CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
CONFERENCIA
EDUCACIÓN EN SEGURIDAD ALIMENTARIA
SÁBADO 18 DE SEPTIEMBRE - 6.00 P.M.
Aula Capulí: Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 2 de la Av. Angamos Este.
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República
Ingreso libre
Se agradece su gentil asistencia
Teléfonos Capulí: 420-3343 y 420-3860
capulivallejoysutierra@hotmail.com
planlector@hotmail.com
ESPOSITOR:
ANTONÍN HUÁSCAR
Presidente de la Confederación Nacional Agraria
PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA
ALIMENTACIÓN EN EL ANTIGUO Y FUTURO PERÚ
PLÁTICA DE CIRO HURTADO, GEÓGRAFO Y MAESTRO
Por Danilo Sánchez Lihón
1.
Ayer
estuve en Santiago de Chuco,
Cachicadán y
Angasmarca, realizando talleres
con maestros.
Nos atrapó un aguacero terrible que
rompió las tejas
de la estancia donde almorzábamos.
Seguían
retumbando los cielos, zigzagueando
los relámpagos
y el granizo salpicaba sobre la mesa,
cayendo
en nuestros platos. ¡Una hermosura
sin par!
Pero, ¿acaso yo me he enfermado?
¿Acaso
estoy mal? ¡No! Nada. Ni una gripe,
ni un catarro,
ni siquiera un mínimo calambre. Y,
sin embargo,
hacía un frío tremendo que a mí no
me afectaba.
¿A qué se debe? ¿Cómo se explica
esto si tengo
más de 85 años y soy un hombre
fuerte y animoso?
2.
Se debe
a que me alimento de quinua,
kiwicha
y cañigua, nuestros alimentos
primigenios,
originales e insignes del Perú
milenario.
Del admirable Perú de los Incas,
sabio y
probo. Me alimento de la honda
y alta
sabiduría que tuvieron nuestros
laboriosos
antepasados. Me nutro de la luz
que supieron
forjar dichos padres. De quienes
es una inmensa
diadema ser sus descendientes.
Me alimento
de esa cultura asombrosa que es
el Tahuantinsuyo.
3.
Cultura
donde no hubo hambre, pobreza,
ni tampoco
desocupación. Ni falta de trabajo.
Donde
todo era fiesta, pero del espíritu,
del ser, y no
del cuerpo. Porque ahora se cree
que la alegría
ha de hacerse para el cuerpo. Era
aquella
halago del alma, en comunión con
la naturaleza.
A esa morada que supo alimentar
a su pueblo
y construir aquí una organización
pertenezco,
donde desconocían la desnutrición
porque
estaba descartada. ¿Qué nombre
dar
a un mundo real y no de ilusión ni
de fábula
donde las enfermedades que ahora
nos asolan
se las había eliminado de cuajo?
Es el reino
¡de la utopía que aquí fue posible!
4.
La semana
pasada estuve en Puno, en pleno
altiplano,
ya sobre los tres mil ochocientos
metros
de altitud, sobre el nivel del mar,
en el techo
del mundo. Y mientras mis colegas
profesores
de apenas 30 años de edad yacían
tiritando
haciendo chocar diente con diente,
derrumbados por ahí
muriendo de frío, yo trepaba y corría
gozoso.
Acaso ¿no trotaba yo por las calles
y laderas?,
mientras los estudiantes jadeaban y
no podían ya siquiera
respirar. Yo subía las graderías como
jugando.
Me he perdido por los cerros en afán
de exploración
mientras los otros estaban tirados
acesando
lívidos en las bancas del hotel ya
para morir.
5.
Yo
hasta me bañé en las aguas
del lago
sagrado del Titicaca, en Tiquile,
mientras
mis otros colegas balbuceaban
de frío,
abrigándose hasta los dientes.
Me miraban
desde sus envoltorios, casi yertos,
detrás
de los vidrios de sus anteojos,
mientras
el techo soportaba la estridencia
de un aguacero
torrencial que descargaba truenos
y relámpagos.
