jueves, 27 de febrero de 2014

KILLARY: CRÓNICA DE UN CONCIERTO ANDINO AMERICANO - POR VÍCTOR CASTRO ACHUY (LAREDO, TRUJILLO)


KILLARY:
 
CRÓNICA DE UN CONCIERTO ANDINO AMERICANO 
            
Por Víctor Castrto Achuy

Laredo - Trujillo

Un mediodía soleado de Febrero. El lunes mira que la ciudad 
es una fábrica : de sabores, de ruido y locos movimientos 
de dinero. Como el sueldo saltamontes de 15 a 30 mil soles
de carnavaleros y rodillos congresistas.
De pronto, sudoroso, mi celular habló :
_ Víctor. ¿Estás en Lima?
_ Sí.
_ Entonces, vienes al encanto y fuego musical de Killary.
Hoy lunes 10, a las 7.30 de la noche ...


Era mi amigo, el poeta Manuel López Rodríguez
con quien, después de su programa Caras de la Cultura,
saboreamos un ceviche. Pienso que encontrar un amigo
entre muchos vasos sin palabras, el primer día de semana
no es ningún mudo levantarse. Es musical.
A mis oídos entonces llegaron cantos de dos CD de Killary.
(Luz de Luna, en quechua).
Para mí, había empezado el Concierto Andino Americano.


Sin embargo, este canto y fuego de cabellera cordillerana,
este traspaso de Ande, nutrido de lluvias, ríos, huacas, 
andenes, pumas, serpientes, vicuñas, cóndores, cantutas, 
y del Misti, Salcantay, Huascarán, Caral y Machu Picchu.
Este concierto andino abrió sus brazos a las 7.30 p.m.,
y empezó a entrar no sólo a la noche sino al corazón.


Ahí, la fusión andina, los entrañables amigos músicos :
Los Eternos Incas, lograron que la amistad y alegría,
el canto y baile, se dejara sentir como grito altiplánico
que estremeció la quieta manzana cultural, peruano japonés.


Ahí, cuando Killary se presentó como princesa Inca,
sus fans y el auditorio en lleno total, parecieron arder.


Por unos instantes se apagó la noche.
En medio del escenario fueron apareciendo multicolores luces,
como salidas de un Ocaso andino americano.
Y, como sonido a lluvia, una voz dulce nos saludó : 
Por mis padres, por mis amigos, por Uds., estoy aquí.
Estoy muy feliz. ¡Muchas gracias!".
Y, como la noche misma, "Papel de Plata" vibró 
en quechua y español, y nos llevó
por caminos de mágica fusión musical contemporánea.


La noche, los aplausos, los sonidos, se fundieron; y entre ellos,
Killary cantó más de diez canciones de diversos países.
Cantó "Palomita de Barro", a dúo con su padre.
(integrante del grupo Alturas, hoy, Los Altureños).
Y la balada "Todo este Amor", con su amigo Jorge Páucar.


Pero, un temblor de altura fue cuando cantó
con el público, el tempestuoso : "Huaynito para Cantar",
(del cusqueño Percy Navarro Escobar) :
"De adentro sale un huaynito
como queriendo tocarte,
como queriendo besarte,
como queriendo acariciarte ...".
Y, "Palabritas", canción de Puno :
"Quiero que llueva palabritas del cielo,
recogerlas en canciones
pa´no decir las mismas cosas
que dicen otros cantores ...". 


Durante el concierto, dos cantos neurálgicos
me hablaron desde un terreno alegre de lágrimas.
El primero fue "Carnaval de Tambobamba". 
Pero, antes de cantar este fuego de Apurímac, 
Killary explicó su origen :
"¿Por qué este carnaval es triste, si todos los carnavales 
son alegres? Porque en mundo andino de nuestros Incas
la muerte es un inicio a una mejor vida.
Por ello, ¡Wiphala! es una expresión de júbilo".


Entonces, entre la euforia de la fiesta mientras ella cantaba, 
unos salieron a bailar y otros vieron resbalar sus lágrimas.
Quizá, por recordar y ver a José María Arguedas Altamirano
cantando este carnaval con su guitarra.
O, quizá, por mirar un ahogado en río de aquel pueblito
tambobambino.


El segundo canto mezcló mis nervios con latidos de otras tierras.
Fue "Linda Andahuaylina". Y pensé, en Lucy Martínez.
Musa también musical, con sonidos del continente.
Un cruce cultural como lo literario en el extranjero
a donde fue Lucy, hace poco.
Y supe que tras ella, tras sus pasos futuros, vino embrujado
a Perú, un escritor uruguayo.
Y le ofrecía, amor puro. Buenísimo. Libre de marihuana.
Y pensando así, en ese amor a primera vista, sentí
de pronto, la mano de risueña estrella que me arrancó
de mi butaca. Y me fui a bailar.


Con "Luz de Luna", la noche y el concierto reflejaban
lo étnico; y amor, y respeto, por milenaria herencia cultural.
"Después de cantar durante 30 años, ahora somos teloneros
de Killary (risas). Nos hemos quedado
en edad de piedra", expresó uno de Los Altureños,
que compone nuevos giros para héroes del folclor.


En una pausa musical se prendieron todas las luces.
A Killary, un devoto del Señor de los Milagros,
en una bandera morada, le entregó signos de Amor, 
Unión y Paz. "Llévala a Chile", dijo, emocionado.


Entonces, quenas, zampoñas, guitarras, batería, charangos ...
nuevamente volvieron a cantar liderados por Killary.
Todo en matices de música fusión andina contemporánea.
Nada como fundición de metales de secretos escenarios
donde muy bien, se rinde tributo a lingotes de oro, 
desde pruríticos y venerados siglos.


El concierto continuó con danzas y su joven cantante.
A ella no le falta tiempo para revalorar su origen,
su mundo andino. Ahora mismo estudia música
en la Pontificia Universidad Católica.
Consciente que estudiar y cantar es luz y profundidad.
Y, cantar a la vida, es cantar a la Tierra que nos acompaña
en este andar ... luchando.


Killary, bella cantautora arequipeña, nos representará
en Festival Internacional de Viña del Mar, 2014,
a realizarse ente 23 y 28 de Febrero, en Chile.
Tranquilamente, puede traernos la Gaviota de Plata. Porque
Killary canta tonificada por la belleza y fuerza del Ande.
 
 
 


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