DEL BATÁN
Y
SU TERRUÑO
Danilo Sánchez Lihón
1. La verdad
y la belleza
¿Qué nos inspira a hacer poesía? ¿Qué conmueve a esta caña frágil, y “hueca”, día Shakespeare, y que es el hombre, o la mujer, para enfrentarse a los misterios del universo?
¿Qué es lo que los mueve para ponerse frente a lo infinito y eterno a fin de escudriñar enigmas, modular preguntas y balbucear dudas y cavilaciones? Como también para remover cariños y esbozar sueños y utopías, como ocurre en el poemario “Del batán y su terruño” de Juan Oblitas Carrero.
Y de quien quiero escribir, porque siento que ahora que se inicia el 20 Capulí, nos vamos al batán y su terruño, y porque es en estos certámenes que Juan Oblitas sale a nuestro encuentro, con su quena y su alforja de cariños buenos, para esperarnos en los caminos, como tantos otros amigos entrañables.
¿Qué lo anima? Lo mueve el anhelo de dotar a la vida del mayor significado; y que todo se imbuya de una trascendencia mayor. Que aquí quepa e inunde el amor. Que él sea raíz, savia o apenas aroma que sustente nuestras vidas azarosas. Lo mueve la aspiración de eternidad, el empeño y avidez de que el mundo sea un lugar donde aflore y prime el bien, la verdad y la belleza.
2. Es piedra
y es sustento
Y, ¿por qué el título: “Del batán y su terruño”? Él nos ubica, centra y sumerge en lo nativo, en lo original y aldeano.
Siendo el batán una figura de una tríada de planos, ámbitos y mundos. Porque en la figura del batán se plasma toda la dimensión de lo que es propio, autónomo y peculiar.
Y que al final se integra con algo que tiene mucha relación con la vida, puesto que el batán muele los alimentos que sirven para nuestro sustento, para la comida de la mesa familiar.
Batán es un constructo dialéctico. Es lo cóncavo y convexo. Es el golpe de afuera y es la resistencia de adentro. Es lo plano y a la vez lo redondo.
Es el zorro de arriba y es el zorro de abajo. Batán es lo que muele, golpea y convierte. Es piedra y es sustento. Es lo abierto, es lo que siempre está dispuesto. El hombre y la mujer juntos y desnudos.
3. El batán
es dualidad
En el batán se resume la cosmovisión del mundo andino: del hanan, del kay y el uco pacha.
Donde batán es movimiento, vibración telúrica, choque de piedra contra piedra, como es mano y es vientre.
El batán es naturaleza y es arraigo, es solidez sobre la cual se erige la vida. Es uno que resiste y otro que golpea.
Batán también es pulso, aliento y corazonada. Es útero materno. Es agua y es fuego y es viento. Y es tierra transida. Es leche materna. Es lo femenino y lo masculino.
Como en la presente poesía en donde un eje fundamental es el amor, y al decirlo de todo aquello que une y separa a un varón y a una mujer.
El batán es naturaleza. Es piedra y es orbe. Pero también es maquinaria, construcción y elaboración humana.
El batán es dualidad: es piedra de arriba y piedra de abajo. Y el plano intermedio en donde se da lo nuevo, lo original y lo que siempre es síntesis.
4. Puro
capulí
NO CULPES AL VERANO
No culpes al verano, que yo te voy a querer; no temas marchitarte que, a la sombra o al sol, cualquier pétalo es un suspiro que viene y se va. ¡Alégrate!, si no te buscan los jarrones, ¡Alégrate!, si ya no guiñas en los balcones. Serás, entonces, la única dicha de mis ojos que con su retina de sueños e ilusión verán lo que otras niñas te negaron, en la oscuridad de sus anhelos carnales. No culpes al verano, que yo te voy a querer; no muere el cactus en el desierto a falta de una flor, hay que amar locos y sedientos tanto como él, hasta encontrar la vena sagrada de una gota que se esconde en el seno árido de tu páramo. Si ya no hay ojos que destellan corazones; no te esmeres en robarle fragancias a la vida; hay otras que fueron dallas y jazmines que rondaron alfombras y pasarelas ahora no tienen nada, ni alma ni doncellas; pero tú que siempre estuviste besando la tierra, otro invierno hará inflorescencias en tu tallo y yo seguiré amándote de costumbre; posado en el ramaje de tus manos, hasta que nazca el último velo de mi linda novia de puro capulí...
5. Aliento
y fuego
Poesía ligada también a los cuatro elementos de la naturaleza: el agua, la tierra, el aire y el fuego, de donde deviene, se urde y teje la vida. De donde el aliento surge, y de allí se teje el destino.
Como se tejen igualmente aquí los cuatro elementos que son fuente de vida, las cuatro caras de la unidad, donde el agua que nutre y sustenta posee propiedades magnéticas. La tierra que es amalgama, plataforma y es fecunda. El aire que integra, une y alienta. Y el fuego que posee propiedades eléctricas y creativas.
De este modo los árboles evidentes en este libro absorben el agua a través de las raíces y se nutren de todas las savias y minerales de la tierra; respira el aire a través de las hojas y las frondas. Y recibe la luz y calor del fuego a través de los rayos solares.
