PRIMAVERA DE MIS RECUERDOS
Por: Juan José Alva Valverde (Pepe)
En este mes cuando la nostalgia hinca el corazón de un agosto fiestero en Chiquián, que raudo pasó; donde pudimos abrazar a los amigos de la infancia, a colegas del colegio "Coronel Bolognesi", a hijos de los paisanos que duermen el sueño eterno; cuando arrodillado ante la Cruz grande del cementerio oré por el alma de mis seres queridos que partieron hacia la inmortalidad; oré por el alma de mis colegas de estudios: Diosdado Romero (Popa, el del poncho de las mil rayas), y Zenobio Salas; y de mi amigo Marlon Duran Silva, quien falleció el 23 de septiembre de 1964; o cuando pude contemplar y comprobar, satisfecho y orgulloso a mi hija Ofelia Iraida, quien conoció recién Chiquián, disfrutando golosamente de su tradición, caminando extasiada por la ribera del Aynín rumbo al bendito Señor de Cayac; rezar a nuestra Santa Rosita, confundirse con los chiquianos, bailando, huaylishando y respirando el aire aromado de plena identificación con la tierra de sus padres...
Mediante esta modesta composición, quiero rendir homenaje a los amigos que se dan un tiempo para leer mis escritos. Pienso que alguien pueda identificarse con lo que siento por nuestra tierra añorada.
SEPTIEMBRE
Vienes a mí, trayendo recuerdos
de mi vida primaveral y antes de ella,
de mi infancia por Oro Puquio,
de mi pubertad por las callecitas y plazuelas,
y de mi despertar al Amor con mi dulce palomita.
Recuerdos de las personas queridas,
mis padres, hermanos y amigos,
de la casita de adobe de rojo tejado,
del fogón siempre caliente y tiznado
de la cofradía de las ollas con su rey, el tiesto,
del que me pregunto ¿qué habrá sido de él,
a dónde quedaron las huishlas y las ollitas de barro?
quizás olvidadas en el ayer,
tal vez en el baúl del "no recuerdo".
Primavera limeña de incoloro tono,
haces que añore con nostálgica vehemencia,
los: abril, mayo y junio de las campiñas y prados,
de un pueblito serrano, con un paisaje soñado,
cuando por el clima premiado se pintan de verde,
y los eucaliptos y alisos viejos, retoñados,
aunados con hermosas flores silvestres,
mostrándose extasiados en perfumada plenitud,
agradecen a la siempre primaveral Santa Rosita,
y al protector hermano Francisco de Asís,
formar parte de un incomparable jardín,
“Espejito del Cielo”, llamado “CHIQUIÁN”.
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