Danilo Sánchez Lihón
1. A tan alto
sitial
José
Antonio Encinas luego de ganar a su oponente, el Dr. Víctor Andrés
Belaúnde, en la elección para ocupar el rectorado de la Universidad
Nacional de San Marcos, en el año 1931, lo primero que hizo al asumir el
cargo fue convocar a la intelectualidad más lúcida y brillante de la
época.
Así
fue que tuvo como colaboradores más cercanos a Raúl Porras Barrenechea,
como director del Colegio Universitario; a José Jiménez Borja, como
Profesor Asesor en aspectos académicos; a Jorge Basadre, como Director
de Bibliotecas, a Luis Alberto Sánchez, como director del Instituto de
Extensión Cultural; entre muchos otros.
Es,
pues, un inmenso orgullo para el magisterio peruano el que un
integrante suyo, un humilde pero lúcido y audaz maestro de escuela haya
llegado por sus propios méritos y gracias a la decisión democrática de
la juventud iconoclasta y libertaria, a tan alto sitial.
Y
aún más: El que haya tenido como meritorios asistentes de su señera
gestión rectoral, a semejantes luminarias de la más renombrada
intelectualidad del Perú. Y más todavía: el que ese año de su rectorado
haya sido no solo el más entusiasta, fervoroso y pletórico en triunfos
académicos sino beligerante en la escena política y social frente a la
dictadura de ese entonces.
2. Un año
y cuatro meses
Transcurría
el año 1932 y el presidente Luis Sánchez Cerro, con quien se había
conocido en París, lo invita a Palacio de Gobierno a fin de conminarle
para que prohíba que se traten asuntos políticos en la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos.
Esta
pretensión, completamente contraria al pensamiento y al proceder de
Encinas, fue rechazada de plano por él, quien le contesta que es derecho
inalienable de los jóvenes y de las personas conscientes ocuparse del
destino de su país. Sánchez Cerro, después de esta entrevista, procedió a
clausurar la Universidad de San Marcos.
José
Antonio Encinas es entonces invitado a Panamá a dictar conferencias en
el Ciclo de Verano de la universidad de ese país, pero a su retorno en
el puerto del Callao se le prohíbe el ingreso a la patria.
¿Qué
había ocurrido? Sánchez Cerro dictaminó su deportación en ausencia. Y
ya no pudo ingresar al suelo patrio, ni siquiera le fue permitido
desembarcar y solo le cupo proseguir viaje sin rumbo fijo, sin saber
adónde ir, ni cuál sería su situación ni su destino inerme y sin ninguna
precaución, como se encontraba.
Su
rectorado en la universidad de San Marcos había durado apenas un año y
cuatro meses. Sin embargo, en el breve período que duró su gestión,
Encinas desarrolló una labor titánica de reordenamiento y cambio
estructural, proyectando la universidad a las décadas venideras.
3. Reforma
Universitaria
En
este breve período se fundaron principalmente institutos de
investigación y reinó un espíritu y práctica de participación amplia de
todos los estamentos del claustro que de este modo acometían el esfuerzo
más vigoroso de repensar y de ver actuar la universidad en el contexto
social del país.
En
el periodo que va de 1931 a 1932, que duró su ejercicio de rector, dio
vida a un vigoroso proceso de Reforma Universitaria, que cambió de raíz
aspectos esenciales de esta casa de estudios y que por su profunda
raigambre democrática constituyó el cambio más significativo en todo el
secular devenir de la historia de la Decana de América.
El
gobierno nacional por eso no fue capaz de soportar esta presencia
protagónica de la universidad en el acontecer nacional y terminó por
dictaminar su clausura definitiva.
En
el período posterior a esta obligada paralización de la universidad,
que duró cuatro años, fue asesinado el presidente Sánchez Cerro el 30 de
abril del año 1933 y asumió el poder el General Oscar R. Benavides en
su calidad de jefe del Ejército. José Antonio Encinas regresa al país y
funda conjuntamente con sus hermanos Enrique, Guillermina y Aurora
Encinas, el Colegio Dalton, para ensayar el sistema de trabajo escolar
mediante grupos, en laboratorios y bajo la metodología de taller.
