Un sorprendente cuento de Addhemar H. M. Sierralta nos hará pensar dos veces antes de aceptar brebajes extraños.
Bonifacio quería saberlo todo. Desde pequeño su curiosidad destacaba sobre cualquier característica del niño. Así fue transcurriendo el tiempo y se convirtió en adolescente y luego en adulto. Su crecimiento fue a la par con el aumento de su interés por conocer más y más, no solo los aspectos naturales sino los sobrenaturales.
Un día, nuestro amigo, se encontró con un individuo mal encarado pero que supo convencer a Bonifacio acerca de un brebaje, que al tomarlo, le daría el conocimiento máximo : el del triunfo sobre la vida y la muerte. Además le concedería el poder de transformarse en cualquier ser viviente u objeto sin perder la conciencia por tales transformaciones. Obviamente, para un curioso como él, esto era algo que había estado esperando desde hacía mucho.
Tal brebaje, preparado por este individuo, le fue vendido a Bonifacio, quien de inmediato adquirió tres frascos del mismo. Los recipientes, según su vendedor, tenían la cantidad justa para una dosis cada uno. El efecto de la extraña pócima era de solo una semana por toma, sin fecha de caducidad.
Ni bien tuvo los frascos en su poder, y después de desembolsar una alta suma de dinero por ellos, Bonifacio marchó a su casa. Allí se encerró en su dormitorio y aprovechando que estaba solo, puesto que sus padres y hermanos habían salido, procedió a escribir una carta indicando que se iba de viaje por una semana y no se preocuparan por él. Y de inmediato se tomó el contendido de uno de los frascos de marras, guardando los otros en el bolsillo de su pantalón, y se echó de espaldas en su cama para esperar su efecto.
Un sopor, como cuando uno ha tomado tragos de más, empezó a circundar al curioso y cerró los ojos un instante. No se pudo percatar del tiempo. Si fueron minutos, horas o días. Lo cierto fue que de pronto se encontraba algo confuso, pensaba en su abuelo que había muerto dos años antes, y sintió la voz del viejo que le decía :
- Bienvenido, Bonifacio.
- ¿ Abuelito ? … ¿ dónde estás ?
- Aquí muchacho a tu lado.
- No te veo.
- Date vuelta y mira a la derecha.
Y así lo hizo el muchacho y pudo reconocer a su abuelo y se dieron un efusivo abrazo.
Segundos después se acordó que el veterano había muerto el año anterior y se sintió algo perturbado.
- Esto no puede ser posible abuelito …
- Porque estoy muerto … ja ja ja … no te preocupes que estamos autorizados para encontrarnos.
- ¿ Y cómo es eso ?
- Hay momentos en que se nos permite interactuar con los vivos.
Bonifacio y su abuelo pasaron un momento agradable y conversaron de muchas cosas que habían quedado pendientes y recorrieron lugares que les recordaban los momentos gratos vividos antaño.
La semana pasó y Bonifacio regresó de su curioso viaje con el abuelo. En su casa le preguntaron dónde había estado y qué tal le fue. Contó la increíble historia y por supuesto no le creyeron. Te habrás ido de juerga a la playa con tus amigos le dijeron.
Al mes siguiente, nuestro amigo, repitió la toma del extraño brebaje, escribió otra carta diciendo que se ausentaría por una semana y esta vez, nuevamente encerrado en su dormitorio, ingirió el segundo frasco y mantuvo el tercero en una mano. Al entrar en el sopor, previo al viaje, recordó a su ex enamorada Tatiana. Sintió que se dormía.
No se supo cuánto tiempo estuvo en sueños pero lo cierto es que al despertar se sintió extraño. Estaba en un lugar muy distinto a su dormitorio. Era una habitación muy diferente, la cama donde se encontraba no era la suya. Alarmado se puso de pie y se miró en el espejo de la cómoda y Bonifacio casi pierde el sentido. Veía en el espejo a Tatiana en ropa de noche, color blanco. Empezó a llamarla pero al alzar sus manos vio que Tatiana también las levantaba como él. Se asustó porque en el espejo no se veía reflejado. Se tocó el cuerpo y con asombro se percató que no era el suyo sino el de la chica. En realidad se había convertido en un usuario del hermoso cuerpo de Tatiana.
Al poco rato sintió la voz de la mamá de la muchacha que le decía :
- Taty, apúrate que tengo que llevarte a la universidad.
- Ya … ya mamá ya voy –contestó Bonifacio con la misma voz de Tatiana.
Y ahora qué hago, pensó Bonifacio. Evidentemente no sabía como vestirse, ni maquillarse, ni qué llevar. Pero al caminar se dio cuenta que la dificultad era mayor y su apariencia, siendo bella y femenina, se desdibujaba al moverse con la reciedumbre masculina. Esto no es para mi, pensó. Buscó el frasco del brebaje y se lo tomó de inmediato mientras se echaba en la cama. Al iniciarse el sopor apareció ladrando en el dormitorio de Tatiana ,Boby, el perro de la muchacha. Bonifacio lo miró pensando en el can y se quedó dormido de inmediato.
Amaneció. Era un lindo día y Bonifacio al despertarse tenía hambre. De pronto sintió como que lo cargaban y le dio temor sentirse lejos del piso. Volteó su cara y se topó con el rostro de la bella Tatiana quien lo tenía en sus brazos. Esta es la mía, en la cama y en sus brazos, pensó maliciosamente Bonifacio. Se acercó y cuando estuvo a punto de besar a Taty , ella le dijo : “Boby no me lamas bájate de la cama y vamos para darte tu leche”. Ya no tenía frascos y al querer hablar se escuchaban ladridos. Solo será una semana pensó Bonifacio.
A la semana los familiares de Bonifacio lo encontraron sin vida sobre su cama. Boby seguía durmiendo con Taty pensando cuando se cumpliría la semana. Por lo menos la pasaba muy bien junto a ella y Bonifacio se acostumbró poco a poco … a su nuevo estado.
Fuente:
TIEMPO NUEVO
Addhemar SierraltaAño 2 No. 91
Miami, 31 AGO 2010.