Si se lo mira bien una calamidad,
una verdadera
vergüenza, arrebujados de estupor
en sus camas
con malestares por todo el cuerpo,
con limitaciones
e inhibiciones infinitas en el alma.
6.
¿A qué se debe?
Respondo: ¡A que me alimento
a base
de mashuas, de ollucos, de ocas
y de habas!
Mastico mi charqui. Todo aquello
que hizo
posible que aquí se construyeran
maravillas:
¡Sacsayhuamán! Se edifique aquí
¡Machupicchu!,
se erija el divino ¡Ollantaytambo!
Verdaderos
prodigios, tanto que algunos creen
que portentos
como estos jamás pueden haber
sido hechos
por seres humanos sino, y quizás,
por extraterrestres,
por lo descomunal de las piedras
y porque
tenían que subirlas por desfiladeros
de espanto
y de miedo. ¡Y a pulso! La pregunta
es: ¿cómo
las arriaron o cómo las subieron a
estas alturas?
7.
Asombra
¡cómo las erigieron unas sobre
otras!
Sin tener rueda, ni poleas ni otros
materiales
resistentes al halarlas y sostenerlas!
La respuesta
para mí es sencilla. Yo les contesto:
¡esos
hombres estaban bien alimentados.
Y entonces
esos trabajos lo hicieron cantando
y bailando,
porque era un pueblo bien nutrido
y feliz.
Sin enfermedades, ni padecimientos
¡eran dichosos!
Y todo porque sabían nutrirse bien.
Lo sublime
es que ellos son nuestros padres,
que toda
esa sabiduría existe, está presente
en la tierra
que pisamos, que los elementos
de esa dieta
es vigente. Y que toda su herencia
recae en nosotros.
8.
Yo tengo
como dije más de 85 años, mucho
más
pero no quiero decirlo, y miren cómo
estoy: sano,
fuerte, alegre y fecundo. Díganme
dónde
hay que ir y yo voy. A qué ómnibus
subir y yo subo,
como si nada. Nadie tiene por qué
acompañarme.
Aquí he venido solo y solo me iré.
¿A propósito,
qué hora es? ¿Dos de la mañana?
¡Ah, carajo!
¿Tan tarde? Entonces ya tengo que
irme.
No porque tenga temor, porque a mí
nadie
me para el macho, sino porque a esta
hora
movilidad no hay, y tengo que tomar
hasta tres carros.
Porque es que yo vivo lejos, al fondo,
en el Rímac.
9.
Pero,
bueno. Les decía que me digan
dónde
hay que subir y yo subo. A quién
hay que hablar
y yo hablo. Con quién hay que
pelear
y yo peleo. Me siento un puma,
un amaru,
un cóndor. Roca de amianto, río
salvaje
que corre vital y pujante. Cruzo
abismos,
montañas, desiertos. Y sigo igual:
¡impetuoso!
Soy ventarrón, huayco, ascada.
Y esto, gracias
¿a qué? Al modo de alimentarme.
Porque consumo
lo propio de mi tierra. De mañana
mi colado
de maca combinado con quinua,
mi huacatay
tan delicioso y nutritivo. ¡Manjares
de dioses!
10.
Pero
no crean que yo siempre he sido
así.
¡No señor! En 1970 me detectaron
una gastritis
que pronto se convirtió en úlcera.
Un mal
de los mil demonios. Y todo esto
¿debido
a qué? A que prácticamente comía
basura:
arroz, fideos, grasa. Encima leche
de lata. Me
detectaron otro problema gravísimo:
no absorbía
bien una vitamina y me faltaban
nutrientes
para la sangre. Después me vino
osteoporosis:
no absorbía el calcio. Entonces,
¿cómo creen
que me curé? Adopté una fórmula
estupenda:
alimentos del Perú ancestral: dieta
andina.
¡Nada más y nada menos! ¡Y aquí
me tienen!
