Danilo Sánchez Lihón
Tenía camisa blanca
y el corazón encendido
la muerte lo perseguía
y la mar era su nido.
Juan Gonzalo Rose
1. Peligrosa
misión
Lleva
ahora a nado las cartas de los criollos residentes en Lima, quienes dan
aviso a los patriotas en la Fortaleza del Real Felipe en el Callao, de
cada uno de los movimientos, pertrechos y decisiones adoptadas por las
fuerzas realistas que defienden la causa de España, y seguir con el
colonialismo en el Perú.
Su
trabajo es recorrer la playa pescando a cordel, o tirando el anzuelo en
los farallones, y ya en lo más lóbrego de la noche cruzar el mar a
nado, de Chorrillos a Chucuito en el Callao.
Y
viceversa, para llegar antes de que rayen las luces de la aurora en el
horizonte y en el gélido amanecer a Chorrillos. Nuevamente para
aparecer, recoger su canasta de peces escondida entre las piedras, y
luego vender como si nada hubiera pasado nada por las calles de la
aldea.
Para
después incursionar hacia Lima como vendedor ambulante de pescado,
entregando las cartas e instrucciones del gobierno del Perú recién
proclamado libre.
Independiente,
pero confinado ahora en la Fortaleza del Real Felipe del Callao. Antes,
cruzar a nado esa ruta nadie lo ha hecho, ni siquiera de día, y ni vale
pensar que por ahí se está filtrando correspondencia.
2. Sagrada
misión
Antonio
José de Sucre necesitaba conocer los movimientos, los pertrechos, la
capacidad ofensiva y los desplazamientos del ejército enemigo.
Y nadie imagina que pudiera haber un hombre que recorriera a nado el tramo de Chorrillos al Callao. Y mucho menos en la noche.
Aun así, las playas están vigiladas por guardas y centinelas apostados en los acantilados.
Sin
embargo, para el alto comando del ejército español en esta guerra era
absolutamente evidente que había comunicación entre quienes estaban
confinados en la Fortaleza del Real Felipe en el Callao y quienes
estaban fuera.
Era
demasiado precisa la coordinación entre el gobierno encerrado en la
fortaleza y los patriotas esparcidos em la Ciudad de los Reyes y capital
del Perú, que era Lima.
La peligrosa y sagrada misión,
cumplida en variadas y distintas ocasiones, llevando y trayendo
información, y mensajes de vital importancia era cumplida por el
pescador chorrillano José Olaya.
3. Prueba
contundente
Seguido
y vigilado desde hace dos semanas por los agentes del gobernador de la
ciudad, el sanguinario brigadier Ramón Rodil es detenido y capturado en
la calle Acequia Alta, en el centro de Lima.
La
detención se produce el 27 de junio de 1823, a las cinco de la tarde y
desde ese día, ya al atardecer, se inician y aplican las torturas para
hacerlo declarar, con la intención de que denuncie a sus cómplices. Pero
no lo logran.
Gracias
a dios, pudo arrojar, antes de ser capturado, varias cartas a un
albañal, y que el agua desapareció inmediatamente. Pero otras, que
felizmente estaban cifradas, afortunadamente sin destinatarios ni firmas
visibles de remitentes, se quedaron consigo.
Y ello es prueba irrefutable de su complicidad y delito. O sea: ¡él es!
Además,
entre las minucias de sus bolsillos porta una escarapela con los
colores rojo y blanco de la reciente bandera, símbolo del Perú
independiente. Esta escarapela es prueba contundente acerca de su
complicidad y de su carácter subversivo.
4. Oculta
en su red
Es fervoroso, creyente y partidario de la causa de la libertad y de construir aquí una nación soberana, digna y desarrollada.
Alienta
ese sueño desde que el Perú era apenas un ideal, una ilusión y una
utopía de ser algún día una patria emancipada del yugo español.
