Por Ángel Gavidia
Mario Vargas Llosa, por fin, obtuvo el Nobel. Lo merecía. Su constancia, su disciplina y, claro, su talento hacían ver que la llegada del máximo galardón solo era cuestión de tiempo. Interesante que de inmediato reafirmara su peruanidad aunque haya recibido también la nacionalidad española. Hizo justicia, porque el hecho de haber nacido y vivido en el Perú fue un factor preponderante para su literatura, en especial para la fundadora.
Borges decía que si él ganara el Nobel andaría con muy malas compañías, es también verdad; o, más precisamente, es una pequeña parte de la verdad. Pero, por asociación de ideas, Borges me lleva al pensamiento político de los escritores. Esa adoración casi religiosa del autor de La ciudad y los perros por el libre mercado y esa aversión fóbica a todo lo que se parezca a socialismo me incomoda y hasta sobresalta. Pero en estos tiempos de celebración quiero traer al recuerdo lo que Mariategui dijo de Lugones: entre gente de pensamiento neto y posición definida es fácil entenderse aún combatiémndose.
Hace mas de un año y en el marco de La feria del libro realizada en estas tierras norteñas, Mario Vargas Llosa dictó una conferencia acerca del proceso de la creación de sus novelas. Habló de El sueño del celta que aún estaba en gestación. Hice una crónica de dicho evento que, gustoso, les hago llegar:
DE MARIO VARGAS LLOSA
A ORILLAS DEL MAR
Ángel Gavidia
Ayer estuve en la playa de Huanchaco. Fue desde las 6pm hasta las 9pm. Cuando digo playa, me refiero literalmente al arenal que tiene como límite próximo el mar. Asistí a la conferencia Secretos de un novelista que dio Mario Vargas Llosa.
Comenzó elogiando el escenario. Dijo que el más bello lugar donde le ha tocado conferenciar ha sido la Huaca del Sol y la Luna, hacen ya varios años también en ocasión a una feria del libro acá en Trujillo; pero que este escenario, si no era igual era también bastante hermoso. Dijo que hablar en escenarios como estos tiene la ventaja de que si la conferencia es aburrida el público se divierte mirando lo majestuoso del lugar. Después de ese preámbulo y haciéndome recordar las ya lejanas lecciones escolares que uno debía decirlas de memoria y desde el título, el escritor recitó: “Secretos de un novelista” y arrancó:
Utilizó un método interesante. Se dividió en dos: en un periodista que interrogaba inclemente y hasta irrespetuosamente al escritor Vargas Llosa y en el novelista MarioVargas Llosa.
El “periodista” preguntó: “¿Cómo escribe, señor Vargas Llosa?”.Vargas Llosa contestó (tomando una ingeniosa frase de Humberto Eco) “De izquierda a derecha”.El “periodista” retrucó inquisitivo: “Muy divertido señor Vargas Llosa, pero usted sabe que la pregunta es más seria, más profunda”. El novelista dijo, entonces, que pondría sobre la mesa lo que estaba aconteciendo con su próxima novela “El sueño del celta” que trataba sobre Roger Casement, un irlandés que fue cónsul de Inglaterra en el Congo y denunció valientemente todas las barbaridades que cometían los belgas en este país africano. Casement tenía gran ascendiente en el mundo por su implacable lucha por los derechos de los más débiles por lo que le pidieron que investigara, igualmente, lo que pasaba con los caucheros de esta parte de mundo (Brasil, Perú) y por esta razón estuvo en Iquitos e hizo un detallado informe de las atrocidades que también se cometieron en nuestra amazonía.