11.
Ahora, ¿qué es
aquello que consumo? Les voy
a decir:
una cucharadita de maca y otra
de coca,
tres veces al día, en el desayuno,
almuerzo
y comida. Y vean cómo estoy. Me
siento bien,
formidable. Ingiero algas marinas.
Degusto
el muymuy, el pepinillo, el tocosh.
Y verduras
sin hojas. Me sirvo de cereales:
nativos,
maíz y tarwi. De verduras propias
Y no dejo
el chuño. Y hortalizas originarias:
el atacco,
el berro, sea de flor blanca, roja
o amarilla refulgentes.
12.
Aderezo
el paico con las algas de agua
dulce
y las de mar, el bulbuceno. Todo
cocido
junto al sachanti, que es el aceite
en base
al maní silvestre, de gran ayuda
para digestión y
la buena circulación de la sangre.
Legumbres
como el pajuro, frejoles, pallares;
y tuberosas
como la papa, la oca y la mashua.
De raíces:
además de la maca, la racacha,
la yuca
y llacón. De cucurbitáceas pruebo
el zapallo.
la caigua y la calabaza. El cacao
lo utilizo
en mi dieta como un poderoso
estimulante.
13.
El Perú es un
inmenso depósito y la reserva
más grande
de alimentos del planeta tierra.
Incluso
la coca, tan mal utilizada el día
de hoy
ayuda a soportar el frío; como
ayuda
a respirar. El hombre se adaptó
aquí
consumiendo la coca con sus 20
gramos
de proteínas y sus 8 aminoácidos
esenciales,
los 2,200 mg. de calcio: 800 mg.
de fósforo;
y 26 mg. de hierro; sus vitaminas
A, B y C,
sus alcaloides y múltiples valores
adicionales,
permitió el estatuto de un hombre
sano,
fuerte, inteligente y sabio; gracias
a la espléndida
y divina planta de los Incas, regalo
de los dioses
como lo refiere la leyenda de su
origen.
14.
Y si había
dificultades para la reproducción
ahí estaba
la maca para tener hijos, curando
la infertilidad.
Es una raíz que crece en los sitios
más agrestes,
altos y gélidos. Con sus nutrientes
vitales
desempeña una función estimulante
en los órganos
genéticos tanto del hombre como
de la mujer.
incrementa la lívido, regula el flujo
hormonal,
evita el cansancio y proporciona
mayor
claridad mental. Es excelente para
la memoria,
aumenta la audición y visibilidad
y produce
mayor bienestar en la integridad
del organismo.
15.
Celebremos
asimismo el consumo del agua
natural
como bebida. Y en la preparación
de la diversidad
de potajes. Más de 500 especies
de plantas
cultivables y más de 20 animales
domésticos
se surten de ella. Aguas naturales
aprovechables en
manantiales, pozos subterráneos,
y ríos; libres
de contaminación. Todos ubicados
en la montaña
de Pariacaca, hoy conocida como
los Andes;
duras por su composición de calcio
y fósforo
gratas a la buena mineralización
de los huesos,
limpidez de los dientes con fluor
para resistir
las caries, que no se conocieron
éstas y
ni siquiera asomaron sus manchas
ni bacilos
en el grandioso Tahuantinsuyo.
16.
Los países ricos
en cambio aprovechan lo nuestro.
Y hasta lo
industrializan. La kiwicha, el maní,
la cañigua
están en los principales mercados
norteamericanos.
Cantidad de alimentos que surten
a la humanidad
son de origen andino. Y más aún:
serrano.
En este aspecto tenemos la marca
mundial.
¡De nuestro país han sido extraídos
prodigios.
Solo basta mencionar la benévola
y excelsa patata,
portento esencial que ha salvado
a la humanidad
del hambre, es del Perú ancestral.
Del Incario,
del cual somos directos albaceas
y herederos.
17.
