Danilo Sánchez Lihón
1. Visión
de la Amazonía
Mundo ilimitado es la Amazonía, región densa y transparente; de la edad del agua: primitiva y nueva.
Tierra mojada en donde la vida y la muerte se juntan: en la lluvia que cae, en la flor que se abre, en la canoa que badea.
Con espacios donde no ha entrado ni la mirada ni la flecha, ni el machete ni la cruz. ¡A veces ni la luz!
Pero que sí ha recogido el conjuro de los brujos que oran y caminan levemente agachados por entre lianas y espejos de agua.
Convirtiendo cada palmo de tierra en escenario de sueños, cada río o laguna en lugar de encantamiento.
Convirtiendo cada resplandor en fantasmagoría, cada árbol en tótem o en dios.
¡Mundo vasto pero no deshabitado!
2. Esconde
y prodiga
¡Mundo ilimitado!
Pero vivo, palpitante, poblado. ¡Y a la expectativa!
Porque hay una versión –interesada por cierto–, que considera esta región como vacía de presencia humana.
¡Y tierra de nadie!
La imagina como tierra al libre asedio de aventureros obsedidos por las ocultas riquezas que ella guarda, esconde y prodiga.
Y todo relato, leyenda o fantasía se ha centrado en esos personajes temerarios, lujuriosos y avasalladores.
Se la aprecia desde la mirada codiciosa de los colonizadores de todo pelaje.
Estos
hechos nos revelan la presunción de una sociedad para quien la historia
se centra sólo en los hombres que la dominan y corrompen.
3. Asediados
y ofendidos
Sin embargo, en la amazonia viven, padecen y mueren más de cincuenta culturas o naciones diferentes.
Con bellas y profundas concepciones del mundo.
Culturas
con hallazgos y técnicas que han demostrado ser las únicas válidas para
su realidad y que adoptadas enriquecerían también a otros pueblos.
Con valores que sí los asumiéramos con autenticidad, redimirían nuestra sociedad que hoy decae.
En
las márgenes de los ríos que son las tierras más fértiles –con pesca y
transportes disponibles–, tienen su asiento grupos tribales
antiquísimos.
Pero
de allí son constantemente arrojados por los colonizadores:
comerciantes, buscadores de pieles, madereros, funcionarios y
carnetizados de los partidos políticos que gobiernan de turno en turno
nuestro asediado país.
4. Muchas
culturas
Son ellos quienes sistemáticamente los han ido cercando, despojando de sus pertenencias e intimidando.
Son
ellos quienes han ido mellando su integridad, socavando su cultura, sus
creencias, sus mitos. Son ellos quienes los acosan queriendo pervertir
su sistema económico y social basado en la comunidad de bienes, en la
comunidad para el trabajo, en la solidaridad; para reemplazarlo por otro
de egoísmo, de explotación y de usura.
Los
sobrevivientes de aquellos pueblos si se integraron al sistema son los
dominados, sí se alejaron son los perseguidos y si se aislaron son los
despreciados, ocupando los lugares recónditos y pobres.
Muchas
culturas han desaparecido totalmente, otras están en vías de extinción y
sobre las restantes pende la amenaza de exterminio.
De 5 millones que eran, en la actualidad suman apenas 150 mil habitantes.
5. Geografía
infinita
También
en textos y mapas se nos presenta esta región como una llanura plana,
monótona, sin relieves; e intrincada de vegetación por dentro.
Con ríos inmensos que se contorsionan cual serpientes míticas y que inundan incontenibles en verano.
Aunque eso sí, rica en recursos codiciables como el caucho, el oro, las pieles finas, la madera, y ahora el gas y el petróleo.
Pero
quien verdaderamente la conoce sabe que en ella se esconde una
increíble geografía, con mesetas peladas como las del Gran Pajonal.
Pero
a su vez, con cadenas de montañas, abismos impenetrables, cataratas
luminosas como las hay en la cordillera azul con turbios y cristalinos
cursos de agua.
6. Panales
de mieles
¡Mundo
con árboles que son universos!, como el águano, que crecen enmarañados
de bejucos, de flores, de estrellas. Tan grandes que contienen animales y
pájaros que nacen, viven, se reproducen y mueren sin salir jamás de sus
ramas.
Y
que para desmoronarse y sucumbir sus fibras se van rompiendo poco a
poco, retumbando a lo lejos con detonaciones que son seguidas de mil
ruidos pequeños en su tronco. Y al caer lo hacen como los grandes reyes
arrastrando tras su fallecer la caída de otros árboles.
Y
al sucumbir se abren totalmente vivos o putrefactos, con nidos de
isulas, madrigueras de ardillas, añases, tortugas, y cargados de
suculentos panales de mieles.
De
ese mundo hondo y transparente trata el libro “En noches de luna en
torno a la hoguera”, que escribí como un acto de fe en dicho pueblo, que
es irrenunciablemente nuestro.
7. País
dulce
Donde
pude añadir al mundo de nube y piedra en el cual nací y me crie, en
Santiago de Chuco al norte del Perú, el de agua y playa, ante el cual
permanezco aún ensimismado.
Donde
pude añadir al mundo de calle y fuego en el cual me formé en la Lima de
las décadas del sesenta y setenta, éste otro de noche cerrada y
estrella fugaz en el cual se quedó trémulo y extasiado mi extenuado
corazón.
Porque
en este universo también viví, a tientas y asombrado, como son y dan
testimonio unos relatos que escribí, hilvanados en la hora y la deshora
supremas, y titulé: “En noches de luna en torno a la hoguera”, y están
publicados ediciones Altazor.
Es
en esa región en donde es fácil presentir el destino que es obligatorio
construir todos juntos, como tributo a este supremo país dulce, sufrido
y extraordinariamente conmovedor.
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