4. Se gestiona
una entrevista
Los
profesores de la Universidad de San Marcos pidieron una entrevista con
él y le sugirieron entonces, a quien para ellos seguía siendo su rector,
acerca de la conveniencia de gestionar, mediante una entrevista, la
reapertura de la universidad.
La
entrevista que se llevó a cabo fue tensa y áspera por la actitud
enemistosa del presidente de facto. En ella Benavides evidenció su
despotismo y arbitrariedad cuando ni siquiera invitó a tomar asiento a
la delegación de profesores y autoridades de la prestigiosa casa de
estudios que permanecía clausurada.
Aún más, se quejó de lo que él llamaba la indisciplina y rebeldía estudiantil, que según dijo merecían su reprobación.
Adujo
lo que para su talante antidemocrático era la supuesta inconsistencia
del cogobierno estudiantil. Y manifestó su decisión de mantener
clausurado dicho centro de formación profesional.
El
maestro Encinas refutó firmemente esos argumentos a pesar de saber de
antemano que era empresa inútil intentar siquiera cambiar un milímetro
los prejuicios tan hoscos y siniestros que aquel militar tenía en contra
de la universidad.
5. Se descorre
el velo
Es
muy importante que reproduzca aquí el segundo encuentro que tuvo con el
presidente Oscar R. Benavides, relatado por el mismo José Antonio
Encinas, porque gráfica el ambiente y la época abrupta en que se vivía
en aquel período y que lo sufría principalmente la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos.
Al
mismo tiempo, deja ver de modo inequívoco la recia personalidad del
maestro y descorre el velo de cuál es la entraña de algunos gobernantes
que para desgracia de nuestros países no son pocos ni raros sino
constantes y de aparición lamentablemente frecuente y repentina. He aquí
las palabras de Encinas:
"En
este ambiente de protesta Benavides me invitó, celebrándose una
entrevista que merece ser narrada, dado que de su contenido se desprende
la intolerancia y la animadversión que su gobierno guardaba a la
Reforma Universitaria.
"Benavides
estuvo cortés en esta oportunidad; me invitó a tomar asiento, y luego
me dijo haberme llamado porque los universitarios continuaban en franca y
violenta hostilidad hacia su gobierno...
Y esto pese a que la universidad estaba clausurada, siendo incesante la movilización estudiantil.”
6. No olvide
que soy maestro
Y continúa refiriendo en su relato:
“–
Usted sabe que soy militar y me agrada la disciplina. Usted, que está a
coté (al lado, en francés) de los estudiantes, es el llamado a ponerlos
en orden, porque de lo contrario mi autoridad pesará sobre ellos con
mano férrea.
"Le contesté:
“–
No sé a título de qué exige usted que lo ayude a mantener aquel orden.
Para usted no soy rector de la universidad, porque si lo fuera, la
universidad estaría abierta bajo mi dirección, y entonces respondería de
la disciplina académica en el claustro; pero no de la otra, esto es,
cuando el estudiante ejerce su legítimo derecho de ciudadano al
protestar por la clausura de la universidad y por las ilegalidades que
comete el gobierno.
“Usted
es militar y puede imponer disciplina en un cuartel, valiéndose de la
fuerza; pero no olvide que soy maestro y que, por eso, me está vedada la
violencia. No tengo más arma que la espiritual y ella ha sido
suficiente para conseguir el orden en el claustro mediante la
colaboración, la tolerancia y la comprensión mutuas de maestros y de
estudiantes.”
7. Estoy
¡adelante!
Y prosigue expresando en su narración José Antonio Encinas:
“Ya
le manifesté en otra oportunidad que nada había de cierto acerca de la
indisciplina; es la legítima protesta ciudadana que exige el máximo
respeto a su libertad. Y en eso, como rector y como ciudadano, no estoy a
coté de los estudiantes, sino avant (adelante, en francés).
"Benavides, después de algunos instantes de silencio, contestó:
“– Pero usted estará de acuerdo en que la juventud está corrompida y que no hay otro remedio que disciplinarla.
