EL SOMBRERO EN BORGES Y EN CASTILLO
Escribe Ángel Gavidia
En una vieja crónica aparecida en el diario “Crítica” de Buenos Aires, el 8 de setiembre de 1933, se explora la opinión de Borges sobre la moda del sombrero (1).
El sombrero ha debido ser una prenda muy importante por ese tiempo, tanto que me es difícil imaginar, por ejemplo, un retrato de Ortega y Gasset sin él; Vallejo, por su parte, tiene varias fotografías cuidadosamente ensombrerado.
El autor de El Aleph toma el guante y lo primero que hace, para variar, es recurrir a la metáfora: “esa peluca suplementaria”, dice, y luego ataca despiadadamente al sustantivo tachándolo de absurdo, “sombrero debía ser lo que trafica en sombras”, para volver a la metáfora, esta vez a favor de los “sinsombreristas”: no usan otro sombrero que no sea “la intemperie, el saludo o el firmamento”. Qué bello ser tocado por el firmamento y hasta por la intemperie; diferente es el tono de sus palabras cuando habla de los “encaperuzados o mitrados” refiriéndose a los “sombreristas”.
Nosotros tenemos un presidente “sombrerista”. Supongo que se cala el sombrero como un símbolo. No como la prenda que nos protege del cáncer de piel y otras agresiones del sol. No sé, tampoco, si lo usa para preservarlo de las críticas que llueven como los tupidos aguaceros de su Chota natal. Si fuera lo segundo, debería colgarlo en un perchero para escuchar la voz de la calle y entre ella la parte que viene de los que votaron por él, de los que lo quieren, que también han comenzado a gritar.
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(1) Los intelectuales son contrarios a la costumbre de usar sombrero. Borges es viejo sin sombrerista. En Jorge Luis Borges. Textos recobrados (1931-1955)
Trujillo, 7 de setiembre del 2021