Queridos familiares, amigos, capulís:
Felizmente ya en casa, luego de participar en el I Congreso Ibero-Americano de Lengua y Literatura Infantil en Santiago de Chile, y haber vivido la experiencia del terremoto de la madrugada del sábado 27 de febrero del 2010.
Pude hacer el viaje de retorno junto al contingente de peruanos trasladados en los aviones de la Fuerza Aérea del Perú y de la Policía Nacional, que llevaran ayuda humanitaria al pueblo de Chile.
Quiero agradecer a nuestra Embajada y Consulado y expresar mi orgullo por los soldados y oficiales de nuestras fuerzas armadas. En las siete horas de vuelo haciendo escalas para abastecimiento de combustible en los aeropuertos de Atacama y Tacna en altas horas de la noche, permanecían de pie en la penumbra en la parte delantera y posterior de la nave. Y los pasajeros sentados alrededor del fuselaje.
Su estado de alerta, de vigías, en defensa de lo humano en medio de las sombras y de los abismos, me conmueve. Su desvelo y reciedumbre, en nuestro caso tan ligado a lo sufrido y humilde, aún más los agiganta y engrandece.
Antes había visto la gran movilización de tropas chilenas, bomberos y personal de ayuda que se dirigía al sur, en el Grupo Aéreo Nº 10, de Santiago de Chile, en donde nos embarcamos. Y ahora veía lo mismo, pero a cargo de nuestro ejército y rumbo al norte, defendiendo lo humano en contra de un enemigo común: las fuerzas ciegas y la inclemencia de la naturaleza.
Esta imagen del bien en contra del mal común, usando la tecnología y las armas, es lo que debemos resaltar. El haber visto a militares, médicos y socorristas del Perú y Chile solidarios, me emociona y a todos ennoblece.
Quiero expresar mi felicitación a los organizadores del I Congreso de la Lengua y la Literatura Infantil por la excelencia del certamen. Mi gratitud por la invitación que nos hicieran. Y por el empeño puesto en el bienestar general de los asistentes.
Nuestras condolencias al pueblo de Chile por las numerosas víctimas y las pérdidas materiales producidas por el sismo y maremoto ocurridos en estos últimos días. Estrechémonos por eso en un abrazo fraterno, diciéndonos tal cual lo hacemos en Capulí, Vallejo y su Tierra: ¡Somos hermanos!
Danilo Sánchez Lihón
