UN LIGERO APUNTE ACERCA DE "PENÚLTIMO LABERINTO",
POEMARIO DE LA POETA ECUATORIANA NELI CÓRDOVA AGUIRRE
Por Ángel Gavidia
He entrado en tu Penúltimo laberinto. He sentido su aire desolado. He visto sus muros derruidos; pero, aún así, rotundos testificando el desamor. Sobrecogido he llegado a lo que podría ser la plaza principal. Ese escenario en donde se representa la vida en una obra de teatro al revés. Quiero decir, donde la propia piel sustituye a la máscara. Donde los parlamentos del drama se construyen con porciones sustanciales de vida. De vida aún ensangrentada, aún palpitante.
Y ¡esos muros! Con las piedras precisas. Sin argamasa. Como los muros incas. Sí, como los muros incas, pero hay también mucho de Grecia antigua allí: quizá la tragedia, quizá el dolor, quizá ese caprichoso e injusto juego de los dioses que apedrea con derrumbes el legítimo camino de los hombres.
He respirado el aire de esa ironía azufrada, apenas respirable. He esquivado, a las justas, la lucidez, que, como un fantasma loco, deambula por los pasadizos de aquel laberinto. Y, paralelamente, he sentido también la pasión contenida, el relincho sofrenado del deseo sucumbiendo en la atmosfera seca del adiós, del destiempo, del destino incompatible.
Todas estas sensaciones me ha traído tu libro, querida poeta, todas ellas y muchas más que prefiero callar para no hacer de este ligero apunte un tedioso inventario. Pero sí debo anotar que me han tocado, aguijoneándome, tus innumerables preguntas sin encontrar respuesta.
Tu escritura limpia, ajena a ese ripio que casi siempre termina estrangulando con palabras la delicada poesía, es ejemplar. Y estoy de acuerdo en todo, incluso en que nadie es invulnerable / cuando la noche se hace tierna.
Un emocionado y agradecido abrazo.