“–
No sé lo que usted entienda por corrupción, –respondí–. Si acaso juzga
usted como corrupción la embriaguez, el juego ilícito, ser parroquiano
de prostíbulos o llevar una vida de completo abandono, debo decirle, con
profunda convicción, que nada de eso ocurre con la inmensa mayoría de
los estudiantes de San Marcos. No los he visto antes ni ahora en estado
de beodez, jamás he tenido noticia de que concurrieran a las casas de
juego ni se empobrecieran física y moralmente en los lenocinios...”
8. No veo
razón
Y a continuación elevó así su alegato ante el militar:
“Esto
se ha sabido porque la Oficina de Estudiantes creada por la Reforma
Universitaria estuvo muy cerca de la vida privada de los alumnos y
porque personalmente hube de vigilar esa conducta con más interés que su
aplicación a los estudios. Y si usted cree que yo soy quien corrompe a
la juventud, debo decirle que tres generaciones de mi familia –debí
haber dicho cuatro, porque más tarde Benavides encarceló y desterró a mi
hijo cuando apenas había cumplido los dieciocho años– han pagado
tributo a la dignidad ciudadana luchando por las libertades cívicas del
Perú. Además, en los diez años de mi destierro, en Europa, no perdí mi
tiempo en visitar los cabarets de París o las salas de juego de
Montecarlo; fui a estudiar como alumno ordinario, sometido a todas sus
exigencias, en las universidades de Londres, Cambridge, París, Padua y
Bolonia; y en esa larga estadía no busqué provecho personal preparándome
en alguna profesión lucrativa; estudié, por mi cuenta, sin subvenciones
ni prebendas, los problemas educativos desde el kindergarten hasta la
universidad, para ponerme luego al servicio de mi país. Si todo esto es
así, no veo razón alguna para que usted crea que los estudiantes están
en plena e insalvable corrupción.”
9. ¡No
señor!
Y después relata:
"A
esta respuesta, dicha con intensa emoción, porque en ella iba el cariño
y la devoción a la juventud, ahora ultrajada, no tuvo Benavides qué
contestar. Eso sí, había en su semblante la expresión del disgusto y de
la cólera frenados.
"A poco se rehízo y volvió al ataque cuando dijo:
“– Pero los estudiantes son comunistas y eso es corrupción.
“–
No señor, –contesté–. El comunismo no es una corrupción, es una
doctrina político-económica, en la cual usted o yo podemos o no
convenir, pero de ninguna manera puede ser juzgada como un instrumento
capaz de destruir la ética del hombre. No podría condenar a un
universitario por estudiar las doctrinas de Marx y de Engels, ni por
ingresar al partido político de su elección, si es por razones de
principio. En cambio, sí me dolería verlo dedicado al vicio o en el
camino de la deshonestidad ciudadana, pronto a todo género de
concupiscencias, dispuesto a sumarse a dictaduras y tiranías, en agravio
de lo noble y de lo verdadero que la vida de un joven debe tener como
garantía suprema de que será elemento útil al país y no agente de su
ruina material y espiritual”.
10. Otra vez
peregrino
Y luego en su texto hay estas apostillas del maestro:
"Así
terminó esa entrevista en que dialogaron un general y un rector de
universidad. Benavides, como es natural, quedó mortificado. Según supe
después, esa entrevista fue uno de los motivos para que decretara mi no
retorno al Perú cuando enseñaba en la Escuela de Verano de la
Universidad de Panamá, en 1936, lo cual dio comienzo a mi segundo
destierro. Era necesario ese destierro, no tanto para impedir que
resultara elegido senador, como lo fui en ausencia, por el departamento
de Puno, cuanto para precaverse de la influencia que pudiera ejercer
sobre el estudiantado en el momento de declarar nulas las elecciones
generales de 1936 –en las cuales fue derrotado Benavides– y dar el más
vergonzoso golpe de Estado que registra la historia del Perú."
A
partir de esta acción, el maestro Encinas emprende un peregrinaje por
diversos países de América Latina, fundando escuelas y creando grupos de
investigación sobre temas pedagógicos, siempre orientado en función de
la democracia y la educación.
Esta
es la historia de la universidad en un período crítico. Y es al mismo
tiempo una muestra del temple de un maestro genuino que también se formó
en sus claustros y cuyo apostolado marca profundamente el devenir de
esta antorcha votiva, faro radiante y bandera tremolante que siempre
será la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
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