VALLEJO, HERNÁNDEZ Y ALGO PARECIDO A UNA OMISIÓN
Escribe Ángel Gavidia Ruiz
En 1956, Julio Ramón Ribeyro, en una carta dirigida desde Múnich a su hermano Juan Antonio, se queja del autor deLos Heraldos Negros, o más precisamente, de la importancia que nosotros, los peruanos, le otorgamos: “Vallejo es casi intocable y cualquier objeción a su obra tiene el carácter de un atentado contra la dignidad nacional”(1). Probablemente el célebre cuentista tenga razón, y quizás yo también milite en el grupo de vallejianos a ultranza a los que tácitamente se refiere. Sin embargo no creo que mi adhesión al santiaguino me impida reflexionar sobre este poema en el que el nombre de Vallejo resulta algo parecido a una omisión.
Miguel Hernández, saliendo de la inauguración del II Congreso de Escritores.
Es de Miguel Hernández y se titula “Llamo a los poetas”. Figura por más señas en El hombre asecha que incluye trabajos de 1937 a 1938. Dice: Entre todos vosotros, con Vicente Aleixandre/ y con Pablo Neruda tomo silla en la tierra / tal vez porque he sentido su corazón cercano/ cerca de mí, casi rozando el mío. // Con ellos me he sentido más arraigado y hondo, / y además menos solo. Ya vosotros sabéis/ lo que yo soy, por qué soy yo tan solo. /Andando voy, tan solos yo y mi sombra.// Alberti, Altolaguirre, Cernuda, Prados, Garfias, / Machado, Juan Ramón, Luis Felipe, Aparicio, /Oliver, Plaja, hablemos de aquello a que aspiramos: / por lo que enloquecemos lentamente.//Hablemos del trabajo, del amor sobre todo, /donde la telarañay el alacrán no habitan. /Hoy quiero abandonarme tratando con vosotros/ de la buena semilla de la tierra.// Dejemos el museo, la biblioteca, el aula/ sin emoción, sin tierra, glacial, para otro tiempo./ Y sé que en esos sitios tiritará mañana/ mi corazón helado en varios tomos.// Quitémonos el pavo real y suficiente,/la palabra con toga, la pantera de acechos./Vamos a hablar del día, de la emoción del día./Abandonemos la solemnidad.//Así: sin esa barba postiza, ni esa cita/ que la insolencia pone bajo nuestra nariz,/ hablaremos unidos, comprendidos, sentados,/de las cosas del mundo frente al hombre.//Así descenderemos de nuestro pedestal,/ de nuestra pobre estatua. Y a cantar entraremos/ a una bodega, a un pecho, o al fondo de la tierra,/sin el brillo del lente polvoriento.// Ahí está Federico: sentémonos al pie/ de su herida, debajo del chorro asesinado,/ que quiero contener como si fuera mío/ y salta, y no se calla entre las fuentes.// Siempre fuimos nosotros sembradores de sangre./ Por eso nos sentimos semejantes al trigo./ No reposemos nunca, y eso es lo que hace el sol,/y la familia del enamorado.// Siendo de esa familia, somos la sal del aire./ Tan sensibles al clima como la misma sal, / una racha de otoño nos deja moribundos/ sobre la huella de lossepultados.// Eso sí: somos algo. Nuestros cinco sentidos/ en todo arraigan, piden posesión y locura. / Agredimos al tiempo con la feliz cigarra, / con el terrestre sueño que alentamos.// Hablemos, Federico, Vicente, Pablo, Antonio, / Luis, Juan Ramón. Emilio, Manolo, Rafael, / Arturo, Pedro, Juan, Antonio, León Felipe. / Hablemos sobre el vino y la cosecha.//Siqueréis nadaremos antes en esa alberca, / en ese mar que anhela transparentar los cuerpos. /Veré si hablamos luego con la verdad del agua, / que aclara el labio de los que han mentido.