Pero
ahora él es con esta escarapela un hombre convicto y confeso de esta fe
adorable. Ha sido capturado, encadenado y conducido a la mazmorra,
después de haber sido golpeado a culatazos seguidos y vuelto un guiñapo.
Pero no niega su participación ante los realistas ni cuál era su misión a cumplir.
Así
como en el interrogatorio y tortura, a los cuales ha sido sometido,
deja bien sentado que no va a delatar a ninguna persona. Que mejor lo
maten. Hasta en esto es simple, rudo y tosco como una piedra.
Sin embargo, la información que llevaba y traía oculta entre los pejerreyes de su red, era extraordinariamente estratégica.
5. Filos
cortantes
No puede morir así nomás. Tiene que sacársele todo lo que sabe, así sea a punta de cuchillo y gota por gota de sangre derramada.
Tiene que declarar a quiénes conoce. Y ojalá se logre antes de que muera a causa de la atrocidad de las torturas.
Puesto
que son dos ejércitos enfrentados en un pequeño radio de acción y en
momentos en que se decide el destino de todo un continente los ánimos
están exacerbados.
Por
eso, las torturas a que ha sido sometido han sido cruentas y atroces, a
fin de hacerlo declarar quiénes son sus contactos e informantes en
Lima, sobre quienes caería la inmediata pena de muerte y el arrasamiento
de sus casas.
Ha
soportado, hoy día 28 de junio, 200 palazos ejecutados con una vara
flexible, y doscientos latigazos aplicados con un fuete de cuero de toro
trenzado de filos cortantes.
6. Esta tarde
del 28 de junio
Al
no ser eficaces para el propósito de que revele datos y denuncie a sus
cómplices, se le han arrancado todas las uñas de manos y pies con una
tenaza ardiente al rojo vivo.
Al
no conseguir nada de este modo se le ha colgado de los pulgares y desde
unas cuerdas soportando todo el peso de su cuerpo. Tampoco así ha
hablado una sílaba de lo que quieren sus captores.
Después
se le ha sentado en un banco, ya exhausto y hecho un muñón de sangre, y
se le ha prometido pagarle grandes sumas de dinero, brindarle honores y
un buen puesto de trabajo bien remunerado. No hace caso a nada. Y no
delata a su red de implicados. Es un caso perdido.
Esta
tarde del 28 de junio Manuel Llanos, ayudante de campo del brigadier
Ramón Rodil confronta a José Olaya con Antonia Zumaeta, otra capturada.
Es ella uno de sus contactos, sin embargo, después de observarla
detenidamente, sin que se le mueva un solo músculo de la cara, declara
que no la conoce. Sueña con un país de fábula llamado Perú.
7. Ferviente
y leal
Niños y jóvenes:
José
Olaya sin revelar sus secretos ni los nombres de sus contactos como lo
había prometido, sin comprometer a nadie, como lo había jurado, y lo
estaba cumpliendo, apostando por el porvenir que ahora somos todos, ha
sido hoy día 29 de junio fusilado, y a partir de entonces es una
consigna eterna en nuestras frentes y en lo hondo de nuestros corazones.
Él
era un artesano que no veía lo inmediato sino lo trascendente. No los
placeres mundanos ni las satisfacciones concupiscentes, sino las tenues
palpitaciones del alma, puestas y aleteando apenas en un futuro
amenazado e incierto. Así nació el ahora patrono del Arma de
Comunicaciones del Ejército del Perú.
El
monumento que ahora se alza en el Pasaje de Petateros, frente al
Palacio de Gobierno, calle que ahora lleva su nombre, lo muestra con una
red en la mano izquierda, hacia abajo, seguramente recogiendo la vida.
Pero en la otra mano, levantada hacia lo alto, una carta. ¿Qué dice?
¡Niño
y joven! Dale ahora tú contenido a esa carta, ¡representando sin duda
los sueños y los mensajes acrisolados que diriges hacia el porvenir,
junto a todo peruano ferviente y leal!
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