UNA ALMA PARA DOS CUERPOS
La imaginación todo lo puede … y aquí que, Addhemar H.M. Sierralta, nos transporta a una situación muy singular y extraña … pero tal vez posible.
Aún estoy en la duda si fue en el cielo o en Molim -como se le conoce al lugar del manejo de la energía básica del universo y cuyo elemento más pequeño se le denomina “eth”- donde se había originado un paro, o si por razones de crisis la producción de almas o espíritus estaba restringida. Lo cierto es que en aquel momento, hace como dos siglos en los tiempos de los humanos, hubo tal confusión que en el instante de la asignación de almas a los nuevos cuerpos por nacer, faltó una.
La carencia de una alma al cierre de aquel día, posiblemente por un ángel apurado por terminar su labor, determinó que se enviara a la tierra una sola pero con la asignación de morar en dos cuerpos. Gracias a que cada cuerpo estaba siendo enviado a lugares muy distintos, uno a norteamérica y el otro a una región montañosa de la China, aquella alma encontró una manera de cumplir con su misión.
Y cuál fue la forma que se ingenió esta alma. Sencillo, durante el día se manejaba en el cuerpo del bebé chino y luego que este dormía se insertaba en el bebé americano. La diferencia de horas entre el oriente y el nuevo mundo le permitía hacerlo sin que mortificase a ninguno de los dos cuerpos.
Obviamente que mientras estaba en el cuerpo de uno el otro permanecía en un sueño de lo más espectacular. Hasta allí todo marchó bien porque el espíritu viajaba a la velocidad de la luz y podía eliminar el problema de las distancias ya que se desplazaba en un abrir y cerrar de ojos.
Claro que empezó a tener problemas –que no los previó en un primer momento- porque los bebés coincidían cuando en su respectiva zona geográfica se despertaban para alimentarse de la leche materna (circunstancia que ocurría de improviso). Pero espíritu al fin pudo manejar esta situación estableciendo un horario biológico de los bebésque le permitió eliminar aquel detalle inicial y realizar su tarea en forma más ordenada.
El cuerpo americano, que le asignaron, había llegado a una familia católica de irlandeses recién venidos a New York. No le causó problemas aportar lo suyo en el seno de aquella gente que era muy religiosa y vivía como verdaderos cristianos. Pero no ocurrió lo mismo en el otro cuerpo que integraba una familia muy humilde en los campos de China y cuyas creencias eran derivadas de Tao Tse. Su rutina de vida era bastante dura y salvo tener en común la espiritualidad, a nuestra alma de doble trabajo, le costaba manejarse en tal etnia oriental –primera vez que tenía asignación en esta parte del mundo- y muy pronto empezó a sentir algún tipo de agotamiento, algo inusual en los espíritus.
Había transcurrido cerca de 20 años y Patrick en New York, y Lin Ho en China, eran casi unos hombres hechos y derechos. El primero estaba en una escuela para marinos y el segundo era un magnífico agricultor que ayudaba a sus padres y hermanos. El tiempo transcurrido le había permitido a nuestra alma acostumbrarse y descartar el cansancio de las primeras épocas.
Un día en que Melquíades, que así se llamaba el espíritu, logró estar descansando porque sus dos cuerpos dormían, recibió un mensaje de Molim : “Tenemos que corregir el error y solo debes quedarte con un cuerpo, por lo tanto, a partir de la semana entrante tendrás que abandonar tu labor con uno de ellos. Por favor decirnos con cuál cuerpo te quedarás”.
Para si mismo se dijo … al fin se han dado cuenta y podré trabajar como debe de ser … hum, pensó y al momento repreguntó al enviado : “Qué significa eso, que asignarán otro espíritu al cuerpo que deje”. De ninguna manera, le respondieron … no se puede quedar un cuerpo sin alma así que el que dejes tendrá que morir. Una pena embargó a Melquíades, quien se había encariñado con sus dos cuerpos. Les contestaré mañana, dijo.
El resto de su tiempo libre se dedicó a la tarea de analizar la situación y encontrar una respuesta adecuada.
Al día siguiente, y en el mismo lapso cuando dormían sus dos cuerpos, regresó el enviado de Molim por la respuesta.
Nuestra alma preguntó al enviado : “ Qué vida tienen asignada los cuerpos de Patrick y de Lin Ho”… y de inmediato le respondieron : “Patrick y Lin Ho tendrán vida hasta los 80 años de edad”… y se quiere decir que a cada uno le falta vivir 60 años … así es … y puedo hacer una propuesta … veremos si es posible … propongo que en lugar de dejar mi trabajo en uno de los cuerpos y quedarme 60 años en el otro me permitan quedarme 30 años en los dos … haremos la consulta. Y el enviado voló a Molim para obtener, al cabo de un instante, la respuesta afirmativa.
El destino previsto le deparó vivir, a cada cuerpo, hasta los 50 años asistidos por una sola alma, es decir el espíritu de Melquíades. Para compensar el resto que les hubiera quedado por vivir, nuestro cazurro espíritu se dedicó a tiempo extra y con gran calidad a dar lo mejor de si mismo para que sus cuerpos vivieran una espiritualidad de primera. Y así fue que logró que Patrick llegara a cambiar su empeño por ser marino en una nueva vocación para dedicarse al sacerdocio. Lo miso logró en Lin Ho, quien al poco tiempo dejó el campo y marchó a un templo para aprender más del taoísmo y dedicarse a formar a los nuevos monjes de su creencia.
Al cabo del tiempo asignado, Melquíades, regresó a Molim y presentó los logros conseguidos con sus dos cuerpos. Fue felicitado y por haber conseguido lo mejor de sus asignaciones fue encomendado a preparar a los espíritus que deben ser enviados a los nuevos cuerpos. Obvio que dentro de sus tareas estaba también la de ser responsable para que no ocurriera lo que le pasó a él.
Ese control y reasignamiento de eths, la mînima energía divina, quedó en buenas manos y nuestro mundo, desde entonces, viene teniendo espíritus de más calidad divina y humana.
De allí que la confianza en los seres futuros nos llene de esperanza.
Ah … a Patrick y a Lin Ho se les permitió, finalmente, que Melquíades los acompañara hasta los 80 años. Ya nuestro espíritu estaba acostumbrado a los tiempos extra y a trabajar en simultáneo. Además era una alma en la que se confiaba mucho.
Fuente:
TIEMPO NUEVO
Addhemar Sierralta
Año 2 No. 66
Miami, 17 MAR 2010