HOMENAJE A ÁNGEL CHIRINOS LAVANDER
AL FIN
DE
LA BATALLA
Danilo Sánchez Lihón
1.
Ángel Edgardo Chirinos Lavander ya dejado de existir el día de hoy, 14 de febrero del año en curso, 2020, Día del Amor y la Amistad. Qué mejor día para dejarnos imperecedera la imagen y el significado de su paso por el mundo, el de un día en que se celebra estos valores fundamentales que él supo asumir y encarnar.
Porque era una persona que precisamente eso inspiraba. De apariencia fina, cultivada y gentil, con mucho don de gentes; altruista y afectiva, pulcra y atildada, siempre elegante y señorial. Asistía regularmente al Aula Capulí, aquella huaca que establecimos y funcionaba en la casa de Ramón Noriega en la avenida Angamos en Miraflores.
Viajó con nosotros a la Telúrica de mayo de Santiago de Chuco el año 2016, y luego nos acompañó en julio del año 2018 al Capulí, Vallejo y su Tierra de Miami titulado: “Perú, al pie del orbe”, que realizamos conjuntamente con el Instituto de Cultura Peruana que dirige en Miami Ricardo Calderón.
2.
Cuando lo conocí y lo escuché hablar por primera vez la lengua española de manera castiza, pronunciando los sonidos de la uve y la zeta como lo hace un ciudadano castizo de la península ibérica.
Recordé a un viejo profesor primario de mi pueblo que creía que las normas establecidas había que acatarlas y dejarnos de tantas informalidades y de tantos malos hábitos. Y hablaba el español como él, resaltando la uve y la zeta.
De Ángel Chirinos nos queda como proverbial su formalidad, su sentido caballeresco e hidalgo, que eran los mismos aspectos que le habían impuesto esa ocurrencia de hablar como él hablaba, con ese tono antiguo, pasadista y extraño, y que todos respetábamos.
3.
Nació en Lima el 2 de marzo de un año que él nunca quiso revelar. Pero ya al mes de nacido viajó con sus padres a Barcelona. Él ha explicado que la razón fue porque su padre era socialista y quiso solidarizarse con el frente republicano de la Guerra Civil Española. En Barcelona vivió hasta los 8 años de edad, regresando al Perú y residiendo en Trujillo donde estudió en el Seminario de San Carlos y San Marcelo.
Ingresó a la Universidad Nacional de Trujillo a estudiar o bien odontología o bien veterinaria. Optó por lo primero prosiguiendo su formación en esa especialidad en Lima en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos donde se graduó.
Posteriormente continúo estudios en esa misma disciplina en Buenos Aires y Santiago de Chile. Obtuvo, asimismo, el doctorado en Educación, por lo que ha sido profesor de clínica y cirugía en la Universidad de San Marcos y en le Universidad San Luis Gonzaga de Ica, aparte de otros centros de educación superior. Ingresó a trabajar en Sanidad de la Fuerza Aérea del Perú, sirviendo en la Base Aérea de Pisco. Llegó a ser subdirector del Hospital FAP “Las palmas”.
4.
Era un buen hombre, cauto, honrado y comprensivo de los demás. Lo llamé por teléfono hace unas tres semanas atrás para que pudiera acompañarnos y declamar en una de las actividades de Capulí. Me respondió como siempre, con dicción clara, con razonamiento preciso y cabal; como siempre muy afectivo y cordial. Me dijo:
– Maestro, le agradezco por acordarse siempre de mí. He concurrido sin faltar a sus llamados, pero esta vez me es imposible, no puedo. Me han detectado un cáncer linfático feroz. No se imagina cuánto he adelgazado. Y siento un cansancio atroz. Tengo una sensación de pesadez que es cruel y brutal. ¡Cuánto le agradezco mi caro maestro que se acuerde de mí!
Esta fue siempre su manera de hablarme. Pero me impactó esta vez que todo eso lo dijera con tanta ecuanimidad y nitidez, tanto que pensé que se recuperaría. Además, me lo dijo:
– Yo seguiré luchando en nombre del arte y la poesía.
No sé qué le dije yo. Pero después recé por él pensando y confiando en su recuperación. Hasta hoy en que me llamó Ramón Noriega para decirme que ha muerto.
5.
El drama de la muerte en los seres humanos es que siempre llega o nos coge cuando estamos ya muy cerca de todo; de llegar a la meta hacia donde nos hemos enrumbado, y cuando estamos a punto de alcanzar la otra orilla.
Cuando íbamos a culminar todo aquello que constituyó la razón y la ilusión de nuestra vida. Eso ha ocurrido con Ángel Chirinos, a quien la muerte lo ha sorprendido cuando estaba ya cerca de todo.
Y me refiero con ello a la publicación de su obra completa en poesía que había calculado en cinco volúmenes reuniendo los poemas que había escrito a lo largo de toda su vida. Y cuyo prólogo me había pedido que lo escribiera quedando a remitirme en cualquier momento la obra.
Publicar su libro era la razón que él consideraba que era la fundamental en su vida y para la cual él había nacido. Lo recordaremos permanentemente, y estará presente siempre en nuestras luchas.
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