Los incas
tenían alimentación balanceada,
precisa
y de alto valor nutricional, basados
en la extraordinaria
biodiversidad del espacio geográfico,
que aseguraba
en la población vida sana y una larga
longevidad.
Para eso se domesticaron vegetales
como la papa,
se hicieron adaptaciones de terrenos
tales como son:
elevados camellones, o waru waru,
en el altiplano,
las liseras que son pozas y lagunas
artificiales
hechas con agua de mar a lo largo
de las orillas del mar.
Las macamacas en la costa, donde
se cultivaba
frutas, calabazas; algodón, como ají.
yuyos
y pallares. Y hortalizas como el paico
y el atacco.
18.
Se daba
sabor a las comidas utilizando
la sal gema, o su
igual: cal o isku; la llipta, el chacco.
Se usaron
diversas flores en la alimentación.
Su polen
y néctares en infusión. Las tinajas
rebozaban
de zumo de la ortiga, de flor blanca
y granate.
La flor de culén, la salvía, el diente
de león,
la flor de cerraje y la del zapallo,
el lacayote,
la verdolaga, el maguey. La flor
del mastuerzo,
del huabo; la flor blanca del capulí.
¡Ah, quimera!
la diversidad que había de mieles
naturales
de extasiante y radiante ambrosía.
19.
Ahora, somos
mal nutridos por ignorancia.
El proceso
de inferiorización que tenemos
es gravísimo.
Del coeficiente de inteligencia
de 120
que teníamos el año 1980, hemos
descendido a 80.
¿Por qué? Porque comemos arroz.
¡Montañas
de fideos! Salchipapas y encima
huevo frito.
¿La dieta en vitaminas, calorías
y nutrientes?
¿Cuál es? Cero, prácticamente
es nula.
Y todo esto es una aberración,
siendo
el país que hemos sido. ¡Y que
somos!
asombro del mundo aportando
alimentos y
plantas medicinas milagrosas.
20.
Porque,
si consumiéramos los alimentos
propios
y valiosos que tenemos y que son
el legado
andino, que desconocemos, ¡pero
que peor:
despreciamos!, tratándolos como
a plantas
silvestres, entonces no tendríamos
niños
enjutos, pequeños, cada vez más
desnutridos,
terrosos y amarillentos. No habría
tanta
falta de sentido común para saber
decidir
y resolver problemas. Y saber elegir
autoridades
dignas e inteligentes. ¡Todo nuestro
destino
depende en realidad del factor
alimentación!
21.
Por eso,
la educación acerca del saber
nutrirse
es fundamental. La alimentación
unida
a una buena formación da salud,
la salud
da lugar a un buen trabajo. El buen
trabajo
da lugar a la realización personal.
La realización
personal da lugar a una rebosante
felicidad.
La plena felicidad da lugar al bien,
El bien
nos concita a los valores supremos.
Y todo ello
construye la prosperidad, la paz
perfecta,
tal y como lo tuvieron los Incas,
sociedad
que debemos volverla a soñar y
erigir.
22.
Y les diré que
fueron los salpinos, gente natural
de la provincia
de Salpo, situados en la serranía
de La Libertad
los primeros en pronunciar el grito
de reivindicación
de los alimentos nativos, cuando por
el año 1937
hicieron una campaña de valorización
de la quinua.
E incluso fueron más allá, intuyeron
el conjunto
de alimentos, hablándonos por vez
primera
del valor de los recursos naturales
del antiguo
Perú, relacionándolo a las maravillas
que hicieron
en todos los órdenes del triunfo
y la alborada
de nuestros gloriosos antepasados.
23.
Es más, fueron ellos
quienes abrieron una panadería
a cargo
de Fortunato Quispe en el distrito
de La Victoria
e hicieron un pan mezclando 30%
de quinua
a la harina de trigo y que resultó
delicioso.
El valor nutritivo de aquel pan era
extraordinario
Resultó curioso, al cabo de pocos
años
los niños de aquel entorno, habían
ingresado
en gran número a la Universidad
de San Marcos
y todos ellos fueron exitosos
profesionales.
