¿ALGUNA VEZ CHILE DEVOLVERÁ EL HUÁSCAR?
Por Eduardo León Bueno
En Chile, el Alcalde del puerto de Mejillones, Marcelino Carvajal, ha tenido una idea brillante: Adquirir una réplica del monitor Huáscar usado en una película patriotera sobre uno de los episodios de la Guerra del Pacífico, a fin de promover el turismo hacia su ciudad, una de las más deprimidas del norte de Chile.
La idea en si misma no es mala, el norte chileno es muy pobre y árido; si no fuera por el cobre de las minas, que se explotan en territorios que el ejército chileno arrebató a Bolivia en el siglo XIX, esa zona no tendría ningún significado económico. El centralismo chileno, base del modelo oligárquico de ese país, absorbe dicha riqueza, como también lo hace con la enorme riqueza pesquera del mar que Chile usurpa al Perú y que es motivo de litigio en La Haya.
En base a esta situación no debe generar mayor escándalo que un Alcalde "pos moderno" buscando desarrollar el turismo interno, pretenda adquirir un clon del Huáscar usado en una película. Y armar un circuito para agencias de viaje donde se exaltará uno de los patrioterismos más cómicos y chauvinistas de Sudamérica. Es pura oportunidad de mercado en un país sometido al neoliberalismo desde hace muchos años. Además el Presidente Alan García es admirador del "modelo chileno" así que su queja es contradictoria e hipócrita.
Sin embargo, el Alcalde de Mejillones, no está considerando la fuerza de los símbolos históricos, o sólo lo considera de un sólo lado. Como lo acaba de declarar, el Huáscar es un "Trofeo de Guerra", le pertenece a los chilenos que se apropiaron de dicho barco en buena lid. Pero esa es una verdad a medias. El Huáscar, enfrentó una invasión chilena a territorios peruano-bolivianos y de forma solitaria contuvo a la marina de Chile en la primera parte de la guerra, la cual era muy superior en número y blindaje. Las acciones del Huáscar y del Almirante Grau son asombrosas y heroicas, sin olvidar la caballerosidad y el respeto que tuvo Grau con el enemigo, sobre todo con Prats, el héroe naval chileno.
El Huáscar en realidad no es un "Trofeo de Guerra", como si fuese un premio por una buena cacería. Es un pequeño barco de guerra de propiedad del Perú, y más apropiadamente, de propiedad de la marina peruana, que al estallar la Guerra del Pacífico cumplió con el deber de defender la soberanía territorial del Perú y su ocasional aliado Boliviano.
Los blindados chilenos en combate desigual y sin respetar las reglas de la guerra, aniquilaron a los combatientes peruanos comenzando por Grau, destruyó la cubierta del Monitor y procedió a incautar la nave, la cual repararon y posteriormente usaron para el sitio del puerto del Callao, lo cual no era necesario, pero se hizo con el único objetivo de desmoralizar la resistencia peruana y humillar a su ejército. Y si no bombardearon Lima y Callao fue porque los cónsules extranjeros advirtieron que dicho ataque, si afectaba a ciudadanos y propiedades extranjeros sería considerado "acto de guerra" por sus países.
La oligarquía y el militarismo chileno han usado el Huáscar como símbolo para alentar el nacionalismo y el patrioterismo en su país, he inculcar un sentido de superioridad racial, cultural e histórica de Chile sobre sus vecinos, en particular sobre sus vecinos de extracción indígena. Sin embargo, mantienen al Huáscar en un pequeño puerto muy al sur, lejos de la frontera peruana.
En el fondo de todo síndrome histórico de superioridad, yace una gran inseguridad. Y la debilidad de Chile es su aislamiento y desconfianza que genera entre sus vecinos. Es un país vulnerable por su dependencia energética y conmocionada por las movilizaciones indígenas mapuches, los grandes olvidados de una historia escrita por criollos y momios, que han construido el mito de la superioridad estatal chilena.
Chile siempre ha rechazado siquiera considerar la posibilidad de la devolución del Huáscar al Perú. Esa nave que no les pertenece, se ha convertido en el ícono de sus Fuerzas Armadas. Y ahora gracias a la brillante idea del Alcalde de Mejillones, realizarán una operación semejante al de la cirugía plástica, pura impostación. Y si la idea funciona, otros puertos chilenos querrán tener también su clon del Huáscar.
Tal vez al Perú, en base del "Convenio" (TLC) comercial con Chile, le convenga patentar al Huáscar y cobrar regalías. Y de esa forma todos salimos ganando.
Lo cierto es que el patrioterismo chileno necesita del Huáscar para seguir alimentando el mito de "superioridad". El "Huáscar, el lema del escudo nacional chileno ("Por la razón o la fuerza") y la doctrina Portales son la testosterona de ese país. Y algunos despistados confunden testosterona con modernidad.
Chile ha cultivado siempre mitos guerreros y glorificado a su ejército como en ningún otro país latinoamericano. Hay toda una mitología construida en base la Guerra del Pacífico que ha omitido los aspectos sustantivos que contradicen la "superioridad", por ejemplo la crisis de la sociedad peruana, la debilidad de su Estado y el lamentable estado de su ejército y marina al estallar la guerra. Perú era un castillo de naipes que se derrumbó al primer golpe de viento, traicionado por la quintacolumna y políticos corruptos, con la doblez típica de una sociedad desarticulada y dominada por una oligarquía criolla que mantenía al indio en la marginalidad.
¿Qué de heroica tuvo la invasión chilena? Si hasta en el documental "Epopeya" de hace tres años, la escena de máximo heroísmo retratada por los documentalistas chilenos fue una larga caminata del desierto de Atacama por parte de la soldadesca y alguna escaramuza en los andes centrales. Al concluir la guerra, y cumplido el saqueo y filibusterismo, la soldadesca de regreso a su país, fue olvidada y marginada. Los campesinos y los "rotos" que participaron en la invasión, terminaron sus días alcolizados y en la indigencia. ¿Un país puede enorgullecerse de eso?
Chile nunca devolverá el Huáscar, no tiene el mismo significado que devolver unos cientos de libros viejos robados a la Biblioteca del Perú. El día que ello ocurra, nuestro vecino del sur habrá cruzado de nuevo la frontera para una reconciliación histórica definitiva, sobre la base de una madurez social consolidada y basada en los grandes principios de la unidad latinoamericana. Mientras tanto y parafraseando a Luis Alberto Sánchez, Chile es un país adolescente, cultor de la fuerza física y la testosterona, con alcaldes desesperados por atraer dinero, incluso si ello implica crear realidades virtuales, como los escenarios de los estudios de grabación de películas, donde la realidad dura, lo que dura la grabación.
Fuente:
http://www.generaccion.com/usuarios/3549/alguna-vez-chile-devolver-huscarMiércoles, 09 de septiembre del 2009
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