.
En estas regiones, incluso la nostalgia y el desgarramiento anterior a la época prehispánica.
Esta capacidad de sufrir, de tener condolencia, que se hace tan evidente incluso en el arte; aquella noción y visión hasta fatal acerca de la vida.
O es, acaso, como algunos piensan, ¿un elemento de la conquista que se nos ha agregado a lo que es ser andinos? Porque, está en nuestra música y está en todas nuestras artes.
Mi padre lo explicaba a partir de los mitimaes que eran arrancados de sus terruños a fin de cumplir un fin civilizador.
Por ejemplo, el dolor y el sufrimiento es un factor consustancial en César Vallejo y en José María Arguedas, los representantes más genuinos de nuestra cultura.
9.
¡Y aquel sentido colectivo del hombre! ¡Aquella hermosa solidaridad andina!
¡Qué extraordinario que nuestra cultura sea representante también de lo que es la solidaridad, como un valor supremo!
Porque todo era aquí solidario y colectivo. Uno quisiera rastrear ¿cómo es que se cultivó?
¿Qué la inspiró para que creciera de manera tan fuerte y luminosa?
¿Qué condiciones se dieron para que prosperara aquí la solidaridad?
Tanto que a los cronistas de la conquista lo que más les impactara fue que no encontraran aquí ni un solo mendigo, ni una sola persona que fuera esclava, ni una sola meretriz.
No encontraron a nadie que se hubiera quedado de hambre aquel día. ¿O en soledad, en el sentido de abandono?
10.
Nadie aquí era un desposeído, ni un desheredado de la tierra.
Y esto, ¿fue obra de la educación? ¿Fue trabajo y logro de los Amautas?
¿Qué orientaciones y sentido entonces tenía la educación incaica?
¿Hay como una especie de determinación de la realidad ambiental para que haya surgido aquí, entre los Incas, o en las culturas preincas peruanas, un sentido tan acendrado de lo colectivo?
Valores como éste, el de la solidaridad y el actuar de manera concordante, entre uno y otro hombre, entre uno y otro grupo, el reconocerse y ser hermanos que aquí se lo practicó de manera tan ostensible, es entre nosotros un prodigio cultural y educativo.
¿Qué pudo haber dado lugar, a un hecho tan significativo y sorprendente como es el colectivismo andino?
Ahora bien, ¿cómo hacer para que dicha realidad cobre total y plena vigencia?
11.
¿Cómo hacer para que pese a todos los valores que contiene no siga dicho mundo en una situación de atraso, y de riesgo incluso de supervivencia? ¿Cómo revertir dicha involución?
¿Cómo hacer para que su desventaja frente al sistema se torne en algo que pudiera ser más bien promisorio?
No olvidemos que el nuestro fue, por lo menos en la ilusión y el anhelo de los europeos, el nuevo mundo.
¿Cómo, al menos, representarlo?
Fuimos un mundo soñado, tierra del anhelo y la redención.
Porque hay regiones del planeta que no tuvieron ni siquiera esa orla en la frente para los europeos, cual es la de ser: un mundo del anhelo.
Y esto como contraste incluso a este mundo protervo que se ha instalado ahora.
Por eso, creo que es válido recordar aquel hecho, como comparación frente a este orden oficial nefasto que ha establecido el sistema de vida imperante en la modernidad y para nuestro pueblo.
12.
¿Y desde la literatura, o más concretamente desde la poesía, qué podríamos hacer?
En primer término, lograr que nuestra voz sea coherente con ese mundo.
Que además de poder interpretar mejor esa realidad, plasmar obras que se inspiren en ellas, y que tengan buena y ojalá que excepcional calidad.
Y muchas otras perspectivas se podrían avizorar desde la poesía o desde el trabajo literario a fin de poder contribuir a la forja de una lúcida y renovada utopía andina.
Luis E. Valcárcel fue el anunciador de una «tempestad en los andes» que podría graficarse como un arrasamiento, una especie de descuelgue de piedra y lodo.
Pero aquella avalancha andina, que algunos están tentados de identificar como una revolución violenta, se la puede concebir como un despertar cultural, como un camino de liberación por el ámbito de la cultura.
Y no como una corriente o avalancha de militancia político social destructoras.
¿Cómo entonces orientar un magisterio, una prédica y una acción concreta en este campo en donde el centro y la esencia sea la cultura?
13.
Hay una imagen que me gusta apreciarla, cual es la del viento que limpia, que sana y que unifica.
¿Podría ser el viento una imagen que elijamos dentro de esta perspectiva de tallar y forjar la utopía andina?
El mismo viento relaciona también al cóndor, con una fuerza y una energía que podría ser esa integración y esa especie de expansión o vibración.
El vuelo del cóndor es un símbolo que había perfilado el hombre andino, en donde se resumen algunas cualidades que podría tener esta opción de nuestro trabajo cultural en el presente y el futuro, a fin de apuntalar en la consecución y concreción de aquella utopía andina.
Mucho más podríamos decir del cóndor en relación a su vuelo, a su mirada, a su capacidad de abarcar mundos diversos.
Pero todo ello con una armonía y un temperamento de solidaridad y de ternura, en el marco de esa especie de haber insumiso el dolor más hondo y haberlo acrisolado, de haberlo vuelto sabiduría y fraternidad.
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