En un inicio Roger Casement había sido partidario de la colonización incluyendo la de su país. Pensaba que ésta era de veras positiva para la civilización. Pero al palpar “in situ” la tragedia del pueblo congolés en manos de los belgas cambia secreta y radicalmente de opinión. En plena Primera Guerra Mundial es sorprendido llevando un arsenal en un submarino alemán para armar a los nacionalistas irlandeses y es condenado a la horca, la intelectualidad aboga por su vida, entonces se publican unos diarios totalmente “pestilentes” (Vargas Llosa dixit) que incluían pedofilia, aparentemente escritos por este hombre, hasta hacía muy poco, admirado y reconocido en el mundo por su tenaz defensa de los derechos humanos y de la causas justas. Varias personalidades retiran sus firmas de los manifiestos que pedían clemencia. La controversia sobre el origen de este “diario” persiste hasta nuestros días.
Dijo Vargas Llosa que una novela comienza, en él, como una idea, una anécdota, un suceso en su vida que va ganando espacio poco a poco por razones misteriosas ; por ejemplo a Roger Casement lo encontró en una de sus lecturas sobre la biografía de Joseph Conrad; pero al contrario de lo que hace en un artículo periodístico en donde desarrolla una sola idea, durante la gestación de la novela permite y hasta estimula que crezcan y fructifiquen varias ideas; dijo también que al iniciar la escritura de una novela traza ciertos grandes derroteros de sus personajes que les permiten ver donde se entrecruzarán sus vidas, donde terminaran; pero que lo más estimulante de su escritura viene después, cuando “llena” estos espacios y los hace investigado y creando: por ejemplo ha viajado al Congo, ha ido a Irlanda etc etc.
No obstante tener la novela como base un personaje histórico, y haberse, el escritor, documentado concienzudamente, la verdad literaria es distinta que la verdad histórica y una buena novela es más buena cuando más se aleja de la verdad histórica; porque la verdad histórica, es decir la realidad, es caótica y la novela debe tener un orden, hay que otorgarle coherencia, hay que hacerla creíble. “Déme un ejemplo concreto”, pidió “el periodista”. “La guerra y la paz”- dijo Vargas Llosa- “¿Lo ha leído?”. Interrogó el escritor al imaginario periodista. “No” respondió el “periodista”. “Entonces póngase a leerla inmediatamente por que su pobreza literaria es escalofriante”- dijo Vargas Llosa. Todos nos reímos. Quedó en el misterio cuántos de los allí presentes nos sentimos aludidos. Yo no voy a decir mi situación. Otro ejemplo es El Quijote, dijo, “técnicamente es imposible que un hombre pelee como peleaba el Hidalgo con los molinos de viento. ¿Lo ha leído?”. “Si” dijo “el periodista”.
Antes había remarcado que las atrocidades que cometieron los belgas con el pueblo congolés fueron tan terribles que resultaba muy difícil hacerlas literarias, es decir creíbles. Uno de los grandes genocidas del planeta que ha “pasado piola” magistralmente (la jerga es mía) es el Rey Leopoldo II. Se calcula que después que este monarca recibiera el Congo como un regalo otorgado sin ningún derecho por 14 países, 10’000,000 de seres humanos han debido morir víctimas de las tortura, crímenes y avaricia de los caucheros belgas.
Antes de terminar, dijo el célebre creador de Zavalita a modo de confesión, que al jurado al que más temía cuando disertaba era a los bostezos de la gente y a su mujer. Ellos le indicaban cuando era hora de terminar. Aprovechó para alertarnos sobre los riesgos de una información muy abundante en el desarrollo de una novela. “Hay que saber cuando parar. Es el riesgo de mi personaje, Roger Casement, que es una suerte de cajas chinas”, refirió. Creo que no hubo bostezos. No sé si estaría entre el público doña Patricia Vargas Llosa. No la vi. En lo que a mi respecta había soportado de buena gana el frío Huanchaquero. Me quedó absolutamente claro que una es la verdad histórica y otra la “verdad literaria”. La historia del novelista traza su propio camino y tiene sus propias exigencias y no debemos desconocer esta obviedad que los grandes escritores nos hacen olvidar frecuentemente: La buena novela siempre es una mentira.
Trujillo, 24 de enero del 2009
.