24.
Y es que
nuestra cultura es la más grande
jamás
desarrollada en el universo, donde
el hombre
era un ser pensante, trabajador
y creativo.
Había una filosofía práctica para
la vida,
cuyo fin era ayudar a vivir bien.
Nada
de aquel pensamiento era teórico,
ni abstracto,
ni pura elucubración; y se forjó así
una gran
organización, cual es el ayllu, donde
el eje y centro
de todo es la familia que se va
separando
y a la vez uniendo de manera
encadenada.
25.
Se cultivaba el reconocimiento
y la gratitud,
el halago era pan diario del trato
de los seres
humanos se mostraban siempre
finos,
gentiles y expresivos. Se aprendía
en la savia
de las costumbres y tradiciones,
a ser,
a convivir, a construir y estar bien
informados.
El hombre era un ser respetuoso
de todo
lo existente, desde una mariposa
hasta
de una piedra. Donde había vida,
salud,
bienestar y una gran longevidad.
26.
Y, ¿cómo
se era en el amor? De una pureza
exquisita.
Se hacía hablar al río, a la fuente,
al picaflor;
al cóndor, al venado. “¿Dónde estás
palomita?”
se decía. Era el reclamo y la queja
amorosa.
Y es que el Perú no es aquel Nuevo
Mundo
que entrevieron los españoles cuando
arribaron aquí.
Los descubrimientos más recientes
como Caral
demuestran una antigüedad de cinco
mil años
Antes de Cristo. En cambio Grecia,
solo
para poner un ejemplo, se remonta
apenas
a los tres mil años antes de Cristo.
Entonces,
¿quién sabe y conoce más? Ellos o
nosotros?
27.
Pero,
todo esto tiene mayor cobertura
en el relato
mítico y legendario que tuvieron
los Incas.
Todo esto se ampara en una visión
del mundo,
en una filosofía y una actitud frente
a la vida:
dando lugar a perfilar un hombre
social,
capacitado para trabajar en grupo,
apto
para integrar comunidad, vibrando
por todo
lo que es comunitario, por el bien
de toda
la colectividad. Por eso el andino
es un hombre
solidario. De allí que desde ese lar
surgieran
seres como César Vallejo, don José
María Arguedas y
el amauta José Carlos Mariátegui.
28.
El hombre
andino fue prospectivo, miraba
el futuro,
veía las cosas por dentro y por
ocurrir.
De todo esto había una doctrina
cultural
en función de lo afectivo y social.
No era
una filosofía para la elucubración
ni menos ni
tampoco para la mera abstracción,
como es
la filosofía occidental que solamente
se ocupa
de lo vano e inútil, de lo arbitrario
y vacuo,
¡Y que se presenta como si fuera
lo esencial!
29.
El hombre
andino fue un hombre político,
preocupado
por la marcha de la sociedad y del
bien común.
Fue un hombre afectivo, en quien
imperaba
una ley de hermandad, de profundo
amor a la tierra.
El andino fue un hombre hablador,
que todo
lo alcanzó a expresar de manera
bella
y a la vez conmovedora, inocente
y candorosa,
como cuando expresa la canción:
“Vuelve,
palomita, vuelve a tu dulce nido”.
30.
La idea
de Dios ¡claro que existió!, pero
mucho
más elaborada: es como madre
y padre.
El hombre hizo mujer a la tierra
que nos sustenta.
La tierra es madre progenitora,
vientre
y matriz que nos prodiga todo.
A la cual
fecundamos con nuestro trabajo.
El sol
es el padre y no el Dios distante
ni ajeno
ni extraño, sino fuerza vivificante,
savia
protectora. Por eso juntos hemos
de consagrarnos
aquí a revivir aquel tiempo y aquel
espacio,
haciéndolo nuevamente vigente,
renovado
e inspirador en nuestras vidas.
Por eso
decimos: ¡Viva el Perú eterno!
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