Y los hombres igualmente, estamos compuestos de los cuatro elementos que se renuevan cada día, en donde tierra es nuestro cuerpo, agua nuestra sangre, aire es nuestro aliento y fuego el espíritu que aquí se anima y vivifica. Así:
6. Canto
macerado
DIOS HA QUERIDO…
Dios ha querido ponerme aquí en la senda bravía de Caupolicán
Bajo la piel delicada y mustia de una devota y creyente guitarra
Que en su brazo enhiesto y sereno se punza elegante una cueca
Y se anida en su pecho la densa tonada violeta y cobriza del Ande.
Dios ha querido ponerme aquí donde los astros tiritan a lo lejos
y me acuerdo de las estrellas fugaces sin cielo que los detenga
en el cónclave sideral de los vértigos silábicos de Vallejo y Neruda
que fundan la ínclita nación, más allá de las sombras etéreas del mar.
Estoy aquí y puedo estar en todas partes, ahora mismo lo sé,
pues hay algo que sobra, hay algo que falta en tus ojos llenos de fe
no importa cuán rápido se descuelgue agonizante la testa del rey
el trono será de nosotros mañana, de águila y de cóndor milenario.
Pueden los hombres, alguna vez, volver a su viejo instinto de amar
Con los brazos volubles y emplumados del Salado y el Huascarán;
Beber y saciarse de las correntías insurgentes del Maule y el Marañón
y verter vasijas de canto macerado en el pecho alambicado y libertario.
Y pasa corriendo el trueno arcaico, acompasando la tertulia del labriego
Y luego nos quedamos sin luna, sin estrellas, nada garantiza el jornal,
Es mejor que un nuevo sueño, rompa las últimas tinieblas que nos apartan.
7. Son
de quena
Libro cuyo sustento es la pertenencia y la identidad sostenida en el enunciado del terruño.
Poesía del suelo sagrado que nos vio nacer, que asume el carácter de tal por el hecho de ser nuestro lugar de origen, y que por serlo ya es suelo elegido y ungido en nuestras raíces y en nuestros sueños. Y hemos de amarlo entrañablemente
Donde terruño es contexto, universo que se extiende, sones y horizontes. ¡Es música de quena, de charango y de tambor! Es todo lo que nos pertenece de manera abierta y cabal; donde ejercemos el dominio más absoluto, sin que ella nos reproche nada.
Terruño en diminutivo que es tomar posesión, afincarse e izar una o más banderas. Y así como izarla es hundir una barreta de oro en la tierra, para fundar en ella un ombligo del mundo y una nueva civilización.
Donde lo telúrico es lo cósmico, lo real y tangible, lo que tiene cuerpo, geografía y con todo ello legitimidad.
Es el son de quena conmovedora y mítica que lo entona en los andes un pastor.
8. El destino
solidario
Poesía de la identidad, de la pertenencia, de la adhesión a un ancestro y a una patria interior es “Del batán y su terruño”, de Juan Oblitas Carrero.
Es poesía del origen, de honda raigambre, de piedra tutelar y del alero que nos cobija.
De la identificación con el lar nativo, con nuestro pueblo matriz, de base y fundamento. Y de adhesión con nuestra gente.
Identificación con lo humilde, con el trabajador en la faena cotidiana; del hombre sencillo al cual llama soldado centenario.
¡Qué hermoso y alentador que exista poesía como esta: poesía de la identidad!, del lar nativo, de la tierra que nos viera nacer y nos criara con su leche, su pan y su miel.
Poesía identificada con el surco, con la lluvia, con las plantas y sus frutos. Y con el destino solidario que cabe alentar entre todos los seres humanos.
En donde también caben la inconformidad y la protesta. Y la ternura, como en el siguiente poema:
9. vocales
hambrientas
RETACITOS DE VIDA
Escuelita de barrio,
escuelita rural,
de ti aprendí
la palabra libertad.
Tú no tienes loza,
tampoco, un lindo jardín,
pero tienes fantasías
y sueños que no tienen fin.
Saltando, saltando,
quisiera regresar,
levantando polvareda,
alejando sombras de mi camino.
Escuelita de barrio,
escuelita rural,
parecen tus ventanitas
niditos de inocente palomar.
Retacitos de vida,
se retuercen, apenas,
bostezando, gimiendo:
10. Miliciano
del alba
De manera particular yo me adhiero a toda literatura donde el tema sea la casa, el hogar, los seres queridos. Porque no hay verdad más innegable ni realidad más indiscutible y hermosa que aquella que se plasma y concreta en el hogar, porque en él se dan los afectos más sublimes.
Es el núcleo básico y es lo que existe desde el principio cuando nacemos. Y es eso lo que también en este libro se canta. Y no solo cuando todo es grato sino también cuando las distancias, las ausencias y lejanías nos laceran. Cuando aquello que se rompe, acaba y se pierde, y solo quedan recuerdos, desilusión y nostalgia.
Cuando todo se pierde, todo se va y desaparece, poemas donde encontramos la angustia por lo inasible e inatajable. Por la fugacidad del tiempo. Y lo efímero de los días y de la vida.
Y terminamos como empezamos: ¿Para qué se urde la poesía? ¿Qué lo hace posible y lo inspira? La respuesta es: para mejor amar, para mejor querer y para que el amor surja, se erija, fulgure y se eternice, como se hace en este libro directo, personal y, a veces, turbulento.
Escrito muy a menudo desde la primera persona, del yo y del tú, no lejanos ni distantes. Poesía que es de emoción y sentimiento. De búsqueda ardorosa de sentido y trascendencia. ¡Salud, Juan Oblitas! Miliciano del alba de Capulí, Vallejo y su Tierra
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