Como vemos, en “Llamo a los poetas”, convoca a una docena de los mismos: Vicente Aleixandre, Pablo Neruda, Antonio Machado, Federico García Lorca, Luis Cernuda, Juan Ramón Jiménez, Emilio Prados, Manolo Altolaguirre, León Felipe, Rafael Alberti, Arturo Serrano Plaja, Pedro Garfias, y un impreciso Juan que pudo ser Larrea, Rejano o Gil Albert (2). Y, si bien es cierto que once son españoles, está también Neruda; por lo tanto, no se trata de una lista de poetas exclusivamente hispanos. ¿Por qué, entonces, no figura Vallejo? Recordemos el feroz compromiso del santiaguino con la República expresado en diversas circunstancias y documentos, uno de ellos, es España, aparta de mi este cáliz. Dice Ricardo Silva-Santisteban que “sin disputa, (es) el más valioso poema dedicado a este conflicto y uno de los grandes poema dedicados a una guerra de la lírica universal” (3). Luis Alberto Sánchez, por su parte, señala que España, aparta de mi este cálizparece un poemario escrito por un combatiente, un hombre de la trinchera, mientras España en el corazón, el libro de versos de Neruda, digamos, su equivalente, sabía a un libro escrito por alguien que miraba la guerra desde un balcón.
Es bien conocida, sin embargo, la amistad que ligaba a Hernández con el Nobel chileno. Y lo declara al inicio del poema: tal vez porque he sentido su corazón cercano/ cerca de mí, casi rozando el mío. Poreso, quizás, la clave de esta selección está en lo que sostiene Jorge Urrutia: “Documentalmente, en sus versos queda constancia de las amistades y admiraciones de Miguel Hernández en aquellos días. Los más importantes poetas de su tiempo se hallan citados por sus nombres, y, en primerísimo lugar, Vicente Aleixandre y Pablo Neruda” (2).
Curiosamente, en el discurso que lee Vallejo en el II Congreso Internacional de Escritores de Madrid en 1937, en plena guerra civil española, titulado “La responsabilidad del escritor” nombra a nueve poetas de los llamados por Hernández incluyendo al convocante: “Los nombres de los poetas españoles, de los jóvenes y de los viejos, son al otro lado familiares (se refiere a Sudamérica). Hay hasta un culto a Machado. Y las masas saben quién es Rafael Alberti, quién Bergamín, León Felipe, Prados, Altoloaguirre, Cernuda, Aleixander, Serrano Plaja, Rafael Dienste, Miguel Hernández, Gil Albert, Aparicio, Herrera Petere. En la tierra de Rubén Darío y Asunción Silva, de Herrera Reissing, los poetas de España tan conocidos y tan venerados como hoy. Y aquí, entre lágrimas y sonrisas, abro yo mi ardiente corazón sudamericano, mi corazón español, que nunca se sintió más español: en el afamado y entrado en años Machado saludo a la elevada tradición de España, en memoria de Federico García Lorca renuevo yo la protesta de toda Sudamérica contra el crimen sin límites del fascismo! (4)
Volviendo a lo expresado por Urrutia, no figuraba, entonces, entre las amistades y admiraciones del poeta de Orihuela, César Abraham Vallejo Mendoza. Y es una lástima. Más si, Hernández, siendo “perito en lunas” también era perito en el dolor humano casi tanto como lo fue Vallejo.
BIBLIOGRAFÍA
1. Ribeyro J. Cartas a Juan Antonio. Tomo I.1953-1958. Edit. Jaime Campodónico. Lima- Perú. 1996. p 101-105.
2. Urrutia J. Poesía esencial Miguel Hernández. Alianza Editorial. Madrid 2010, p 163-166.
3. Silva-Santistevan R. Cesar Vallejo. Poesía completa. Tomo IV . Pontificia universidad católica del Perú. 1997. p10.
4. Silva-Santistevan R. Op. Cit. p132